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LEJOS de mi SOMBRA

Grupo Nelson

Chapter One

Algunas personas sienten que son o han sido como debían y muchas veces no se dan la oportunidad de verse a sí mismas de una manera diferente, más positiva, porque consideran que no lo necesitan, aunque en el fondo de su ser algo les dice que sería necesario cambiar o mejorar.

Otras personas sí se dan cuenta de que su forma de ser les causa problemas, por lo tanto, tienen la intención o el deseo de trabajar con sus reacciones emocionales, su manera de comportarse con los demás, o su forma de manejar las situaciones en el trabajo, pero no saben cómo ni por dónde comenzar. Su buena intención se convierte en solo un deseo flotando en sus mentes y no logran materializar el cambio. Estas dos posiciones nos reflejan que la persona, en cualquier caso, se queda estancada en sí misma sin lograr avanzar. Es lo que podríamos denominar «quedarte arropado en tu sombra».

El ser humano permanece arropado en sí mismo, porque a pesar de los siglos que lleva sobre la tierra no conoce a fondo su naturaleza humana. Desconoce muchas veces sus extraordinarias capacidades para lograr una vida más estable y acorde con las realidades que enfrenta. A veces, no logra alcanzar mejores relaciones con las demás personas o una mayor armonía con su familia. Por otra parte, sus propósitos para lograr los objetivos de su trabajo se quedan en un constante intento, pero sin propuestas claras y precisas para obtenerlos. Y su satisfacción personal y su optimismo sepultados en la sombra de su propio ser.

Muchos de los problemas que padecemos en la vida o las piedras que tenemos como obstáculos para el avance vienen, en la mayoría de los casos, de la educación recibida y de la herencia genética. En la niñez se pueden adherir a la persona minúsculos fragmentos que con los años se convierten en piedras. Esas piedras se van fijando cada día más sin que nos demos cuenta y empiezan a formarse así sombras, las negativas, que arropan nuestro ser. Las piedras más comunes que contribuyen a proyectar la sombra negativa son: la comparación, las excusas, el negativismo, la victimización y la indolencia.

Primera piedra: la comparación

Una de esas piedras que muchas veces nos acompaña durante toda la vida, es la comparación. Las personas desarrollamos la tendencia a compararnos con los demás. Puesto que crecemos en grupo y desde nuestro propio núcleo familiar convivimos en grupo, parece algo muy natural. Vemos la vida en función de un número determinado de personas que nos rodean desde que somos niños. Es usual, por ejemplo, que una de las primeras referencias que adquiramos sea la de establecer comparaciones con nuestros hermanos. Aunque no pasé en lo personal por esa experiencia porque crecí en una familia muy pequeña y no tuve hermanos de padre y madre, sí pude comprobar que entre primos existen algunas circunstancias competitivas desde pequeños, que les lleva a hacer comparaciones entre ellos. Al final, se producen resentimientos, tristezas y hasta ciertos enfrentamientos. Las piedras de las cuales hablo en este libro están compuestas por fragmentos negativos que uniéndose entre sí forman entonces las «piedras de tropiezo» que obstaculizan el logro del crecimiento personal.

Fragmentos negativos: sentimientos de inseguridad, envidia y subestimación propia

A lo largo de los años, he observado una tendencia en las personas a caer en comparaciones y a detectar defectos en otras personas a priori, que luego se convierten en motivo de críticas, divisiones y conflictos en los ámbitos del colegio, la universidad, en el trabajo, en la comunidad o en diversos grupos sociales. En muchos casos estas comparaciones son el resultado de inseguridad, envidia y subestimación propia, al reconocer en otros atributos y talentos que quienes realizan la comparación no tienen. Estas personas sufren creyendo que son otros individuos los que tienen talentos y habilidades y no se dan cuenta de que ellas mismas también tienen los suyos, que quizás muchos desearían tener.

Es así, como los seres humanos desarrollamos esta tendencia al olvidarnos de que cada uno de nosotros somos creaciones únicas de Dios. Somos creados con un sello singular que no puede ser copiado con exactitud. No podemos ser clonados y al ser únicos marcamos diferencias, pero diferencias positivas en nuestra naturaleza interna. Por lo tanto, no es necesario hacer comparaciones que producen sentimientos insanos y que nos conducen a la insatisfacción y la competencia impidiendo la convivencia y el bienestar.

Fragmento negativo: no reconocer tus talentos

Cada ser humano es único e irrepetible, como mencionábamos anteriormente, y para cada uno existe un plan de vida particular. Aunque nuestra vida resulte a veces similar, cada historia personal es propia y única. En el transcurso de nuestra existencia y desde muy pequeños, nos caracterizamos por desvelar talentos y dones, a veces, de una manera sorprendente. Dentro de ese contexto algunos seres humanos se enfocan en perseguir sus objetivos mediante la utilización de sus talentos. Mientras que otros, se dejan llevar por la vida sin llegar a reconocer los talentos que trajeron al mundo ni tampoco se dan cuenta de los enormes beneficios que estos podrían aportarles a ellos mismos y a otras personas.

Podemos observar como algunas personas viven sin tener muy en cuenta sus características más relevantes, las cuales pueden constituir la clave estratégica para cumplir con el propósito esencial de su vida en el mundo, siempre y cuando las pongan de manifiesto y se utilicen correctamente. Más aun, puede ser que este reconocimiento les proporcione la verdadera razón de su existencia y que signifique la diferencia entre vivir una vida intensa y estar solo de paso por la vida, sin encontrar un profundo significado a su existencia.

El primer paso para comprender las razones y los fundamentos que nos ayudarán en nuestra vida es reconocer los talentos y dones naturales. Conseguir respuestas a las preguntas: ¿Para qué soy verdaderamente bueno? o ¿Cuál es mi misión primordial en el mundo en que vivo?

Recibimos orientación para poder evidenciar y desarrollar ciertas características personales desde pequeños a través de la experiencia escolar. Hemos revivido esas experiencias con nuestros hijos o con los de familiares y amigos y podemos identificar en qué destacan, es decir qué los define. Hay personas que son buenos comunicadores, otros sobresalen por querer siempre ayudar, otros en los deportes, a algunos les gusta la pintura, otros ejercen un liderazgo natural, etc. Hay una relación proporcional entre el reconocimiento y la atención que le brindas a tus talentos y dones y el propósito primordial en tu vida, que se reflejará en el logro de mayores y mejores metas en tu existencia diaria.

Reflexionar sobre nuestras desventajas o puntos débiles es una tarea importantísima y esencial en el camino del crecimiento personal. Los seres humanos, en general, no ponemos en práctica la autoevaluación, y durante la vida obviamos o subestimamos la tarea de reconocernos como personas con talentos, atributos, y también defectos, debilidades y hábitos mal adquiridos.

No es fácil mirarnos a nosotros mismos con profundidad. Hay muchas cortinas que se interponen en el proceso y que no permiten esa introspección. También puede haber muchas razones que encontramos o que no conocemos para emprender un camino de transformación interna, ya que no disponemos normalmente de las herramientas para hacerlo y no nos sentimos equipados para lograr los cambios necesarios.

Fragmento negativo: dejarse dominar por los puntos débiles

Conocer nuestros puntos débiles también es fundamental. Así como la soga se rompe por su parte más delgada, podemos perder en un segundo grandes oportunidades y correr riesgos de consecuencias inimaginables. En otras palabras, cuando permitimos que los puntos débiles nos dominen, dejamos de lado nuestra genuina identidad, olvidando quiénes somos verdaderamente y cuál es el sentido de nuestra vida.

Existen diversas investigaciones realizadas a nivel internacional de las universidades y en empresas, que giran en torno a la necesidad de reconocer nuestras debilidades. Estos estudios demuestran que el ser humano trata de invertir todo su potencial en mejorar sus deficiencias y, por el contrario, no invierte el tiempo necesario en desarrollar sus fortalezas. Estamos todos de acuerdo en que es importante fortalecer lo que está débil y aprender siempre a mejorar lo que se puede corregir. El problema es que muchas veces nos desviamos al no prestar atención a las capacidades que ya traemos al mundo de manera natural y al no tener en cuenta, que las fortalezas que están allí dentro de cada uno de nosotros, deben ser utilizadas de manera eficiente y coordinada.

En diferentes estudios acerca de cómo el ser humano utiliza o no sus fortalezas de manera eficaz, se ha llegado a conclusiones que muestran la importancia de comprender a qué debemos dedicarle tiempo y esmero para sacar el mayor provecho de las fortalezas individuales. En primer lugar, diversos estudios indican que las personas que se enfocan en sus fortalezas tienen, de forma diaria, una probabilidad seis veces mayor de conseguir un trabajo adecuado para utilizar su potencial. En segundo lugar, tienen una probabilidad tres veces mayor de disfrutar de una mejor calidad de vida.

Es vital concentrarnos en identificar dichas fortalezas en el carácter, en las emociones, en el espíritu y en los talentos personales; lo increíble de esto es que muchas de ellas son evidentes desde la niñez a través de las capacidades innatas y de la actuación de cada individuo.

Es importante también resaltar que el concepto de «fortaleza» como tal, ha estado envuelto en todas las circunstancias que el ser humano ha tenido que enfrentar desde el comienzo de la humanidad. Podemos decir que es parte de la historia y de todas las hazañas realizadas por el hombre a través de los años. La fortaleza en la doctrina cristiana es una virtud que consiste en vencer al temor, asegurando la firmeza en las dificultades y en la constancia de perseguir el bien.

Cuando por la complejidad de las diferentes situaciones que vivimos nos cansamos de seguir perseverando, el mantenernos enfocados en nuestras fortalezas nos permite ver la realidad con mayor claridad, a pesar del cansancio. Si nos enfocamos bien, estaremos más preparados para la batalla de cada día logrando así una ejecución más brillante.

Cuando nos esmeramos en enfocarnos en nuestras fortalezas logramos mayor seguridad en nosotros mismos. Esto nos permite tener una actuación definida y firme en cada situación que necesitemos enfrentar. La seguridad es el resultado de conocernos más cada día, es el proceso de saber quién soy y a dónde puedo llegar. Por eso es importante que meditemos en cuáles son nuestras fortalezas y que consigamos trabajar más con estas, logrando pulirlas como un diamante.

El diamante tiene un gran valor, pero hasta que no ha sido pulido no se puede conocer cuál es su valor real. Tú eres un diamante puro y traes contigo muchas capacidades y fortalezas. Tu trabajo consiste en buscar e identificar cuáles son y enfocarte en sacarles el mayor provecho sin compararte con nadie.

Aparte de tus fortalezas, cualidades y destrezas, como ser humano tienes una imagen con voz propia. Pocas veces entendemos la importancia de eso para sentirnos más seguros de quiénes somos, apreciar cómo somos y no dejarnos arropar por la sombra negativa de la comparación. Cuando me refiero a la imagen no estoy señalando la belleza implícita en ésta, porque hay personas bellísimas físicamente que reflejan una imagen pésima de sí mismas y por lo tanto, sienten que carecen de la seguridad necesaria para enfrentar la vida misma. El término imagen va mucho más allá de la típica relación que hacemos asociándolo con el concepto de belleza. La imagen está por encima de la subjetividad estética y de los estereotipos culturales. La imagen tiene voz por sí misma, dejando así el reflejo o la fotocopia de la persona en la mente de otros, con quienes nos relacionamos a través de la imagen. Es parecido a dejar un perfil o un concepto global de uno mismo; es en definitiva nuestra carta de presentación.

Es por eso que todas las personas necesitamos hacer un análisis detallado para definir la mejor forma de presentar nuestra imagen en nuestra vida cotidiana. Para empezar, lo primero es saber quiénes somos, y aceptar que no somos perfectos, aunque no nos agrade del todo cómo somos físicamente. Es importante esmerarnos en proyectar lo mejor de nosotros mismos en cualquier etapa o periodo de la vida en que nos encontremos. Digo esto, porque el ser humano está en un cambio constante y en un crecimiento continuo, por lo tanto, no podemos pretender trasmitir la imagen de una persona de otra edad cuando no hemos alcanzando esa fase, ni en años ni en experiencia. Por otra parte, no es conveniente brindar una imagen equivocada de uno mismo tratando de imitar o de emular a otras personas, porque de una manera u otra la falta de autenticidad se notará siempre y como consecuencia solo reflejarás la sombra negativa de tu ser.

Fragmento negativo: dejarse dominar por las críticas no constructivas

Es vital concentrarse en las fortalezas propias y basarse en estas para proyectar seguridad en uno mismo. Aunque no hallemos motivación en el mundo a nuestro alrededor para hacerlas notar. Hay casos donde las personas se sienten criticadas por cómo son, lo que puede producir un impacto muy negativo, y hacer que los individuos busquen a veces ser como otros, a toda costa, olvidándose de ser quienes verdaderamente son, copiando estereotipos que en vez de ayudarlos a proyectar lo mejor de sí mismos por el contrario, dejan salir a flote a otros tipos de personalidades y de características, que nada tienen que ver con la persona original.

Cuando recibimos críticas debemos identificar de quién o de quiénes vienen. En algunos casos estas críticas pueden ser constructivas pero en otros casos no. Por eso, es fundamental analizarlas antes de sentirnos heridos por las mismas y no permitir que estas críticas puedan dominar el carácter. La verdadera fuerza de la imagen viene de la interioridad del ser humano y poco tiene que ver con su aspecto externo, sin embargo, ocurre que a medida que la persona tenga más seguridad y aceptación de sí misma en relación con su cuerpo, su aspecto exterior va asumir una mejor presentación.

Somos un todo, cuando una parte de nosotros no está bien eso se refleja de muchas maneras. La ciencia, hoy en día, confirma que muchas enfermedades tienen su origen en cómo tratamos con nuestras emociones y resalta los efectos negativos que estas pueden tener destruyendo todo a su paso o por el contrario ejerciendo resultados positivos al ser controladas y limitadas en su acción.

Por otra parte, la imagen de una persona no solo refleja su seguridad o el respeto por sí misma sino también el respeto a los demás. El proyectar una buena imagen es símbolo de respeto a los otros. Saber estar, saber conducirnos, saber ser en toda su amplitud, es inspiración para otros aunque esa no sea la intención original.

La buena imagen no es solo lo exterior, la fachada, como muchos pretenden de forma reduccionista. La buena imagen habla de tu ser interior, de quién eres en verdad y se convierte en un halo de positividad que cautiva a muchos. La buena imagen abre puertas, convierte situaciones difíciles en situaciones más llevaderas o en oportunidades de cambio y te conduce por un camino de mayor bienestar.

La seguridad que refleje o manifieste tu buena imagen te permitirá considerarte capaz y tendrás deseo de actuar en forma consistente y apropiada a las situaciones del vivir diario. A través de la seguridad alcanzarás el poder para convencerte de tus propias capacidades y cualidades, al mismo tiempo que aprenderás a reconocer tus limitaciones. Todo esto implica un proceso que trabajarás personalmente y te permitirá obtener beneficios tales como: desarrollar aptitudes y mantener relaciones de calidad con los demás.

Los miedos, las percepciones equivocadas, así como también la adopción de ciertos estándares, patrones o malos hábitos, algunos provenientes de la educación recibida, crean en la existencia de algunas personas inconvenientes para el crecimiento y la reafirmación de la seguridad en uno mismo. No obstante, te animo a hacer un replanteamiento de la carencia que puedas experimentar de seguridad en ti mismo(a), como un paso vital en la reconducción de tu vida y para plantar tu propio árbol de la seguridad personal. En la medida que crezca tu seguridad en ti mismo(a) se comenzará a desintegrar poco a poco la piedra de la comparación que quizás llevas cargando por mucho tiempo.

Disminuye al máximo la sombra negativa de la piedra de la comparación

Para que puedas disminuir al máximo la sombra negativa de la piedra de la comparación, es importante tomar en cuenta las siguientes reflexiones y ponerlas en práctica desde hoy mismo:

1. Aprende a conocerte y saber de ti más que de los demás.

2. Aprende a quererte con tus limitaciones.

3. Aprende a poner por delante tus destrezas y fortalezas.

4. Aprende también a sacarle partido a tu físico con lo que tienes, de forma sana, sin pretender ser otra persona.

5. Aprende que lo mejor de ti está en tu corazón.

6. Aprende que Dios te hizo a su imagen y semejanza, puso en ti muchas cosas buenas, encuéntralas, úsalas para tu bien y para el bien de otros.

7. Aprende que tu buena imagen es una herramienta para proyectar la seguridad en ti mismo.

8. Aprende a identificar tus fortalezas y haz una lista de las mismas.

9. Aprende y analiza cómo puedes optimizarlas.

Para conocer tus puntos débiles y mejorarlos toma en cuenta las siguientes reflexiones:

1. Cuando te analizas a ti mismo tomas conciencia de tus puntos débiles.

2. Recibe críticas constructivas de personas de tu entorno. Abre tu corazón y toma en cuenta sus comentarios y las veces que un punto débil se manifiesta.

3. No tomes los comentarios adversos, hiriéndote a ti mismo por tu susceptibilidad. Sé objetivo(a) y percibe el sentido de lo que te manifiestan.

4. Acepta lo que te señalan y plantéate transformar esas realidades.

5. Agradece lo que te manifiestan, eso dice mucho del aprecio de las personas de tu entorno y de la manera en que se preocupan por ti.

(Continues...)

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Excerpted from LEJOS de mi SOMBRA by BÁRBARA PALACIOS Copyright © 2012 by Bárbara Palacios. Excerpted by permission of Grupo Nelson. All rights reserved. No part of this excerpt may be reproduced or reprinted without permission in writing from the publisher.
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