Cómo enfrentarnos a la reina del cielo
En esta obra, Cómo enfrentarnos a la Reina del Cielo, C. Peter Wagner y Héctor Torres se unen para desenmascarar a esta deidad, y mostrarnos quién es, qué está haciendo para ganar adeptos y cómo podemos nosotros contrarrestar su nefasta influencia.
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Cómo enfrentarnos a la reina del cielo
En esta obra, Cómo enfrentarnos a la Reina del Cielo, C. Peter Wagner y Héctor Torres se unen para desenmascarar a esta deidad, y mostrarnos quién es, qué está haciendo para ganar adeptos y cómo podemos nosotros contrarrestar su nefasta influencia.
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Overview

En esta obra, Cómo enfrentarnos a la Reina del Cielo, C. Peter Wagner y Héctor Torres se unen para desenmascarar a esta deidad, y mostrarnos quién es, qué está haciendo para ganar adeptos y cómo podemos nosotros contrarrestar su nefasta influencia.

Product Details

ISBN-13: 9780718024185
Publisher: Grupo Nelson
Publication date: 04/08/2014
Sold by: HarperCollins Publishing
Format: eBook
Pages: 96
File size: 685 KB
Language: Spanish

About the Author

HÉCTOR P. TORRES es el Presidente y fundador del ministerio Hispano Internacional. Es miembro de la Coalición Internacional de Apóstoles (ICA) y miembro fundador de La Coalición Apostólica de Colombia (CAC). Recibió su doctorado en Filosofía en Relaciones Cristianas Internacionales de la Universidad Visión Internacional en California, EE.UU. Es el autor de libros de gran éxito como Derribemos fortalezas, Liderazgo: Ministerio y batalla, entre otros. Héctor y su esposa Myriam viven en Gilbert, Arizona, EE.UU.

Read an Excerpt

Cómo Enfrentarnos A La Reina Del Cielo


By C. Peter Wagner, Héctor Torres, John Bernal

Betania

Copyright © 2000 Editorial Caribe
All rights reserved.
ISBN: 978-0-7180-2418-5



CHAPTER 1

Éfeso, ayer y hoy


La ciudad de Éfeso, en Turquía, se ha convertido en nuestros días en foco principal de atención para la Red de Guerra Espiritual. Sin duda alguna, surgirán otros puntos de enfoque significativos, a medida que nos acerquemos al trono de Dios y escuchemos atentamente su voz cuando nos hable. Por ahora, Turquía estará en el centro del escenario. Durante muchos años, los cristianos de todo el mundo han estado orando que la bendición de Dios se derrame en Turquía y su pueblo. Turquía es tierra hermosa, joya de la creación de Dios. La fe cristiana tiene profundas raíces en Turquía. Nuestro deseo es ver que se cumpla plenamente el propósito de Dios con aquella tierra, y por eso estoy abogando para que se incrementen nuestras oraciones por Turquía, tanto en cantidad como en fervor, y que proclamemos el profundo amor de Dios por los turcos.

¿Por qué es Turquía, y en particular la ciudad de Éfeso, tan importante en esta encrucijada de la historia? Con el fin de explicarlo, demos una mirada a la Éfeso de ayer, y después a la Éfeso actual.


Éfeso ayer

En el pasado, Éfeso fue el centro mundial del cristianismo. En los días de los apóstoles, Efeso era la tercera ciudad más grande del Imperio Romano, que hacía alarde de su población de 250.000 personas. Roma y Alejandría eran más grandes. Era una ciudad hermosa, con sorprendentes obras de arte y arquitectura, que han sido restauradas en gran parte por arqueólogos modernos. Era una ciudad portuaria, con un comercio pujante y lucrativo. En cada puerta de entrada a la ciudad había una casa con baños públicos, y a nadie se le permitía entrar sin haberse bañado completamente. Efeso era centro de educación, con escuelas, bibliotecas y salones de conferencias. Los hogares de los ricos estaban acondicionados con tubería interior para que hubiera en ellos agua caliente y fría. Había un hospital en las cercanías del centro de la ciudad. En el impresionante anfiteatro, al aire libre, se podían acomodar 25.000 personas sentadas, quienes podían escuchar las voces del escenario sin necesidad de amplificación.

El apóstol Pablo fue el misionero que Dios escogió para llevar el Evangelio de Cristo a Efeso, en aquel tiempo ciudad capital de la provincia romana del Asia Menor. En Efeso, Pablo vio más fruto de su trabajo que en cualquier otro lugar que haya visitado durante sus viajes como misionero. El Libro de los Hechos informa que «[Pablo predicó el reino de Dios] por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús» (Hechos 19.10); y mientras Pablo estuvo allí, «prevalecía poderosamente la palabra del Señor» (Hechos 19.20). Es como si un misionero llegara a Chicago y dos años más tarde pudiera decir: «¡En todo el estado de Illinois se ha escuchado el evangelio!»


Guerra espiritual y milagros Extraordinarios

¿Qué estuvo haciendo Pablo durante esos dos años? Básicamente estuvo involucrado en una guerra espiritual, en la que puso en práctica lo que John Wimber luego llamaría «evangelismo de poder». Se desató tanto poder sobrenatural a través de Pablo y otros, que «hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo» (Hechos 19.11). ¡Me encanta leer esas palabras! Parece que había tanto poder que fue necesario hacer una distinción entre los milagros «ordinarios» y los «extraordinarios». Hoy, estamos viendo cosas similares en lugares como China y Argentina.

Existen tres niveles importantes de guerra espiritual, y los tres se dieron en Éfeso. El primero, es el nivel superficial de guerra espiritual, que se concentra en sacar demonios de algunos individuos. Esto es lo que Jesús mandó que hicieran sus discípulos cuando los envió diciendo: «Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios» (Mateo 10.7-8).

Normalmente, Dios sana a los enfermos y echa fuera demonios cuando los cristianos ministran directamente a las personas, imponiendo manos sobre ellos, ungiéndoles con aceite y orando por sus necesidades específicas. Estos son los milagros «comunes y corrientes». Sin embargo, en Éfeso había tanto poder que «hasta los pañuelos y delantales que habían tocado su cuerpo eran llevados a los enfermos, y las enfermedades desaparecían, y los espíritus malos salían» (Hechos 19.12). ¡Con razón se utiliza aquí el adjetivo «extraordinario»!


Los magos y su hoguera

El segundo nivel es el nivel oculto de guerra espiritual contra el ocultismo. Esto significa que se lucha con poderes de las tinieblas mucho más coordinados y organizados que uno o unos cuantos demonios, que pueden estar afligiendo a una persona en determinado momento. Podemos pensar en términos de brujería o satanismo, adivinación o chamanismo, Nueva Era o Francmasonería, budismo tibetano u otras prácticas ocultistas.

Éfeso era un centro de magia en los días de Pablo. Según Clinton Arnold, en su excelente libro Los efesios: Poder y magia (Baker Books), Éfeso pudo haber sido considerado el centro de la magia en el Imperio Romano. Habría atraído a los magos más famosos, así como a aquellos que deseaban aprender de ellos el oficio. Pablo ministró a los magos en Éfeso con resultados excelentes. Con el fin de ganar para Cristo a estos accionistas del poder, Pablo sin duda tuvo varios enfrentamientos donde demostró claramente que el poder de Dios era mayor que cualquier poder sobrenatural de oscuridad con el que tenían contacto los magos.

Leemos que «muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su valor, hallaron que era de cincuenta mil piezas de plata» (Hechos 19.19). Cuando investigué esa suma, para mi comentario sobre los Hechos, calculé que en la economía actual de los Estados Unidos, la montaña de parafernalia mágica que se quemó tuvo un costo de alrededor de ¡4 millones de dólares!


El espiritu territorial: Diana de los efesios

El tercero y más alto nivel es la guerra espiritual a nivel estratégico. Esto significa enfrentamiento a espíritus territoriales de alto rango que Satanás ha situado en un área determinada para coordinar las actividades del reino de las tinieblas, con el fin de mantener cegada la mente de las personas al «evangelio de la gloria de Cristo», como leemos en 2 Corintios 4.3-4. Pablo se refiere a esto cuando dice: «No tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo» (Efesios 6.12).

El espíritu territorial que gobernaba sobre Éfeso y Asia Menor era la renombrada Diana de los efesios (también conocida por su nombre griego, Artemisa). Algunos historiadores creen que ella era quizás la deidad más venerada en todo el Imperio Romano durante esa época. Su templo en Éfeso estaba en la lista de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo; el ejemplo más sobresaliente y opulento de arquitectura en toda la ciudad. Durante todo el año se ofrecían ofrendas y sacrificios a aquel poder demoníaco. Sus seguidores la llamaban «magnífica» y «gran diosa», «salvadora» y «Reina del cielo». Antes que Pablo llegara, tenía bastante bajo control a Éfeso y sus alrededores.

Sin embargo, reinó la confusión. Los demonios que supuestamente estaban bajo su autoridad, ¡con simples pañuelos estaban siendo expulsados de las personas que habían oprimido durante años! Los magos, presumiblemente sus tropas élite, estaban desertando del reino de las tinieblas en grandes cantidades, para entrar al reino de el «Jesús» a quien Pablo predicaba. ¡Nunca antes Diana había visto algo así! Sus ejércitos se retiraban caóticamente. Estaba perdiendo rápidamente la autoridad que sobre Éfeso había mantenido por siglos.

El poder de Diana estaba siendo neutralizado por el evangelio, de tal manera que la gente común y corriente empezó a darse cuenta. Dejaron de adorarla y ofrecerle sacrificios y no volvieron a comprar sus ídolos. Cuando finalizaban los dos años de ministerio de Pablo, a los plateros que fabricaban estos ídolos se les estaba derrumbando el negocio, así que protagonizaron una manifestación pública. Llenaron el inmenso anfiteatro y gritaron durante dos horas: «¡Grande es Diana de los Efesios!» (Hechos 19.34)


La guerra por aire y la guerra por tierra

La guerra espiritual a nivel estratégico que Pablo emprendió era similar a una guerra desde el aire en la estrategia militar moderna. Ningún comandante responsable enviaría tropas por tierra, a no ser que la guerra ya se hubiera ganado en el aire. Eso sería cometer suicidio. Por esta razón, Pablo se aseguró de que Diana hubiera sido debilitada, antes de enviar a sus sembradores de iglesias por toda la ciudad de Efeso y las provincias de Asia Menor. Pablo no sembró personalmente iglesias en Asia Menor (siete de las cuales son mencionadas en Apocalipsis 2 y 3). Más bien capacitó a su equipo de sembradores de iglesias en la «escuela de Tirano», una edificación escolar que alquiló, y luego los envió como tropas por tierra (Hechos 19.9-10).


Muerte de Diana

Cuando Pablo salió de Éfeso, Diana había sido gravemente apaleada y debilitada. Sin embargo, no estaba totalmente fuera de combate. Pablo nunca la confrontó cara a cara, ni entró en su templo para hacer directamente guerra espiritual de nivel estratégico. Los plateros lo acusaron de haberlo hecho, pero no lograron que sus acusaciones fueran aceptadas en la corte. Diana perdió mucho de su poder debido a la agresiva guerra espiritual de Pablo, en el nivel superficial y en el nivel oculto. El reino de la oscuridad está conectado entre sí, y lo que ocurre en cualquiera de los tres niveles afecta a los demás niveles y a todo el dominio de Satanás.

Dios escogió al apóstol Juan para llevar a cabo el ataque final. La historia posterior, y no el Libro de los Hechos, nos relata que unos cuantos años después de la salida de Pablo, Juan se trasladó a Éfeso y terminó allí su carrera. Ramsay MacMullen, un reconocido historiador y profesor en la Universidad de Yale, nos ofrece algunos detalles interesantes acerca del ministerio de Juan en Éfeso, en lo referente a la guerra espiritual a nivel estratégico. MacMullen, quien es especialista en la historia del Imperio Romano, ha escrito un tratado erudito llamado La cristianización del Imperio Romano, años 100-400 d.C. (Yale University Press). En este escrito argumenta que el factor principal en la conversión del Imperio Romano al cristianismo fue la expulsión de demonios. En su libro da muchos ejemplos de guerra espiritual.

Uno de ellos corresponde a la historia del apóstol Juan y su enfrentamiento cara a cara con Diana de los efesios. MacMullen, citando fuentes históricas, dice que Juan, a diferencia de Pablo, sí fue al templo de Diana para hacerle guerra espiritual. Según él, «en el propio templo de la mismísima Diana, [Juan] oró, "Oh Dios ... ante cuyo nombre todo ídolo, todo demonio y poder inmundo huyen: haz ahora que el demonio que está aquí [en este templo] huya ante tu nombre » ... Y mientras Juan estaba diciendo esto, de repente el altar [de Diana] se partió en muchos pedazos ... y la mitad del templo se cayó» (página 26).

En su libro La Acción del Espíritu Santo en la Historia, el Dr. Pablo Deiros dice que el choque de poderes y la guerra espiritual es también testificada por los escritos apócrifos. En los Hechos de Juan se narra un interesante episodio en el ministerio de este apóstol, cuando el poder de Dios destruyó el templo de Artemisa (Diana para los romanos) en Efeso. En su oración Juan declara:

Oh Dios, quien eres Dios por sobre todos los que se llaman dioses; y no obstante eres rechazado hasta este día en la ciudad de los efesios; quien me pusiste en la mente venir a este lugar, del cual nunca pensé; quien condena toda forma de adoración, convirtiendo a los hombres a ti; a cuyo nombre todo ídolo huye, y cada demonio y todo poder inmundo; ahora haz que a tu nombre huya el demonio que está aquí, el engañador de esta multitud; y muestra tu misericordia en este lugar, porque ellos han sido extraviados (E. Hennecke y W. Schneemelcher, eds., New Testament Apocrypha, 2 Vols. Lutterworth Press, Londres, 1963,1965 ).


Mientras Juan estaba diciendo esto, el altar de Artemisa se rompió en pedazos, y todas las ofrendas se cayeron por el piso al igual que varias otras imágenes que estaban sobre el altar. Casi medio templo se vino abajo y un sacerdote murió al desplomarse parte del techo. El resultado fue un gran temor y la conversión de todos los presentes

Mac Mullen sigue diciendo que este encuentro de poderes trajo a multitudes de Éfeso a la fe en Cristo. Luego hace comentarios, como historiador profesional, sobre por qué cree que éste y otros episodios en la evangelización del Imperio Romano deben ser aceptados como históricamente válidos.

Más o menos unos cincuenta años después de este suceso, casi nadie en el Imperio Romano adoraba ya a Diana. Su culto quedó reducido a una mera sombra de lo que había sido antes que Pablo y Juan fueran a Éfeso. La ciudad de Éfeso se convirtió en el centro mundial del cristianismo durante los siguientes doscientos años.


Éfeso hoy

En agosto de 1997, Doris y yo hicimos nuestro primer viaje a Turquía, como parte de la iniciativa de Oración por la Ventana III, la cual ayudábamos a coordinar. Dios había puesto en nuestros corazones que escogiéramos a los turcos como el grupo de personas aún no alcanzadas por los cuales íbamos a concentrar nuestras oraciones. Este era un terreno nuevo para nosotros, ya que teníamos muy poco conocimiento previo de Turquía y no teníamos amigos allí.

Estuvimos complacidos con lo que encontramos. Turquía es un país hermoso, con una historia más extensa que muchas naciones del mundo. Algunos dicen que el Jardín del Edén estuvo ubicado en Turquía, y bien podría ser el caso. Las personas son amistosas, hospitalarias, fáciles de tratar y trabajadoras. Comprendimos por qué Turquía era uno de los destinos turísticos preferidos por los europeos para pasar sus vacaciones. Cuando regresamos del viaje, sentimos el deseo de volver nuevamente.

La mayoría de los turcos son musulmanes y poseen una lealtad innata hacia su fe. El gobierno turco es secular y se resiste firmemente a los intentos de los fundamentalistas islámicos de imponer el tipo de sociedad cerrada que se encuentra en muchas tierras del Oriente Medio. Los turcos no son árabes, ni quieren serlo. Quieren ser parte de la Unión Europea. Las iglesias y escuelas cristianas, así como las librerías y peregrinajes religiosos, son permitidos. Los turcos tienen libertad para convertirse al cristianismo si así lo desean. Hoy en día existen en Turquía aproximadamente unos quinientos creyentes nacidos de nuevo. Es verdad que alguna que otra legislación restringe las formas de la evangelización y prohíbe la distribución pública de literatura, pero ésta se aplica tanto a cristianos como a no creyentes por igual. Los cristianos que desobedecen intencionalmente estas leyes reciben castigo.


La Diosa Luna

Mientras estuvimos en Turquía, aprendimos algo de lo cual no estábamos al tanto anteriormente: la gran influencia que ha ejercido por milenios la Diosa Luna (referida a veces en la literatura como el «Dios Luna» masculino) sobre los pueblos del Oriente Medio. Los poderes espirituales que se mueven tras la adoración de la luna, bien sea que estén personificados como masculinos o femeninos (no se sabe si las distinciones humanas de género tienen paralelos entre los seres angélicos), han estado más profundamente implantados en muchas culturas del Oriente Medio (así como en muchas culturas fuera del medio oriente), de lo que pensábamos. El símbolo de la Diosa Luna es la luna creciente.

¿Tuvo algo que ver la Diosa Luna con Diana de los efesios? Muchas veces vi fotografías de la estatua de Diana con sus múltiples pechos, ¡pero fue durante aquella visita a Turquía cuando me di cuenta que su collar es la luna creciente! En la historia bíblica hay referencia a la Diosa Luna. Tanto Ur de los caldeos, de donde provenía la familia de Abraham, como Harán, donde Abraham vivió hasta que murió su padre, fueron ciudades gobernadas por la Diosa Luna, Sin. La familia de Abraham adoró a la Diosa Luna, ¡así que no sería una exageración suponer que Abraham mismo se convirtió de la Diosa Luna a Yahvé!


La Reina del Cielo

El principado de oscuridad que se manifiesta tanto en forma de la Diosa Luna y Diana de los efesios es la Reina del Cielo. Uno de los nombres de Diana era «Reina del cielo». ¿Quién es la Reina del Cielo?

Es posible que el único lugar en la Biblia donde Dios dice enfáticamente a sus seguidores que no oren por otro pueblo es Jeremías 7.16. «Tú, pues, no ores por este pueblo, no eleves por ellos clamor ni oración, ni me ruegues, porque no te oiré». Esta es una declaración extraordinaria que refleja una situación en la cual parece que el atributo de ira de Dios está por encima de su atributo de misericordia. Algo realmente malévolo debió estar ocurriendo para provocar una respuesta así. ¿Qué es?

Tiene que ver con la Reina del cielo. «Los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego y las mujeres amasan la masa para hacer tortas a la reina del cielo» (Jeremías 7.18). Familias enteras, hombres, mujeres y niños, participaban en la adoración de este espíritu terrestre, inmundo y maligno. Dios continúa diciendo que lo hacen «para provocarme a ira». Un pasaje aún más largo se encuentra en Jeremías 44, donde los judíos en Egipto estaban «[quemando] incienso para ofrecer a la reina del cielo y derramarle libaciones» (Jeremías 44.17). Dios demanda: «¡No hagáis esta cosa abominable que yo aborrezco!» (Jeremías 44.4).


(Continues...)

Excerpted from Cómo Enfrentarnos A La Reina Del Cielo by C. Peter Wagner, Héctor Torres, John Bernal. Copyright © 2000 Editorial Caribe. Excerpted by permission of Betania.
All rights reserved. No part of this excerpt may be reproduced or reprinted without permission in writing from the publisher.
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Table of Contents

Contents

Introducción,
Prefacio,
1. Éfeso ayer y hoy,
2. ¿Cómo deberíamos responder?,
3. El desafío de la Reina del Cielo,
4. La Reina del Cielo en Latinoamérica,
5. Quién es María,
6. Cómo vencer a la Reina,

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