Conejo de Pascua y su ejercito en el centro de la Tierra

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Overview

In the first Guardians’ adventure, Nicholas St. North, along with Ombric and Katherine, succeeded in routing Pitch and driving him underground—quite literally. Defeated but not destroyed, however, the Nightmare King plots a nefarious revenge: he means to take all of the children of the village of Santoff Clausen hostage. This time, the Guardians will need the help of E. Aster Bunnymund, the leader of a brotherhood of warrior rabbits of imposing size and intellect. Bunnymund has some powerful oval-shaped weapons that just might be the key to vanquishing Pitch once and for all.

En la primera aventura de Los Guardianes, Nicolás San Norte, con la ayuda de Ombric y Katherine, logró vencer a Sombra y ahuyentarlo hasta que tomara refugio bajo tierra. Derrotado pero no definitivamente, el Rey de las Pesadillas planea una cruel venganza y se propone secuestrar a todos los niños del pueblo de Santoff Clausen. Esta vez Los Guardianes precisarán de la ayuda de Conejo de Pascua—Bunny para sus amigos—el líder de una hermandad de conejos guerreros de tamaño e intelecto imponentes. Bunny tiene unas armas poderosas ovaladas que podrían ser la clave para derrotar a Sombra completamente.

Product Details

ISBN-13: 9788483432532
Publisher: Bambu
Publication date: 11/01/2012
Series: Los Guardianes , #2
Sold by: Barnes & Noble
Format: eBook
Pages: 272
File size: 2 MB
Age Range: 9 - 12 Years
Language: Spanish

About the Author

About The Author
William Joyce is an author, a filmmaker, and an illustrator whose work has garnered critical and commercial praise across a range of children’s media. His picture books include Dinosaur Bob and His Adventures with the Family Lazardo, The Leaf Men, and Santa Calls; he has won three Emmy Awards for his animated series Rolie Polie Olie; and the animated short film The Fantastic Flying Books of Mr. Morris Lessmore, which he codirected, won an Oscar for Best Animated Short Film. Joyce’s illustrations have also appeared numerous times on the cover of the New Yorker and his paintings are on exhibit at museums and art galleries across the United States. He lives in Shreveport, Louisiana.

Read an Excerpt

Conejo de Pascua y Su Ejercito

En el Centro de la Tierra


By William Joyce, Arturo Peral

Editorial Bambú

Copyright © 2012 William Joyce
All rights reserved.
ISBN: 978-84-8343-253-2



CHAPTER 1

Empezamos Nuestra Historia con una Historia


En las regiones interiores del este de Siberia había un pueblo que Katherine, Norte y Ombric consideraban su hogar. El pueblo de Santoff Claussen parecía un poco vacío sin ellos, pero una docena de niños aventureros jugaban en el bosque encantado que protegía sus casas del mundo exterior. Los robles a su alrededor eran de los más altos del mundo. Sus enormes troncos y ramas eran un paraíso para la escalada.

Petter, un fuerte niño de doce años que se imaginaba que era un héroe valiente, se catapultó al porche de la cabaña construida en un árbol que más le gustaba. Aterrizó un poco antes que Sascha, su hermana menor, que estaba probando su último invento: guantes y zapatos que permitían subir por los árboles como las ardillas. Pero la catapulta de Petter era más rápida.

–La próxima vez te ganaré –dijo Sascha con la esperanza de conseguirlo con la ayuda de un motor en el tacón de cada zapato.

Miró el claro que se abría a unos treinta metros más abajo. El oso del pueblo, una criatura enorme, rodeaba el perímetro del claro acompañado por Petrov, el caballo de Nicolás San Norte. Sascha se estaba preguntando si alguna vez le dejarían montar a Petrov cuando vio a William el Alto, el primer hijo de William el Viejo, acuclillado, hablando con un grupo de ciempiés. Los niños de Santoff Claussen habían empezado a aprender las lenguas de los insectos más fáciles (hormiga, gusano, caracol), pero William el Alto había sido el primero en aprender la lengua del ciempiés, que era más difícil. Sascha se colocó en la oreja un amplificador de sonido con forma de trompeta.

William el Alto informó de que todo estaba en orden: no había ni rastro de Sombra, el Rey de las Pesadillas. Era un caluroso día de verano, pero el recuerdo del espantoso momento en el que Sombra apareció en Santoff Claussen hizo que Sascha temblara como si fuera la noche más oscura en mitad del invierno.

Antaño, Sombra había sido un héroe de la Edad de Oro, una época antigua durante la cual las constelaciones gobernaron el universo. En aquel tiempo su nombre era Kozmotis Sombriner, y, al mando de los Ejércitos de la Edad de Oro, había capturado a los temores y a los piratas de los sueños que asolaban aquella época. Estos villanos eran astutos seres de la oscuridad. Cuando escaparon, devoraron el alma del general, que desde entonces ansió los sueños de niños inocentes. Fue entonces cuando se le empezó a llamar sencillamente «Sombra». Estaba decidido a absorber el bien de todos y cada uno de los sueños hasta convertirlos en pesadillas, logrando así que los niños de la Tierra vivieran aterrados. Y los sueños de los niños de Santoff Claussen, que nunca habían conocido el miedo o la maldad, eran el premio que más ansiaba.

Sascha, al igual que los demás niños de Santoff Claussen, había sobrevivido a aquella aterradora noche en la que los temores de Sombra casi los habían capturado en el bosque encantado. Su salvador había sido un niño brillante con un bastón con luz de luna que había alejado a los entintados intrusos.

Entonces la niña se encaramó a una rama y se colgó por las rodillas sin dejar de sostener la trompeta auricular. El mundo parece distinto del revés, pero suena igual, pensó.

Sascha volvió a escuchar, luego bajó el amplificador de sonido. Los insectos habían dicho que todo estaba en orden. Aún así, ¿y si Sombra y los temores regresan? Frunció el ceño, pero antes de que ese pensamiento ensombreciera su ánimo, Petter la llamó para otra competición.

–¡Te echo una carrera hasta el claro! –gritó, saltando desde la rama más cercana.

Al bajar corriendo por los árboles, los guantes y los zapatos de Sascha resultaron una ventaja. La niña aterrizó orgullosa frente a William el Alto y su hermano William el Casi-Menor. Petter se encontraba todavía a medio árbol de distancia.

Sascha estaba a punto de fanfarronear por su victoria cuando vio a los elfos de piedra encorvados entre las viñas y los árboles. En total había al menos diez estatuas, y eran una imagen temible e inquietante: algunos tenían las armas en alto, las espadas desenfundadas; otros estaban inmovilizados en medio de un grito.

Se trataba de la banda de forajidos de Nicolás San Norte, que habían sido convertidos en piedra por el Ánima del Bosque. El Ánima había perdonado a Norte porque solo él poseía un corazón puro. El jefe de los bandidos había rechazado las riquezas que le ofrecía y había acudido al rescate del pueblo cuando Sombra había vuelto a atacar. Después decidió quedarse en Santoff Claussen y se convirtió en el aprendiz del mago Ombric Shalazar.

El Ánima del Bosque no era más que una de las barreras mágicas que el mago había creado para proteger el pueblo cuando lo fundó. Además conjuró un seto de más de treinta metros de altura, un oso negro del tamaño de una casa y los majestuosos robles que cerrarían el paso a cualquiera que intentase penetrar en Santoff Claussen con malas intenciones. Pero ninguna de estas barreras logró proteger a los niños de las tinieblas y los temores a las órdenes de Sombra.

Petter y su amigo Niebla empezaron a luchar con espadas de madera, representando la batalla que había librado Nicolás San Norte contra Sombra.

Todo lo que conocían y amaban parecía perdido hasta que Norte apareció para rescatarlos a lomos de Petrov. Y a pesar de estar mal herido, Norte había logrado que Sombra se retirara, aunque los niños temían que el Rey de las Pesadillas pudiera regresar. Por entonces, Ombric, Norte y su amiga Katherine se encontraban muy lejos de Santoff Claussen. Habían partido en busca de un arma, una especie de reliquia, con la que vencerían a Sombra para siempre.

El William más joven estaba a punto de llorar.

–Tengo miedo. Sombra dijo que volvería.

–Norte, Ombric y Katherine encontrarán la forma de detenerlo –dijo Petter para tranquilizarlo.

William el Menor no estaba convencido del todo.

–Pero la magia de Sombra es fuerte. ¿Qué ocurriría si fuera más fuerte que la de Ombric?

–¿Qué dice Ombric siempre? –preguntó Petter.

El menor de los Williams caviló un rato hasta que le brillaron los ojos.

–Que el verdadero poder de la magia es tener fe – exclamó, mostrándose complacido por recordar la primera lección de Ombric. Entonces, empezó a recitar–: ¡Tengo fe! ¡Tengo fe! ¡Tengo fe!

Sascha se unió:

–¡Tengo fe! ¡Tengo fe! ¡Tengo fe en que Katherine, Norte y Ombric regresarán a casa!

CHAPTER 2

Donde Viejos Amigos Se Reúnen


Mientras William El Menor y Sascha recitaban, la luz alrededor de los niños empezó a centellear y resplandecer. ¡El Ánima del Bosque se acercaba! Apareció ante ellos con un remolino de velos relucientes encajados con gemas diminutas.

–Hora de la lección –susurró con una voz tranquilizadora que siempre alegraba a los niños. Su belleza luminosa y sobrenatural hacía que todas las preocupaciones se desvanecieran–. Hoy os espera una sorpresa especial.

Las clases en Santoff Claussen eran siempre una sorpresa. En un día cualquiera los niños podían aprender a construir un puente hasta las nubes o hacer que surgiera lluvia de una piedra del río. Por tanto, si el Ánima del Bosque decía que la sorpresa sería especial, sin duda sería increíble.

Los niños echaron a correr hacia el pueblo acompañados al galope por Petrov y el oso. El Ánima del Bosque planeó sobre ellos, envolviendo a los niños con rastros de luz que les hacían cosquillas y los rodeaban. Solo se entretuvieron para pisotear la grieta por la que Sombra había desaparecido en su retirada. William el Menor pisó con más fuerza que los demás.

Las clases tenían lugar en la casa de Ombric, en la Gran Raíz, el árbol más viejo del pueblo y el centro de su magia. Las enormes ramas se mecían y agitaban cuando los niños corrían por sus descomunales raíces y se introducían en su interior. Desde que Ombric había partido en una misión con Norte y Katherine, los padres de los niños habían estado ayudándoles con las lecciones. Pero aquel día realmente les aguardaba una sorpresa. Un montón de paquetes idénticos se apilaba en la biblioteca de Ombric. Había tantos que las abejas, las arañas y las hormigas, encargadas de ordenar el taller de Ombric, no daban a basto.

El señor Qwerty era el encargado de la biblioteca. Era un gusano de luz al que le gustaban los libros más que nada. Generalmente se le encontraba reptando por el dorso de un libro o descendiendo por otro, limpiando cubiertas o reparando páginas rotas. Medía unos quince centímetros y era de un tono verde brillante y primaveral. Tenía un número considerable de patas y llevaba unas gafas pequeñas y redondas colgando de la nariz. Además, era la mayor autoridad cuando Ombric estaba ausente.

Se deslizó desde los montones de libros para supervisar el envío de paquetes.

–Con cuidado –les dijo con una voz sorprendentemente humana. Era el único insecto del mundo conocido que hablaba las lenguas de los humanos.

Por supuesto, los niños examinaron los regalos con mucho interés.

–Parecen obra de Norte –exclamó Niebla.

El comentario provocó una ola de parloteo nervioso. Entonces observaron a un pequeño ejército de hormigas cargando con un paquete mayor que los demás a través de la entrada de la Gran Raíz.

–Me pregunto para quién será ese –dijo William el Menor con una nota de esperanza en la voz.

–¿No tienen etiquetas? –preguntó Sascha.

En ese instante, la esfera gigante del centro de la estancia –donde dormía Ombric– se abrió de golpe. El interior estaba vacío excepto por una vara de madera junto a la base sobre la que Ombric dormía de pie. Los niños siempre se habían preguntado cómo conseguía no caerse, pero, según parece, para los magos esto es normal. Como siempre, la docena de búhos se sentó en sus perchas alrededor de la esfera. Tenían la excepcional habilidad de comunicarse con el mago a través de la mente.

Los búhos pasaban buena parte del día acicalándose, pero ahora empezaron a ulular de forma lenta y profunda. En el centro de la esfera surgió una superficie plana y redonda de cristal que comenzó a brillar. Una imagen luminosa se perfiló sobre su superficie y se fue definiendo hasta que distinguieron un rostro familiar. Los niños gritaron de alegría. ¡Ombric! ¡Era Ombric! Hacía muchas semanas de su partida, y a gritos surgieron montones de preguntas. «¿Dónde estás?», «¿Cómo está Katherine?», y, especialmente, «¿Para quién son estos regalos?».

El viejo mago levantó las manos.

–Lo primero es lo primero –dijo riendo–. Decidme, ¿alguno ha tenido alguna pesadilla?

Los niños se miraron unos a otros meneando la cabeza.

–No –repuso Niebla.

–Ha sido el cumpleaños de William el Viejo – añadió Petter.

–Y también el de William el Menor –informó Sascha.

–Seguimos siendo el mayor y el menor del pueblo –intervino el más pequeño de los Williams–. Incluso cuando cumplo años, soy el más pequeño –concluyó con el ceño fruncido.

–Entonces todo está como estaba y como tiene que estar –dijo Ombric con un gesto satisfecho–. Sabía que todo estaría en orden en las capaces manos del señor Qwerty.

Al oír a Ombric mencionar su nombre, el señor Qwerty dejó momentáneamente de coser Interesantes misterios de la Atlántida, Volumen 8, e hizo un pequeño saludo.

–William el Alto –dijo Ombric dirigiéndose al muchacho–, tengo entendido que has crecido casi tres centímetros.

William el Alto se enderezó y sonrió complacido.

–Sascha, según parece has aprendido a escalar árboles más rápido que una ardilla.

Sascha levantó las manos y los pies para que Ombric viera su invento.

–Ingenioso –dijo atusándose la barba.

Tuvo observaciones positivas, alabanzas o mensajes de ánimo para todos los niños. Al final, llegó a William el Menor, que solo estaba interesado por las cajas misteriosas.

Ombric se percató de que el niño estaba usando cada gramo de autocontrol que tenía para no abrir una.

–En respuesta a tu pregunta, joven William, estas cajas son regalos de Norte. Hay una para cada uno de vosotros. Todas son iguales ... hasta que las cojáis – dijo el mago con tono misterioso.

–Puesto que soy el menor, ¿puedo quedarme con la caja más grande? –preguntó el pequeño William con la voz más dulce.

–Ese es un regalo muy especial –contestó Ombric–. Es para todos y deberíais abrirlo al final.

Así pues, todos los niños eligieron una de las otras cajas. Petter sostuvo una entre las manos. Era sorprendentemente ligera.

Ombric sonrió y dijo:

–Ahora pensad en algo que queráis y será vuestro.

Petter cerró los ojos y pensó con todas sus fuerzas. Al volver a abrirlos, en vez de una caja, sostenía entre las manos unos zapatos especiales que le permitirían deslizarse sobre el agua.

William el Menor se encontró con un soldadito mecánico que podía desplazarse por su cuenta. Llevaba dos espadas y las agitaba con furia.

–Es exactamente como lo había imaginado – exclamó el pequeño William–. ¡Dale las gracias a Norte!

Incluso había un regalo para Petrov (una zanahoria que duraría una semana) y para el oso (un brazalete muy elegante para la pata que se había herido durante la batalla contra Sombra).

Cuando todos los deseos se hubieron concedido, los niños se volvieron hacia la caja más grande.

–Esa es de Katherine –les explicó Ombric.

Las hormigas llevaron el paquete de grandes dimensiones a la desordenada mesa de Ombric. Al asentarlo, el paquete empezó a desembalarse solo, y de su interior surgió un libro.

–Katherine os ha escrito la historia de nuestras aventuras desde que os dejó. Os echa de menos y espera poder contároslas en persona, aunque hasta entonces, el libro lo hará en su lugar. Pero, antes, debemos empezar por el primer conjuro que os he enseñado. ¿Os acordáis? –preguntó Ombric.

Los niños se miraron entre sí sonriendo. ¿Que si se acordaban? Pero si Sascha y William acababan de pronunciar aquel conjuro en el bosque. Contentos por haberse adelantado a su profesor por una vez, empezaron a murmurar.

Cuando las palabras «Tengo fe, tengo fe, tengo fe» empezaron a llenar el ambiente, la cubierta de cuero verde del libro de Katherine se abrió con el suspiro contenido de una novísima historia entrando en el mundo. Las páginas empezaron a pasar, pero se detuvieron para mostrar un delicado dibujo de Katherine. Una cinta dorada marcaba la página. En la parte superior, con la flamante caligrafía de Katherine, se podía leer las siguientes palabras: «El principio».

CHAPTER 3

La Historia de Katherine Sobre las Maravillas Recientes


Para sorpresa de los niños, el dibujo de Katherine empezó a moverse y hablar, y entonces su voz llenó la estancia. Los insectos dejaron de recoger y los búhos dejaron de ulular. El señor Qwerty pausó su actividad con los demás libros. El único movimiento que se producía en la Gran Raíz eran las páginas que pasaban y el aleteo de las polillas y las mariposas, que aliviaban a los niños del calor veraniego. Vigilando fuera, Petrov y el oso se inclinaron para escuchar también, porque incluso los caballos y los osos disfrutan de las buenas historias.

–¿Tú también has recibido un regalo? –preguntó William el Menor al dibujo de Katherine–. Si no, podemos compartir el mío cuando vuelvas.

–Tengo un regalo maravilloso –le aseguró Katherine–. Todo es parte de la historia. –Así empezó, con las páginas del libro avanzando mientras hablaba–: ¿Recordáis cuando Sombra desapareció en el suelo para huir de la luz del sol?

Los niños asintieron. La luz era lo único que Sombra no podía soportar.

–¿Y recordáis cuando Norte construyó el genio mecánico?

Los niños volvieron a asentir.

–Bien. Ahora os contaré lo que fue del genio.

Los niños se acercaron todavía más, incapaces de apartar la mirada de los dibujos mientras Katherine les contaba lo que había ocurrido durante las últimas semanas.

–Sombra poseyó al genio disfrazado de araña y aprendió el conjuro de esclavitud de Ombric. Había convertido al mago y a Norte en muñecos de porcelana y se disponía a destruirlos. Pero un niño espectral llamado Luz Nocturna nos salvó a todos.

Los niños suspiraron al oír estas noticias. Petrov relinchó. Incluso las mariposas dejaron de aletear.

–Luz Nocturna es un gran héroe –prosiguió Katherine con el rostro resplandeciente–. Antaño fue el protector del Hombre de la Luna y mantuvo a Sombra encerrado durante siglos. No le teme a nada, es muy poderoso y se ha convertido en uno de nuestros amigos y protectores.

Los niños se miraron unos a otros con los ojos bien abiertos.


(Continues...)

Excerpted from Conejo de Pascua y Su Ejercito by William Joyce, Arturo Peral. Copyright © 2012 William Joyce. Excerpted by permission of Editorial Bambú.
All rights reserved. No part of this excerpt may be reproduced or reprinted without permission in writing from the publisher.
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Table of Contents

Contents

Antes del capítulo uno Una recapitulación, un preludio y una premonición de terror,
Capítulo uno Empezamos nuestra historia con una historia,
Capítulo dos Donde viejos amigos se reúnen,
Capítulo tres La historia de Katherine sobre las maravillas recientes,
Capítulo cuatro Un jugueteo por el planeta,
Capítulo cinco Un cuento a la hora de dormir con una niña, un ganso y hombres de las nieves que no son abominables,
Capítulo seis Descubrimientos sorprendentes y magia antigua,
Capítulo siete Una gran historia para un conejo,
Capítulo ocho Un bote, un brinco y un salto en el tiempo,
Capítulo nueve El secreto de la espada,
Capítulo diez Revelaciones, terror y temeridades,
Capítulo once Mientras la torre vuela,
Capítulo doce Oscuridad delicada,
Capítulo trece La luz de luna cuenta su trágica historia,
Capítulo catorce Una luz de luna, un misterio y un embrollo,
Capítulo quince Donde los amigos deben separarse,
Capítulo dieciséis El rizo se retuerce,
Capítulo diecisiete Donde Sombra aprecia el ingenio de Norte pero demuestra ser, efectivamente, un tipo oscuro,
Capítulo dieciocho Un giro sorprendente con corazón de chocolate,
Capítulo diecinueve Luz Nocturna se oscurece,
Capítulo veinte Donde encontramos muchas señales de misterio,
Capítulo veintiuno Un negocio casi redondo,
Capítulo veintidós Un misterio conduce a otro,
Capítulo veintitrés El graznido del destino,
Capítulo veinticuatro Donde se produce un terrible descubrimiento y un susurro de esperanza,
Capítulo veinticinco El ejército de huevos,
Capítulo veintiséis El centro, ahora podrido,
Capítulo veintisiete El poder del pooka interior,
Capítulo veintiocho Comienza la batalla,
Capítulo veintinueve La voz,
Capítulo treinta Donde todo está unido por un antiguo truco mental cuyo origen es de lo más sorprendente,
Capítulo treinta y uno Una lucha encarnizada,
Capítulo treinta y dos Cae Norte,
Capítulo treinta y tres El gusano de los libros se transforma,

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"Clever and packed with quirky, imaginative creations, lovingly illustrated by Joyce."  —Booklist

"Children will read and reread the story to enjoy all the nuances of this plot-driven fantasy with strong visual imagery. Joyce's fans are sure to welcome his newest offering."  —School Library Journal

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