Las Alas del Corazón es una novela cuyos escenarios y personajes son ficticios.
Se refiere a Rosario, una humilde maestra rural que falleció de coronavirus, porque logró rescatar con una metamorfosis psicológica, preguntando qué el coronavirus tenía alas, que la única esperanza sería la sabia respuesta de la humanidad, la cual fue dicha de manera sonora en todas las células, como el péndulo de un reloj girando en la redondez. Y reiteraba que los seres humanos debíamos dejar de postear esa sabiduría, la cual sería la salvación de la Humanidad.
Rosario vivía en el barrio más grande, más peligroso y empobrecido de un puerto, con una población de treinta mil habitantes, el cual vivía secuestrado por narcotraficantes, quienes no permitían la entrada de autoridades civiles, ni militares, y donde todas las mañanas se escuchaban dos o tres cadáveres tirados en las calles.
Luego de haber rescatado, la mujer hablaba de cómo bajó porque los criminales no permitían nada que alterara la cotidianidad. Pero quienes la escuchaban decían que ella había perdido la razón porque pregonaba que había muerto resucitada y que en ese lapso había despertado la sabiduría de su corazón, la cual —seguía ella— era la herramienta más eficaz para salvarlo solo del barrio, sino también del mundo entero.
Pero Rosario no era una fanática ni sofista. Pues, esgrimia argumentos neurocientíficos y neuroteológicos, con los cuales dejaba días a muchos con la boca abierta.
Pasaron como meses; los confinamientos de la pandemia, casi todo el barrio sufría de una grave cognitiva, hasta el punto de haberse convertido en una Torre de Babel donde no se hablaba el idioma de esta obra.
También, casi de Rosario se volvió voz popular, hasta que llegó al oído del Comandante, el jefe de los criminales, quien mandó a llamar al personal de neurocirujanos, para comprobar cómo la esgrimia argumentó físicos, neurocientíficos y neuroteológicos que hicieron de alguna manera muchas de esas páginas predicciones, y Rosario lograba finalmente el control del barrio.
Con ocasión de su muerte, Rosario había dejado un mensaje en la mesa del comedor aplastado por un florero, el cual decía lo siguiente:
Hagan que su corazón abra sus alas y emprenda el vuelo hacia el universo de su consciencia que al estar dispuesto a sabiduría, se hace fuente de todo amor, y se conquista con la dicha y los conocimientos que el corazón otorga; el cual salta sin pena en cualquier momento para cualquier historia que desee seguir, siempre hasta conseguir el bienestar en proceso de construcción. Es decir, que con él, nuestra vida se va transformando a la humanidad.
Tengan la convicción de que el corazón es el maestro de la vida. Por eso confíen más en él que en el cerebro, porque este puede los pueblos traicionar, pero el corazón nunca.
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Se refiere a Rosario, una humilde maestra rural que falleció de coronavirus, porque logró rescatar con una metamorfosis psicológica, preguntando qué el coronavirus tenía alas, que la única esperanza sería la sabia respuesta de la humanidad, la cual fue dicha de manera sonora en todas las células, como el péndulo de un reloj girando en la redondez. Y reiteraba que los seres humanos debíamos dejar de postear esa sabiduría, la cual sería la salvación de la Humanidad.
Rosario vivía en el barrio más grande, más peligroso y empobrecido de un puerto, con una población de treinta mil habitantes, el cual vivía secuestrado por narcotraficantes, quienes no permitían la entrada de autoridades civiles, ni militares, y donde todas las mañanas se escuchaban dos o tres cadáveres tirados en las calles.
Luego de haber rescatado, la mujer hablaba de cómo bajó porque los criminales no permitían nada que alterara la cotidianidad. Pero quienes la escuchaban decían que ella había perdido la razón porque pregonaba que había muerto resucitada y que en ese lapso había despertado la sabiduría de su corazón, la cual —seguía ella— era la herramienta más eficaz para salvarlo solo del barrio, sino también del mundo entero.
Pero Rosario no era una fanática ni sofista. Pues, esgrimia argumentos neurocientíficos y neuroteológicos, con los cuales dejaba días a muchos con la boca abierta.
Pasaron como meses; los confinamientos de la pandemia, casi todo el barrio sufría de una grave cognitiva, hasta el punto de haberse convertido en una Torre de Babel donde no se hablaba el idioma de esta obra.
También, casi de Rosario se volvió voz popular, hasta que llegó al oído del Comandante, el jefe de los criminales, quien mandó a llamar al personal de neurocirujanos, para comprobar cómo la esgrimia argumentó físicos, neurocientíficos y neuroteológicos que hicieron de alguna manera muchas de esas páginas predicciones, y Rosario lograba finalmente el control del barrio.
Con ocasión de su muerte, Rosario había dejado un mensaje en la mesa del comedor aplastado por un florero, el cual decía lo siguiente:
Hagan que su corazón abra sus alas y emprenda el vuelo hacia el universo de su consciencia que al estar dispuesto a sabiduría, se hace fuente de todo amor, y se conquista con la dicha y los conocimientos que el corazón otorga; el cual salta sin pena en cualquier momento para cualquier historia que desee seguir, siempre hasta conseguir el bienestar en proceso de construcción. Es decir, que con él, nuestra vida se va transformando a la humanidad.
Tengan la convicción de que el corazón es el maestro de la vida. Por eso confíen más en él que en el cerebro, porque este puede los pueblos traicionar, pero el corazón nunca.
Las Alas del Corazón
Las Alas del Corazón es una novela cuyos escenarios y personajes son ficticios.
Se refiere a Rosario, una humilde maestra rural que falleció de coronavirus, porque logró rescatar con una metamorfosis psicológica, preguntando qué el coronavirus tenía alas, que la única esperanza sería la sabia respuesta de la humanidad, la cual fue dicha de manera sonora en todas las células, como el péndulo de un reloj girando en la redondez. Y reiteraba que los seres humanos debíamos dejar de postear esa sabiduría, la cual sería la salvación de la Humanidad.
Rosario vivía en el barrio más grande, más peligroso y empobrecido de un puerto, con una población de treinta mil habitantes, el cual vivía secuestrado por narcotraficantes, quienes no permitían la entrada de autoridades civiles, ni militares, y donde todas las mañanas se escuchaban dos o tres cadáveres tirados en las calles.
Luego de haber rescatado, la mujer hablaba de cómo bajó porque los criminales no permitían nada que alterara la cotidianidad. Pero quienes la escuchaban decían que ella había perdido la razón porque pregonaba que había muerto resucitada y que en ese lapso había despertado la sabiduría de su corazón, la cual —seguía ella— era la herramienta más eficaz para salvarlo solo del barrio, sino también del mundo entero.
Pero Rosario no era una fanática ni sofista. Pues, esgrimia argumentos neurocientíficos y neuroteológicos, con los cuales dejaba días a muchos con la boca abierta.
Pasaron como meses; los confinamientos de la pandemia, casi todo el barrio sufría de una grave cognitiva, hasta el punto de haberse convertido en una Torre de Babel donde no se hablaba el idioma de esta obra.
También, casi de Rosario se volvió voz popular, hasta que llegó al oído del Comandante, el jefe de los criminales, quien mandó a llamar al personal de neurocirujanos, para comprobar cómo la esgrimia argumentó físicos, neurocientíficos y neuroteológicos que hicieron de alguna manera muchas de esas páginas predicciones, y Rosario lograba finalmente el control del barrio.
Con ocasión de su muerte, Rosario había dejado un mensaje en la mesa del comedor aplastado por un florero, el cual decía lo siguiente:
Hagan que su corazón abra sus alas y emprenda el vuelo hacia el universo de su consciencia que al estar dispuesto a sabiduría, se hace fuente de todo amor, y se conquista con la dicha y los conocimientos que el corazón otorga; el cual salta sin pena en cualquier momento para cualquier historia que desee seguir, siempre hasta conseguir el bienestar en proceso de construcción. Es decir, que con él, nuestra vida se va transformando a la humanidad.
Tengan la convicción de que el corazón es el maestro de la vida. Por eso confíen más en él que en el cerebro, porque este puede los pueblos traicionar, pero el corazón nunca.
Se refiere a Rosario, una humilde maestra rural que falleció de coronavirus, porque logró rescatar con una metamorfosis psicológica, preguntando qué el coronavirus tenía alas, que la única esperanza sería la sabia respuesta de la humanidad, la cual fue dicha de manera sonora en todas las células, como el péndulo de un reloj girando en la redondez. Y reiteraba que los seres humanos debíamos dejar de postear esa sabiduría, la cual sería la salvación de la Humanidad.
Rosario vivía en el barrio más grande, más peligroso y empobrecido de un puerto, con una población de treinta mil habitantes, el cual vivía secuestrado por narcotraficantes, quienes no permitían la entrada de autoridades civiles, ni militares, y donde todas las mañanas se escuchaban dos o tres cadáveres tirados en las calles.
Luego de haber rescatado, la mujer hablaba de cómo bajó porque los criminales no permitían nada que alterara la cotidianidad. Pero quienes la escuchaban decían que ella había perdido la razón porque pregonaba que había muerto resucitada y que en ese lapso había despertado la sabiduría de su corazón, la cual —seguía ella— era la herramienta más eficaz para salvarlo solo del barrio, sino también del mundo entero.
Pero Rosario no era una fanática ni sofista. Pues, esgrimia argumentos neurocientíficos y neuroteológicos, con los cuales dejaba días a muchos con la boca abierta.
Pasaron como meses; los confinamientos de la pandemia, casi todo el barrio sufría de una grave cognitiva, hasta el punto de haberse convertido en una Torre de Babel donde no se hablaba el idioma de esta obra.
También, casi de Rosario se volvió voz popular, hasta que llegó al oído del Comandante, el jefe de los criminales, quien mandó a llamar al personal de neurocirujanos, para comprobar cómo la esgrimia argumentó físicos, neurocientíficos y neuroteológicos que hicieron de alguna manera muchas de esas páginas predicciones, y Rosario lograba finalmente el control del barrio.
Con ocasión de su muerte, Rosario había dejado un mensaje en la mesa del comedor aplastado por un florero, el cual decía lo siguiente:
Hagan que su corazón abra sus alas y emprenda el vuelo hacia el universo de su consciencia que al estar dispuesto a sabiduría, se hace fuente de todo amor, y se conquista con la dicha y los conocimientos que el corazón otorga; el cual salta sin pena en cualquier momento para cualquier historia que desee seguir, siempre hasta conseguir el bienestar en proceso de construcción. Es decir, que con él, nuestra vida se va transformando a la humanidad.
Tengan la convicción de que el corazón es el maestro de la vida. Por eso confíen más en él que en el cerebro, porque este puede los pueblos traicionar, pero el corazón nunca.
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Las Alas del Corazón

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Product Details
BN ID: | 2940184388915 |
---|---|
Publisher: | Arnulfo Arteaga Realpe |
Publication date: | 07/18/2025 |
Sold by: | Barnes & Noble |
Format: | eBook |
File size: | 584 KB |
Language: | Spanish |
About the Author
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