Luz sobre la vida: Viaje hacia la plenitud, la paz interior y la libertad

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Luz sobre la vida: Viaje hacia la plenitud, la paz interior y la libertad

Paperback(Translatio)

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Overview

Useful, ingenious, and filled with humorous insights, this guide encourages readers to embark on an internal journey. Using yoga poses and breathing techniques, readers can improve their posture, emotional stability, mental clarity, wisdom, and the beauty of their spirit. Also sharing anecdotes from his own life to illustrate his teachings, the author provides readers with a practical and profound new approach to life.

Ingeniosa, lúcida, útil y rebosante de humor, esta guía aliente a los lectores a realizar un viaje interior. Utilizando posturas y técnicas de respiración yóguicas, los lectores mejorarán y aumentarán su estabilidad física, vitalidad emocional, claridad mental, sabiduría intelectual y beatitud espiritual. Incluyendo anécdotas de su propia vida para iluminar sus enseñazas, el autor ofrece un enfoque de la vida tanto práctica como profunda.
 

Product Details

ISBN-13: 9788472456532
Publisher: Editorial Kairos
Publication date: 10/01/2008
Edition description: Translatio
Pages: 368
Product dimensions: 5.00(w) x 7.80(h) x 0.90(d)
Language: Spanish

About the Author

B. K. S. Iyengar is the most renowned yoga teacher in the world. He is the author of The Light on Pranayama, Light on the Yoga Sutras of Patanjali, and Yoga: The Path to Holistic Health.

Read an Excerpt

CHAPTER 1

EL VIAJE INTERIOR

La realización espiritual es el anhelo que existe en todos nosotros y que nos empuja a buscar nuestro núcleo divino. Ese núcleo, del que nadie carece, permanece latente en nuestro interior. No se trata de una búsqueda externa en pos del Santo Grial, algo que está más allá, sino de un Viaje Interior para dejar que el núcleo más interno se revele a sí mismo.

Para saber cómo revelar nuestro Ser más íntimo, los sabios exploraron las diversas envolturas de la existencia, empezando con el cuerpo y siguiendo a través de la mente y la inteligencia, para llegar finalmente al alma. Este periplo yóguico nos guía a partir de nuestra periferia, el cuerpo, al centro de nuestro ser, el alma. El objetivo es integrar las diversas capas para que nuestra divinidad interior brille a través de ellas como a través de un cristal transparente.

Kosa. Las envolturas del ser

El yoga identifica cinco de esas envolturas o capas del ser (kosa), que deben estar totalmente integradas y en armonía entre sí para que podamos alcanzar la plenitud. Cuando esas envolturas sutiles carecen de armonía, se ensucian como un espejo que refleja las imágenes deslustradas del mundo sensorial y sensual. El espejo refleja lo que hay en el mundo que nos rodea en lugar de permitir que brille la clara luz del alma desde el interior. Por ello experimentamos la enfermedad y la desesperación. La salud auténtica no sólo requiere el funcionamiento efectivo de la parte física externa de nuestro ser, sino también la vitalidad, la fuerza y la sensibilidad de los niveles sutiles internos.

La mayoría de nosotros consideramos nuestro "cuerpo" como únicamente nuestra forma física, nuestra piel, huesos, músculos y órganos internos. No obstante, para el yoga sólo se trata de la capa más externa de nuestro cuerpo, o annamaya kosa. Este cuerpo anatómico contiene los otros cuatro cuerpos sutiles, o kosas.

Los kosas son como las capas de una cebolla o las muñecas rusas, en las que cada una de ellas anida en el interior de otra. Entre estas capas está nuestro cuerpo energético (pranamaya kosa), el cuerpo mental (manomaya kosa), el cuerpo intelectual (vijñanamaya kosa) y finalmente nuestro cuerpo beatífico o alma (anandamaya kosa). Cuando estos cuerpos o capas se hallan desalineados o chocan entre sí, acabamos tropezando con la alienación y la fragmentación que tantos problemas causan en nuestro mundo. En cambio, cuando somos capaces de alinear las diversas capas de nuestro cuerpo y armonizarlas, desaparece la fragmentación, se logra la integración y se establece la unidad. El cuerpo físico (annamaya kosa) debe conectar y establecer una relación con el cuerpo energético y orgánico (pranamaya kosa), que a su vez debe ponerse de acuerdo con el cuerpo mental (manomaya kosa), y éste con el cuerpo intelectual (vijñanamaya kosa), y el cuerpo intelectual con el cuerpo beatífico (anandamaya kosa). Por la misma regla de tres, si no existe comunicación entre el cuerpo beatífico y el cuerpo físico, entonces el primero no puede impregnar de su iluminación a la acción y el movimiento del cuerpo físico, y por lo tanto tenemos oscuridad en la vida y no Luz sobre la Vida.

La demarcación de las diferentes envolturas es básicamente hipotética. Somos únicos e íntegros. No obstante, a fin de realizar la integridad y plenitud que deseamos, debe existir comunicación desde el interior al exterior y desde el exterior al interior, de manera que cada envoltura se funda con la siguiente. Sólo entonces estaremos realmente integrados, como un ser humano funcional. De otro modo, experimentamos disociación y fragmentación, que convierten la vida en algo incómodo y confuso.

Es esencial que el que recorre el camino del yoga comprenda la necesidad de la integración y el equilibrio de los kosas. Por ejemplo: los cuerpos mental e intelectual (manomaya y vijñanamaya kosa) deben funcionar con eficacia para permitirnos observar, analizar y reflejar lo que sucede en los cuerpos físico y energético (annamaya y pranamaya kosa), llevando a cabo los ajustes necesarios.

En otras palabras, el cuerpo físico no es algo separado de nuestra mente y nuestra alma. No debemos menospreciar ni descuidar nuestro cuerpo, tal y como afirman algunos ascetas. Tampoco debemos obsesionarnos con el cuerpo, con nuestro sí-mismo mortal. El objeto del yoga es descubrir nuestro Sí-mismo inmortal. La práctica del yoga nos enseña a vivir con plenitud –física y espiritual–, cultivando cada una de las diversas envolturas.

Espero que al seguir leyendo vayas comprendiendo que también tú, si vives y practicas yoga de manera adecuada y con la actitud correcta, obtendrás muchos más beneficios y experimentarás cambios más radicales que la mera flexibilidad física. No existe progreso hacia la libertad suprema sin transformación, y ése es el tema clave en la vida de todas las personas, tanto si practican yoga como si no. Si podemos entender cómo funcionan nuestra mente y nuestro corazón, dispondremos de la oportunidad de poder responder a la pregunta: «¿Por qué sigo cayendo en los mismos errores?».

El desarrollo y planificación de los capítulos de este libro nos ha sido sugerido por el mapa que nos dejaron los antiguos. Su conocimiento y tecnología han estructurado su contenido. El ser humano es un proceso continuo y por ello no existen límites tangibles entre los kosas, de igual manera que no existe frontera alguna entre cuerpo, mente y alma. Pero por conveniencia, para ayudarnos en nuestro viaje, el yoga nos describe en términos de esas capas discretas. Debemos imaginarlas combinándose entre sí como los colores del arco iris. Siguiendo la descripción tradicional de los cinco cuerpos o kosas diferentes, hemos dividido este tema en cinco capítulos centrales: "Estabilidad: el cuerpo físico" (annamaya kosa); "Vitalidad: el cuerpo energético" (pranamaya kosa); "Claridad: el cuerpo mental" (manomaya kosa); "Sabiduría: el cuerpo intelectual" (vijñanamaya kosa); y "Beatitud: el cuerpo divino" (anandamaya kosa).

En estos capítulos pasaremos revista a las diversas etapas del Viaje Interior al ir descubriendo la naturaleza (prakrti), que incluye el cuerpo físico y el alma (purusa). Al explorar el alma es importante recordar que dicha exploración tiene lugar en el interior de la naturaleza (el cuerpo), pues ahí es donde estamos y lo que somos. Nuestro campo específico de exploración es nosotros mismos, desde la piel al centro desconocido. El yoga se ocupa de esta fusión de naturaleza y alma porque ésa es la esencia de la vida humana, con todos sus retos, contradicciones y alegrías.

Vivir entre el cielo y la tierra

Como ya he dicho, los seres humanos vivimos entre las dos realidades del cielo y la tierra. La tierra implica todo lo que es práctico, material, tangible y encarnado. Es el mundo cognoscible, objetivamente cognoscible a través de los viajes de descubrimiento y observación. Todos compartimos ese mundo y sus conocimientos a través de los vastos repositorios de experiencias colectivas acumuladas. Para todo ello hay una palabra. Es naturaleza. En sánscrito, naturaleza es prakrti. Se compone de cinco elementos, que denominamos tierra, agua, fuego, aire y espacio (antes llamado éter). En consecuencia y por ende, el cuerpo está constituido por esos mismos cinco elementos, y ésa es la razón por la que también utilizamos el término prakrti para referirnos al cuerpo. Cuando los exploradores del espacio traen piedras lunares y los científicos las estudian, están estudiando la naturaleza. Cuando calculamos la temperatura de la superficie del Sol, observamos la naturaleza. Tanto si estudiamos la naturaleza planetaria como la cósmica, no deja de ser naturaleza. Ese tipo de estudio resulta fascinante e inagotable porque la naturaleza está repleta de variedad. No sólo está repleta de variedad, sino que cambia constantemente, así que siempre hay algo nuevo que ver. También nosotros formamos parte de la naturaleza, y por ello no dejamos de cambiar constantemente, con lo que observamos a la naturaleza desde un punto de vista cada vez distinto. Somos una piececita de cambio continuo observando una cantidad infinita de cambio continuo. No es de extrañar que resulte tan emocionante. Lo más importante que podemos llegar a aprender sobre la naturaleza son las leyes innatas e inherentes a través de las que funciona.

Cientos de años antes de que Patañjali escribiese los Yoga Sutras, los yoguis índicos ya intentaban identificar algunas pautas en las aparentemente caóticas fluctuaciones de la naturaleza. La variedad infinita de fenómenos naturales da la apariencia de ser un caos, pero ellos se preguntaron si existía la posibilidad de que las leyes que gobiernan la infinita turbulencia de la naturaleza fuesen ordenadas y comprensibles. Y si se podía comprender su funcionamiento, ¿no nos sería posible emerger del caos al orden? Todos los juegos parecen absurdos hasta que se conocen las reglas. Cuando se conocen las reglas pueden resultar bien divertidos. Al principio uno no está muy seguro y se pierden algunas partidas, pero al menos se está participando, se forma parte del juego. El yoga afirma que estamos jugando la partida con el cuerpo y el símismo. Al jugar se aprenden las reglas, y si se observan, se cuenta con más opciones de éxito en la vida y de alcanzar iluminación y libertad.

Así que la humanidad está con los pies asentados firmemente en la tierra, como enTadasana (la postura de la montaña), y con su cabeza en el cielo. ¿A qué nos referimos con lo de "cielo"? Desde luego no me refiero a la biosfera de la Tierra, ni a nada que exista físicamente, por muy lejos que esté. Podría haber dicho: «Nuestros pies en la tierra y nuestra cabeza en el paraíso». Muchos idiomas carecen de dos palabras distintas para cielo y paraíso. La palabra paraíso sugiere algo que no es meramente físico. Eso nos abre a ciertas posibilidades: a) que es perfecto, pues nada físico puede ser perfecto, ya que todos los fenómenos son inestables; b) que es universal, es decir, Uno, mientras que la naturaleza son muchos, como podemos comprobar a través de su diversidad; c) que está en todas partes, que es omnipresente, pues al no ser físico no está limitado o definido por su situación; d)que es supremamente Real o Eterno. En el yoga, el cuerpo se considera de una substancia real, mientras que nuestro cambio y la revelación del cielo inconmensurable en nuestro interior se denomina cit-akasha, o literalmente "visión del espacio en sí mismo".

Todo aquello que es físico está siempre cambiando, y por ello su realidad no es constante, no es Eterna. La naturaleza es, en este sentido, como un actor que sólo dispone de papeles distintos. Nunca se quita el traje y el maquillaje y regresa a casa, sino que sólo cambia de papel constantemente, de manera permanente. Así que con la naturaleza nunca acabamos de saber dónde estamos, sobre todo porque también formamos parte de ella.

La Realidad no física, aunque difícil de aprehender, debe tener la ventaja de ser eterna, siempre la misma. Ello tiene una consecuencia. Todo lo que es real e inmutable debe ofrecernos un punto fijo, una orientación, como el Norte perfecto en una brújula. ¿Cómo funciona una brújula? Por la atracción entre el Norte magnético y un imán en el interior de la brújula. La brújula somos nosotros. Por ello podemos inferir que en nosotros existe una Realidad Universal que nos alinea con la Realidad Universal que está en todas partes. No hay que olvidar la palabra "alinear". Fue mediante el alineamiento de mi cuerpo que descubrí el alineamiento de mi mente, mi sí-mismo y mi inteligencia. El alineamiento entre el cuerpo o envoltura (kosa) más externa y la más interna es la manera de poner en contacto nuestra Realidad personal con la Realidad Universal. La Vastasutra Upanishad dice: «Alinear los miembros de manera adecuada se elogia como el conocimiento de Brahman (Dios)». E incluso antes, en el Rig Veda ya aparecía: «Toda forma es una imagen de la forma original». Hemos visto que esta Realidad no cambia en el tiempo ni está limitada por el espacio. Es libre de ambos. De ello se desprende que aunque nuestro periplo tiene lugar en el tiempo y el espacio, si llegamos a alcanzar su fin y hallamos la realidad suprema no física, no será en el tiempo y en el espacio tal y como los conocemos.

El Alma Universal (Purusa) y la naturaleza (Prakrti)

He evitado hasta ahora utilizar la traducción usual de la realidad no física ya que su mera mención hace que la gente deje de pensar por sí misma. En sánscrito se llama Purusa. En otros idiomas lo llamamos Alma Cósmica o Universal. La palabra alma suele tener connotaciones religiosas tan fuertes que la gente o bien la acepta o la descarta sin la mínima reflexión. Olvidan que se trata simplemente de nuestra palabra para una realidad permanente. Es lógico, pero en nuestras mentes sigue siendo sólo un concepto hasta que experimentamos su realización en nuestro interior.

Asociamos correctamente esta realidad permanente con el amor desinteresado, que se basa en la percepción de unidad, no de diferencia. La fuerza del amor de una madre deriva de su unidad con el hijo. En la unidad no existe posesión, pues la posesión es un estado dual, que contiene un "yo" y un "ello". El Alma es inmutable, eterna y constante; está siempre ahí como un testigo, enraizada en el origen y la unidad divinos. Toda la práctica del yoga tiene por objeto explorar la relación entre Prakrti y Purusa, entre naturaleza y alma. Se trata, para continuar con la metáfora anterior, de aprender a vivir entre la tierra y el cielo. Ésa es la difícil condición humana, nuestra alegría y nuestra desgracia, nuestra salvación y nuestra condena, naturaleza y alma están entretejidas. Algunos dicen que están casadas. A través de la práctica correcta de asana y pranayama y de los otros pétalos del yoga, el practicante (sadhaka) experimenta la comunicación y conexión entre ellas. A la persona común podría parecerle que el matrimonio de naturaleza y alma está repleto de broncas e incomprensiones mutuas. Pero al comulgar con ambas, éstas se acercan entre sí para conformar una unión bendita. Esa unión aparta el velo de la ignorancia que cubre nuestra inteligencia. Para lograr esa unión el sadhaka debe observar tanto su interior como ocuparse del marco externo del alma, el cuerpo. Ha de aprehender la ley subyacente o quedará atrapado en la naturaleza, y el alma se convertirá únicamente en un concepto. Todo lo que existe en el macrocosmos se halla también en el microcosmos o individuo.

Los ocho pétalos del yoga

El yoga consta de ocho pétalos que se van revelando a sí mismos a los practicantes de manera progresiva. Se trata de disciplinas éticas externas (yama), observancias éticas internas (niyama), posturas (asana), control de la respiración (pranayama), control y repliegue sensorial (pratyahara), concentración (dharana), meditación (dhyana) y absorción beatífica (samadhi). Se los llama los ocho pétalos del yoga porque están unidos como los pétalos de una flor de loto para conformar una bella unidad.

Al adentrarnos en las envolturas internas (kosa) del cuerpo, desde la piel exterior al sí-mismo más íntimo, hallamos y exploramos cada uno de los ocho pétalos o estadios del yoga descritos en los Yoga Sutras. Para el buscador de la Verdad, estos estadios siguen siendo tan importantes hoy en día como lo fueron en tiempos de Patañjali. No podemos esperar poder comprender y armonizar las envolturas sin los preceptos y prácticas que se nos proporcionan en los ocho pétalos. Los mencionaré brevemente, pero los analizaremos en profundidad en los siguientes capítulos.

El viaje yóguico empieza con los cinco preceptos morales universales (yama). De esa manera aprenderemos a desarrollar control sobre nuestras acciones en el mundo externo. El viaje continúa con cinco pasos de autopurificación (niyama). Están relacionados con nuestro mundo interior y con los sentidos de percepción, y nos ayudan a desarrollar autodisciplina. Hablaremos de todo ello a lo largo del libro, pero en principio digamos que sirven para poner coto a nuestro comportamiento para con los demás y respecto a nosotros mismos. Estos preceptos éticos nos acompañan siempre, desde el principio al final del periplo yóguico, pues la demostración de la propia realización espiritual no radica más que en la manera como uno se mueve e interactúa con sus semejantes.

(Continues…)


Excerpted from "Luz Sobre La Vida"
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Copyright © 2005 B.K.S. Iyengar.
Excerpted by permission of Editorial Kairós.
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Table of Contents

Prefacio,
Introducción: la libertad aguarda,
1. El viaje interior,
2. Estabilidad: el cuerpo físico (asana),
3. Vitalidad: el cuerpo energético (prana),
4. Claridad: el cuerpo mental (manas),
5. Sabiduría: el cuerpo intelectual (vijñana),
6. Beatitud: el cuerpo divino (ananda),
7. Vivir en libertad,
Asanas para la estabilidad emocional,
Sobre el autor y los coautores,

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