Después de acompañar en el proceso de conversión por medio de la fe a niños, jóvenes y adultos, me doy cuenta que hay necesidad de una plataforma o cimiento que como seres humanos nos guie en el discernimiento de cómo llegar a ser cada día mejores en todo sentido. Esa plataforma la forman las virtudes humanas y cristianas en la persona humana, las cuales se fraguan en la familia, que como base de la sociedad, se desarrollan hasta el punto de impregnar los mejores anhelos de eternidad: vivir en Dios, ser de Dios, existir por Dios, amar a Dios y en consecuencia, trabajar por parecerse más a El. Como cristianos estamos llamados a alcanzar las alturas de la santidad: ¡ser santo, ser santa! Así, entre signos de admiración. Esa es la meta a alcanzar en este camino, peregrinación o viaje espiritual, como quieras llamarle. Que nos animará hasta nuestro regreso a los brazos del Padre. La vida cotidiana es el medio de santifi cación que Dios tiene para relacionarse con nosotros. Te pregunto papá o mamá, ¿Qué tan atento o atenta estás en este camino de eternidad? ¿Sabes que esa relación que inicias desde el bautismo con Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo tiene destellos de eternidad aquí en la tierra? Posiblemente tu compromiso con ese ser humano, que es tu hijo o hija te lo recuerde día con día, en sus travesuras, en sus logros, en sus curiosidades, en sus aciertos y desaciertos, en sus anhelos, en sus sueños, en sus esperanzas, en sus confusiones, en su ternura, es su disciplina, en su obediencia, en su bondad, en su amor incondicional que te ofrece en ese cada día de tu existencia y más profundamente en su manera peculiar de vivir en la presencia de Dios. Este libro quiere ser para ti papá o mamá, una herramienta de refl exión en la dirección que has escogido para guiar o como dice el subtítulo “preparar un alma para la eternidad. Que lo disfrutes.
