Meridiano de sangre / Blood Meridian, or The Evening Redness in the West

Meridiano de sangre / Blood Meridian, or The Evening Redness in the West

by Cormac McCarthy
Meridiano de sangre / Blood Meridian, or The Evening Redness in the West

Meridiano de sangre / Blood Meridian, or The Evening Redness in the West

by Cormac McCarthy

Paperback

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Overview

Una impresionante e imaginativa fábula moral acerca de la naturaleza de la violencia y la justicia, en su 25 aniversario de publicada.
 
Las autoridades mexicanas y del estado de Texas organizan una expedición paramilitar para acabar con el mayor número posible de indios. Es el Grupo Glanton, y tienen como líder espiritual al juez Holden, un ser violento y cruel. Nunca duerme, viola y asesina niños de ambos sexos y afirma que nunca morirá.
 
Todo cambia cuando los carniceros de Glanton dejan de asesinar indios y empiezan a exterminar a los mexicanos que les pagan. Se instaura así la ley de la selva, el terreno moral donde la figura del juez se convierte en una especie de dios arbitrario.
 
ENGLISH DESCRIPTION
 
25th ANNIVERSARY EDITION • An epic novel of the violence and depravity that attended America’s westward expansion, Blood Meridian brilliantly subverts the conventions of the Western novel and the mythology of the Wild West—from the bestselling, Pulitzer Prize–winning author of The Road
 
Based on historical events that took place on the Texas-Mexico border in the 1850s, it traces the fortunes of the Kid, a fourteen-year-old Tennesseean who stumbles into the nightmarish world where Indians are being murdered and the market for their scalps is thriving.
 
Look for Cormac McCarthy's new novel, The Passenger, coming October '22.

Product Details

ISBN-13: 9788439731887
Publisher: PRH Grupo Editorial
Publication date: 03/21/2023
Pages: 352
Sales rank: 1,084,851
Product dimensions: 5.30(w) x 9.00(h) x 1.10(d)
Language: Spanish

About the Author

About The Author
Cormac McCarthy nació en 1933 en Rhode Island, aunque pasó la mayor parte de su niñez cerca de Knoxville, Tennessee, donde se desarrollan sus primerascuatro novelas. En 1965 llamó la atención de la crítica internacional con su trabajo El guardián del vergel, que ganó el premio Faulkner a la primera novela. Más tarde aparecerían La oscuridad exterior, Hijo de Dios y Suttree, ambientadas en un Sur gótico y violento, y que han sido comparadas con la obra de William Faulkner y Flannery O'Connor. En 1981, Cormac McCarthy recibió el premio MacArthur Fellowship, el reputado Genius Grant, y escribió Meridiano de sangre. En 1992 publicó Todos los hermosos caballos,el primer volumen de su trilogía, que cosechó el aplauso de la crítica y un gran número de lectores. Finalmente, el libro fue galardonado con el premio literario más importante de Estados Unidos, el National Book Award. Completan la trilogía En la frontera y Ciudades de la llanura. En 2006 apareció No es país para viejos. Con La carretera, su última novela, ganó el premio Pulitzer en 2007. Cormac McCarthy es también autor de la obra de teatro El Sunset Limited y del guion El consejero.

Read an Excerpt

1

Infancia en Tennessee — Se va de casa
Nueva Orleans — Peleas — Le hieren
A Galveston — Nacogdoches — El reverendo Green
El juez Holden — Una refriega — Toadvine
Incendio del hotel — Retirada.

He aquí el niño. Es pálido y flaco, lleva una camisa de hilo fina y ajada. Aviva la lumbre en la recocina. Afuera hay campos oscuros roturados y con jirones de nieve y al fondo bosques más oscuros aún donde moran todavía los últimos lobos. Viene de familia de poceros y talladores de madera, pero en realidad su padre ha sido maestro. Le bebida le puede, cita a poetas cuyos nombres se han perdido para siempre. El niño le observa acuclillado junto al fuego.

La noche de tu nacimiento. Año treinta y tres. Leónidas, las llamaban. Ah, qué de estrellas caían. Yo buscaba lo negro, agujeros en el firmamento. La Osa Mayor embestía.

La madre muerta hace catorce años ha incubado en su seno la criatura que la llevará a la tumba. El padre jamás pronuncia su nombre, el niño no sabe cuál es. En alguna parte tiene una hermana a la que no volverá a ver. Pálido y sucio, observa. No sabe leer ni escribir y ya alimenta una inclinanación a la violencia ciega. Toda la historia presente en ese semblante, el niño el padre del hombre.

A los catorce se va de casa. Ve por última vez la cabaña y la siempre helada cocina en la oscuridad previa al albor. La leña, las palanganas. Errando hacia el este llega a Menfis, emigrante solitario en el llano paisaje pastoril. Negros en los campos, flacos y encorvados, los dedos como arañas entre las vainas de algodón. Una agoniía de sombras en el huerto. Contra el declinar del sol siluetas que se mueven en el lentísimo crepúsculo frente a un horizonte como de papel. Un oscuro labriego solitario persiguiendo mulo y grada hacia la noche en la hoyada batida por la lluvia.

Pasa un año y está en San Luis. Encuentra pasaje a bordo de una chalana que se dirige a Nueva Orleans. Cuarenta y dos días en la río. Por la noche los vapores suenan sus sirenas y surcan lentamente las negras aguas iluminados como ciudades a la deriva. Desguazan la balsa y venden toda la madera y el niño pasea por las calles y oye lenguas que jamás había oído. Vive en una habitación que da a un patio detrás de una taberna y por las noches baja como los ogros de cuento de hadas para batirse con los marinos. No es fornido pero tiene las muñecas grandes, las manos grandes. La espalda estrecha. La cara de niño permanece curiosamente intacta tras de las cicatrices, los ojos de una extraña inocencia. Pelean a puñetazos, a patadas, a botellazos o a cuchillo. Todas las razas, todas las castas. Hombres cuyo hablar suena a gruñido de simio. Hombres de tierras tan remotas y misteriosas que viéndolos a sus pies desangrarse en el fango siente que es el género humano el que ha sido vengado.

Cierta noche un contramaestre maltés le dispara por la espalda con un pistolete. Al volverse para darle su merecido recibe otra bala debajo del corazón. El maltés huye y el niño se apoya en la barra con la sangre chorreándole de la camisa. Los demás evitan mirarle. Al rato se sienta en el suelo.

Pasa dos semanas acostado en un catre en el cuarto de arriba atendido por la esposa del tabernero, que le sube la comida, se lleva sus lavazas. Una mujer de expresión adusta y un cuerpo nervudo como de hombre. Repuesto al fin, no le queda ya dinero con que pagar a la mujer y por la noche huye y duerme en la ribera hasta que encuentra un barco que le acepta a bordo. El barco va a Tejas.

Solo ahora se ha despojado completamente el niño de todo lo que ha sido. Sus orígenes son ya tan remotos como remoto es su destino y nunca más, por más vueltas que dé el mundo, encontrará territorios tan agrestes y bárbaros donde probar si la materia de la creación puede amoldarse a la voluntad humana o si el corazón no es más que arcilla de otra clase. Los pasajeros son gente remisa. Ponen rejas a sus miradas y nadie pregunta a nadie qué le ha traído por aquí. Duerme en cubierta, un peregrino más. Mira cómo sube y baja la orilla borrosa. Aves marinas grises mirando embobadas. Bandadas de pelícanos hacia la costa sobre el oleaje gris.

Desembarcan en una batea, colonos con sus enseres, todos con la vista clavada en el litoral bajo, la caleta de arena y pinos esmirriados que parecen nadar en el aire turbio.

Recorre las callejuelas del puerto. El aire huele a sal y a madera recién aserrada. De noche las putas le llaman como almas en pena desde la oscuridad. Una semana después toma de nuevo el portante, en el monedero unos cuantos dólares que ha ganado, recorriendo los caminos arenosos de la noche sureña, a solas y con los puños apretados en los bolsillos de su chaqueta barata de algodón. Calzadas terraplenadas a través de los pantanos. Colonias de garcetas, blancas como cirios entre el musgo. El viento desapacible hace correr las hojas por la cuneta y las empuja hacia los campos oscuros. Pasa por pequeñas poblaciones y granjas rumbo al norte, trabaja a cambio de jornal y cubierto. Ve a un parricida ahorcado en un villorrio y los amigos del muerto se precipitan para tirarle de las piernas y el hombre pende de su soga mientras la orina le oscurece el pantalón.

Trabaja en un aserradero, trabaja en un lazareto para ditéricos. De un granjero recibe como paga un mulo viejo y a lomos de dicho animal en la primavera del año 1849 llega a la ciudad de Nacogdoches después de remontar la efímera república de Fredonia.

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