Miguel Ángel - Vidas ejemplares
Lo trágico del destino que presento aquí, es que ofrece la imagen de un sufrimiento innato, que viene de lo más hondo del ser, que lo roe sin tregua y no lo abandona sino hasta haberlo destruido. Uno de los tipos más poderosos de esta gran raza humana, que desde hace diecinueve siglos llena el Occidente con sus gritos de dolor y de fe, es el cristiano. Un día, en lo futuro, en el fin de los siglos (si se conserva todavía el recuerdo de nuestra tierra), un día, los que entonces existan se inclinarán sobre el abismo de esta raza desaparecida, como Dante en la orilla de Malebolge, con una mezcla de admiración, de horror y de piedad. Pero nadie lo sentirá mejor que nosotros, los que sufrimos desde niños esas angustias, los que hemos visto debatirse en ellas a nuestros seres más queridos; nosotros, los que hemos sentido en la garganta el olor acre y embriagador del pesimismo cristiano, los que hemos tenido que hacer a veces esfuerzos para no ceder, como algunos otros, en los momentos de duda, ¡al vértigo de la Nada Divina! ¡Dios! ¡Vida eterna! ¡Refugio de los que no logran vivir aquí abajo! ¡Fe, que no es con frecuencia más que falta de fe en la vida, falta de fe en el porvenir, falta de fe en sí mismo, falta de valor y falta de alegría! ¡Nosotros sabemos sobre cuántas derrotas está fundada vuestra dolorosa victoria!... Por eso os amo, cristianos, porque os compadezco. Os compadezco y admiro vuestra melancolía. Vosotros entristecéis el mundo, pero lo embellecéis. El mundo sería más pobre sin vuestro dolor. ¡En esta época de cobardes, que tiemblan frente al dolor y reivindican ruidosamente su derecho a la felicidad, que no es a menudo más que el derecho a la desdicha de los demás, atrevámonos a ver de frente al dolor y a venerarlo! Alabada sea la alegría y alabado el dolor. La una y el otro son hermanos, y los dos son santos. Forjan el mundo e impulsan a las almas grandes. Son la fuerza, son la vida, son Dios. Quien no los ama a entrambos, no ama a ninguno de ellos. Y el que los ha probado, sabe el valor de la vida, y la dulzura de abandonarla. ROMAIN ROLLAND
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Miguel Ángel - Vidas ejemplares
Lo trágico del destino que presento aquí, es que ofrece la imagen de un sufrimiento innato, que viene de lo más hondo del ser, que lo roe sin tregua y no lo abandona sino hasta haberlo destruido. Uno de los tipos más poderosos de esta gran raza humana, que desde hace diecinueve siglos llena el Occidente con sus gritos de dolor y de fe, es el cristiano. Un día, en lo futuro, en el fin de los siglos (si se conserva todavía el recuerdo de nuestra tierra), un día, los que entonces existan se inclinarán sobre el abismo de esta raza desaparecida, como Dante en la orilla de Malebolge, con una mezcla de admiración, de horror y de piedad. Pero nadie lo sentirá mejor que nosotros, los que sufrimos desde niños esas angustias, los que hemos visto debatirse en ellas a nuestros seres más queridos; nosotros, los que hemos sentido en la garganta el olor acre y embriagador del pesimismo cristiano, los que hemos tenido que hacer a veces esfuerzos para no ceder, como algunos otros, en los momentos de duda, ¡al vértigo de la Nada Divina! ¡Dios! ¡Vida eterna! ¡Refugio de los que no logran vivir aquí abajo! ¡Fe, que no es con frecuencia más que falta de fe en la vida, falta de fe en el porvenir, falta de fe en sí mismo, falta de valor y falta de alegría! ¡Nosotros sabemos sobre cuántas derrotas está fundada vuestra dolorosa victoria!... Por eso os amo, cristianos, porque os compadezco. Os compadezco y admiro vuestra melancolía. Vosotros entristecéis el mundo, pero lo embellecéis. El mundo sería más pobre sin vuestro dolor. ¡En esta época de cobardes, que tiemblan frente al dolor y reivindican ruidosamente su derecho a la felicidad, que no es a menudo más que el derecho a la desdicha de los demás, atrevámonos a ver de frente al dolor y a venerarlo! Alabada sea la alegría y alabado el dolor. La una y el otro son hermanos, y los dos son santos. Forjan el mundo e impulsan a las almas grandes. Son la fuerza, son la vida, son Dios. Quien no los ama a entrambos, no ama a ninguno de ellos. Y el que los ha probado, sabe el valor de la vida, y la dulzura de abandonarla. ROMAIN ROLLAND
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by Roman Rolland

Narrated by David Roa

Unabridged — 3 hours, 39 minutes

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Lo trágico del destino que presento aquí, es que ofrece la imagen de un sufrimiento innato, que viene de lo más hondo del ser, que lo roe sin tregua y no lo abandona sino hasta haberlo destruido. Uno de los tipos más poderosos de esta gran raza humana, que desde hace diecinueve siglos llena el Occidente con sus gritos de dolor y de fe, es el cristiano. Un día, en lo futuro, en el fin de los siglos (si se conserva todavía el recuerdo de nuestra tierra), un día, los que entonces existan se inclinarán sobre el abismo de esta raza desaparecida, como Dante en la orilla de Malebolge, con una mezcla de admiración, de horror y de piedad. Pero nadie lo sentirá mejor que nosotros, los que sufrimos desde niños esas angustias, los que hemos visto debatirse en ellas a nuestros seres más queridos; nosotros, los que hemos sentido en la garganta el olor acre y embriagador del pesimismo cristiano, los que hemos tenido que hacer a veces esfuerzos para no ceder, como algunos otros, en los momentos de duda, ¡al vértigo de la Nada Divina! ¡Dios! ¡Vida eterna! ¡Refugio de los que no logran vivir aquí abajo! ¡Fe, que no es con frecuencia más que falta de fe en la vida, falta de fe en el porvenir, falta de fe en sí mismo, falta de valor y falta de alegría! ¡Nosotros sabemos sobre cuántas derrotas está fundada vuestra dolorosa victoria!... Por eso os amo, cristianos, porque os compadezco. Os compadezco y admiro vuestra melancolía. Vosotros entristecéis el mundo, pero lo embellecéis. El mundo sería más pobre sin vuestro dolor. ¡En esta época de cobardes, que tiemblan frente al dolor y reivindican ruidosamente su derecho a la felicidad, que no es a menudo más que el derecho a la desdicha de los demás, atrevámonos a ver de frente al dolor y a venerarlo! Alabada sea la alegría y alabado el dolor. La una y el otro son hermanos, y los dos son santos. Forjan el mundo e impulsan a las almas grandes. Son la fuerza, son la vida, son Dios. Quien no los ama a entrambos, no ama a ninguno de ellos. Y el que los ha probado, sabe el valor de la vida, y la dulzura de abandonarla. ROMAIN ROLLAND

Product Details

BN ID: 2940195579708
Publisher: Extrarradio
Publication date: 07/24/2025
Edition description: Unabridged
Language: Spanish
Age Range: 8 - 11 Years
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