Ángeles: La presencia y el poder de nuestros guardianes y guías celestiales

Ángeles: La presencia y el poder de nuestros guardianes y guías celestiales

by Joel J. Miller
Ángeles: La presencia y el poder de nuestros guardianes y guías celestiales

Ángeles: La presencia y el poder de nuestros guardianes y guías celestiales

by Joel J. Miller

Paperback(Spanish-language Edition)

$14.99 
  • SHIP THIS ITEM
    Qualifies for Free Shipping
  • PICK UP IN STORE
    Check Availability at Nearby Stores

Related collections and offers


Overview

Una fascinante e inspiradora mirada a la función de los ángeles en la vida de las personas: cómo nos guían hacia y a través de la experiencia salvadora de Cristo.

¿ ¿Y si el cielo estuviera más cerca de lo que pensamos? ¿ ¿Y si sus fronteras se entrecruzaran con las nuestras? ¿ ¿Y si los ángeles entraran y salieran de nuestro poroso presente, este que nos parece tan real y sólido?

Todo es cierto; la realidad puede parecernos oscura en este momento, pero para los primeros cristianos era resplandeciente. A través de sus escritos, sermones, cantos y arte, los creyentes de la antigüedad confesaban una poderosa y vívida creencia de que los ángeles nos ayudan a perseverar en nuestro trayecto hacia Dios.

Ángeles se remonta a los primeros cristianos y presenta a los lectores modernos una perspectiva de los ángeles a través de los ojos y experiencias de aquellos: cómo entendieron los dominios angélicos, la guía y protección de los ángeles y las luchas contra el espíritu maligno y sus demonios. Ya sea en la prueba o en la tentación, en la alabanza o en la oración, los ángeles están presentes, listos para ayudarnos y reconfortarnos, guiarnos y corregirnos, caminar con nosotros hasta el borde de la muerte y más allá, acompañándonos hasta que estemos en los brazos de Cristo.


Product Details

ISBN-13: 9781602558779
Publisher: Grupo Nelson
Publication date: 07/09/2013
Edition description: Spanish-language Edition
Pages: 208
Product dimensions: 5.00(w) x 7.90(h) x 0.70(d)
Language: Spanish

About the Author

Joel J. Miller es autor de varios libros, entre ellos The Revolutionary Paul Revere. Se han publicado artículos sobre su obra en The American Spectator, Reason y Real Clear Religion, entre otros. Escribe sobre la fe y la espiritualidad en su blog joelmiller.com. Vive con su familia en Nashville, Tennessee.

Read an Excerpt

ngeles

La presencia y el poder de nuestros guardianes y guas celestiales


By Joel J. Miller

Grupo Nelson

Copyright © 2013 Grupo Nelson
All rights reserved.
ISBN: 978-1-60255-877-9


Excerpt

CHAPTER 1

Nuestra ciudad principal

El origen y la naturaleza de los ángeles


Tú no conoces del todo como son los ángeles. Agustín, Enarraciones sobre los Salmos


1

Diga la palabra ángel y la gente conjura muchas diferentes imágenes. Algunas personas tienen imágenes de criaturas etéreas con alas con largos vestidos de gasa, como de niña y radiantes. Otros ven querubines rechonchos, regordetes con arcos y flechas de juguete, infantiles y empalagosos. Las películas y la televisión nos ofrecen seres de otro mundo aquí para echarnos una mano, mientras que la música pop y nuestras abuelas reducen la palabra a un simple término de cariño.

Quiero pintarte un cuadro diferente, utilizando los pigmentos proporcionados por la Escritura, el arte, los servicios, los himnos y las enseñanzas de la iglesia cristiana antigua. La imagen que se forma a partir de estas fuentes es, creo, más emocionante, más aterradora, más humilde, más inspiradora y, en última instancia, más real que nuestros conceptos populares.

Esta autenticidad me choca como importante. Muchísimas personas no creen en los ángeles. Eso no es nada nuevo. Los saduceos del tiempo de Jesús negaron su existencia también. Pero la fe cristiana siempre ha asumido la activa presencia de los ángeles en la vida del pueblo de Dios. Y si eso es verdad, ¿No nos afectaría? ¿No es que nos está afectando ahora? Creo que sí, y espero en estas páginas mostrar, particularmente, cómo nos llevan los ángeles hacia y a través de una experiencia salvadora de Cristo.


2

Da la casualidad que yo siempre he creído en los ángeles, pero hacía mucho tiempo que no examinaba ni exploraba mi creencia. Los ángeles para mí eran remotos y bidimensionales, tal vez más como los personajes de un libro de cuentos que como personas reales. Pero luego me encontré con un pasaje de La ciudad de Dios, de Agustín, que cito al principio de este libro, en el que sugería no solo que los ángeles existen, sino que nosotros tenemos una relación especial con ellos, y que el cielo y la tierra comparten cierta complicidad al respecto. Eso comenzó a cambiar las cosas para mí. Descubrí una visión acerca de los ángeles, tridimensional, inmediata y personal. Los primeros cristianos lo daban por hecho, y era creído fácilmente, y espero que nos suceda lo mismo al final de esta jornada de lectura.

Nuestra trayectoria es bastante sencilla. En este capítulo veremos lo que los santos primitivos creían sobre el origen y la naturaleza de los ángeles: ¿Cómo son? ¿Qué hacen? A partir de ahí el capítulo 2 da un giro. La caída de Satanás y sus ángeles representa una calamidad cósmica más que una trama complicada. El capítulo 2 explora ese desastre así como la caída de la humanidad y nuestro posterior distanciamiento de Dios. El capítulo 3 cubre la dramática historia de Israel y cómo usó Dios a los ángeles para nutrir y proteger a su pueblo escogido a fin de que pudiesen dar a luz a Cristo, el Señor de los ángeles. El capítulo 4 se refiere a su triunfo sobre Satanás junto con nuestra participación en esa victoria y la reconexión con Dios.

Estos capítulos tienen un significado auténtico al seguir la narrativa de hechos pasados. Los capítulos posteriores son más personales, describen los momentos y lugares en los que nuestras vidas se cruzan con los ángeles en el tiempo presente. El capítulo 5 examina el papel de los ángeles de la guarda, cómo nos pastorean y nos protegen, y su papel en cuanto a guiarnos en nuestro camino hacia Dios. El capítulo 6 explora la adoración y cómo nos acompañan los ángeles en nuestras oraciones, alabanzas y participación en los sagrados misterios. Por último, el capítulo 7 nos lleva hasta el fin de las cosas. La convicción de los antiguos cristianos era que los ángeles nos acompañan individualmente cuando nos morimos y también acompañan a Cristo en su Segunda Venida.

Espero que podamos vislumbrar la historia radical y dramática de lo que es la redención a medida que desplegamos estos siete capítulos, como la historia que nuestros antepasados creían de todo corazón, una en la que los ángeles juegan un papel crucial. ¿Deberíamos esperar menos? Después de todo, pregunta el apóstol Pablo acerca de los ángeles en el primer capítulo de Hebreos, "¿No son todos ellos espíritus ministradores, enviados para servir, por causa de los que heredarán la salvación?".


3

Los ángeles han sido el tema de grandes y disparatadas especulaciones desde el principio de los tiempos. Debido a que habitan en los reinos invisibles, parece que son distantes y curiosos. Su misma inaccesibilidad alimenta nuestro interés y asombro, que por desgracia se produce a expensas del hecho de que parecen ser extraños y distantes. Pero son todo lo contrario.

La famosa imaginación de Agustín concibió el orden creado dividido en dos campos, uno de luz y otro de oscuridad, uno de amor y devoción a Dios y el otro de orgullo y separación del Creador. Llamó a estos campamentos "la ciudad de Dios" y "la ciudad del mundo", y usó la primera como el título de uno de sus libros más perdurables e influyentes. La ciudad de Dios, escrita en el siglo V, es una obra ambiciosa, que abarca una amplia cantidad de material, incluyendo el origen y el destino de los ángeles.

Agustín nos presenta una imagen de inmediatez y proximidad. Al analizar la relación entre los ángeles y los seres humanos, dice que no hay que "suponer cuatro ciudades, dos de los ángeles y dos de los hombres". Más bien, "podemos hablar de dos ciudades o comunidades, una que consiste de los buenos, los ángeles tanto como los hombres, y la otra del mal". El cielo no está tan lejos. Sus fronteras cruzan las nuestras, y compartimos nuestra ciudad con los ángeles. No es de sorprenderse entonces que Agustín, en otro lugar, sugiera que los consideremos como nuestros vecinos.

Tampoco sorprende que Agustín insistiera en que forman parte de la iglesia. Por esta razón, las comunidades tradicionales cristianas que observan calendarios litúrgicos celebran varios días festivos para los ángeles. Son enumerados y están inscritos con nosotros, somos hermanos en una confesión compartida.

Así que, ¿quiénes son esos vecinos nuestros, esos otros hermanos? La Sagrada Escritura proporciona las primeras pinceladas, pero la imagen es a la vez misteriosa y complicada, incluso desde el principio. Nos encontramos con ángeles dos veces en el primer pasaje del Génesis. Comencemos con la segunda instancia, que concluye con la historia de la caída. Después de que Adán y Eva comieron el fruto prohibido, Dios los expulsó del jardín del Edén y colocó un ángel o un par de ángeles, querubines es plural, con una cuchilla giratoria de fuego para evitar su regreso al huerto. Esa espada destellante trae a la mente las palabras del salmista, es decir, las que dicen que Dios hace a sus "ministros llamas de fuego".

El relato del Génesis no ofrece ninguna descripción de estos ángeles, pero los eruditos nos recuerdan que la palabra querubín es en realidad un primo lingüístico del grifo. Ya sea que imaginarnos la idea de la cabeza de un águila y alas con cuerpo de león nos acerque a esta realidad o no, el narrador piensa claramente en criaturas feroces y formidables, nada parecido a las ilustraciones que se utilizan como modelos para las tarjetas de felicitaciones.

Es un cierre espantoso a un capítulo sombrío, aunque todavía no es tan escalofriante como el primer encuentro angelical que es aun más preocupante por su sutileza y malevolencia. Aquí el ángel viene enmascarado como una serpiente. Es un ángel caído, el líder de toda una multitud similar a él mismo, que engaña a Eva para que desobedezca a Dios y coma el fruto prohibido.

Así que de entrada a las primeras páginas de la historia bíblica se nos presenta una imagen compleja de los ángeles y las inmediaciones más amplias que compartimos. En un solo pasaje, el capítulo 3 del Génesis, los ángeles son representados tanto como guardias que prestan servicio a instancias del Señor y como engañadores tratando de ensuciar a la humanidad y provocar una ruptura en nuestra relación con el Creador.

Pero también hemos entrado en la historia a medio cauce. Debemos ir más atrás para obtener una mejor comprensión de nuestra relación con los ángeles.


4

Nuestra ciudad principal es más antigua de lo que podemos calcular, sus orígenes se extienden más allá de la bruma de un horizonte lejano. Algunos de los primeros escritores se asomaron al misterio y vislumbraron el principio de las cosas. Sus libros y homilías nos ofrecen una mirada propia, que incluye un vistazo a la creación de los ángeles.

Gregorio Nacianceno, teólogo del siglo IV, poeta y arzobispo de Constantinopla, consideró la bondad de Dios como el ímpetu de la creación. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo solo requieren en sí mismos una relación eterna de amor mutua, explicó. Pero el amor naturalmente busca objetos, por lo que un Dios increado crea naturalmente. "Lo bueno debe ser derramado y salir hacia adelante", dijo Gregorio, más allá de la misma Santísima Trinidad en sí, "para multiplicar los objetos de su beneficencia ". A su juicio, consideró esa generosidad "esencial" o característica de "la más alta bondad". Así Dios "concibió por primera vez los poderes celestes y angelicales. Y esta concepción fue una obra que se cumplió con su palabra, y perfeccionó con su Espíritu". Y así, tenemos a los ángeles.

Juan Damasceno, un monje sirio que vivió algunos siglos después, hizo eco de esa explicación. Dijo que "en su bondad superior" Dios "quería que ciertas cosas llegaran a existir para disfrutar de sus beneficios y participar en su bondad, [así que] él trajo todas las cosas de la nada a la existencia y las creó, tanto en lo que es invisible [como los ángeles], y lo que es visible [como nosotros mismos]".

Aunque las observaciones de Gregorio y Juan se adaptan al carácter del Creador tal como se revela en las Sagradas Escrituras, cabe señalar que la Escritura misma hace solo oblicua referencia a la creación de los ángeles y no revela francamente los motivos de Dios al crearlos. Por más sorprendente que pudiera parecer, ningún autor bíblico habla del tema o de los ángeles en sí, con lujo de detalle. Al contrario, todo lo que sabemos, todo lo que encontramos aquí, en estas páginas proviene de ideas dispersas, expuestas por teólogos, predicadores, compositores de himnos e iconógrafos en un mosaico, cimentados en el tiempo y en la tradición.

No permita que esa falta de atención aparente respecto a los ángeles en la Escritura le desconcierte. La Biblia, por supuesto, fue escrita para el ser humano, y se ocupa fundamentalmente de la historia de nuestra comunión con Dios, cómo se perdió en Adán, su restauración en Cristo y su realización en la iglesia. Los ángeles aparecen en nuestra historia justo como nosotros aparecemos en la de ellos, pero no son la misma historia en su totalidad. Aunque nuestras vidas se cruzan, ellos tienen sus propias trayectorias.

Eso no significa que no seamos capaces de conocer más de su historia, solo que debemos reconocer el carácter limitado y especulativo de nuestro conocimiento. Nosotros preguntamos, sondeamos, escuchamos, teorizamos. Agustín consideraba todo eso "un ejercicio útil para el intelecto, siempre y cuando la discusión se mantuviera dentro de los límites apropiados, y si evitáramos el error de suponer nosotros mismos saber lo que no conocemos". Según él, las interpretaciones y especulaciones variantes eran dignas de consideración y contemplación, siempre y cuando fueran edificantes y se apegaran a las doctrinas fundamentales de la enseñanza cristiana recibida, lo que se llama la regla de la fe.

En consecuencia, esos escritores de antaño se extendieron lo más que pudieron.


5

La Biblia no dice explícitamente cuándo fueron creados los ángeles, pero tampoco habla de la llegada del agua, el aire y el fuego, como señaló Basilio el Grande en el Hexameron, aunque sabemos que Dios los creó también y que incluso hasta utiliza el silencio del texto para picar nuestra curiosidad e investigación.

Para Basilio, que vivió a mediados del siglo IV, los ángeles fueron creados antes del mundo físico, y "el modo de la creación de los poderes celestiales se pasa por alto en silencio" porque el escritor bíblico "nos reveló sólo la creación de las cosas perceptibles por los sentidos".

Para otros, la creación de los mundos visible e invisible fue simultánea. Conectando los poderes celestiales y las estrellas, algunos ataron la creación angelical a la del sol, la luna y las estrellas en el cuarto día. La Escritura presta credibilidad a este punto de vista al vincular, con frecuencia, a los ángeles con las estrellas. Apocalipsis 19, por ejemplo, cuenta con un ángel de pie en el sol, mientras que los capítulos 9 y 12 comparan tanto a los ángeles fieles como a los rebeldes con las estrellas. En el libro de Jueces, Débora y Barac cantaron acerca de las estrellas que guerreaban contra sus enemigos a unos pocos versículos en donde un ángel hacía lo mismo. Y Dios, hablando desde el torbellino en el libro de Job, llamó a sus ángeles "estrellas del alba".

Agustín no era un aficionado de este punto de vista, ya que confesó que no estaba seguro de la participación angelical con los cuerpos celestiales. Él optó por considerar el primer día de la creación. Cuando Dios ordenó que existiera la luz, no creó algo que irradiara la luz como nosotros la entendemos. El sol, la luna y las estrellas vinieron después. Agustín sugirió en un hermoso giro poético que esta luz era el reflejo repentino de la gloria de Dios, que provenía de los ángeles recién creados, mientras contemplaban a su Señor. Dios es luz, como el apóstol Juan dice en el capítulo 1 de su primera epístola, y ahora en un momento al rojo vivo hubo algo creado que era capaz de reflejar esa luz. "Así que los ángeles", dijo Agustín, "iluminados por aquella luz con la que fueron creados, ellos mismos se convirtieron en luz ... mediante su participación con la luz inmutable y el día, que es la Palabra de Dios, a través de la cual ellos mismos y todas las otras cosas fueron hechas". Los ángeles resplandecían, mientras que servían a su Creador.

El monje Isaac el Sirio del siglo VII así lo entendió. "Las naturalezas [angelicales] fueron creadas", dijo, "por una orden verbal, y esa fue la luz".

Un icono del primer día que he visto afirma esta idea. Muestra a Cristo como Creador, en lo alto sobre la profundidad. Él extiende su mano con la señal de la cruz, como diciendo que el acto mismo de la creación es uno de bendición. "¡Que sea la luz!", declara, y por encima de él irradia lo que parece ser el sol, aunque no puede ser, aún no. El círculo resplandeciente sirve como un símbolo de la luz angelical; los ángeles, habiendo llegado a existir repentinamente, giran y vuelan dentro del disco. La Catedral de Monreale, en Sicilia, cuenta con un mosaico del siglo XII de esta imagen. La escena ilustra el estallido de ángeles que aparecen con las palabras de Cristo, mientras que la inscripción hace referencia a la creación de la luz. El mosaico conocido como el Primer día del Génesis, que se encuentra en el atrio de la Basílica de San Marcos, en Venecia, también capta esta escena, aunque de una manera un poco diferente. Cuando Cristo crea la luz, aparecen dos esferas: una roja y la otra azul. El color rojo indica la luz increada de Dios, el azul representa su negación o rechazo. Un ángel se coloca detrás de la esfera roja, que es parcialmente roja y parcialmente azul. La imagen pone la creación de los ángeles en el primer día, al igual que Agustín, y también muestra que algunos rechazarían la luz, algo que veremos aquí en el capítulo 2. Aunque el mosaico data del siglo XIII, su diseño es informado por un manuscrito iluminado de los siglos V o VI conocido como la Cotton Bible [Biblia Cotton].

Los ángeles, dijo Juan Damasceno, son "luces secundarias derivadas de esa primera luz que no tiene principio". Tal vez sea una de las razones por las cuales Santiago, hermano de Jesús y primer obispo de Jerusalén, llamó a Dios el "Padre de las luces" en la epístola que lleva su nombre.

Pero Dios aún no terminaba. Satisfecho con estas, sus primeras criaturas: "Concibió un segundo mundo, material y visible", aseveró Gregorio Nacianceno, "que consiste de un sistema conformado por la tierra y el cielo, y todo lo que existe entre los dos". Tal es nuestro mundo, y los ángeles estaban presentes con Dios cuando lo creó. Es más, la Escritura dice que estaban entusiasmados y emocionados por la hazaña. Siempre han sido, en este sentido, como nuestros hermanos mayores que rebozan de entusiasmo.


6

A primera vista, los ángeles parecen ser muy diferentes a nosotros. La Escritura dice que son como el viento y el fuego, con alas y, en algunos casos, llenos de ojos.

Son espíritus. En el lenguaje de la iglesia, son "los poderes incorpóreos honorables del cielo". Porque carecen de un aspecto físico como el nuestro, se describen como incorpóreos, racionales y noéticos. Gregorio Nacianceno los denominaba "inteligencias ágiles". Basilio los llamaba "poderes puros, inteligentes y de otro mundo". A veces, los escritores de la antigüedad decían que eran incandescentes, como lo hizo Basilio, que identificaba su sustancia como "un espíritu etéreo ... un fuego inmaterial".
(Continues...)


Excerpted from Ã?ngeles by Joel J. Miller. Copyright © 2013 by Grupo Nelson. Excerpted by permission of Grupo Nelson.
All rights reserved. No part of this excerpt may be reproduced or reprinted without permission in writing from the publisher.
Excerpts are provided by Dial-A-Book Inc. solely for the personal use of visitors to this web site.

Table of Contents

Contents

Nota del autor....................     xiii     

1. Nuestra ciudad principal....................     1     

2. Caídas en desgracia....................     27     

3. Administradores celestes....................     47     

4. El Señor de los ángeles....................     73     

5. Guardianes del alma y del cuerpo....................     99     

6. Voces ascendentes....................     121     

7. Compañeros finales....................     143     

Notas....................     153     

Bibliografía....................     179     

Acerca del autor....................     185     

Índice....................     186     

From the B&N Reads Blog

Customer Reviews