Oliver Twist: Parte II
-¡Qué el infierno os trague! -murmuró Sikes, rechinando los dientes-. ¡Si os pudiera atrapar uno a uno, vive el diablo que os hiciera aullar con más fuerza! Mientras Sikes lanzaba estas imprecaciones, y otras más horrendas con la rabia de su natural feroz, colocó al herido sobre su rodilla doblada y volvió la cabeza hacia sus perseguidores. Poco, nada, mejor dicho, dejaban ver la niebla y la obscuridad de la noche; pero resonaban por doquier gritos de hombres, ladridos de perros y furioso repicar de campanas que tocaban a rebato. -¡Alto, miserable cobarde! -gritó el bandido a Tomás Crackit, que huía con cuanta velocidad daban de sí sus largas piernas-. ¡Alto! La petición hizo que Tomás quedara como clavado en el sitio en que se hallaba, pues suponía que estaba a tiro de la pistola de Sikes, y éste no era de los hombres con quienes puede jugarse, y menos en aquel instante. -¡Ven a ayudarme a llevar al muchacho! -rugió Sikes, haciendo a su cómplice gestos que reflejaban su furia-. ¡Ven acá! Volvió Tomás sobre sus pasos, pero con calma desesperante y repugnancia manifiesta. -¡Más deprisa, ira de Dios! -bramó Sikes, dejando al herido en tierra y sacando una pistola-. ¡No te hagas el remolón, que puede pesarte! El estruendo creció considerablemente en aquel momento. Sikes dirigió nuevamente alrededor miradas inquietas, y pudo ver que sus perseguidores rebasaban la cerca de la posesión en que se encontraba él, y que a su frente venían dos perros.
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Oliver Twist: Parte II
-¡Qué el infierno os trague! -murmuró Sikes, rechinando los dientes-. ¡Si os pudiera atrapar uno a uno, vive el diablo que os hiciera aullar con más fuerza! Mientras Sikes lanzaba estas imprecaciones, y otras más horrendas con la rabia de su natural feroz, colocó al herido sobre su rodilla doblada y volvió la cabeza hacia sus perseguidores. Poco, nada, mejor dicho, dejaban ver la niebla y la obscuridad de la noche; pero resonaban por doquier gritos de hombres, ladridos de perros y furioso repicar de campanas que tocaban a rebato. -¡Alto, miserable cobarde! -gritó el bandido a Tomás Crackit, que huía con cuanta velocidad daban de sí sus largas piernas-. ¡Alto! La petición hizo que Tomás quedara como clavado en el sitio en que se hallaba, pues suponía que estaba a tiro de la pistola de Sikes, y éste no era de los hombres con quienes puede jugarse, y menos en aquel instante. -¡Ven a ayudarme a llevar al muchacho! -rugió Sikes, haciendo a su cómplice gestos que reflejaban su furia-. ¡Ven acá! Volvió Tomás sobre sus pasos, pero con calma desesperante y repugnancia manifiesta. -¡Más deprisa, ira de Dios! -bramó Sikes, dejando al herido en tierra y sacando una pistola-. ¡No te hagas el remolón, que puede pesarte! El estruendo creció considerablemente en aquel momento. Sikes dirigió nuevamente alrededor miradas inquietas, y pudo ver que sus perseguidores rebasaban la cerca de la posesión en que se encontraba él, y que a su frente venían dos perros.
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Oliver Twist: Parte II

Oliver Twist: Parte II

by Charles Dickens
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-¡Qué el infierno os trague! -murmuró Sikes, rechinando los dientes-. ¡Si os pudiera atrapar uno a uno, vive el diablo que os hiciera aullar con más fuerza! Mientras Sikes lanzaba estas imprecaciones, y otras más horrendas con la rabia de su natural feroz, colocó al herido sobre su rodilla doblada y volvió la cabeza hacia sus perseguidores. Poco, nada, mejor dicho, dejaban ver la niebla y la obscuridad de la noche; pero resonaban por doquier gritos de hombres, ladridos de perros y furioso repicar de campanas que tocaban a rebato. -¡Alto, miserable cobarde! -gritó el bandido a Tomás Crackit, que huía con cuanta velocidad daban de sí sus largas piernas-. ¡Alto! La petición hizo que Tomás quedara como clavado en el sitio en que se hallaba, pues suponía que estaba a tiro de la pistola de Sikes, y éste no era de los hombres con quienes puede jugarse, y menos en aquel instante. -¡Ven a ayudarme a llevar al muchacho! -rugió Sikes, haciendo a su cómplice gestos que reflejaban su furia-. ¡Ven acá! Volvió Tomás sobre sus pasos, pero con calma desesperante y repugnancia manifiesta. -¡Más deprisa, ira de Dios! -bramó Sikes, dejando al herido en tierra y sacando una pistola-. ¡No te hagas el remolón, que puede pesarte! El estruendo creció considerablemente en aquel momento. Sikes dirigió nuevamente alrededor miradas inquietas, y pudo ver que sus perseguidores rebasaban la cerca de la posesión en que se encontraba él, y que a su frente venían dos perros.

Product Details

ISBN-13: 9791041812165
Publisher: Culturea
Publication date: 06/16/2023
Pages: 210
Product dimensions: 7.44(w) x 9.69(h) x 0.44(d)
Language: Spanish

About the Author

About The Author
Charles Dickens (1812-1870) is probably the greatest novelist England has ever produced, the author of such famous books as A Christmas Carol, Hard Times, Great Expectations, David Copperfield, and Oliver Twist. His innate comic genius and shrewd depictions of Victorian life — along with his indelible characters — have made his books beloved by readers the world over. Dickens was born in Landport, Portsea, England and died in Kent after suffering a stroke. The second of eight children of a family continually plagued by debt, the young Dickens came to know hunger, privation, and the horrors of the infamous debtors' prison and the evils of child labor. These unfortunate early life experiences helped shape many of his greatest works.

Date of Birth:

February 7, 1812

Date of Death:

June 18, 1870

Place of Birth:

Portsmouth, England

Place of Death:

Gad's Hill, Kent, England

Education:

Home-schooling; attended Dame School at Chatham briefly and Wellington
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