Principios de La Predicacion Aeth: Principles of Preaching Spanish
156Principios de La Predicacion Aeth: Principles of Preaching Spanish
156Paperback(Spanish-language Edition)
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Overview
Product Details
ISBN-13: | 9780687073771 |
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Publisher: | Abingdon Press |
Publication date: | 03/01/2003 |
Edition description: | Spanish-language Edition |
Pages: | 156 |
Product dimensions: | 6.04(w) x 8.87(h) x 0.36(d) |
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Principios de Predicación
By Pablo A. Jiménez
Abingdon Press
Copyright © 2003 Abingdon PressAll rights reserved.
ISBN: 978-0-687-07377-1
CHAPTER 1
La predicación es palabra de Dios
¿Por qué debemos predicar el evangelio? ¿Qué ocurre cuando una persona predica el mensaje cristiano? ¿Acaso la presencia de Jesucristo se manifiesta cuando una persona predica en el contexto de un servicio de adoración? ¿Cómo? Preguntas como éstas, y otras más, nos obligan a pensar teológicamente sobre el arte de la predicación cristiana.
En este capítulo, estudiaremos algunos de los aspectos teológicos relacionados con la predicación cristiana. Primero, definiremos conceptos básicos relacionados al arte de la proclamación del evangelio. En seguida, bosquejaremos los aspectos básicos que toca la teología de la predicación. Y finalmente, exploraremos el importante papel que juega el Espíritu Santo en la predicación cristiana.
I. Definiciones
Podemos definir la predicación del evangelio como la interpretación teológica de la vida. La predicación, entonces, es una tarea interdisciplinaria donde el estudio y la interpretación de la Biblia se encuentran con la teología sistemática, la historia de la iglesia, la educación cristiana, el consejo pastoral y la oratoria. Así pues, la predicación es un ejercicio de integración teológica y pastoral.
La homilética es el estudio académico de los diversos aspectos del arte de la predicación. En primer lugar, se ocupa del problema hermenéutico, estudiando los principios que se emplean para comentar la Biblia e interpretar su mensaje. Segundo, estudia el proceso de la preparación del sermón. Tercero, analiza la relación que se da entre el sermón y la adoración cristiana. Cuarto, estudia el impacto de la predicación en la congregación.
El Nuevo Testamento emplea diversos términos para referirse a la predicación del evangelio. Uno de esos términos es el verbo griego kerysso, que significa «proclamar» o «anunciar». Este verbo describe la acción de un mensajero o heraldo que es enviado a propagar una noticia o un mensaje. Por lo regular, la palabra kerysso se traduce al español como proclamación.
La proclamación describe la acción de comunicar el evangelio de Jesucristo. La proclamación puede ser tanto verbal como no-verbal. Por ejemplo, la predicación es una forma de comunicar el evangelio por medio de palabras. Sin embargo, el acto del bautismo también es una forma de comunicar el evangelio, pero por medio de un acto simbólico.
Otro término importante, que también está relacionado a la proclamación, es la palabra kerygma. Muchos manuales de interpretación bíblica emplean esta palabra como un término técnico que se refiere al mensaje central de la fe cristiana. Por ejemplo, algunos eruditos han estudiado los discursos y sermones que aparecen en los Hechos de los Apóstoles, buscando el mensaje central, o kerygma, que proclamaba la iglesia primitiva. Sin embargo, debemos reconocer que esta palabra también se emplea en otras ocasiones como un sinónimo de términos como proclamación y evangelio.
Otro término técnico que aparece una y otra vez en los manuales de predicación es exégesis. La exégesis es el proceso por medio del cual una persona estudia, explica o interpreta un documento. Aunque la exégesis también se usa en otras disciplinas académicas, como en el estudio de las leyes, se aplica de manera particular al estudio de la Biblia. La palabra exégesis proviene de dos palabras griegas que, combinadas, quieren decir «sacar de». En este sentido, podemos decir que la exégesis es el proceso mediante el cual una persona extrae el mensaje que contiene un determinado pasaje bíblico.
La palabra hermenéutica es otro término técnico relacionado con el concepto exégesis. La hermenéutica es la teoría de la interpretación de textos, documentos e incluso de símbolos. Muchas disciplinas académicas, entre ellas la filosofía, usan principios hermenéuticos. Por esta razón, los libros de predicación prefieren usar la frase hermenéutica bíblica para dejar claro que se refieren al estudio de las teorías sobre la interpretación de las Sagradas Escrituras. La hermenéutica estudia todo el proceso interpretativo, desde la determinación del sentido original del texto (exégesis) hasta la exposición de su mensaje por medio de la enseñanza o la predicación. De este modo, podemos afirmar que la exégesis es un paso o una etapa dentro del proceso hermenéutico.
Aquí queremos ofrecer una breve definición del concepto sermón. Un sermón, entonces, es un discurso que expone o proclama el mensaje del evangelio de Jesucristo. El sermón es un «evento» que ocurre cuando alguien proclama el mensaje cristiano ante una audiencia en el contexto de la adoración cristiana. A veces, las personas que predicamos llamamos sermón al bosquejo o al manuscrito que usamos para predicar ante la congregación. Sin embargo, esto es un error, porque un sermón es mucho más que meras palabras escritas en un papel. El sermón es una exposición del evangelio de Cristo Jesús ante un grupo de personas que adoran a Dios y que desean crecer espiritualmente.
Como veremos más adelante, existen diferentes tipos de sermones, ya que se clasifican de acuerdo a su propósito o a su forma. La homilía es quizás la forma sermonaria más conocida de todas. Una homilía es un sermón corto—de cinco a diez minutos de duración— que explica o comenta una porción bíblica versículo por versículo. Sin embargo, debemos reconocer que algunos libros de predicación usan la palabra homilía como sinónimo de sermón.
II. Hacia una teología de la predicación
En esta sección, queremos presentar algunos de los puntos básicos que debemos tener en cuenta a la hora de pensar en la teología de la predicación. Comenzaremos con la revelación divina, pasaremos al concepto de evangelio, describiremos la condición humana y resaltaremos la importancia de la santificación para la vida del creyente. Terminaremos esta sección indicando algunos de los énfasis teológicos que caracterizan a la predicación en diferentes tradiciones cristianas.
La fe cristiana afirma que Dios se ha revelado a la humanidad de varias maneras diferentes. En primer lugar, Dios se ha revelado en la historia humana por medio de la creación, de la elección del pueblo de Israel y de su constante actividad en el mundo. Segundo, Dios se ha revelado en la persona histórica de Jesús de Nazaret, a quien la comunidad cristiana confiesa como Señor y Salvador del mundo. La historia de Israel se empalma con la historia de la iglesia por medio de Jesús, a quien los cristianos confesamos como el Mesías que fue prometido en el Antiguo Testamento para la salvación de toda la humanidad. En tercer lugar, Dios se revela a través de la Biblia, que nos explica la manera en que Dios se ha revelado al mundo y que abarca tanto la historia de Israel como el testimonio de la iglesia primitiva sobre Jesucristo. En este sentido, podemos afirmar que la Biblia es «revelación divina», ya que por su medio conocemos los portentosos actos que Dios ha hecho en beneficio de la humanidad.
Otra forma de comprender la revelación divina es por medio del concepto «palabra de Dios». El Antiguo Testamento afirma que Dios usó la palabra para crear el mundo; también afirma que Dios reveló su palabra a la humanidad por medio de la ley de Moisés y del ministerio de los profetas. El Nuevo Testamento, particularmente el Evangelio de Juan, presenta a Jesucristo como la palabra de Dios hecha carne. De acuerdo con esto, entonces podemos decir que la Biblia es «palabra de Dios» porque da fe y testimonio de la palabra divina revelada a Israel y encarnada en la persona de Jesucristo.
De la misma manera podemos decir que la predicación cristiana es «palabra de Dios» porque expone el mensaje del evangelio revelado por medio de las Sagradas Escrituras. En este sentido, la relación entre la predicación y la Biblia es similar a la relación entre Jesucristo y la Biblia. Las Sagradas Escrituras son «palabra de Dios» porque dan testimonio de Jesucristo, quien es la palabra definitiva de Dios para la humanidad. De la misma forma, entonces, la predicación cristiana también es «palabra de Dios» pero siempre y cuando dé testimonio de Jesucristo según ha sido registrado por el documento bíblico.
El Nuevo Testamento llama al mensaje cristiano evangelio. Esta palabra proviene de un vocablo griego que quiere decir «buena noticia». En su origen, el verbo griego que traducimos por la palabra evangelizar se usaba para anunciar la visita del rey a alguna parte de su reino. Así que, desde el punto de vista cristiano, evangelizar es anunciar que Dios ha «visitado» a la humanidad en la persona de Jesucristo. Entonces, evangelizar es anunciar la llegada del reino de Dios; es anunciar que Dios desea relacionarse con la humanidad, salvándola y liberándola de la esclavitud del pecado y de la muerte. El evangelio es el anuncio de la buena noticia de que el Dios de la vida desea que la humanidad «no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Jn. 3:16).
La humanidad necesita escuchar y aceptar el mensaje del evangelio porque vive en una condición pecaminosa. Los seres humanos, a pesar de haber sido creados para vivir en comunión con Dios, hemos caído en una triste condición de pecado. Más que hechos aislados, el pecado es una fuerza espiritual que lleva al ser humano a alejarse de Dios. El pecado nos coloca bajo el poder destructivo de las fuerzas de la maldad y de la muerte. Por eso, la persona que vive lejos de Dios tiende a destruirse a sí misma, tiende a hacerle daño al resto de la humanidad, tiende a dañar a la creación y hasta puede llegar a hacerles daño a las personas que más ama.
La predicación del evangelio anuncia que, por medio de la obra salvífica de Jesucristo, los seres humanos hemos sido liberados del poder destructor de las fuerzas del mal, del pecado y de la muerte. Por lo tanto, podemos afirmar que el anuncio de la gracia de Dios debe ser precedido por una clara explicación de la condición humana. Se hace necesario denunciar el pecado para así exponer la gracia de Dios plenamente. La denuncia y la condena del pecado es el paso preliminar en el camino que nos llevará a disfrutar de la gracia de Dios.
Ahora bien, la tarea del predicador o de la predicadora no termina cuando una persona renuncia a la vida de pecado y acepta la gracia de Dios. Después de aceptar el mensaje del evangelio, cada creyente debe entrar en un proceso de crecimiento en la fe. Esto quiere decir que, en unión a su carácter evangelizador, la predicación cristiana tiene una tarea educativa que cumplir. La predicación es una de las herramientas que la iglesia cristiana usa para educar teológicamente a las personas que han creído en Jesucristo. La predicación nos ayuda a conocer a Dios, a conocer los atributos de Dios, a comprender cómo se relaciona Dios con la humanidad, a evitar las cosas que son desagradables a Dios y a actuar como creyentes responsables en el mundo. En términos teológicos, podemos decir que el crecimiento en la fe nos lleva a entrar en un proceso de santificación y consagración a Dios.
Del mismo modo, la iglesia cristiana usa lá predicación como una herramienta para ofrecer cuidado y apoyo a las personas que pasan por momentos de crisis. La predicación tiene, pues, un carácter pastoral. Los pastores y las pastoras, entonces, predican sermones en momentos claves de la vida de sus feligreses, ya sea en la alegría de una boda o en el dolor de un funeral.
Sin importar cuál sea el carácter del sermón —evangelístico, profético, educativo o pastoral— la iglesia afirma que la presencia de Dios se manifiesta por medio de la predicación. Todo comienza cuando Dios llama a una persona madura en la fe a proclamar el mensaje cristiano; y es esencial que el predicador y la predicadora se sientan llamados por Dios al ministerio de la predicación. De la misma forma, la presencia de Dios se manifiesta durante el proceso de la preparación del sermón: Se manifiesta tanto durante el tiempo que se dedica a la preparación espiritual por medio de la oración y la meditación como durante el tiempo que se dedica a la preparación académica, estudiando el tema e interpretando la Biblia. La presencia de Dios también se manifiesta durante el momento cuando se expone el sermón ante la congregación y cuando alguna persona comprende que Dios le está hablando por medio del sermón. Finalmente, la presencia de Dios se manifiesta incluso después del servicio de adoración, cuando una nueva situación o experiencia puede llevarnos a recordar y a comprender el mensaje de un sermón que escuchamos tiempo atrás.
Las diferentes tradiciones cristianas combinan estos principios teológicos básicos de diversas maneras, desarrollando así diversas «teologías de la predicación». Por ejemplo:
La teología luterana dice que todo sermón debe primero explicar la condición pecaminosa del ser humano (es decir, exponer la «ley» de Dios) y luego presentar la gracia liberadora del evangelio de Jesucristo como la solución al dilema humano. En esta tradición, la predicación es la exposición dela ley, ya que ésta quebranta la conciencia, y la proclamación del evangelio que salva al ser humano.
Las iglesias de tradición reformada y presbiteriana recalcan el carácter educativo de la ley de Dios y, por lo tanto, del sermón cristiano. Karl Barth, uno de los teólogos reformados más importantes en la historia de la iglesia contemporánea, afirmaba que la predicación es al mismo tiempo «palabra de Dios» y «palabra humana», una paradoja que produce una tensión constante e ineludible. (Como ya lo habrá percibido por los títulos de los dos primeros capítulos de este libro, la teología de Barth ha influido en nuestra manera de entender la predicación.)
Las teologías metodistas, nazarenas y pentecostales recalcan que la predicación debe conducir al creyente hacia la santificación y la consagración.
La teología evangélica ve la predicación como la exposición de las Escrituras con el propósito de llevar a cada persona a tener un encuentro personal con Cristo.
Otras teologías contemporáneas entienden la predicación como el anuncio de la salvación integral que ofrece el evangelio. El adjetivo ITL∫ITL implica que la salvación se extiende a todas las áreas de la vida, incluyendo la política, la economía, el orden social, la opresión a los grupos minoritarios y la discriminación contra la mujer.
Todos estos acercamientos teológicos al arte de la predicación cristiana recalcan algún aspecto importante para la iglesia cristiana. Por esta razón, el estudio de las diversas teologías de la predicación enriquecerá al creyente que desea proclamar el evangelio de Jesucristo.
III. El rol del Espíritu Santo
Es imposible estudiar la teología de la predicación sin considerar el importante papel que juega el Espíritu Santo de Dios en el proceso homilético. Aunque algunas tradiciones cristianas recalcan la presencia del Espíritu de Dios más que otras, todas afirman que la predicación emana del Espíritu Santo. Veamos, pues, algunos de estos puntos en común.
En primer lugar, el Nuevo Testamento afirma el carácter carismático de la predicación. En griego, la palabra carisma quiere decir «don» o «regalo». El apóstol Pablo afirma en tres de sus cartas que el Espíritu Santo da carismas, o dones, a los creyentes (Ro. 12:3-8, 1 Co. 12, 14 y Ef. 4:11-16), particularmente a quienes alcanzan madurez en la fe. Los expertos piensan que ciertos dones enumerados en estas listas —como la sabiduría, la profecía y la evangelización— están ligados al ministerio de la predicación cristiana. De cualquier manera, queda claro que los dones espirituales capacitan a la persona cristiana para ocupar posiciones de liderazgo en la iglesia.
En segundo lugar, parte integral del ministerio del Espíritu Santo es capacitar al creyente para discernir la verdad. Éste es uno de los puntos principales de la doctrina sobre el Espíritu Santo en el Evangelio según San Juan. Juan llama al Espíritu Santo «Espíritu de verdad» en dos ocasiones (Jn. 14:17 y 16:13). En este último pasaje, se afirma que parte del ministerio del Espíritu es guiar al creyente a «toda la verdad».
Tercero, la Biblia afirma que el Espíritu Santo actúa en la persona que escucha el mensaje cristiano. Es la acción del Espíritu lo que permite a dicha persona comprender que vive en una condición de pecado y que solamente la gracia de Dios puede ayudarle a escapar de la esfera de poder de las fuerzas del mal, del pecado y de la muerte. Esta idea se encuentra en Jn. 16:8-11, que presenta al Espíritu Santo como el encargado de convencer a los seres humanos de su propio pecado, de la justicia divina y de la realidad del juicio divino que algún día todos tendremos que enfrentar.
(Continues...)
Excerpted from Principios de Predicación by Pablo A. Jiménez. Copyright © 2003 Abingdon Press. Excerpted by permission of Abingdon Press.
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Table of Contents
Contents
Prefacio,Introducción,
Aspectos teóricos,
1. La predicación es palabra de Dios,
2. La predicación es palabra humana,
3. El contexto eclesial de la predicación,
Aspectos prácticos,
4. Cómo preparar sermones bíblicos,
5. Los rudimentos del sermón,
6. El bosquejo del sermón tradicional,
7. El sermón expositivo,
8. El sermón narrativo,
9. El sermón temático,
10. El sermón de ocasión,
11. La presentación del sermón,
Apéndices,
A. La visión de Dios,
B. Tiempo de decidir,
C. Junto al fuego,
D. Itinerario,