¿Quién fue César Chávez?

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¿Quién fue César Chávez?

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Overview

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Learn more about Cesar Chavez, the famous Latino American civil rights activist.


When he was young, Cesar and his Mexican American family toiled in the fields as migrant farm workers. He knew all too well the hardships farm workers faced. His public-relations approach to unionism and aggressive but nonviolent tactics made the farm workers' struggle a moral cause with nationwide support. Along with Dolores Huerta, he cofounded the National Farmworkers Association. His dedication to his work earned him numerous friends and supporters, including Robert Kennedy and Jesse Jackson.

Product Details

ISBN-13: 9780593754702
Publisher: Penguin Young Readers Group
Publication date: 09/03/2024
Series: ¿Quién fue?
Pages: 112
Product dimensions: 5.31(w) x 7.62(h) x 0.22(d)
Language: Spanish
Age Range: 8 - 12 Years

About the Author

Dana Meachen Rau has written more than 300 books for children, including picture books, early readers, nonfiction, and biographies. She is the author of Who Are the Rolling Stones? and Who Is the Dalai Lama?

Read an Excerpt

¿Quién fue César Chávez?
 
El viejo teatro de Fresno, California, bullía de gente. Los trabajadores agrícolas y sus familias celebraban la primera reunión de la Asociación Nacional de Trabajadores Agrícolas (NFWA). César Chávez se paró en el escenario. Era tímido y no era un buen orador. Pero su cálida sonrisa y sus modales amistosos hacían que la gente lo escuchara. Había iniciado este sindicato, un grupo organizado para proteger los derechos de los trabajadores agrícolas, incluidos muchos mexicoamericanos o chicanos, que vivían en la pobreza y eran tratados injustamente en sus trabajos.

El 30 de septiembre de 1962 comenzó algo más que un sindicato de trabajadores agrícolas. Comenzó un Movimiento: un grupo de personas que comparten una idea y trabajan para lograr un cambio. César había trabajado en el campo. Había visto sufrir a su propia familia, y a muchas otras, para ganar suficiente dinero para sobrevivir. Buscaba un futuro mejor para todos los trabajadores agrícolas.

Muchas cosas se decidieron en la primera reunión de la NFWA. Se eligieron funcionarios y se discutieron planes futuros. Se develó su bandera: un águila negra en un círculo blanco sobre un fondo rojo. El color negro por la dura vida de los trabajadores, el rojo por los sacrificios que tenían que hacer y el blanco por la esperanza.

En el encuentro, también acordaron su lema: ¡Viva la causa!

César había trabajado duro para poner en marcha el sindicato, y aún quedaba una larga batalla por delante. Pero era un hombre decidido. Creía en el trabajo duro. Creía en sacrificar tiempo y dinero para ayudar a los demás. Creía en protestar pacíficamente en lugar de usar la violencia.

César encabezó un Movimiento que trajo grandes cambios a la vida de los trabajadores agrícolas. También cambió la forma en que se veía a los chicanos en EE. UU. Con la guía de César, se unieron, exigieron atención. Estados Unidos ya no podía ignorarlos.
 
Capítulo 1
El rancho de Arizona
 
Cesario Estrada Chávez nació el 31 de marzo de 1927. Su familia vivía en las afueras de la ciudad de Yuma, en el desierto de Arizona. Mamá Tella y Papá Chayo, los abuelos de César, habían llegado a EE. UU. desde México. Se habían establecido cerca de Yuma a finales del siglo XVIII, compraron tierras y fundaron un rancho.Papá Chayo murió antes de que César naciera, pero su abuela aún vivía en la casa principal de adobe. César, sus padres, Librado y Juana, y sus hermanos y hermanas, también vivían en el rancho.

César era el segundo de 6 hijos: la hermana mayor, Rita, y sus hermanos menores, Richard, Helena, Vicky y Lenny. Lamentablemente, Helena murió cuando era solo una bebé. Al principio, la familia vivía en una habitación fuera de la casa principal. Poseían solo unos pocos muebles. No tenían electricidad ni agua corriente. Cuando su techo comenzó a gotear, la familia se mudó a una cabaña en el gran rancho.

César y su hermano Richard pasaban su tiempo explorando, haciendo senderismo y jugando al aire libre. Nadaban en el canal que llevaba agua a los cultivos de alfalfa, sandía, pasto y algodón que crecían en los campos. Montaban a caballo y trepaban a los árboles. La familia se reunía para hacer barbacoas en las noches de verano con las tías, tíos y primos de César que vivían cerca.

Pero los muchachos también tenían sus tareas. El padre de César les enseñó a cortar leña, a trabajar con los caballos, a desyerbar los cultivos y a cosechar las sandías. Librado era estricto, pero paciente, y compartía sus habilidades agrícolas con sus hijos.

La madre de César, Juana, quería que sus hijos crecieran y fueran buenas personas. Les enseñó a compartir con los demás sin esperar nada a cambio. Y no creía en las peleas ni en la violencia. César recordaría una de sus frases a lo largo de su vida: “Se necesitan dos para pelear, y uno no puede hacerlo solo”. En otras palabras, incluso si alguien quiere pelear contigo, tienes la opción de alejarte.

La familia Chávez era católica, pero no había una iglesia cerca. Así que Juana y Mamá Tella enseñaron a los niños su religión en casa. Se reunían alrededor de la cama de su abuela para escuchar historias de los santos. Las historias de estas personas santas que habían vivido muy buenas vidas impresionaron a César.

En 1929, muchos bancos y empresas estadounidenses cerraron. Millones de personas perdieron sus empleos y quedaron en la pobreza. Esto se conoció como la Gran Depresión. Durante la Depresión, era muy difícil encontrar trabajo. Sin embargo, la familia Chávez no sufrió tanto como muchos otros. Su arduo trabajo en el rancho les proporcionaba alimentos: cultivos de frutas y verduras, pescado del canal, huevos y carne de las gallinas, y leche y queso de las vacas. Juana, con su corazón generoso, incluso invitaba a comer a los menos afortunados.

Cuando César tenía 6 años, comenzó a asistir a la escuela. Pero la maestra no dejó que César se sentara al lado de su hermana, Rita. Ella le pidió que se sentara con los otros niños de primer grado. Lloró e insistió en sentarse al lado de Rita y la maestra finalmente cedió. Después de unos días, César se sintió listo para sentarse con sus otros compañeros de primer grado.

Pero a César nunca le gustó la escuela. ¡Prefería estar afuera en el rancho, donde no lo obligaban a usar zapatos! En la escuela, también descubrió lo poco amables que eran algunos blancos con los mexicoamericanos. Los compañeros de César se burlaban de su piel morena y lo llamaban “sucio”. Intentaron iniciar peleas con él. César siempre hablaba español en su casa. Pero su maestra lo golpeaba en los nudillos con una regla si lo escuchaba hablar español en el salón de clases.

En ese momento, más de 1,5 millones de mexicanos vivían en EE. UU. Muchos habían llegado a principios de 1900 en busca de trabajo, y había muchos trabajos. Pero durante la Depresión, los empleos escaseaban y los blancos culpaban a los mexicanos de quitarles su trabajo. Algunos fueron deportados a México, ¡incluso siendo ciudadanos estadounidenses! Los que se quedaron se enfrentaron al racismo en sus comunidades.

A pesar de que la familia Chávez tuvo más suerte que muchas otras durante la Depresión, en 1933 el rancho estaba en problemas. Arizona sufría una gran sequía y no llovía. El canal estaba seco y la tierra de los campos estaba agrietada. Ningún cultivo crecería. La familia no podría pagar sus cuentas.
 
Estados Unidos y México
 
El territorio que ahora es California, Nevada, Utah y partes de Arizona, Colorado, Nuevo México y Wyoming, pertenecía a México. En 1848, México se lo vendió a Estados Unidos por 15 millones de dólares y los mexicanos que vivían all' se convirtieron en ciudadanos estadounidenses.

Durante la Revolución Mexicana de 1910 a 1920, muchos más mexicanos huyeron a los EE. UU. con la esperanza de una vida mejor. Estados Unidos aceptó a estos nuevos inmigrantes porque necesitaban trabajadores para muchas industrias, como la agricultura, la minería, la construcción y el transporte.

Aunque los mexicoamericanos realizaban muchos de los trabajos más difíciles, los pueblos y ciudades donde vivían fueron segregados por muchos años. Había tiendas, restaurantes y escuelas para los mexicanos y negocios y escuelas separadas para los blancos.
 
Cientos de miles de estadounidenses habían perdido sus empleos y se dirigían a California en busca de trabajo. California estaba sufriendo la Gran Depresión también, pero all' no había sequía. Y como las tierras de cultivo de este estado son muy fértiles, se necesitaban trabajadores para recoger las cosechas de tomates, lechugas, uvas, aguacates, fresas, guisantes, cerezas y maíz. Por eso, en 1938, el padre de César se dirigió a California, con la esperanza de ganar suficiente para mantener a su familia y salvar el rancho.
 

Capítulo 2
Trabajo duro por poca paga

El padre de César, Librado, encontró trabajo en los campos de frijoles de Oxnard, California. Poco después, trajo a su familia a vivir con él. Se mudaron a una casita vieja con una cerca maltrecha en un barrio mexicano densamente poblado. Los niños iban a la escuela solo por la mañana y ayudaban a sus padres por la tarde. César extrañaba los espacios abiertos de su casa en Arizona. “Era como un pato salvaje con las alas cortadas”, dijo. “Me sentía atrapado”. Después de poco más de un mes, regresaron a Yuma. Librado se esforzó por mantener el rancho, pero no pudo lograrlo. Así que la familia Chávez se mudó a California definitivamente en junio de 1939. César tenía 12 años.

En California, la mayoría de las granjas eran propiedad de terratenientes ricos que vendían sus cosechas a grandes corporaciones. Empleaban a miles de personas para trabajar en sus campos. A estos trabajadores se les llamaba migrantes, porque se mudaban de pueblo en pueblo en el sur y centro de California de acuerdo con las temporadas de cultivo. El verano era el de más trabajo, pues recogían: habas, aguacates, maíz, chiles, uvas y tomates. En el otoño recogían algodón. En invierno y principios de primavera, recogían zanahorias, coliflores, brócolis y repollos. La primavera era la época de los melones, los frijoles y las cerezas.

Los trabajadores migrantes trabajaban duro. Pero los patronos no eran justos con ellos. Les pagaban tarde, y a veces no les pagaban. Para ganar suficiente para mantener la familia, Librado, Juana, César y la mayoría de sus hermanos también trabajaban. ¡Pero algunos días, todos juntos ganaban solo 30 centavos! Los patronos contaban mal sus sacos de papas o les pesaban mal el algodón en la balanza a propósito. A veces se negaban a pagarles lo que habían prometido.

El trabajo agrícola era difícil e insalubre. Los patronos no les daban agua a sus trabajadores, ni siquiera durante el verano. Los campos no tenían baños cerca, por lo que tenían que usar los campos en los que trabajaban. En invierno, el suelo estaba frío y resbaladizo por el barro. Las azadas de mango corto, o cortitos, les afectaban mucho la espalda cuando se doblaban para usarlas. Incluso respirar era peligroso. Los trabajadores agrícolas a menudo inhalaban pesticidas, químicos venenosos usados para matar insectos.

Esta no era la vida que las familias habían imaginado cuando llegaron a California. Tenían la esperanza de encontrar trabajo, respeto, y un futuro mejor. Lo que ganaban era apenas suficiente para pagar comida, gasolina y alquiler. Estaban constantemente en movimiento buscando cosechas listas para recoger, solo para ganar suficiente para sobrevivir.

A los patronos de California no les importaba tratar bien a sus empleados. Si alguien se quejaba, simplemente contrataban a otro para que ocupara su lugar. No solo mexicanos, sino también filipinos y otros asiáticos, afroamericanos y blancos pobres constituían los 300,000 estadounidenses que se habían reasentado en California para trabajar en los campos. Muchos no hablaban inglés ni sabían leer porque no tenían tiempo para ir a la escuela. Los patronos ricos, en su mayoría blancos, tenían todo el poder y podían aprovecharse fácilmente de ellos.

Algunas granjas ofrecían campamentos para vivir. Siempre estaban repletos y sucios, con cientos de personas durmiendo en tiendas de campaña. A menudo, tenían un grifo de agua para 50 familias o más. Las enfermedades se propagaban fácilmente. Juana no quería vivir con su familia en los campamentos. Buscaron otros lugares como: graneros, chozas, garajes e incluso su automóvil. Pasaron un invierno en Oxnard en una tienda de campaña que se encharcaba con la lluvia. No siempre tenían comida, por lo que recolectaban hojas de mostaza cerca de los canales donde pescaban para comer.

Incluso cuando estaban en un pueblo solo por unos días, Juana insistía en que sus hijos fueran a la escuela. Los niños se burlaban de César por ser tan pobre y por usar la misma camisa todos los días. Se burlaban de su acento mexicano. Si lo provocaban para que peleara, César recordaba las lecciones de su madre y se alejaba. Pasaba sus días en la escuela temeroso de su maestra y de los otros estudiantes.

El racismo contra los mexicoamericanos no solo ocurría en la escuela. César vio la segregación en las comunidades donde vivían. En las tiendas habían letreros que decían: “Solo blancos. No mexicanos”. En las piscinas públicas solo permitían que las personas no blancas nadaran ciertos días de la semana. Los teatros reservaban los mejores asientos para los blancos.

Cuando César terminó el octavo grado, ¡había asistido a más de treinta escuelas diferentes! Se negó a continuar en la escuela secundaria. Su familia lo necesitaba, por lo que comenzó a trabajar en el campo a tiempo completo cuando solo tenía quince años.

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