Una vida de oración: Conectándose con Dios en un mundo lleno de distracciones

Una vida de oración es una mirada honesta a las dificultades que hay para orar, a las oraciones sin respuesta y a los éxitos de la oración. El autor Paul Miller comparte sus percepciones y conclusiones sobre cómo conectar las piezas quebrantadas de su vida y permitir que la oración, aun la mal elaborada, llene las brechas con sentido y contenido. Los lectores apreciarán el enfoque realista y la naturaleza práctica de Paul, que los ayudará a ver que su relación con Dios puede crecer y su comunicación con él puede llegar a ser mejor. Padres y madres descubrirán que estas experiencias de vida familiar son especialmente útiles. Incluye consejos sobre cómo usar herramientas tales como las tarjetas de oración y el llevar un diario.

A Praying Life is an honest look at the difficulties of prayer, unanswered prayers, and successes in prayer. Author Paul Miller shares his insights and conclusions about how to connect the broken pieces of your life and allow prayer—even poorly delivered—to fill the gaps with meaning and substance. Readers will appreciate Paul’s down-to-earth approach and practical nature that will help you see that your relationship with God can grow and your communication with Him can get better. Parents will find his family-life experiences especially helpful. Includes tips on using tools such as prayer cards and journaling.

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Una vida de oración: Conectándose con Dios en un mundo lleno de distracciones

Una vida de oración es una mirada honesta a las dificultades que hay para orar, a las oraciones sin respuesta y a los éxitos de la oración. El autor Paul Miller comparte sus percepciones y conclusiones sobre cómo conectar las piezas quebrantadas de su vida y permitir que la oración, aun la mal elaborada, llene las brechas con sentido y contenido. Los lectores apreciarán el enfoque realista y la naturaleza práctica de Paul, que los ayudará a ver que su relación con Dios puede crecer y su comunicación con él puede llegar a ser mejor. Padres y madres descubrirán que estas experiencias de vida familiar son especialmente útiles. Incluye consejos sobre cómo usar herramientas tales como las tarjetas de oración y el llevar un diario.

A Praying Life is an honest look at the difficulties of prayer, unanswered prayers, and successes in prayer. Author Paul Miller shares his insights and conclusions about how to connect the broken pieces of your life and allow prayer—even poorly delivered—to fill the gaps with meaning and substance. Readers will appreciate Paul’s down-to-earth approach and practical nature that will help you see that your relationship with God can grow and your communication with Him can get better. Parents will find his family-life experiences especially helpful. Includes tips on using tools such as prayer cards and journaling.

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Una vida de oración es una mirada honesta a las dificultades que hay para orar, a las oraciones sin respuesta y a los éxitos de la oración. El autor Paul Miller comparte sus percepciones y conclusiones sobre cómo conectar las piezas quebrantadas de su vida y permitir que la oración, aun la mal elaborada, llene las brechas con sentido y contenido. Los lectores apreciarán el enfoque realista y la naturaleza práctica de Paul, que los ayudará a ver que su relación con Dios puede crecer y su comunicación con él puede llegar a ser mejor. Padres y madres descubrirán que estas experiencias de vida familiar son especialmente útiles. Incluye consejos sobre cómo usar herramientas tales como las tarjetas de oración y el llevar un diario.

A Praying Life is an honest look at the difficulties of prayer, unanswered prayers, and successes in prayer. Author Paul Miller shares his insights and conclusions about how to connect the broken pieces of your life and allow prayer—even poorly delivered—to fill the gaps with meaning and substance. Readers will appreciate Paul’s down-to-earth approach and practical nature that will help you see that your relationship with God can grow and your communication with Him can get better. Parents will find his family-life experiences especially helpful. Includes tips on using tools such as prayer cards and journaling.


Product Details

ISBN-13: 9781496406422
Publisher: Tyndale House Publishers
Publication date: 11/01/2015
Pages: 310
Product dimensions: 5.50(w) x 8.20(h) x 0.90(d)
Language: Spanish

Read an Excerpt

Una Vida De Oración

Conectándose Con Dios En Un Mundo Lleno De Distracciones


By Paul E. Miller

NavPress

Copyright © 2009 Paul E. Miller
All rights reserved.
ISBN: 978-1-4964-0642-2



CHAPTER 1

"¿DE QUÉ SIRVE?"


Me fui de campamento durante un fin de semana a las montañas Interminables de Pensilvania con cinco de nuestros seis hijos. Mi esposa, Jill, se quedó en casa con nuestra hija de ocho años, Kim. Después de una desastrosa experiencia de campamento el verano anterior, Jill estaba contenta de quedarse en casa. Dijo que renunció al acampar por la Cuaresma.

Estaba caminando desde el lugar donde acampábamos hacia nuestra Dodge Caravan, cuando observé a nuestra hija de catorce años, Ashley, parada enfrente de la camioneta, tensa y molesta. Cuando le pregunté qué ocurría, dijo: "Perdí mi lente de contacto. No está". Miré hacia abajo con ella, al suelo del bosque cubierto de hojas y ramitas. Había un millón de grietas donde el lente podría haber caído y desaparecido.

— Ashley, no te muevas. Oremos — dije. No obstante, antes de que pudiera orar, ella comenzó a llorar.

— ¿Y eso de qué sirve? He orado para que Kim hable, y no habla.

Kim batalla con el autismo y el retraso en su desarrollo. Debido a su débil motricidad fina y a problemas con su planificación motora, también es muda. Cierto día, después de cinco años de terapia del lenguaje, Kim salió de la oficina del terapeuta del lenguaje, arrastrando los pies y llorando de frustración. Jill dijo: "Ya no más" y dejamos la terapia del lenguaje.

La oración no era una simple formalidad para Ashley. Ella le había tomado la palabra a Dios y le había pedido que permitiera que Kim hablara. No obstante, no pasó nada y la mudez de Kim era un testimonio de un Dios silencioso. La oración, según parecía, no funciona.

* * *

Me pregunté: ¿Marca alguna diferencia la oración? ¿Está Dios siquiera allí?

* * *

Pocos de nosotros tenemos el valor de Ashley de articular el silencioso cinismo o abatimiento espiritual que se desarrolla en nosotros cuando la oración sincera sigue sin ser contestada. Mantenemos escondidas nuestras dudas, incluso de nosotros mismos, porque no queremos sonar como malos cristianos. No hay razón de agregarle vergüenza a nuestro cinismo. Así que nuestros corazones se cierran.

La manera simplista en que la gente habla de la oración frecuentemente refuerza nuestro cinismo. Terminamos nuestras conversaciones con: "Lo mantendré en mis oraciones". Tenemos el vocabulario de una "jerga de oración", que incluye "lo elevaré en oración" y "lo recordaré en oración". Muchos de los que usan esas frases, incluso nosotros, nunca se ponen a orar. ¿Por qué? Porque no pensamos que la oración marque mucha diferencia.

El cinismo y el simplismo son solamente parte del problema. La frustración más común es la actividad de orar en sí misma. Oramos alrededor de quince segundos y luego, de la nada, aparece la lista de pendientes del día y nuestra mente se va por la tangente. Nos damos cuenta y, a fuerza de voluntad, regresamos a la oración. Antes de que nos demos cuenta, ocurre otra vez. En lugar de orar, formulamos una mezcla confusa de divagación y preocupación. Entonces la culpa se activa. Algo tiene que estar mal en mí. No parece que otros cristianos tengan este problema al orar. Después de cinco minutos, nos damos por vencidos y decimos: "No soy bueno para esto. Será mejor que me ponga a trabajar".

Algo está mal en nosotros. Nuestro deseo natural de orar se origina en la Creación. Estamos hechos a la imagen de Dios. Nuestra incapacidad de orar se origina en la Caída. El mal ha estropeado la imagen. Queremos hablar con Dios, pero no podemos hacerlo. La fricción entre nuestro deseo de orar y nuestras antenas de oración muy dañadas lleva a la frustración constante. Es como si hubiéramos tenido un derrame cerebral.

Esto se complica por la enorme confusión acerca de lo que contribuye a la buena oración. Percibimos vagamente que debemos comenzar enfocándonos en Dios, no en nosotros mismos. Por lo tanto, cuando comenzamos a orar, tratamos de adorar. Eso funciona por un minuto, pero se siente artificial; entonces la culpa se activa otra vez. Nos preguntamos: ¿Adoré lo suficiente? ¿En realidad lo hice en serio?

En un arranque de entusiasmo espiritual hacemos una lista de oración, pero orar guiados por la lista se vuelve monótono y parece que no pasa nada. La lista se vuelve larga y engorrosa; perdemos contacto con muchas de las necesidades. Orar se siente como silbar en el viento. Cuando alguien es sanado o recibe ayuda, nos preguntamos si habría ocurrido de todas formas. Luego extraviamos la lista.

Orar expone lo preocupados que estamos por nosotros mismos y revela nuestras dudas. No orar le caía mejor a nuestra fe. Después de solamente unos cuantos minutos, nuestra oración está hecha un desastre. Casi en la línea de partida nos colapsamos y quedamos fuera de acción, cínicos, culpables y desesperanzados.


El lugar más difícil del mundo para orar

La cultura estadounidense es probablemente el lugar más difícil para aprender a orar. Andamos tan a la carrera que cuando disminuimos la velocidad para orar nos parece incómodo. Valoramos los logros y la producción. La oración no es nada más que hablar con Dios. Se siente inútil, como si estuviéramos perdiendo el tiempo. Cada hueso de nuestro cuerpo grita: "¡Ponte a trabajar!".

Cuando no estamos trabajando, estamos acostumbrados a entretenernos. La televisión, la Internet, los juegos de video y los teléfonos celulares hacen que el tiempo libre esté tan ocupado como el trabajo. Cuando sí disminuimos la velocidad, caemos en un estupor. Exhaustos por el ritmo de la vida, nos relajamos frente a una pantalla o con unos audífonos.

Si tratamos de estar quietos, nos asalta lo que C. S. Lewis llamó "el reino del ruido". Adondequiera que vayamos, oímos ruido de fondo. Si no se nos provee ruido, podemos llevar nuestro propio ruido con un iPod.

Hasta los servicios de nuestra iglesia pueden tener esa misma energía inquieta. Hay poco espacio para estar quietos ante Dios. Queremos el valor de nuestro dinero, por lo que algo siempre debe estar ocurriendo. El silencio nos incomoda.

Uno de los obstáculos sutiles a la oración es probablemente el más penetrante. En la cultura en general y en nuestras iglesias, valoramos el intelecto, la competencia y la riqueza. Debido a que podemos vivir sin Dios, orar parece bonito pero innecesario. El dinero puede hacer lo que hace la oración, y es más rápido y consume menos tiempo. Nuestra confianza en nosotros mismos y en nuestros talentos nos hace estructuralmente independientes de Dios. Como resultado, las exhortaciones a la oración no nos hacen efecto.


Lo extraño de orar

Es peor si nos detenemos a pensar en lo extraña que es la oración. Cuando hablamos por teléfono, oímos una voz y podemos responder. Cuando oramos, hablamos al aire. Solamente la gente loca habla consigo misma. ¿Cómo hablamos con un Espíritu, con alguien que no habla con voz audible?

Y si creemos que Dios puede hablarnos en la oración, ¿cómo distinguimos nuestros pensamientos de los suyos? La oración es confusa. Sabemos vagamente que el Espíritu Santo está involucrado de alguna manera, pero nunca estamos seguros de cómo o cuándo aparecerá un espíritu, o siquiera qué es lo que significa eso. Parece que algunas personas tienen mucho del Espíritu. Nosotros no.

Olvídese de Dios por un minuto. ¿Dónde encaja usted? ¿Puede orar por lo que quiere? ¿Y de qué sirve orar si Dios ya sabe lo que usted necesita? ¿Por qué aburrir a Dios? Suena como una queja continua. Solamente el hecho de pensar en la oración nos pone a todos nerviosos.

¿Ha sido esta su experiencia? Si es así, entérese que usted tiene muchos compañeros. ¡La mayoría de los cristianos se sienten frustrados cuando se trata de la oración!


Una visita al terapeuta de oración

Imaginemos que usted va a un terapeuta de oración para poner en orden su vida de oración. El terapeuta dice: "Comencemos dándole un vistazo a su relación con su Padre celestial. Dios dijo: "Yo seré su Padre, y ustedes serán mis hijos e hijas" (2 Corintios 6:18). ¿Qué significa que usted es un hijo o una hija de Dios?".

Usted responde que eso significa que tiene acceso total a su Padre celestial a través de Jesús. Tiene una intimidad genuina que no se basa en lo bueno que es usted, sino en la bondad de Jesús. No solamente eso: Jesús es su hermano. Usted es coheredero con él.

El terapeuta sonríe y dice: "Correcto. Ha hecho un excelente trabajo al describir la doctrina de la condición de hijo. Ahora, dígame, ¿cómo es para usted estar con su Padre? ¿Cómo es hablar con él?".

Cautelosamente, usted le dice al terapeuta lo difícil que es estar en la presencia de su Padre, incluso por un par de minutos. Su mente divaga. No está seguro de qué decir. Se pregunta, ¿Marca alguna diferencia la oración? ¿Está Dios siquiera allí? Entonces usted se siente culpable por sus dudas y simplemente se da por vencido.

Su terapeuta le dice lo que usted ya sospecha: "Su relación con su Padre celestial es disfuncional. Usted habla como si tuviera una relación íntima, pero no la tiene. En teoría es íntima. En la práctica es distante. Usted necesita ayuda".


El lente de contacto de ashley

Yo necesitaba ayuda cuando Ashley rompió a llorar frente a nuestra camioneta. Me quedé pasmado, atrapado entre sus dudas y las mías. No tenía idea que ella había estado orando para que Kim hablara. Lo que hizo que las lágrimas de Ashley fueran tan perturbadoras fue que ella tenía razón. Dios no había respondido a sus oraciones. Kim todavía estaba muda. Tuve miedo por la fe de mi hija y de la mía. No sabía qué hacer.

¿Empeoraría yo el problema al orar? Si orábamos y no podíamos encontrar el lente de contacto, simplemente confirmaría la creciente incredulidad de Ashley. Jill y yo ya estábamos comenzando a perder su corazón. Su fe infantil en Dios estaba siendo reemplazada por la fe en los muchachos. Ashley era linda, afectuosa y sociable. A Jill le costaba recordar los nombres de los novios de Ashley, por lo que comenzó a nombrarlos como los reyes antiguos. El primer novio de Ashley fue Frank, por lo que sus sucesores llegaron a ser Frank II, Frank III y así sucesivamente. Jill y yo necesitábamos ayuda.

Yo tenía poca confianza en que Dios fuera a hacer algo, pero oré en silencio: Padre, este sería realmente un buen momento para que te hagas presente. Tienes que oír esta oración por el bien de Ashley. Luego oré en voz alta con Ashley: "Padre, ayúdanos a encontrar ese lente de contacto".

Cuando terminé, nos inclinamos para buscar entre el polvo y las ramitas. Allí, sobre una hoja, estaba el lente perdido.

Después de todo, la oración sí marcó una diferencia.


(Continues...)

Excerpted from Una Vida De Oración by Paul E. Miller. Copyright © 2009 Paul E. Miller. Excerpted by permission of NavPress.
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Table of Contents

Contents

Prólogo, xi,
Introducción, xv,
1. "¿De qué sirve?", 1,
2. Adonde nos dirigimos, 9,
Parte 1: Aprendiendo a orar como un niño,
3. Sea como un niño pequeño, 19,
4. Aprenda a hablar con su Padre, 27,
5. Pase tiempo con su Padre, 33,
6. Aprenda A vivir indefenso, 43,
7. Clame "Abba", continuamente, 53,
8. Incline su corazón hacia su Padre, 61,
Parte 2: Aprendiendo a confiar otra vez,
9. Cómo entenDer el cinismo, 69,
10. Seguir a Jesús para salir del cinismo, 77,
11. Desarrollar el gusto por Jesús, 91,
Parte 3: Aprendiendo a Pedirle a su Padre,
12. Por qué pedir es tan difícil, 99,
13. Por qué podemos pedir, 109,
14. ¿Qué tan personal es Dios?, 115,
15. ¿Qué hacemos con las promesas extravagantes de Jesús sobre la oración?, 127,
16. Lo que no pedimos: "El alimento que necesitamos", 139,
17. Lo que no pedimos: "Que tu reino venga pronto", 147,
18. Ríndase totalmente: "Que se cumpla tu voluntad", 155,
Parte 4: Viva en la historia de su Padre,
19. Observe cómo se desarrolla una historia, 165,
20. El amor de un Padre, 173,
21. La oración no respondida: Cómo entender los patrones de la historia, 181,
22. Cómo Dios se coloca a sí mismo en la historia, 191,
23. Orar sin una historia, 197,
24. La esperanza: El final de la historia, 207,
25. Vivir historias del evangelio, 215,
Parte 5: Orando en la vida real,
26. Usar herramientas para la oración, 225,
27. Registrar la historia: Cómo usar tarjetas de oración, 229,
28. El trabajo de la oración, 239,
29. Escuchar a Dios, 245,
30. Llevar un diario de oración: Cómo estar consciente del recorrido interior, 257,
31. La oración en la vida real, 267,
32. Historias inconclusas, 273,
Reconocimientos, 279,
Notas, 281,
Acerca del autor, 287,

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