Vida de Marco Bruto

Vida de Marco Bruto

by Francisco de Quevedo y Villegas
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Overview

La Vida de Marco Bruto es un ensayo de reflexión política en el que se glosa la vida del célebre asesino de César escrita por Plutarco.

Product Details

ISBN-13: 9788498977646
Publisher: Linkgua
Publication date: 08/31/2010
Series: Pensamiento , #80
Sold by: Bookwire
Format: eBook
Pages: 22
File size: 510 KB
Language: Spanish

About the Author

Francisco de Quevedo (Madrid, 1580-Villanueva de los Infantes, 1645). España. Francisco Gómez de Quevedo y Villegas nació en septiembre de 1580, en Madrid. Su padre, Pedro Gómez de Quevedo, de ascendencia noble cántabra (valle de Toranzo) se trasladó a Madrid y desempeñó el cargo de secretario de Ana de Austria en la Corte madrileña, donde se casó con María de Santibáñez, también oriunda de las montañas santanderinas y al servicio de la Casa Real. Francisco tuvo cuatro hermanas y un hermano. Desde su infancia y juventud, Quevedo destacaba positivamente por su gran capacidad intelectual, pero no por sus condiciones físicas, ya que tenía defectos en los pies, era cojo de uno de ellos y muy corto de vista. Su padre murió pronto, y su madre se hizo cargo de su educación enviándolo al colegio Imperial (jesuita), en Madrid, donde estudió hasta 1596, tras lo cual inició estudios universitarios de humanidades, filosofía y lenguas (clásicas, italiano y francés) en Alcalá de Henares. Ya en su periodo universitario dio muestras Quevedo de su talante mundano y atribulado. Constan algunos hechos que responden a este talante, y no sólo literarios, sino relacionados con trifurcas y duelos callejeros, como uno con un tal Diego Carrillo, a quien hirió en una pelea y de cuya demanda sólo le salvó la intervención del duque de Medinacelli. En 1600, siguiendo a la corte, pasó a estudiar en Valladolid, donde estudió teología, adquirió fama de reconocido poeta y se fraguó su famosa rivalidad con Góngora. A Madrid regresó también con la corte en 1606, viviendo en contacto tanto con los círculos literarios como políticos, trabando amistad con personajes como Lope de Vega, Miguel de Cervantes y el duque de Osuna..., y asentando su enemistad con otros literatos, como con Luis de Góngora o los dramaturgos Juan Ruiz de Alarcón y Juan Pérez de Montalbán. En Madrid siguió sus estudios de teología, tradujo algunos clásicos (Anacreonte y Focílides) y continuó escribiendo.

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Vida De Marco Bruto


By Francisco De Quevedo Y Villegas

Red Ediciones

Copyright © 2015 Red ediciones S.L.
All rights reserved.
ISBN: 978-84-9897-764-6



CHAPTER 1

PRIMERA PARTE DE LA VIDA DE MARCO BRUTO


Escribiola por el texto de Plutarco, ponderada con discursos, don Francisco de Quevedo y Villegas


Texto

Fue Junio Bruto aquel varón a quien los antiguos romanos en el Capitolio y en medio de los reyes erigieron una estatua de bronce, porque constantemente libró a Roma de la disolución de Tarquino y le echó de la ciudad, sacrificando al puñal de Lucrecia el nombre de rey, que después quedó delincuente. Éste fue progenitor de Marco Bruto, que escribo.


Discurso

Mujeres dieron a Roma los reyes y los quitaron. Diolos Silvia, virgen, deshonesta; quitolos Lucrecia, mujer casada y casta. Diolos un delito; quitolos una virtud. El primero fue Rómulo; el postrero, Tarquino. A este sexo ha debido siempre el mundo la pérdida y la restauración, las quejas y el agradecimiento. Es la mujer compañía forzosa que se ha de guardar con recato, se ha de gozar con amor y se ha de comunicar con sospecha. Si las tratan bien, algunas son malas. Si las tratan mal, muchas son peores. Aquél es avisado, que usa de sus caricias y no se fía dellas. Más pueden con algunos reyes, que con los otros hombres, porque pueden más que los otros hombres los reyes. Los hombres pueden ser traidores a los reyes, las mujeres hacen que los reyes sean traidores a sí mismos, y justifican contra sus vidas las traiciones. Cláusula es ésta que tiene tantos testigos como letores. He referido primero la descendencia de Marco Bruto que los padres, porque en el nombre y en el hecho más pareció parto desta memoria que de aquel vientre. Tenía Bruto estatua; mas la estatua no tenía Bruto, hasta que fue simulacro duplicado de Marco y de Junio. No pusieron los romanos aquel bulto en el Capitolio tanto para imagen de Junio como para consejo de bronce de Marco Bruto. Fuera ociosa idolatría si solo acordara de lo que hizo el muerto y no amonestara lo que debía hacer al vivo. Dichosa fue esta estatua, merecida del uno y obedecida del otro. No le faltó estatua a Marco Bruto, que en Milán se la erigieron de bronce; y pasando César Octaviano por aquella ciudad, y viéndola, dijo a los magistrados:

— Vosotros no me sois leales, pues honráis a mi enemigo en mi presencia. Ellos, turbados por no entenderle, dijeron que dijese quién era su enemigo. Señaló César la estatua de Marco Bruto. Afligiéronse todos, y César, riendo, alabó a los insubres, porque aun después de la adversidad honraban los amigos; y mandó no quitasen la estatua de su lugar, dando a entender generosamente que vivía de manera que tampoco le aborreció vivo. A esta propia estatua de Marco Bruto invocó C. Albutio Silo, como del vengador de las leyes y de la libertad. La sabiduría romana, que tuvo por maestro a su pobreza para premiar la virtud y la valentía, labró moneda con el cuño de la honra; batiola en el aire, y, sin empobrecerse del oro y la plata, tuvo caudal para satisfacer a los generosos y a los magnánimos. Puso asco para los premios ilustres en los metales, el verlos empleados en hartar ladrones y pagar adulterios y facilitar maldades, falsear leyes y escalar jueces. Por esto aquellos padres condenaron la plata y oro a precio desautorizado de almas vendibles y de vidas mecánicas. Honraron con unas hojas de laurel una frente; dieron satisfacción con una insignia en el escudo a un linaje; pagaron grandes y soberanas vitorias con las aclamaciones de un triunfo; recompensaron vidas casi divinas con una estatua; y para que no descaeciesen de prerrogativas de tesoro los ramos y las yerbas y el mármol y las voces, no las permitieron a la pretensión, sino al mérito. Cobráronlas las hazañas; nos las daban ni vendían la cudicia ni la pasión. Ricos fueron los romanos en tanto que supieron ser pobres: con su pobreza se enterró su honra. Dar valor al viento es mejor caudal en el príncipe que minas, cuando es mejor y más cerca ser Indias que buscarlas. ¡Cuántas almas inmensas satisfizo un ramo de roble y de laurel, que con toda la riqueza de Roma, dejándola empeñada, no quedaran ricas ni contentas! Tuvo aquel Senado crédito hasta que por las coronas y señales y flores dio paso a los ociosos, y hallose fallido luego que empezó a llenar bolsas y dejó de coronar sienes.


Texto

No faltó quién dijese que no decendió Marco Bruto de Junio, afirmando que no tuvo con él más parentesco que el del nombre.


Discurso

Cuando esto fuera verdad, ¿quien podrá negarle la consanguinidad del hecho? A muchos ha forzado la comunicación del propio nombre a las propias hazañas y al propio valor, porque hay almas tan generosas, que aun lo delgado del apellido no consienten que degenere en ellos de la gloria con que se les derivó de otros. En dedicar a Junio Bruto estatua mostraron los romanos su agradecimiento; y dieron a admirar su providencia en poner entre las estatuas de los reyes la de aquél que los desenterró de la ciudad y dejó su nombre reo. No quisieron quedar a deber nada al ejemplo ni al castigo. Pusieron en medio de los reyes al que hizo que el postrero fuese fin de los reyes. Este sitio fue docto; éste fue lugar y dotrina: no fue proporción de la geometría, sino estudio de la prudencia. En medio de seis reyes buenos pusieron al que en el séptimo malo acabó con la sucesión inocente de la majestad de los seis, para mostrar que un rey malo merece la deshonra para el mérito de seis buenos, y que seis reyes buenos no recompensan la tiranía de uno que es malo.


Texto

Los apasionados de Julio César, que discurrían con la venganza de su muerte, dijeron que Junio Bruto no dejó hijo alguno, y que Marco Bruto decendía de un despensero de Junio. Mas Posidonio, filósofo, cuenta que Junio tuvo tres hijos; que murieron los dos, y que vivió el tercero. Y afirma que en su tiempo vio decendientes de Junio que se parecían a la estatua, y que ella los legitimaba con el semblante.


Discurso

Yo juzgo que no importa probar que fue su pariente, cuando ninguno sabrá probar que no fue él mismo. El que por su virtud merece ser hijo de otro, no lo siendo, tiene mejor línea que el que lo es y no lo merece. Marco Bruto fue varón tan grande, que igualmente es alabanza para Junio ser antecesor de Marco, como a Marco ser su decendiente.


Texto

Fue su madre Servilia, que se derivaba de Servilio Ahala, el que dio muerte a Spurio Melio con un puñal que traía escondido debajo del brazo, porque maquinaba hacerse tirano, concitando a sedición y motín el pueblo. Era Servilia hermana de Catón Uticense, a quien Marco Bruto reverenció más por las heroicas virtudes suyas que por ser su tío.


Discurso

Cuando concedamos a los que por desaliñarle la casta le dan por padre al despensero de Junio Bruto, hallaremos que por cualquiera parte deciende de puñal vengador de la libertad de Roma, y que de los antecesores nobles suyos no solo heredó Marco Bruto la virtud, sino que la creció. Y si alguno tuvo vil, no solo disminuyó su bajeza, sino la ilustró. Aquél es heredero de su linaje, en cuyas obras se admiran los valientes, en cuyas palabras se oyen los sabios. El noble infame no es hijo de nadie, porque de quien no lo es no lo puede ser, y de quien lo es no lo sabe ser. El que solo es noble por la virtud de sus mayores, dé gracias a que los muertos no pueden desmentir a los vivos; que, cuando cita sus agüelos, si pudieran hablar, tantos mentises oyera como agüelos blasona. Más honra tienen los difuntos que soberbia los vivos que los quieren deshonrar. Si el despensero fue padre de Marco Bruto, las acciones de su hijo le desparecieron de su linaje. Y por otra parte fue tan dichoso, que tuvo hijo de quien no mereció ser padre; siendo así que el nacer no se escoge, y no es culpa nacer del ruin, sino imitarle; y es mayor culpa nacer del bueno y no imitarle, cuanto es peor echar a perder lo precioso que lo vil, pues parece antes justicia que vicio el despreciarlo.


Texto

Fue inclinado a los estudios de la filosofía, y en ellos fatigó con felicidad, y mereció grande aplauso de los griegos. Prefirió la dotrina del divino Platón a todas, y siguiola. No aprobó la nueva y media Academia, y agradose más de la antigua, y siempre entre todos los sabios reverenció a Antíoco Ascalonita. Fue Marco Bruto en la lengua latina bien acomodado al estilo militar y cortesano. En la griega, con dicha afectó la brevedad lacónica. Prueban esta sentenciosa concisión sus cartas, donde pocas palabras dan luz a grandes discursos, sin que el letor eche menos lo que falta, ni deje de leer lo que no está escrito. Lo poco en sus epístolas parece que sobra, y lo que sobrara en otro no parece que falta en él. Uso de las palabras como de la moneda; razonaba oro, y no metal bajo; valía una razón ciento: tantos quilates subía su lenguaje.


Discurso

Puede el hombre con ardimiento y con bondad ser valiente y virtuoso; mas faltándole el estudio, no sabrá ser virtuoso ni valiente. Mucho falta al que es lo uno y lo otro, si no lo sabe ser. La valentía mal empleada se queda en temeridad, y la virtud necia hace mal en el bien que no sabe hacer; y es a veces peor la virtud viciosa y la valentía desatinada que la cobardía cuerda y el vicio considerado, cuanto es mejor lo malo que se enmienda que lo bueno que se empeora. Poco se diferencian el hacer mal con lo bueno, por no saber hacer bien, y el aprovechar el malo con lo malo, porque sabe hacer bien y mal. Dificultoso parece que de la virtud, siendo santa, pueda hacer delito el mal ejercicio. El oro es precioso, y dado en moneda es merced, y disparado en bala es muerte; y sin perder lo precioso queda culpado. El que dijo que las virtudes consistían en medio, no consideró el medio de la Geometría, sino el de la Arismética, que resulta de lo bastante, entre lo falto y lo demasiado: de la manera que la religión está con majestad entre la herejía menguada y la superstición superflua. Contrarios de la virtud son quien la quita números y quien se los añade, como el número siete lo deja de ser bajando a cinco y creciendo a nueve. El conocer en Marco Bruto que era virtuoso y que sabía serlo, le encaminó para su riesgo los buenos y los malos que en su edad vivieron en Roma. Los unos le acompañaban, los otros le aventuraron. Era apacible al pueblo su vida, y a los padres agradable su conversación y el estilo de sus escritos, en que ni él se cansaba ni cansaba; al revés de muchos que ponen la elegancia en no empezar a decir ni acabar de hablar. Lo que más le autorizó el seso, es afianzarle en que aborrecía las novedades cuando aprobó la Academia antigua contra las opiniones modernas. Esto fue promesa de su puñal contra la nueva introducción del imperio de Julio César. Perdió el mundo el querer ser otro, y pierde a los hombres el querer ser diferentes de sí mismos. Es la novedad tan mal contenta de sí, que cuando se desagrada de lo que ha sido, se cansa de lo que es. Y para mantenerse en novedad, ha de continuarse en dejar de serlo, y el novelero tiene por vida muertes y fallecimientos perpetuos. Y es fuerza, y que deje de ser novelero, u que siempre tenga por ocupación el dejar de ser.


Texto

Siendo mancebo, acompañó a su tío Catón, que fue inviado a Chipre contra Ptolomeo, habiendo Ptolomeo dádose muerte antes que llegase. Fue forzoso a Catón detenerse en Rodas; por esto invió a Canidio, su amigo, a Chipre a que guardase el tesoro; mas temiendo que éste no le contaría con manos abstinentes, escribió a Bruto que con toda diligencia se embarcase en Panfilia y fuese a Chipre, donde la cudicia de Canidio tuviese en su templanza estorbo honesto. Bruto obedeció al tío, aunque con desabrimiento, por juzgar la comisión forastera de sus estudios y de su inclinación, pues iba a ser sospecha de la legalidad de Canidio. Disimuló con apariencias creíbles la nota que le traía con su llegada. Y para excusarle la emienda, que le pudiera en la acusación ser culpa, le estorbó la culpa con la atención; y con grande alabanza de Catón, y sin nota de Canidio, no dejando verificar la sospecha, juntó el oro y plata, que en grande número fue llevado a Roma.


Discurso

Entonces las repúblicas se administran bien cuando invían ministros a las provincias distantes, que procuran antes estorbar los robos que castigar los que roban. Más hurtos padecen los príncipes en el castigo de los hurtos por algunos jueces, que en los hurtos por los ladrones. Quien estorba que no hurte su ministro, guarda su ministro y su hacienda. Quien le deja hurtar, pierde su hacienda y su ministro. Aquellos pecados se cometen más, que más veces se castigan; por eso el ahorrar castigos es ahorrar pecados. Pocas veces deja de defenderse el que roba, con lo propio que roba. Siempre los delincuentes fueron alegrón y hacienda de los malos jueces: por esto los buscan, para hallarlos, no para corregirlos. No quiso Catón que Canidio pudiese hurtar; no le dejó Bruto que hurtase; quedó Roma deudora a los dos de lo que era suyo dos veces: la una porque se lo dieran, la otra porque no se lo dejaron quitar. Las monarquías se descabalan del número de sus reinos cuando a gobernarlos invían ministros que vuelven opulentos con los triunfos de la paz. Confieso que esto es empezarse a caer; mas, como empiezan a caerse por los cimientos, juntamente es acabarse de caer. Pocas leyes saben convencer de delincuente al que hurta con consideración. Consideración llamo hurtar tanto que, habiendo para satisfacer al que invidia, y para acallar al que acusa, y para inclinar al que juzga, sobre mucho para el delincuente que hurtó para todos. De aquél tiene noticia la horca, que hurtó tan poco, que antes de la sentencia faltó qué le pudiesen hurtar.


Texto

Después que con las armas de Pompeyo y César y con los tumultos del Imperio fue amotinada la paz de la república, Bruto se inclinó a la facción juliana, porque su padre había sido muerto por Pompeyo; mas, considerando después que era obligado antes a asistir a la razón de su patria que a la suya, y juzgando por más honesta la causa de tomar las armas en Pompeyo que en César, se llegó a Pompeyo, si bien antes, cuando le vía, no le saludaba, teniendo por maldad impía comunicar, aun con la cortesía, al matador de su padre. Empero por entonces se sujetó a él, como capitán de su patria y defensor del bien y libertad pública, y con Sestio, que iba por gobernador a Cicilia, fue por legado; y no hallando allí alguna obra preclara en que ejercitarse, estando César y Pompeyo presentándose la batalla, peleando por la majestad del mundo, a la confederación del peligro vino a Macedonia; a quien Pompeyo recibió con grandes demostraciones de estimación y alegría, levantándose a abrazarle, de su asiento, prefiriéndole en el agasajo a todos los grandes capitanes que le asistían.


Discurso

Ésta de Marco Bruto fue acción fiscal contra todos aquellos que prefieren el interés propio a la utilidad común. Era Pompeyo enemigo suyo por causa tan justificada como haberle muerto a su padre. Era Pompeyo entonces padre de su patria: acudió Bruto al parentesco universal, y apartose del propio; mas no sin cumplir con él. No hacía cortesía a la persona de Pompeyo; mas reverenciaba su oficio, aprobaba su intento y seguía sus armas. Fue tan buen hijo de su patria, como de su padre. El que es cumplidamente bueno, con todo cumple bien. Era enemigo de la persona de Pompeyo, y no de su oficio. Si se juntara a César, fuera buen hijo y mal ciudadano. Juntándose a Pompeyo, fue buen ciudadano y dos veces buen hijo. Aquel hombre que pierde la honra por el negocio, pierde el negocio y la honra. Infinitas vitorias ha dado a los enemigos el interés de los propios. Ningún contrario tienen contra sí los príncipes tan grande como el propio vasallo que quiere más la vitoria para el enemigo que para su general, movido de invidia de su acierto. Observación es más verdadera que convenía lo fuese en los consejos de guerra, porque no se logre la cordura experimentada del que bien propone, votar los más en favor del adversario. ¡Oh alevosa maldad, que quiera más el ignorante perderse que seguir el parecer del que le salva! Aquel monarca que de sus consultas elige por bueno lo que votaron los más, es esclavo de la multitud, debiendo serlo de la razón. Si el príncipe no sabe por muchos, muchos son los que le engañan; pues quien juzga por lo que oye, y no por lo que entiende, es oreja y no juez. Marco Bruto siguió al que mató a su padre, y dejó al que pretendía acabar con su madre Roma. Al uno mató, y al otro hizo matar (como veremos), sin pecar contra el bien común ni olvidarse del particular. Fue a Cilicia, y no hallando ocasión generosa en que merecer se fue a buscar en el campo de Pompeyo el último peligro en la batalla de Farsalia. Marco Bruto, por haber servido en Chipre y enriquecido a Roma con el tesoro de Ptolomeo, y por haber servido en Cilicia en esta legacía, no pidió al Senado merced alguna. Él, buscando el peligro en la batalla que necesitaba dél, se dio lo que deseaba y se ahorró la molestia del pedir. Tienen acabado y mendigo el mundo, no los premios que se piden por los servicios sino los premios que se piden por los premios. Infame modo de enriquecer han hallado los facinorosos: pedir que les den porque pidieron, y luego piden que les den porque les dieron. La causa desta maldad está en que los cudiciosos piden que les den algo a los que lo toman todo para sí. Por esto los unos pueden pedir y los otros no pueden negar. A todas las partes que fue Marco Bruto, fue inviado sin su ruego ni su pretensión. Verres estuvo en Cilicia hasta que toda Cilicia estuvo en Verres. Volviose Verres a Roma: quedó Cilicia sin Verres; mas no se vino Verres sin Cilicia. Marco Bruto entró en Cilicia; Cilicia no entró en Marco Bruto: halló en la riqueza suya lo que despreciaba, y en su paz lo que no pretendía. Aquél que se estuvo y se enriqueció, había menester a Cilicia; Cilicia había menester a éste, que se vino a Macedonia ofreciéndose al riesgo.


(Continues...)

Excerpted from Vida De Marco Bruto by Francisco De Quevedo Y Villegas. Copyright © 2015 Red ediciones S.L.. Excerpted by permission of Red Ediciones.
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Table of Contents

Contents

CRÉDITOS, 4,
PRESENTACIÓN, 9,
VIDA DE MARCO BRUTO, 11,
DEDICATORIA, 11,
APROBACIONES, 12,
APROBACIÓN DEL DOCTOR DON ANTONIO CALDERÓN, CANÓNIGO MAGISTRAL DE LA SANTA IGLESIA DE TOLEDO, 12,
JUICIO QUE DE MARCO BRUTO HICIERON LOS AUTORES EN SUS OBRAS, 13,
DE LA MEDALLA DE BRUTO Y DE SU REVERSO, 17,
A QUIEN LEYERE, 17,
PRIMERA PARTE DE LA VIDA DE MARCO BRUTO, 21,
ORACIÓN DE CASIO, 49,
CASIO A BRUTO, 50,
ORACIÓN DE BRUTO, 53,
ORACIÓN DE LIGARIO, 55,
ORACIÓN DE PORCIA, 58,
SEGUNDA ORACIÓN DE PORCIA, 59,
ORACIÓN PRIMERA DE BRUTO, 77,
ORACIÓN SEGUNDA DE BRUTO, 78,
ORACIÓN DE MARCO ANTONIO, 84,
CARTA DE BRUTO A CICERÓN, 86,
CUESTIONES POLÍTICAS, 91,
INSTRUCCIÓN, 93,
RESPUESTA DEL REY CATÓLICO AL ALCAIDE FRANCISCO PÉREZ DE BARRADAS, 96,
LIBROS A LA CARTA, 105,

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