Malinche Spanish Version: Novela

Malinche Spanish Version: Novela

by Laura Esquivel
Malinche Spanish Version: Novela

Malinche Spanish Version: Novela

by Laura Esquivel

eBookSpanish-language Edition (Spanish-language Edition)

$13.99 

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Overview

Cuando Malinalli conoce a Hernán Cortés, asume que se trata del propio Dios Quetzalcóatl que regresa a liberar a su pueblo. Los dos se enamoran apasionadamente, pero este amor pronto es destruido por la desmedida sed de conquista, poder y riqueza de Cortés.

A lo largo de la historia de México Malinalli/Malinche ha sido conocida por su traición al pueblo indio. Pero recientes investigaciones históricas han demostrado que Malinalli fue la mediadora entre dos culturas, la hispánica y la indígena; y entre dos lenguas, el español y el náhuatl.

Lo que Esquivel ha hecho en esta novela es desafiar la mitología tradicional mediante un retrato muy temperamental del Adán y la Eva de la cultura mestiza, Cortés y Malinalli, con la caída del imperio azteca como telón de fondo. Contada con el lirismo de la tradición cantarina y pictórica del náhuatl, Laura Esquivel nos brinda un mito fundacional de la cultura híbrida del Nuevo Mundo y una extraordinaria historia de amor.

Product Details

ISBN-13: 9781416535881
Publisher: Atria Books
Publication date: 05/31/2006
Sold by: SIMON & SCHUSTER
Format: eBook
Pages: 208
Sales rank: 1,011,233
File size: 955 KB
Language: Spanish

About the Author

Laura Esquivel was born in Mexico City in 1950. Her first novel, Like Water for Chocolate, has sold more than four and a half million copies around the world and remained on the New York Times bestseller list for more than a year. She currently lives in Mexico.

Hometown:

Mexico City, Mexico

Date of Birth:

September 30, 1951

Place of Birth:

Mexico City, Mexico

Read an Excerpt

Capítulo Uno

Primero fue el viento. Más tarde, como un relámpago, como una lengua de plata en el cielo, fue anunciada en el Valle del Anáhuac la tormenta que lavaría la sangre de la piedra. Fue después del sacrificio que la ciudad se oscureció y se escucharon atronadoras descargas, luego apareció en el cielo una serpiente plateada que se vio con la misma fuerza en muy distintos lugares. Enseguida comenzó a llover de una manera pocas veces vista. Llovió toda la tarde y toda la noche y al día siguiente también. Durante tres días no cesó de llover. Llovió tanto, que los sacerdotes y sabios del Anáhuac se alarmaron. Ellos estaban acostumbrados a escuchar y a interpretar la voz del agua pero en esa ocasión sintieron que Tláloc, el Dios de la Lluvia, no sólo trataba de decirles algo sino que, por medio del agua, había dejado caer sobre ellos una nueva luz, una nueva visión que daría otro sentido a sus vidas, y aunque aún no sabían claramente cuál era, así lo sentían en sus corazones. Y antes de que sus mentes interpretaran correctamente la profundidad del mensaje, que el agua explicaba cada vez que se dejaba caer, la lluvia cesó y el sol resplandeciente se reflejó en la multitud de espejos, de pequeños lagos, ríos y canales que las lluvias habían dejado repletos de agua.

Ese día, lejos del Valle del Anáhuac, en la región de Painala, una mujer luchaba por dar a luz a su primogénito. La lluvia ahogaba sus pujidos. Su suegra, que actuaba como partera, no sabía si prestar oídos a su parturienta nuera o al mensaje del Dios Tláloc.

No le costó trabajo decidirse por la esposa de su hijo. El parto era complicado. A pesar de su larga experiencia nunca había asistido a un alumbramiento como ése. Durante el baño en temascal -- inmediatamente anterior al parto -- ella no había detectado que el feto viniera mal acomodado. Todo parecía estar en orden. Sin embargo, el esperado nacimiento se tardaba más de lo común.

Su nuera tenía un buen rato desnuda y en cuclillas pujando afanosamente y no lograba dar a luz. La suegra, previendo que el producto no pudiera pasar por la pelvis comenzó a preparar el cuchillo de obsidiana con el que partía en pedazos el cuerpo de los fetos que no alcanzaban a nacer. Lo hacía dentro del vientre de sus madres, para que éstas los pudieran expulsar con facilidad y de esta manera al menos ellas salvaran sus vidas. De pronto, la futura abuela -- arrodillada frente a su nuera -- alcanzó a ver la cabeza del feto emergiendo de la vagina y retrocediendo al momento siguiente, lo cuál le indicó que probablemente traía el cordón umbilical enredado en el cuello. De repente, una pequeña cabeza asomó entre las piernas de su madre, con el cordón umbilical entre los labios, como si una serpiente amordazara la boca del infante. La abuela interpretó esa imagen como un mensaje del dios Quetzalcóatl que en forma de serpiente se enredaba en el cuello y en la boca de la criatura. La abuela aprovechó la ocasión para meter su dedo y desenredar el cordón. Por unos momentos -- que parecieron una eternidad --, nada sucedió. La fuerte lluvia era el único sonido que acompañaba los gemidos de la joven parturienta.

Después de que el agua habló, un gran silencio fue sembrado y sólo lo rompió el llanto de una niña a quien nombraron Malinalli por haber nacido en el tercer carácter, de la sexta casa.

La abuela dio voces de guerrero para informar a todos que su nuera, como buena guerrera, había salido vencedora en su combate entre la vida y la muerte. Enseguida abrazó el cuerpo de su nieta contra su pecho y la besó repetidamente.

La recién nacida, hija del Tlatoani de Painala, fue recibida por los brazos de su abuela paterna. La abuela presintió que esa niña estaba destinada a perderlo todo, para encontrarlo todo. Porque solamente alguien que se vacía puede ser llenado de nuevo. En el vacío está la luz del entendimiento y el cuerpo de esa criatura era como un bello recipiente en el que se podían volcar las joyas más preciosas de la flor y el canto de sus antepasados pero no para que se quedaran eternamente ahí sino para ser recicladas, transformadas y vaciadas de nuevo.

Lo que la abuela no alcanzó a percibir fue que la primera pérdida que esa niña iba a experimentar en su vida, estaba demasiado cerca y, mucho menos, que ella misma se iba a ver fuertemente afectada. Así como la Tierra primero había soñado con las flores, con los árboles, con los lagos y los ríos de su superficie, así la abuela había soñado con esa niña. Lo último que en ese momento hubiera pensado era que podría perderla. Presenciar el misterio de la vida era lo suficientemente impactante para evitar pensar en la muerte, en cualquiera de sus manifestaciones: el abandono, la pérdida, la desaparición. No, su mente y su corazón lo único que deseaban en ese momento era festejar la vida. Por tanto la abuela, quien había participado activamente durante todo el parto, miró con alegría y llena de embeleso cómo Malinalli abría los ojos y movía vigorosamente sus brazos.

Después de darle un beso en la frente, la depositó en los brazos de su padre, el Señor de Painala y procedió a efectuar el primer ritual del nacimiento, que consistía en el corte del cordón umbilical. Lo efectuó con una pieza de obsidiana que ella misma había preparado especialmente para la ocasión. La piedra había sido pulida con tanto esmero, que más parecía un refulgente espejo negro, que un cuchillo. Al momento del corte, la pieza de obsidiana capturó los rayos de sol que se filtraban por el techo de palma y los reflejó con fuerza en el rostro de la abuela. Los poderosos rayos de luz del astro solar atravesaron las pupilas de la abuela con tal magnificencia que dañaron irremediablemente su vista. En ese momento pensó que tal vez ése era el sentido de los alumbramientos: el acercamiento a la luz. También comprendió que al estar ayudando a su nuera a dar a luz, se había convertido en un eslabón más de la cadena femenina formada por generaciones de mujeres que se daban luz unas a otras.

Enseguida, la abuela depositó cuidadosamente a su nieta sobre el pecho de su nuera para que le diera la bienvenida. Al escuchar el latido de su madre, la niña se supo en lugar conocido y dejó de llorar. La abuela, tomó la placenta y salió a enterrarla junto a un árbol del patio trasero de la casa. La tierra estaba tan húmeda a causa de la lluvia que el entierro se efectuó mitad en la tierra y mitad en el agua. La otra mitad del ombligo de Malinalli más bien fue ahogado en la tierra. Con él, se sembraba la vida y se le devolvía a la tierra su origen. El cordón que une a la tierra con el cielo entregaba el alimento al alimento.

Pocos días después, la niña fue bautizada por su propia abuela, pues la tradición indicaba que debía hacerlo la partera que había traído una hembra al mundo. La ceremonia se realizó a la hora en que salió el sol. La niña estaba ataviada con un huipil y unas alhajas pequeñas que su abuela y su madre habían elaborado personalmente para ella. En medio del patio pusieron una palangana de barro pequeña y junto a ella colocaron una petaquilla, un huso y una lanzadera.

Sobre unos anafres de cerámica bellamente decorados, se puso a quemar copal. La abuela, con un incensario en la mano, se dirigió hacia el lugar por donde el sol estaba saliendo y le dijo al viento:

-- Señor del Soplador, mueve mi abanico, elévame a ti, dame tu fuerza. Señor.

Como respuesta, un leve viento le rozó la cara y supo que el momento era propicio para el saludo a los cuatro vientos. Giró lentamente hacia los cuatro puntos cardinales mientras pronunciaba unas oraciones. Luego pasó el incensario por debajo del cuerpo de su nieta, quien era sostenida en vilo por las manos de sus padres, que la ofrendaban al viento. La pequeña figura, recortada sobre el azul del cielo, pronto se cubrió con el humo del copal, signo de que había comenzado su purificación.

A continuación, la abuela dejó el incensario en su sitio y tomó a la niña entre sus brazos, la levantó nuevamente hacia el cielo, tomó agua con los dedos y se la dio a probar mientras decía:

-- Ésta es la madre y el padre de todas nosotras, se llama Chalchiuhtlicue, la diosa del agua, tómala, recíbela en la boca, ésta es con la que has de vivir sobre la tierra.

Luego, tomando agua nuevamente con los dedos, se la puso en el pecho mientras decía:

-- Ve aquí con la que has de crecer y reverdecer, la cual purificará y hará crecer tu corazón y tus entrañas.

Finalmente, ayudada por una jícara, le echó agua sobre su cabeza mientras le decía:

-- Cata aquí el frescor y la verdura de Chalchiuhtlicue que siempre está viva y despierta, que nunca duerme ni dormita; deseo que esté contigo y te abrace y te tenga entre sus brazos para que seas despierta y diligente sobre la tierra.

Enseguida, le lavó las pequeñas manos para que no hurtara y los pies y las ingles para que no fuera carnal. A continuación, pidió a Chalchiuhtlicue, la diosa del agua, que sacara del cuerpo de la niña todo mal, que lo apartara, que se lo llevara con ella y finalmente le dijo:

-- A partir de hoy serás llamada Malinalli, ese nombre será tu sino, el que por nacimiento te corresponde.

Para finalizar la ceremonia, el padre de Malinalli la tomó entre sus brazos y le dijo las acostumbradas palabras de bienvenida, en las que se expresaba a manera de oración o de cántico el acogimiento que le daban a los recién nacidos a esta nueva vida:

-- Aquí estás mi hijita, la esperada por mí, la soñada, mi collar de piedras finas, mi plumaje de quetzal, mi hechura humana, la nacida de mí. Tu eres mi sangre, mi color, en ti está mi imagen. Mi muchachita, mira con calma: he aquí a tu madre, tu señora, de su vientre, de su seno, te desprendiste, brotaste. Como si fueras una yerbita, así brotaste. Como si hubieras estado dormida y hubieras despertado. Ahora vives, has nacido, te ha enviado a la tierra el Señor Nuestro, el dueño del cerca y del junto, el hacedor de la gente, el inventor de los hombres.

En ese momento, el padre de Malinalli sintió en su mente una inspiración que no le pertenecía y en lugar de continuar con las tradicionales palabras de bienvenida, su lengua habló con otro canto:

-- Hija mía, vienes del agua, y el agua habla. Vienes del tiempo y estarás en el tiempo y tu palabra estará en el viento y será sembrada en la tierra. Tu palabra será el fuego que transforma todas las cosas. Tu palabra estará en el agua y será espejo de la lengua. Tu palabra tendrá ojos y mirará, tendrá oídos y escuchará, tendrá tacto para mentir con la verdad y dirá verdades que parecerán mentiras. Y con tu palabra podrás regresar a la quietud, al principio donde nada es, donde nada está, donde todo lo creado vuelve al silencio, pero tu palabra lo despertará y habrás de nombrar a los dioses y habrás de darle voces a los árboles y harás que la naturaleza tenga lengua y hablará por ti lo invisible y se volverá visible en tu palabra. Y tu lengua será palabra de luz y tu palabra, pincel de flores, palabra de colores que con tu voz pintará nuevos códices.

Ese año de 1504, cuando el joven Hernán Cortés pisó la isla de La Española (isla que actualmente comprende República Dominicana y Haití) y se dio cuenta de que había un mundo que no era el suyo, su imaginación se llenó de deseos.

Como buen hijo único, estaba acostumbrado a tener todo aquello que su antojo reclamaba. Durante su etapa de desarrollo nunca había tenido que compartir sus juguetes con nadie y en consecuencia, era un niño caprichoso que en cuanto deseaba algo, de inmediato se lo apropiaba. Con estas características, no es de extrañar que al descubrir tierras nuevas, su mente fuera cobijada por la ambición.

Había llegado a La Española por su propia voluntad, sin pertenecer a ningún ejército u orden alguna. Lo que lo había traído, aparte de un delirio de grandeza y un ansia por conocer el mundo, era un deseo de libertad. Los constantes mimos de su madre lo ahogaban, lo convertían en un niño débil y enfermizo. Su espíritu aventurero se sentía prisionero del cerco paterno. Por otro lado, las enormes expectativas que sus padres tenían puestas sobre él eran un compromiso, un lastre cuyo peso lo atormentaba. Nunca se lo dijeron abiertamente, pero él sentía en su corazón que a sus padres les decepcionaba su corta estatura. Le faltaba altura para formar parte de una orden de caballería o un ejército. Así que le quedaban tres opciones: ser paje en la corte del rey, ser cura o estudiar una buena profesión.

Su padre nunca logró que Hernán fuese aceptado como paje así que esa posibilidad quedó descartada. Lo colocaron como monaguillo en la iglesia, pero no pasó de ahí, tal vez porque su carácter no se prestaba para servir a Dios de esa manera. Por último, Cortés asistió a la Universidad de Salamanca, donde aprendió latín y estudió por algún tiempo leyes, sin embargo, prefirió levantar el ancla y zarpar al nuevo mundo en busca de oportunidades. Quería demostrarle a su madre que no era tan chaparro como ella pensaba, que no necesitaba de tantos estudios para tener dinero y poder. Él deseaba ser rico, los nobles eran ricos y los ricos hacían lo que querían.

Ahí, en la Española, su futuro dependía de él y sólo de él. Casi de inmediato tomó contacto con los jefes españoles de la isla, principalmente con el gobernador, Nicolás de Ovando y con varios de sus allegados. Conversó con ellos, se enteró de la forma de vida que este nuevo mundo les ofrecía a todos ellos. Sin tardanza, ofreció soluciones a los problemas de control, diseñó proyectos y los convenció de que él era el indicado para llevarlos a cabo.

En poco tiempo se ganó la confianza y la estima de sus jefes, pues no solamente había ganado combates sobre los aborígenes y ayudado a apagar revueltas, sino que había diseñado rutas y caminos para recorrer el espacio en menos tiempo y con mucha más seguridad, dando como resultado que le fuera otorgada una encomienda de considerable valor en tierras donde se sembraba caña de azúcar. Para Cortés, esto no fue suficiente. Su mente ambiciosa no estaba satisfecha. Él necesitaba oro. Todo el oro que hubiera a su alcance. Quería deslumbrar a todos.

Una mañana, liberándose del miedo de perder su buena apariencia, decidió quitarse las botas -- que le aumentaban un poco su corta estatura --, aflojar y despojarse de las vestimentas para sentir su cuerpo tal y como la naturaleza lo había creado. Le urgía descansar sus pies agrietados e infectados por una gran variedad de hongos. Los había pescado a bordo del barco que lo trajo de España y no había podido deshacerse de ellos.

El placer de caminar con los pies descalzos sobre la arena motivó su espíritu. La paz de esa mañana era tan grande que agradeció a Dios la vida que la había dado y la oportunidad que le brindaba de vivir ese momento histórico. Caminó rumbo al mar y dejó que las aguas lavaran sus pies. De inmediato sintió alivio y supo que el mar purificaría sus heridas de la misma manera en que lo hacía con las ropas de los marineros en alta mar. Durante los largos recorridos marítimos, la única manera que había de lavar la ropa era amarrándola fuertemente dentro de una red la cual tiraban por la borda y mientras el barco avanzaba, el mar penetraba las fibras de la tela, la limpiaba de impurezas y la dejaba completamente limpia. Se quedó un buen momento ahí, dejando que las olas, le lavaran las heridas.

Ahí, parado frente al horizonte, recordó los largos días de travesía, en los que recargado en la borda del barco observó el cielo y las estrellas hasta abrir su mente y entender por primera vez y con toda claridad la redondez de la tierra y el cosmos infinito.

Más tarde, cuando salió del agua, se recostó sobre la hierba para que sus pies recibieran los benéficos y purificadores rayos solares. Con un brazo cubrió sus ojos para protegerlos del sol de mediodía y relajó su mente. El ruido lejano de las olas lo arrulló y el sueño lo venció por un instante. Un sólo instante bastó para que en un descuido, un venenoso escorpión lo picara y descargara todo su veneno en su cuerpo.

Por tres días Cortés se debatió entre la vida y la muerte.

Fueron días de lluvia y de rezos. Un fuerte temporal azotó la isla y no paró de llover día y noche. Cortés ni siquiera se dio cuenta de los truenos, sus compañeros españoles que le prestaron ayuda, escucharon admirados y asustados lo que en sus delirios decía. Habló en latín y en lenguas extrañas. Habló en gritos y en susurros. Les dijo que había un sol enorme que crecía y crecía. Un sol que al explotar iba a derramar sangre por doquier; que los seres humanos iban a volar por los aires sin tener tierra firme donde reposar, que habría lágrimas y un insoportable olor a muerte invadiría todo su cuerpo; pronunció nombres de reyes moros, habló de las derrotas históricas de España, se lamentó de la crucifixión de Cristo, se encomendó a la Virgen de Guadalupe, vociferó maldiciones y afirmó que había sido una serpiente, una gran serpiente la que lo había mordido, una serpiente que se elevaba por los aires y que volaba frente a sus ojos y así deliró, hasta que se quedó completamente dormido. Algunos lo dieron por muerto y estaba tan en paz que pensaron en enterrarlo a la mañana siguiente, pero cuando llegaron al lugar para darle un santo entierro descubrieron que Cortés había abierto los ojos y se recuperaba milagrosamente. Observaron en él una transformación y se dieron cuenta de que su semblante proyectaba una nueva fuerza, un nuevo poder. Todos lo felicitaron y le dijeron que había nacido de nuevo.

Copyright ©2006 por Laura Esquivel

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GUÍA PARA GRUPOS DE LECTURA
Malinche

Laura Esquivel
La india Malinalli, amante de Hernán Cortés, se convierte en uno de los testigos y participantes más importantes de la conquista de México. Bautizada por los españoles con el nombre de Doña Marina, Malinalli llega a ser agente mediadora, consejera y maestra del conquistador. Vivió una corta y agitada vida de esclavitud, privilegio y aventura.
Desde temprana edad la joven poseía el don de la palabra hablada. Así, Cortés la llamaba la Lengua por su poder de traducir y trasmitir al idioma náhuatl las palabras de los españoles.
Malinalli y los indígenas de México confunden la llegada de Hernán Córtes con el mítico retorno de Quetzalcóatl, quien debía regresar a salvar a su pueblo de la esclavitud. La proximidad a los conquistadores, que le da el poder de la palabra, la hace descubrir pronto su avaricia, su codicia y sus deseos de ganancia.
En Malinche, Laura Esquivel, con su reconocida sensualidad, nos recuerda que la vida y la literatura son una sola cosa. Malinche es una novela agridulce que narra una historia llena de amor, valentía, lealtad y perdón dentro del marco de la conquista de México. En esta novela de aprendizaje, Esquivel nos ofrece, además, una nueva manera de entender y apreciar la compleja vida del legendario personaje de Malinalli. Al final, la heroína encuentra la reconciliación y su propia versión de la verdad y del amor.
Preguntas para el grupo de lectura
1. Los españoles consideraban que la conquista era un mandato de Dios, que ellos habían sido escogidos para conquistar México. También Malinalli creía tener un mandato. Discuta los momentos en los cuales Malinalli se siente defensora de su pueblo.
2. El maíz, un alimento de origen divino, símbolo de fertilidad y regeneración, está muy presente en esta novela. Discuta el papel que juega el maíz en la novela.
3. La lealtad de Malinalli hacia Cortés fue, hasta cierto momento, absoluta. Discuta cuándo Malinalli comienza a dudar de los españoles. Explique cómo Malinalli cambia de opinión sobre Cortés. Busque ejemplos en la novela en que se demuestre la vulnerabilidad del conquistador.
4. Describa cómo se siente Malinalli cuando llega junto a los españoles al palacio de Moctezuma. ¿Qué cambio ha experimentado su situación desde que se unió a los españoles? ¿Qué sentimientos comparten Malinalli y Moctezuma?
5. La estructura narrativa de Malinche alterna entre el pasado y el presente de la vida de Malinalli. ¿Dónde y cuándo ocurren los mejores momentos de lucidez y recogimiento de Malinalli? Discuta por qué.
6. ¿Cómo utiliza Esquivel los personajes para representar las fuerzas en conflicto? ¿Cómo utiliza algunos lugares — el lago, Tenochtitlán, el cerro de Tepeyac — para crear la atmósfera, el ambiente y el sentido narrativo?
7. El tema del abandono está presente a lo largo de toda la novela. Discuta el abandono de Malinalli por su madre y por Cortés. ¿Cómo la perjudica? ¿Los perdona? ¿Cómo Malinalli se reconcilia con su hijo?
9. Discuta algunos temas importantes de la novela: el amor imposible, el mestizaje y la traición. ¿Cree que Malinalli/Doña Marina es, a la vez, símbolo de la entrega y de la traición?
10. En la novela existe un conflicto entre culturas y entre el idioma español y el náhuatl. ¿Cómo percibe Malinalli los dos idiomas? ¿En qué momento escoge dirigirse a su hijo en su idioma náhuatl? ¿Quién le enseña a Malinalli la importancia del lenguaje?
11. En la novela, el conocimiento de idiomas le confiere poderes a Malinalli, que se siente "valorada, igual o más que una cuenta de cacao" (62). ¿Por qué Malinalli se compara a este fruto?
12. ¿Por qué Malinalli se perfora la lengua ante el rechazo de Cortés? ¿A quién castiga? ¿Sólo a sí misma o, también, a Cortés?
13. El Cerro del Tepeyac tiene una gran importancia en la historia religiosa mexicana. ¿Qué papel juega en esta novela? ¿Por qué razón Malinalli llega hasta allí?
14. Si ha leído alguna otra novela de Laura Esquivel — Como agua para chocolate, La ley del amor, Íntimas suculencias, Tan veloz como el deseo — , discuta las diferencias y similitudes de los personajes.
Sugerencias para el grupo de lectura
Cuando se reúnan para leer la novela, preparen unos refrescantes jugos naturales típicos de México. Por ejemplo, agua de Jamaica, acompañada con pico de gallo y tortillas de maíz. También, pueden preparar un buen chocolate caliente (con canela y polvo de chile).
Visiten la colección de arte precolombino mexicano de algún museo cercano. Allí admirarán las estatuillas de los dioses mencionados en la novela, así como las joyas y vestimentas de los mexicanos de la época.
Tengan como guía en todas sus reuniones un mapa o atlas de la época de la conquista que muestre la ciudad de Tenochtitlán y otro monumento actual de México. Por medio de éstos, podrán informarse sobre la población indígena y la trayectoria de los españoles durante la conquista de la región.
Como ayuda, busquen también reproducciones de ilustraciones de Malinalli en varios lugares, como los lienzos de Tlaxcala. En éstos verán a Malinalli vestida con huipil. Consigan, además, reproducciones de los murales de Diego Rivera y José Clemente Orozco, y observen y discutan cómo estos pintores han reproducido la imagen de Malinalli.

Introduction

Summary:

In Malinche Laura Esquivel reimagines the relationship between the Spaniard Hernán Cortés and the Indian woman Malinalli, his interpreter and mistress during his conquest of the Aztecs. Malinalli meets Cortés and, like many, including the Aztec King Montezuma, suspects that he is the returning forefather god of their tribe, Quetzalcoatl. She assumes that her task is to welcome Cortés/Quetzalcoatl and help him destroy the Aztec empire and free her people, but she gradually comes to realize that Cortés's thirst for conquest is all too human.

Throughout Mexican history, Malinalli has been reviled for her betrayal of the Indian people. But recent historical research has shown that her role was much more complex. She was the mediator between two cultures, Hispanic and Native American, and three languages, Spanish, Mayan, and Náhuatl. She was also a slave, trying to rebel against the barbarous culture of her masters -- the Aztecs. But her loyalty was to her own people, whom she was trying to set free.

Laura Esquivel challenges the traditional mythology through a character-driven portrait of the Adam and Eve of mestizo culture, Cortés and Malinalli, with the backdrop of the fall of the Aztec Empire. Told with the lyricism of the Náhuatl song tradition and pictorial language, she gives us a creation myth of the new world hybrid culture and a legendary affair.

Group Questions

1. Laura Esquivel dedicated Malinche to the wind. What does this symbolize, and what other dedications would be appropriate for this book?

2. Other than Malinalli's affair with Cortés and her eventualmarriage to Jaramillo, the relationships she has in the book are maternal. Discuss the themes represented by Malinalli as granddaughter, daughter, and mother.

3. How did you feel about the drawings, which represent Malinalli's telling of the story, at the beginning of each chapter? Did you realize they were codices? Were you able to "read" them? Did they enhance your understanding of the story?

4. Malinalli's father tells her "Your word will have eyes and will see, will have ears and will hear, will have the tact to lie with the truth and to tell truths that will seem like lies" (page 9). To what extent was her father's prayer realized?

5. What forms of power might a translator have? Which ones did Malinalli have as a woman and a slave? Which ones do you think she used or was tempted to use? Was she aware of her own power?

6. Malinalli finds meaning in the Christian rituals, linking them to her culture's stories and deities. Were you surprised at how easily she was able to embrace both traditions?

7. Which rituals and symbols are common to both the indigenous Indian religion and to Christianity? How does your own faith affect your response to Malinalli?

8. Toward the end of the tale Malinalli questions the role of human sacrifice and the loss of life in war. Would a woman of that time and status have such progressive ideas? Discuss other times in the novel where she demonstrates such forward thinking. When does she not?

9. History and fiction intertwine in any work of historical fiction. As you read Malinche, did you find yourself wondering which details were historical and which were the fruit of the author's imagination?

10. How do you think the derogatory usage of the word "Malinche" affected the author's desire to reimagine Malinalli's story?

11. Malinalli says, "the search for the gods is the search for oneself"(Page 178). How does faith, the pursuit of meaning, and the desire to understand deity frame this novel?

12. Ultimately, how do you view Malinalli? As a traitor, a martyr, or as a heroine?

Enhance Your Book Club

1. Review the images from the front of the book. As a group, create a codex (storytelling through images) of a recent event in your group or town, utilizing sketches, photographs, or symbols but no words or letters. Or each group member could create a codex, which the rest of the group could then attempt to "read."

2. Identify a restaurant or cookbook that specializes in traditional foods of Mexico, such as Rick Bayless Mexican Chicken (simonsays.com/content/book.cfm?sid=33&pid=405956). Share a meal together that highlights the Indian and Spanish ingredients Malinalli features in her new mestizo dishes.

3. Purchase postcards or look online for the flag of modern-day Mexico and find out what the central image signifies. (Hint: It determined the site of Tenochtitlán.)

4. Seek an opportunity to further understand Malinalli's world by visiting a museum or art exhibit together.

5. Laura Esquivel is a screenwriter, and her first novel became the award-winning film Like Water for Chocolate. Discuss how you would film her novel Malinche. If you have read Like Water for Chocolate, which themes do you see repeated in Malinche?

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