

Paperback(Spanish-language Edition)
Overview
En El Gran Divorcio, en un sueño, C. S. Lewis se sube a un autobús una tarde lloviznosa y se embarca en un increíble viaje por el Cielo y el Infierno. Este es el punto de partida para la profunda meditación sobre el bien y el mal.
Un fantástico viaje entre el Cielo y el Infierno En El Gran Divorcio, C. S. Lewis de nuevo utiliza su formidable talento para contar fábulas y alegorías. En un sueño, el escritor se sube a un autobús una tarde lloviznosa y se embarca en un increíble viaje por el Cielo y el Infierno. Este es el punto de partida para la profunda meditación sobre el bien y el mal. "Si insistimos en quedarnos con el Infierno (o incluso la Tierra) no veremos el Cielo: si aceptamos al Cielo no podremos quedarnos ni siquiera con el más pequeño e íntimo souvenir del Infierno."
In this book C.S. Lewis, in a dream, finds himself in a bus which travels between Hell and Heaven. This is the starting point for an extraordinary meditation upon good and evil which takes issue with William Blake’s The Marriage of Heaven and Hell.
The writer, in a dream, finds himself in a bus which travels between Hell and Heaven. This is the starting point for an extraordinary meditation upon good and evil which takes issue with William Blake’s The Marriage of Heaven and Hell. In Lewis’s own words, ‘If we insist on keeping Hell (or even earth) we shall not see Heaven: if we accept Heaven we shall not be able to retain even the smallest and most intimate souvenirs of Hell.’ “I think it is unlikely that if other books as generally entertaining ... appear this year, they will be as generally instructive.” W.H. Auden, Saturday Review
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Product Details
ISBN-13: | 9780061140006 |
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Publisher: | HarperCollins Publishers |
Publication date: | 03/28/2006 |
Edition description: | Spanish-language Edition |
Pages: | 144 |
Product dimensions: | 5.31(w) x 8.00(h) x 0.32(d) |
Language: | Spanish |
Age Range: | 18 Years |
About the Author

Clive Staples Lewis (1898-1963) fue uno de los intelectuales más importantes del siglo veinte y podría decirse que fue el escritor cristiano más influyente de su tiempo. Fue profesor particular de literatura inglesa y miembro de la junta de gobierno en la Universidad Oxford hasta 1954, cuando fue nombrado profesor de literatura medieval y renacentista en la Universidad Cambridge, cargo que desempeñó hasta que se jubiló. Sus contribuciones a la crítica literaria, literatura infantil, literatura fantástica y teología popular le trajeron fama y aclamación a nivel internacional. C. S. Lewis escribió más de treinta libros, lo cual le permitió alcanzar una enorme audiencia, y sus obras aún atraen a miles de nuevos lectores cada año. Sus más distinguidas y populares obras incluyen Las Crónicas de Narnia, Los Cuatro Amores, Cartas del Diablo a Su Sobrino y Mero Cristianismo.
Date of Birth:
November 29, 1898Date of Death:
November 22, 1963Place of Birth:
Belfast, Nothern IrelandPlace of Death:
Headington, EnglandEducation:
Oxford University 1917-1923; Elected fellow of Magdalen College, Oxford in 1925Website:
http://www.cslewisclassics.comRead an Excerpt
El Gran Divorcio
Un SuenoBy C. Lewis
HarperCollins Publishers, Inc.
Copyright ©2006 C. LewisAll right reserved.
ISBN: 0061140007
Capítulo Uno
Me encontraba en la cola de! autobús, situada en la acera de una larga y sórdida calle. Comenzaba a caer la tarde y llovía. Yo había estado deambulando durante horas por calles lúgubres, bajo una lluvia incesante y la penumbra del crepúsculo. El tiempo parecía haberse detenido en ese instante melancólico en que unas pocas tiendas se hallan iluminadas y no ha oscurecido aún lo suficiente para que los escaparates parezcan animados. Así como la tarde parecía resistirse a dar paso a ¡a noche, mi deambular se había negado siempre a llevarme a los mejores barrios de la ciudad. Por mucho que me alejara, encontraba invariablemente sucias casas de huéspedes, estancos estrechos, carteleras con anuncios colgados en las paredes andrajosas de almacenes sin ventanas, estaciones de mercancías sin trenes y librerías de esas en las que se venden Las obras completas de Aristóteles. Nunca me encontré con nadie. El pequeño gentío de la parada del autobús parecía haber dejado vacía la ciudad. Creo que esa fue la razón por la que me agregué a la cola.
Tuve un golpe de suerte en seguida. Nada más llegar ala parada, una mujer pequeña e irascible que estaba delante de mí, se dirigía a un hombre que parecía estar con ella, y le decía con brusquedad:
-- Muy bien. No estoy dispuesta a ir de ninguna manera. Como lo oyes.
Después abandonó la cola.
-- Por favor -- le decía el hombre con tono grave -- , no creas que tengo el más mínimo interés en ir. Sólo he intentado agradarte para restablecer la paz entre nosotros. Pero claro, mis sentimientos no importan. Lo entiendo perfectamente.
Luego, haciendo coincidir las palabras y los hechos, se alejó.
«Vaya, pensé, acabo de adelantar dos puestos».
Ahora estaba junto a un hombre muy bajo y con aspecto ceñudo, que me miraba con expresión de honda desaprobación mientras le decía a gritos -- levantando innecesariamente la voz -- al hombre situado delante de él:
-- Estas son las cosas que le hacen a uno pensarse dos veces si ir o no.
-- ¿Qué cosas? -- gruñó el otro, un tipo grande y fornido.
-- Mire -- dijo el Hombre Bajo -- , esta no es, ni con mucho, la clase de sociedad a la que, de hecho, yo estoy acostumbrado.
-- Ah ya! -- dijo el Hombre Grande. Después, lanzándome una mirada, añadió -- : No aguante impertinencias suyas, señor. ¿No tendrá miedo de él?, ¿verdad?
A continuación, al ver que yo no reaccionaba, se volvió de pronto hacia el Hombre Bajo y dijo:
-- No somos bastante buenos para usted, ¿no es cierto? No me gusta su descaro.
Y sin pensárselo dos veces, le asestó un golpe en la cara que lo dejó tendido en la cuneta.
-- Dejadlo tumbado, dejadlo tumbado -- decía el Hombre Grande a nadie en particular -- . Yo soy un hombre llano, eso soy, y tengo mis derechos como los demás, ¿entendido?
Como el Hombre Bajo no mostraba intención de reincomporarse a la cola, sino que comenzó a alejarse cojeando, me acerqué un poco más, con mucha cautela, al Hombre Grande y me felicité por haber avanzado un nuevo puesto.
Un momento después, dos jóvenes situados delante de él nos dejaron y se alejaron cogidos del brazo. Los dos usaban pantalones, y eran tan delgados, reían tan fácilmente y en falsete que no podría asegurar el sexo de ninguno de ellos. Pero quedaba claro que los dos preferían de momento la compañía del otro a la posibilidad de un asiento en el autobús.
-- No conseguiremos entrar nunca -- dijo una voz femenina envuelta en gimoteos, que salía de alguien situado unos cuatro puestos delante de mí.
-- Le cambio el puesto por cinco chelines, señora -- le dijo alguien.
Yo oí el tintineo del dinero y, a continuación, un chillido de la voz femenina mezclado con un rugido de carcajadas del resto del grupo. La mujer estafada saltó del lugar donde estaba y se lanzó sobre el hombre que la había engañado, pero los demás se cerraron y la echaron fuera. Entre unas cosas y otras, la cola se había reducido a unas proporciones manejables mucho antes de que llegara el autobús.
Era un vehículo prodigioso, resplandeciente de luz dorada, heráldicamente coloreado. El conductor parecía también bañado de luz. Sólo utilizaba una mano para conducir, mientras agitaba la otra delante del rostro como para aventar el vaho untuoso de la lluvia. Un rugido estalló en la cola cuando apareció.
«Parece que le divierte todo esto, ¿no? ¡Demonios!, está satisfecho de sí mismo, apuesto... ¡Hombre!, ¿por qué no puede comportarse naturalmente? Cree que es demasiado bueno para mirarnos. ¿Quién se cree que es?... Todo ese oropel y esa púrpura, yo lo llamo basura horrorosa. ¿Por qué no gastan algún dinero en sus casas y propiedades de aquí abajo? ¡Dios! ¡Cuánto me gustaría darle un golpe en toda la oreja!»
Yo no pude ver nada en el semblante del conductor que justificara todo aquello, salvo que tenía un aire de autoridad y que parecía absorto en realizar su trabajo.
Mis compañeros de viaje reñían como gallinas por subir al autobús, aunque había sitio suficiente para todos. Yo fui el último en entrar. El autobús estaba medio lleno y escogí un asiento al final, lejos de los demás; pero un joven con el pelo enmarañado vino immediatamente y se sentó junto a mí. Cuando se hubo instalado, nos pusimos en marcha.
Continues...
Excerpted from El Gran Divorcio by C. Lewis Copyright ©2006 by C. Lewis. Excerpted by permission.
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