El éxito de Oscar Wilde se basaba en el ingenio punzante y epigramático que derrochaba en sus obras, dedicadas casi siempre a fustigar las hipocresías de sus contemporáneos. En este cuento, Wilde narra la celebración del duodécimo cumpleaños de la infanta. Para dicha ocasión actuó ante ella un enano deforme muy feo, el cual hizo que la infanta se riera y disfrutara muchísimo. Tanto disfrutó que quiso que actuara solo para ella más tarde. El enano, que no era consciente de su aspecto físico, al saber la noticia se puso muy contento, pensando que le gustaba a la infanta y llegando a hacer planes para llevársela al bosque con él . El enano, al pasear por palacio en busca de la infanta, encontró una sala en la que había un espejo y en él, un horrible monstruo, que no era más que su mismo reflejo.