Est�s aqu�: La magia del momento presente

Est�s aqu�: La magia del momento presente

by Thich Nhat Hanh
Est�s aqu�: La magia del momento presente

Est�s aqu�: La magia del momento presente

by Thich Nhat Hanh

Paperback

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Overview

In this guide, Thich Nhat Hanh, one of the most renowned Zen meditation masters, explains the essence of Buddhist practice and demonstrates how mindfulness can transform lives by awakening individuals' spirits, healing their emotional wounds, and improving their relationships with others—in short, helping individuals break the chains that tie them to the circle of birth and death. The book also serves as a guided meditation, as the author describes practices for cultivating mindfulness, including awareness of walking and breathing, deep listening, and skillful speech.

 

En esta guía, Thich Nhat Hanh, uno de los maestros de meditación Zen más conocidos, explica la esencia de la práctica budista y demuestra cómo la atención plena puede transformar vidas al despertar los espíritus de los individuos, curar sus heridas emocionales y mejorar sus relaciones con los demás—en suma, al ayudar a las personas a romper las cadenas que las atan a la rueda del nacimiento y la muerte. El libro sirve también como una meditación guiada, mientras el autor describe prácticas para cultivar la atención plena, incluyendo el caminar y respirar conscientemente, escuchar a profundidad y hablar diestramente.


Product Details

ISBN-13: 9788499880280
Publisher: Editorial Kairos
Publication date: 01/01/2013
Series: Sabiduria Perenne
Pages: 160
Product dimensions: 5.10(w) x 7.80(h) x 0.50(d)
Language: Spanish

About the Author

Thich Nhat Hanh is Buddhist monk, teacher, poet and peace activist, and the author of Be Free Where You Are, The Miracle of Mindfulness, and Peace Is Every Step. He was nominated for the Nobel Peace Prize by Martin Luther King Jr. in 1967.

Read an Excerpt

CHAPTER 1

La felicidad y la paz son posibles

Cada día de veinticuatro horas es para nosotros un regalo extraordinario. Así es como podemos aprender a vivir de un modo que posibilite la alegría y la felicidad. Y eso es algo a lo que todo el mundo puede acceder. Mi día empieza atendiendo a la respiración mientras hago una ofrenda de incienso. Luego me digo que ése es un día perfecto y me comprometo a vivir cada instante lo más libre, hermosa y plenamente que pueda. Para hacer esto sólo necesito tres o cuatro minutos, y es algo que me proporciona un gran placer. Tú también puedes hacer lo mismo cuando despiertes. Respira y recuerda que se te ha concedido un nuevo día y que para vivirlo debes estar aquí.

El mejor modo de permanecer presente aquí y ahora consiste en prestar una atención completa a la respiración. Y no es necesario, para ello, manipularla de ningún modo. La respiración es tan natural como el aire y la luz y debes dejarla tal cual es, sin interferir. Lo único que tienes que hacer es prender la lámpara de la conciencia para iluminar, con ella, tu respiración. Genera la energía de la atención plena y utilízala para iluminar, con ella, todo lo que ocurra en el momento presente.

Cuando inspires, dite "inspiro y sé que estoy inspirando". Y date cuenta, mientras lo haces, de que la energía de la atención plena abraza tu inspiración, con la misma ternura con que la luz del sol acaricia las hojas y las ramas de los árboles. La luz de la atención plena está sencillamente aquí y abraza, sin violencia ni manipulación directa alguna, la respiración. Y, cuando exhales, dite amablemente: "Exhalo y sé que estoy exhalando".

La práctica budista se basa en la no violencia y en la no dualidad. No tienes que pelearte con tu respiración. No tienes que luchar con tu cuerpo, con tu odio ni con tu ira. Trata la inspiración y la exhalación con la misma amabilidad y ternura con la que tratarías una flor. Luego podrás tratar con el mismo cuidado, respeto, no violencia y ternura a tu cuerpo físico.

Y también puedes aprender a relacionarte del mismo modo con el dolor, con un ataque de ira o con un momento de irritación. No tienes que luchar con el dolor, la irritación ni los celos. Abrázalos, por el contrario, con la misma ternura con que acunarías a un bebé. Tu ira eres tú y no debes comportarte violentamente con ella. Y lo mismo podríamos decir con respecto a cualquier otra emoción.

Comienza, pues, con la respiración. Trata amablemente tu respiración. Sé amable con ella. Respétala y permítele ser tal cual es. Inspira, eso es todo. Si la inspiración es corta, permítetelo y, si es larga, permítetelo también. No intervengas ni fuerces tu inspiración ni tu exhalación pretendiendo que sea de tal o de cual otro modo. Mírala como si estuvieses contemplando una flor: déjala ser tal cual es, consciente del milagro de estar presente. Trata la respiración con el mismo cuidado con el que tratas una flor y dejas que sea tal cual es. Del mismo modo en que no pretendes que la flor sea otra cosa, tampoco debes empeñarte en que la respiración sea de otra manera.

Pasa luego al cuerpo físico. Abraza, durante la práctica de la meditación sedente, del paseo meditativo y de la relajación total, tu cuerpo físico de un modo tierno y no violento con la energía de la atención plena. Ésta es la práctica del amor verdadero hacia tu cuerpo.

No conviertas la meditación budista en un enfrentamiento entre el bien y el mal. Ambos lados, el bien y el mal, te pertenecen. Se trata de cosas completamente orgánicas. El mal puede convertirse en bien y viceversa.

Cuando contemples con atención la frescura y la belleza de una flor descubrirás, en ella, el abono y te darás cuenta de la importancia del estiércol. El jardinero sabe cómo transformar la basura en abono y conseguir, de ese modo, que la flor crezca.

Las flores y la basura son ambas de naturaleza orgánica. Así es como, contemplando profundamente la naturaleza de una flor, puedes llegar a advertir el estiércol y el abono que han contribuido a su formación. Luego la flor acaba convirtiéndose de nuevo en basura. ¡Pero no temas, porque tú eres un jardinero que tiene, en sus manos, el poder de convertir la basura en flores, frutos y vegetales! No te desentiendas de nada ni tengas miedo a la basura, porque tus manos son capaces de transformarla en flores, lechugas o pepinos.

Y lo mismo podríamos decir con respecto a la felicidad y la tristeza. La tristeza, el miedo y la depresión son una especie de basura, una basura que forma parte de la vida real y a la que debemos prestar mucha atención. Y, si nos ejercitamos adecuadamente, acabamos aprendiendo a convertir la basura en flores. No es sólo orgánico el amor, sino que también lo es el odio. No desperdicies, pues, nada. Lo único que tienes que hacer es aprender a transformar la basura en flores.

La práctica del budismo nos permite reconocer la naturaleza orgánica de todas las formaciones mentales, como la compasión, el amor, la tristeza y la desesperación. No debemos tenerles miedo, porque es posible transformarlas. Cuando comprendemos en profundidad la naturaleza orgánica de las formaciones mentales, nos convertimos en personas mucho más enteras, serenas y amables. Entonces sabemos que basta con una sonrisa y con una respiración atenta para empezar a transformar las cosas.

Reconoce, cuando te sientas irritado, deprimido o desesperado, la presencia de esas emociones y recita el siguiente mantra: "Querido, estoy aquí para ti". Habla con tu depresión y con tu ira como si estuvieses dirigiéndote a un niño. Abrázalas tiernamente, con la energía de la atención plena y repite, con la misma amabilidad con la que te dirigirías a un niño que estuviese llorando a tu lado: "Querido, sé que estás aquí y voy a cuidar de ti". No hay, en este punto, discriminación ni dualismo alguno, porque la ira, al igual que la compasión y el amor, también son tú. La ira, como el amor y la compasión, son de naturaleza orgánica, y como no temes a aquélla, tampoco debes temer a éstas. Siempre puedes transformarlas.

Déjame repetir lo mismo con otras palabras: no emprendas, durante la práctica de la meditación budista, ninguna batalla entre el bien y el mal. El bien debe cuidar al mal como el hermano o la hermana mayor cuida de su hermano o hermana menor, con ternura y el espíritu de la no dualidad. Ese conocimiento proporciona una gran paz interior. La comprensión de la no dualidad pone fin a la guerra civil que se ha desatado en tu interior. Quizás, en el pasado, hayas luchado y quizás todavía sigas haciéndolo. Pero ¿es acaso eso necesario? ¡No! La lucha es inútil. Deja de una vez por todas de luchar.

Trata tu respiración como si fuera un recién nacido. Inspira y deja que la inspiración discurra con naturalidad. Disfruta sencillamente del hecho de inspirar. Inspira dándote cuenta de que estás inspirando. Y exhala, sonriendo, mientras te das cuenta de que estás exhalando. Así es como puedes practicar. Esto te proporcionará mucha alegría y, si sigues haciéndolo durante un minuto, acabarás dándote cuenta de que tu respiración ha cambiado. Después de practicar con atención durante un minuto la respiración atenta, sin discriminación alguna, la calidad de tu respiración mejora. Se hace naturalmente más lenta y más larga, y la amabilidad y armonía que genera acaba impregnando tu cuerpo y tus formaciones mentales.

Trata de respirar, cuando te sientas alegre, de este modo. Trata, por ejemplo, de prestar atención, mientras contemplas una puesta de sol o estás en contacto con la belleza de la naturaleza, a la respiración. Establece un contacto profundo con la belleza que se despliega ante ti. Inspira ... ¡qué felicidad! ..., luego exhala ... ¡qué hermosa es esta puesta del sol! Y sigue practicando así unos cuantos minutos.

Establecer contacto con la belleza de la naturaleza hace la vida mucho más hermosa, mucho más real y, cuanto más atento y concentrado contemples la puesta de sol, más profundamente se te revelará. Tu felicidad se multiplicará entonces por diez o por veinte. Cuanto más atentamente observes la hoja de una flor o escuches el canto de un pájaro, más profundamente conectarás con ellos. Y, al cabo de un minuto de esta simple práctica, te sentirás más alegre, tu respiración se profundizará y enlentecerá y esa amabilidad y profundidad acabarán impregnando todo tu cuerpo.

La respiración atenta es una especie de puente que conecta el cuerpo con la mente. Si, mediante la atención plena a la respiración, generas armonía, profundidad y calma, éstas acabarán impregnando tu cuerpo y tu mente. Todo lo que ocurre en la mente acaba, de hecho, afectando a tu cuerpo y viceversa. Si tu respiración genera tranquilidad, esa tranquilidad acaba impregnando tu cuerpo y el estado de tu mente. Esto es algo que, si has practicado meditación, ya habrás descubierto. Si eres capaz de abrazar con ternura tu inspiración y tu exhalación, sabrás que ellas, a su vez, abrazarán tu cuerpo y tu mente. La paz resulta contagiosa. Y lo mismo sucede también con la felicidad, porque la meditación unifica los tres elementos del cuerpo, la mente y la respiración.

Respeta pues, cuando inspires, la inspiración. Enciende la lámpara de la atención plena e ilumina, con ella, tu inspiración. "Inspiro y sé que estoy inspirando." Es así de sencillo. Cuando la inspiración sea corta, date cuenta simplemente de que es corta. Eso es todo. No es necesario juzgar. Repite simplemente: "Mi inspiración es corta y sé que es corta". Y cuando tu respiración sea, por el contrario, larga, repite sencillamente: "Mi respiración es larga". No pretendas que sea más larga o más corta de lo que es. Déjala ser tal cual es.

Respeta tu inspiración, tu exhalación, tu cuerpo físico y tus formaciones mentales. La inspiración va hacia dentro y la espiración hacia fuera. Hacia dentro y hacia fuera. Se trata de un juego de niños, pero de un juego de niños que proporciona una gran felicidad. Y, mientras lo practiques, no experimentarás ninguna tensión. Y es que, cuando estás aquí, presente a la vida, la vida está también aquí presente para ti. Así de simple.

El primer milagro de la atención plena La presencia

El primer milagro de la atención plena es la presencia, la presencia verdadera. Cuando la energía de la atención plena mora en tu interior, te conviertes en una persona completamente viva. Cuando la energía de la atención plena mora en ti, el Buda también mora en ti. La energía de la atención plena es la energía del Buda, el equivalente del Espíritu Santo. Y, cuando el Espíritu Santo está presente, también lo están la comprensión, la vida, la curación y la compasión ..., y lo mismo sucede con la vida, la estabilidad, la libertad y la curación verdaderas. Todos tenemos la capacidad de generar la energía de la atención plena. Pasea atentamente, respira atentamente, tómate atentamente una taza de té y cultiva, de ese modo, la energía que mora en tu interior, la energía que te ilumina y que, en última instancia, hace possible tu vida.

El primer milagro de la atención plena es que estás aquí, algo muy importante, tanto para ti como para las personas a las que amas. ¿Cómo podrías amar si no estuvieses aquí? Una condición fundamental del amor es la presencia. Para amar, hay que estar aquí. Así son las cosas. Afortunadamente, sin embargo, estar aquí no es muy difícil. Basta, para ello, con dejar de pensar y de planificar y empezar a respirar plenamente. Vuelve a ti, concéntrate en la respiración y sonríe. Estás aquí, con el cuerpo y la mente unidos. Estás aquí, vivo, completamente vivo. Éste es un auténtico milagro.

Hay quienes viven como si estuviesen muertos. Hay personas a tu alrededor que se hallan consumidas por su pasado, aterradas por su futuro y atrapadas en la ira y los celos. Esas personas no están vivas, son cadáveres en movimiento. Si observas con atención, verás, a tu alrededor, gente yendo y viniendo como zombis. Compadécete de quienes viven en ese estado. Todavía no se han dado cuenta de que la vida sólo puede vivirse aquí y ahora.

Debes ejercitar la resurrección, una práctica, por cierto, muy sencilla y cotidiana. Gracias a la inspiración, tu mente regresa a tu cuerpo. Así es como revives el aquí y ahora. La alegría, la paz y la felicidad son posibles. Tienes una cita con la vida, una cita a la que sólo podrás acudir cuando estés en el aquí y el ahora.

Si quieres conectar profundamente con la vida, debes volver al momento presente. Todos tenemos la posibilidad de adentrarnos a cada instante en el Reino de Dios y de caminar por la Tierra Pura del Buda. Ya contamos, para ello, con todo lo necesario –piernas, pulmones, ojos y mente– y, con un poco de práctica, siempre podrás generar, en tu interior, como si encendieras una lámpara, la energía de la atención plena. Y, cuando estés completamente vivo, todo paso que das te adentra en la Tierra Pura y en el Reino de Dios.

El Reino de Dios no es un concepto, sino una realidad con la que podemos conectar en nuestra vida cotidiana. El Reino de Dios es ahora o nunca y todos tenemos la capacidad de conectar con él, pero no sólo con nuestra mente, sino también con nuestros pies. Y a ello, precisamente, nos ayuda la energía de la atención plena. Cada paso atento que damos nos establece en el Reino de Dios.

El Reino de Dios es, para mí, la morada de la atención plena y de la compasión. Pero el Reino de Dios y la Tierra Pura no es un lugar en el que no exista el sufrimiento. Son muchas las personas que aspiran a llegar a un lugar despojado de dolor y de sufrimiento, un lugar en el que lo único que exista sea la felicidad. Pero ésa es una idea muy peligrosa porque, en ausencia de dolor y sufrimiento, la compasión es imposible. La comprensión y la compasión sólo son posibles cuando entramos en contacto con el sufrimiento. En ausencia de sufrimiento, no tenemos la oportunidad de cultivar la compasión y la comprensión y, a falta de comprensión, el verdadero amor es imposible. Es ingenuo pensar en la existencia de un lugar sin sufrimiento, un lugar en el que sólo exista la felicidad.

Ya hemos hablado de la naturaleza orgánica de las cosas. También el sufrimiento es orgánico. Las flores sólo son posibles gracias a la basura y, del mismo modo, la comprensión y la compasión sólo son posibles gracias al sufrimiento. No quiero vivir en un lugar en el que no exista el sufrimiento porque, en tal lugar, no podría cultivar la comprensión y la compasión sobre los que se asienta la felicidad. La felicidad depende de la compasión. A falta de compasión, pues, el corazón no puede alcanzar la felicidad.

La Primera Noble Verdad del budismo subraya la existencia del sufrimiento. Si queremos desarrollar nuestra comprensión, debemos mantener un contacto muy estrecho con el sufrimiento. Un buen día, cuando estés contemplando profundamente la naturaleza del sufrimiento, te darás cuenta del modo en que conduce a la transformación, la curación y la felicidad. Porque es precisamente conectando con el sufrimiento como descubrimos la Cuarta Noble Verdad, el camino que conduce a la curación del sufrimiento.

La Primera Noble Verdad es dukkha, el sufrimiento. La Cuarta Noble Verdad es magga, el camino que transforma el sufrimiento en bienestar. Las cosas están interrelacionadas, existen en relación con otras, interexisten, inter-son. Son orgánicas. El camino que conduce a la cesación del sufrimiento pasa por el sufrimiento. El Buda nos enseñó que, para comprender la naturaleza del sufrimiento, tenemos que abrazarlo y observarlo con mucha atención. No debemos tratar de escapar del sufrimiento, sino observarlo muy atentamente. Y es que, cuando observamos muy atentamente el sufrimiento, comprendemos en profundidad su naturaleza, y se despliega, ante nosotros, el camino de la transformación y de la curación.

El concepto de infierno es, para mí, muy sencillo. Es un lugar en el que no hay comprensión ni compasión. Todos hemos estado en el infierno. Todos nos hemos familiarizado con el calor del infierno y sabemos que el infierno está necesitado de compasión. Cuando hay compasión, el infierno deja de serlo. Y tú puedes generar esta compasión. Tú puedes aportar un poco de compasión y de comprensión al infierno y, cuando lo haces, deja de serlo. Tú puedes ser el bodhisattva que haga eso. Tu práctica consiste en generar compasión y comprensión y dirigirlas al infierno. El infierno está aquí, rodeándonos y también está en nosotros, como una semilla. Necesitamos cultivar lo positivo que hay en nuestro interior para generar la energía de la comprensión y de la compasión y transformar el infierno. El infierno, como el Reino de Dios, está en la vida cotidiana, la decisión es tuya.

Podemos conectar con el Reino de Dios en la vida cotidiana. No es necesario, para ello, viajar a ninguna parte, porque ese reino no se halla en un lugar concreto del espacio y del tiempo. El Reino de Dios está en tu corazón. Está en todas y cada una de las células de tu cuerpo físico. Basta con una respiración sencilla y atenta, basta con una comprensión lo bastante profunda para que establezcas contacto con el Reino de Dios. Eso es, precisamente, lo que hacemos cuando damos un paseo meditativo, despertar la comprensión y la compasión y, cuando lo haces, te adentras en el Reino de Dios ..., que entonces se convierte en tu propio reino.

(Continues…)



Excerpted from "Estás Aquí"
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Copyright © 2011 Editorial Kairós, S.A..
Excerpted by permission of Editorial Kairós.
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Table of Contents

Portada,
Créditos,
Sumario,
Prólogo del editor,
1. La felicidad y la paz son posibles,
El primer milagro de la atención plena,
El segundo milagro de la atención plena,
El tercer milagro de la atención plena,
2. El corazón de la práctica,
Los cinco elementos,
La unidad entre el cuerpo y la mente,
La dirección de la vida,
Detenerse y mirar profundamente,
La práctica en grupo,
3. La práctica diestra con nuestro pasado,
Volver a empezar,
Gobernando el reino de los cinco elementos,
Cuida tu dolor,
La práctica de la luz brillante,
La escucha profunda,
4. La curación de las heridas y del sufrimiento,
Atravesando las tormentas emocionales,
La práctica del soltar,
Cómo experimentar el milagro de la vida,
Más allá del nacimiento y de la muerte,
5. El cultivo del amor verdadero,
Falsas percepciones,
6. La esencia de la enseñanza del Buda,
1. La impermanencia,
2. No ego,
3. El nirvana,
7. Vivificarte completamente,
La guía de Shariputra,
Tú eres más que este cuerpo y esta mente,
Epílogo,
Las Cinco Prácticas de la Atención Plena,
Centros de práctica,
Sobre el autor,
Contraportada,

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