Lo mejor de ti: 7 pasos para mejorar tu vida diaria (Become a Better You)

Lo mejor de ti: 7 pasos para mejorar tu vida diaria (Become a Better You)

by Joel Osteen
Lo mejor de ti: 7 pasos para mejorar tu vida diaria (Become a Better You)

Lo mejor de ti: 7 pasos para mejorar tu vida diaria (Become a Better You)

by Joel Osteen

Paperback(Spanish-language Edition)

$18.00 
  • SHIP THIS ITEM
    Qualifies for Free Shipping
  • PICK UP IN STORE
    Check Availability at Nearby Stores

Related collections and offers


Overview

En este nuevo libro, Lo mejor de ti, Joel Osteen ofrece siete pasos sencillos pero impactantes que ayudarán a los lectores a descubrir su propósito personal, así como todo lo bueno que Dios ha planeado para ellos. Osteen incorpora principios bíblicos claves y testimonios personales que edificarán la vida espiritual de los lectores. Sus palabras apuntan directamente hacia los corazones y preocupaciones de todo individuo, sin distinción de profesiones ni de clases sociales. La gente ama a Joel Osteen. Les motiva escucharlo hablar y leer lo que ha escrito. Quieren conseguir todos sus materiales. Lo mejor de ti animará e inspirará a los lectores a alcanzar todo su potencial único, proporcionado por Dios.

Joel Osteen nació en Houston, Texas, su vida ha sido dedicada a servir a todas las personas sin importar su ocupación o nivel de socioeconómico. Inició el ministerio televisivo de la iglesia Lakewood Church, donde trabajó junto a su padre, el pastor John Osteen. Durante diecisiete años ha llevado el mensaje positivo de esperanza de Lakewood a más de cien millones de hogares por todo Estados Unidos y a más de ciento cincuenta naciones.

Product Details

ISBN-13: 9781416541479
Publisher: Howard Books
Publication date: 10/15/2007
Edition description: Spanish-language Edition
Pages: 400
Sales rank: 1,107,309
Product dimensions: 5.90(w) x 9.00(h) x 1.00(d)
Language: Spanish

About the Author

About The Author
Joel Osteen is the author of seven #1 New York Times bestsellers, including Become a Better You and Your Best Life Now, and has been named by numerous publications as one of the most influential Christian leaders in the world. He is the senior pastor of Lakewood Church in Houston, Texas—America’s largest congregation—where more than 45,000 people attend services every week. His televised messages are seen by more then ten million viewers each week in the US and millions more in 100 nations around the world. He can also be heard on SiriusXM Satellite Radio channel 128. He inspires millions of social media followers on Facebook, Twitter, and Instagram. He resides in Houston with his wife, Victoria, and their children. Visit him at JoelOsteen.com and Facebook.com/JoelOsteen.

Read an Excerpt

Capítulo 1

Alcanza el siguiente nivel

El famoso arquitecto Frank Lloyd Wright diseñó muchos edificios bellísimos, incluyendo casas y estructuras magníficas. Hacia el fin de su carrera un periodista le preguntó:«De todos sus diseños tan bellos, ¿cuál es su favorito?»

Sin pestañear Frank Lloyd Wright respondió: «El próximo».

Frank Lloyd Wright entendía lo que significa extenderse, ir más allá, no conformarse nunca con los éxitos del pasado. ¡El mundo entero está esperando tu próxima aventura!

Mucha gente vive por debajo de su potencial. Tienen dones y talentos, y tienen muchísimo a su favor. Pero se han quedado conformes y cómodos allí donde están. Se han conformado con demasiada facilidad.

Seguido oigo decir, en tono de excusa por el estancamiento en el crecimiento personal:

«Bueno, es que ya logré lo mismo que tantos otros».

«En comparación con otros, me va bastante bien».

«Llegué tan lejos como mis padres».

Todo eso está bien, pero Dios quiere que vayas más lejos todavía. Él es un Dios progresista que quiere que cada generación tenga más felicidad, más éxito, más significado. No importa dónde estemos en la vida, Dios tiene reservado más para nosotros. No quiere que dejemos de crecer. Siempre debiéramos estar buscando nuevos niveles para nuestras capacidades, nuestro andar espiritual, nuestras finanzas, profesiones y relaciones personales. Todos tenemos áreas en las que podríamos llegar más alto. Es posible que hayamos alcanzado cierto nivel de éxito, pero siempre hay nuevos desafíos, nuevas montañas por escalar, nuevos sueños y objetivos que podemos concretar y buscar.

Sin duda Dios ya ha hecho mucho en tu vida. Te ha abierto puertas que nadie más podría haber abierto. Quizá te haya dado un hogar, una familia maravillosa. También es posible que te haya ayudado con tu empleador o supervisor, para que ascendieras en tu profesión. Todo eso es maravilloso y debes agradecer a Dios por todo lo que hizo por ti. Pero ten cuidado porque a veces cuando disfrutas de la vida, es fácil volverse complaciente, conformarse y pensar: Sí, Dios ha sido bueno conmigo. No puedo quejarme. He alcanzado mis objetivos y también mis límites. Hasta aquí llegué. Dios, sin embargo, jamás logra Sus mayores hazañas en tu ayer.

Quizá en el pasado Dios haya obrado maravillas, ¡pero hay tanto que todavía te falta ver! Lo mejor está por venir. No permitas que tu vida se vuelva opaca y tediosa. Sigue soñando, esperando y planeando nuevos proyectos, experiencias y aventuras con Dios.

***

Dios jamás logra Sus mayores hazañas en tu ayer.

***

He descubierto que a Dios le gusta superarse a sí mismo. Quiere mostrar su favor en tu vida de manera más grandiosa hoy que ayer. Quiere que mañana tengas mayor bendición que hoy. Quiere que tengas un impacto en el mundo hoy más grande que el que hayas tenido. Eso significa que si enseñas, todavía no enseñaste tu mejor lección. Y si construyes, todavía no construiste tu mejor edificio. Si te dedicas a los negocios, todavía no has firmado tu mejor contrato. Es hora de que tu esperanza crezca, de que tu visión se expanda, de que te prepares para las cosas nuevas que tiene Dios en el horizonte. No has vivido aún los mejores días de tu vida. Están delante de ti.

Pero para que esto suceda tenemos que seguir adelante, extendiéndonos hacia el siguiente nivel. Tenemos que deshacernos de las pobres expectativas y los planes pequeñitos. No sueñes en pequeño. No pienses: A todos les va mejor que a mí. Ya llegué al tope de lo que podría lograr. Es probable que no ascienda más que esto. No sé por qué no tengo los talentos que tienen otros.

¡No! Deja ya esa mentalidad de derrota. Eres hijo o hija del Altísimo Dios. Dios ha insuflado en ti su aliento de vida y plantó en ti semillas de grandeza. Tienes todo lo que necesitas para cumplir con tu destino, dado por Dios. Dios ya te dio el talento, la creatividad, la disciplina, la sabiduría y la determinación. Todo eso está en ti. Tienes todo ese potencial dentro y lo único que hace falta es que hagas lo tuyo y comiences a utilizarlo. Tienes que usar mejor los dones y talentos que Dios te dio.

Las Escrituras enseñan que llevamos dentro un valioso tesoro. Tienes un don, un regalo; algo que ofrecer. Nadie más tiene lo que tú llevas dentro. No apareciste sobre el planeta Tierra por accidente. Te eligió, a propósito, Dios Todopoderoso. Él te vio aun antes de que te formaras en el vientre de tu madre y te puso aquí por una razón. Tienes una misión. Hay algo que Dios quiere que logres. Alguien te necesita. Alguien necesita lo que tienes.

No vivas sin descubrir ese tesoro y no mueras con ese tesoro dentro de ti. Sigue adelante. Haz que salgan a la luz los sueños y deseos que Dios puso en tu corazón.

Los neurólogos han descubierto que la persona promedio utiliza menos del diez por ciento de su potencial mental. Esto significa que el noventa por ciento de esa capacidad mental sigue latente. Nunca lo usamos. Pero si pudiéramos entender qué es lo que tenemos, tan solo con ver que Dios ha depositado parte de Sí mismo dentro de cada uno de nosotros; dentro de ti. Cuando llegó el momento de tu nacimiento Dios dijo: «Quiero darle parte de este don, parte de este talento, parte de esta creatividad». Llevas dentro la semilla de Dios Todopoderoso. No fuiste creado o creada para que fueras del montón. Jamás tuviste como destino un nivel determinado y luego, una meseta. Tu destino es la excelencia. No hay límite a lo que puedas alcanzar en la vida. Sólo tienes que aprender a sacudirte de encima el polvo de la complacencia y seguir estirándote, extendiéndote hacia el siguiente nivel.

Todo esto, sin embargo, comienza en nuestros corazones y mentes. Tenemos que creer que dentro llevamos lo que hace falta. Tenemos que creer que tenemos un don, un tesoro en nuestro interior. La gente quizá intente mantenerte debajo, aplastándote, y las circunstancias pueden haber amargado tu perspectiva de la vida.

Tal vez hayas intentado alcanzar el éxito pero lo único que lograste fue darte contra la pared, una y otra vez. Vuelve a intentarlo. Si alguien te dijo «NO» mil veces, pregunta de nuevo. Sigue pidiendo, preguntando, hasta conseguir el «SÍ» que siempre quisiste oír. Tienes que seguir avanzando. Hay mucha gente que se conforma con mucho menos de lo mejor que Dios tiene para sus vidas. Y se desalientan, claro, pero a veces ni siquiera eso: se conforman. Dejan de avanzar, ya no ejercen su fe y así como el cuerpo musculoso y tonificado se vuelve fláccido sin ejercicio, lo mismo pasa con la fe. Una de las razones principales para este tipo de complacencia es que algunos no llegan a entender nunca lo que tienen dentro. No logran ver ni entender el potencial que Dios les dio.

Hace años un amigo mío y un pasajero iban por Europa conduciendo por el Autobahn, la superautopista de Alemania. A diferencia de las autopistas estadounidenses, allí no hay límites de velocidad. Puedes ir todo lo rápido que se te antoje.

Mi amigo estaba tan entusiasmado que pisó el acelerador y llevó el auto a 130 kilómetros por hora, y siguió acelerando, a 140, 150, 160É Se sentía el rey de la autopista, y dejaba atrás a todos los demás conductores.

Minutos más tarde otro auto lo pasó. Era el mismo modelo de auto que conducía mi amigo, pero lo dejó atrás como si este estuviera estacionado. El segundo auto debe haber ido a unos 220 kmh.

El compañero de mi amigo rió y dijo: «Ves, no vas todo lo rápido que podrías. Vas tan rápido como quieres».

Piensa en eso: ¡el auto de mi amigo tenía un potencial tremendo! Él también podría haber corrido a 220 kmh. El fabricante puso ese potencial en el auto. La rapidez con que condujera mi amigo no tenía que ver con la capacidad del vehículo. Es decir que el potencial del auto no se veía disminuido porque él decidiera no aprovecharlo. Pero su potencial futuro no cambiaba porque eligiera o no aprovechar dicho potencial.

Lo mismo ocurre con nosotros. Nuestro potencial nos ha sido dado por nuestro Fabricante, nuestro Creador, Dios Todopoderoso. Que lo usemos o no, no hará que disminuya, aunque sí tendrá impacto en nuestro futuro. Lo que haya pasado en tu vida no reduce tu potencial. Alguien te trató mal, alguien te criticó, todo eso no cambia el potencial que tienes. Y si pasaste por cosas duras, injustas, por decepcionesé nada de eso afecta tu potencial.

Porque el Creador del Universo puso ese potencial en ti de manera permanente. Cuando creemos, damos un paso adelante en fe y nos extendemos. Entonces estamos usando nuestro potencial y eso nos permite ir más alto.

Esa capacidad está dentro de ti. La pregunta es: ¿querrás romper con las limitaciones que te impusiste y comenzar a extenderte hacia el siguiente nivel?

Muchas veces permitimos que las experiencias del pasado nos impidan avanzar. Es posible que un compañero de trabajo, un entrenador, un pariente o un amigo nos hayan dicho: «Oye, ¿realmente crees que puedes hacerlo? No sé si esta oportunidad te conviene ¿Qué pasará si fracasas al intentarlo? ¿Y si no funciona, qué harás?»

Estas palabras negativas podrán perseguirte y ahogar tu progreso. Entiéndelo: ninguna de estas afirmaciones podrá cambiar el potencial que tienes dentro. Tu potencial sigue estando allí. No permitas que nadie te convenza de no aprovechar lo que Dios te dio, de no hacer lo que Dios quiere que hagas.

Mucha gente ha sufrido porque otros han dicho cosas negativas sobre ellos: «No tienes lo que hace falta. No tienes el talento. No creo que lo logres».

Si no nos cuidamos permitiremos que esas palabras negativas resuenen como disco rayado en nuestras mentes. Y allí, construirán una fortaleza. Una joven llamada Sherry vino a mí pidiendo consejo. Había tolerado durante años una relación abusiva en la que oía continuamente comentarios como: «No sabes hacer nada bien. Eres tan lenta. Tampoco eres atractiva». Después de mucho tiempo de oír lo mismo, estaba física, emocional y espiritualmente abatida. No sentía gozo, no tenía confianza alguna y su autoestima estaba por el suelo.

Le dije lo mismo que digo aquí: «Tu valor, tus dones y talentos, te fueron dados por Dios Todopoderoso. Así que no importa lo que te hayan dicho. La buena noticia es que Dios tiene la última palabra y dice que tienes dentro un tesoro. Dice que sí tienes un don. Dice que vales. Deja ya de escuchar esa vieja canción y escucha algo nuevo. Necesitas meditar sobre pensamientos como estos: Soy creativa. Tengo talento. Tengo valor. Tengo un futuro brillante. Lo mejor está por venir. Tienes que dirigir tu mente hacia esa dirección, una dirección nueva. Porque si sigues teniendo pensamientos negativos con respecto a ti misma, eso te impedirá llegar a ser aquello que Dios ideó que fueras».

No importa quién te haya dicho cosas negativas: tu padre, tu madre, tu cónyuge, tu entrenador, un maestro. Todo eso lo deberías echar a la basura. Las palabras tienen poder. Pueden crear barreras en tu corazón y tu mente y, a veces, hasta una frasecita puede detener nuestro progreso durante años.

Un amigo mío viajaba siempre como asistente de un ministro muy conocido. Un día llegó un hombre al hotel y le pidió al ministro que orara por él. El asistente le dijo: «Lo siento, pero no podemos molestarlo. Está descansando porque esta noche tiene una reunión».

El hombre, sin embargo, no estaba dispuesto a aceptar la negativa. Fue muy osado y continuó insistiendo. Mi amigo siguió siendo amable y educado, e intentó aplacar el ánimo del inesperado visitante, que insistió negándose a irse.

Por fin mi amigo le dijo: «¿Qué le parece si yo oro por usted? Yo trabajo con el ministro todos los días. Será para mí un placer orar por usted».

Con eso, el hombre hizo un gesto displicente y respondió: «No lo creo. Usted no sirve».

Esas palabras dolieron: «Usted no sirve».

El mensaje implícito era: «Usted no es lo suficientemente bueno. Con sus oraciones no se logrará nada».

Mi amigo me dijo luego que esas palabras penetraron en su corazón y su mente, y que siguió oyéndolas día tras día: «Usted no sirve». Por las noches, cuando ya estaba en la cama, pensaba: Usted no tiene lo que hace falta. No es ungido como el famoso predicador. No puede ayudar ni a una sola alma.

Todo eso minó su confianza, pero ahora, estaba permitiendo que las palabras negativas también se metieran en su subconsciente. No podía sacárselas de encima y permitió que le impidieran avanzar durante años.

Hay mucha gente que no tiene la confianza y autoestima que podrían tener porque siempre están repitiéndose pensamientos negativos con respecto a sí mismos. No quiero sonar arrogante pero, por mi parte, intento repetirme a cada momento: Soy ungido. Soy creativo. Soy talentoso. Soy exitoso. Tengo el favor de Dios. La gente me quiere. Soy vencedor, no víctima.

¡Inténtalo! Si todo el tiempo piensas cosas negativas, la autoestima, la falta de confianza en ti mismo y la inferioridad tendrán las de ganar. Echa los hombros atrás, sonríe y busca oportunidades que te permitan extenderte hacia el siguiente nivel.

En el Jardín del Edén Adán y Eva comieron del fruto prohibido y se escondieron. Ese día Dios vino y dijo: «Adán, Eva, ¿dónde están?»

Dijeron: «Estamos escondidos porque no llevamos ropa. Estamos desnudos».

Me encanta lo que contestó Dios: «Adán, ¿quién te dijo que estabas desnudo?»

Es decir: «¿Quién te dijo que había algo malo en ti?»

Dios supo de inmediato que el enemigo les había estado hablando.

Hoy Dios te está diciendo: «¿Quién te dijo que no tienes lo que hace falta para lograrlo? ¿Quién te dijo que tu mejor calificación en la escuela sería un 6, no un 10? ¿Quién te dijo que no tienes el atractivo que hace falta para el éxito en tus relaciones personales, o que te falta talento para prosperar en tu profesión? ¿Quién te dijo que tu matrimonio no duraría?»

***

¿Quién te dijo que había algo malo en ti?

***

Todas son mentiras del enemigo. Tienes que rechazar esas ideas y descubrir lo que Dios dice de ti.

«Bueno, es que no creo que me asciendan, Joel».

¿Quién te lo dijo? Has de saber que Dios «No quitará el bien a los que viven con integridad».

«Es que no creo que llegue a casarme jamás, Joel. Hace mucho que no salgo con nadie, y no creo que vaya a encontrar quien me ame por lo que soy, a alguien compatible conmigo».

¿Quién te lo dijo? Tienes que saber esto: «Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón».

«Bueno, Joel. Es que no pienso que podré llegar a ser gerente. No sé si podría ser líder».

¿Quién te lo dijo? Dios dice: «Todo lo puedo en Cristo». El potencial está dentro de ti y no cambia porque no creas que lo tengas, o porque hayas pasado por cosas negativas en el pasado. Ese potencial fue depositado en tu interior por el Creador del Universo. Las Escrituras dicen: «Porque irrevocables son los dones y el llamado de Dios».1 Eso significa que Dios jamás te quitará el potencial que derramó sobre ti. Nunca dirá: «Ya me cansé de ti. Lo intentaste y fracasaste demasiadas veces. Cometiste demasiados errores. Devuélveme los dones que te di».

¡No! Esos dones y tu llamado en la vida estarán contigo hasta el día en que dejes esta tierra. Sin embargo, de ti depende aprovecharlos y usarlos, o dejarlos allí sin más ni más.

Si tan solo supieras

En el Evangelio de Juan, capítulo 4, Jesús se encuentra con una mujer junto al pozo, en Samaria. Le pide agua para beber. La mujer se sorprendió porque en esa época los judíos ni siquiera hablaban con los samaritanos. Le dijo: «¿Cómo puede ser que me pidas de beber?»

Jesús le respondió: «Si supieras quién soy, tú me pedirías de beber y yo te daría agua viva».

La mujer pensó que Jesús le hablaba del agua en sentido literal. Y le dijo: «Señor, ni siquiera llevo cubo ni nada en que pueda sacar agua del pozo. Tú tampoco tienes cubo y el pozo es profundo, ¿cómo podrías darme agua?»

Me pregunto cuántas veces Dios nos dice que quiere hacer algo grandioso en nuestras vidas, que estaremos bien, con salud, que no tendremos deudas. Y sentimos que lo deseamos pero, igual que la mujer junto al pozo, empezamos a pensar en lo que no tenemos, en los obstáculos del camino y pronto nos convencemos de que no obtendremos lo mejor que Dios tiene reservado para nosotros.

«Jamás podría lograrlo. Me falta estudio. No tengo talento. Ni disciplina. Jamás romperé con esta adicción. Nunca concretaré mis sueños».

¡No! Deja ya de mirar lo que no tienes y comienza a creer que todas las cosas son posibles.

Jamás soñé que haría lo que estoy haciendo hoy, alentando a gente de todo el mundo. Durante diecisiete años mi padre intentó lograr que yo hablara en nuestra iglesia y nunca quise hacerlo. Soy callado y reservado por naturaleza y prefiero trabajar detrás de bambalinas.

Pero cuando mi padre partió a estar con el Señor supe que tenía que dar un paso al frente. Aunque jamás había predicado ni asistido al seminario, y no tenía educación formal, dije: «Dios, no voy a mirar lo que no tengo. Voy a mirarte a Ti. Conozco que en mi debilidad es cuando más puedes mostrar Tu poder». Di ese paso de fe y Dios me llevó a lugares que jamás hubiera soñado.

Lo mismo puede hacer por ti. No te atasques en la rutina de tu actitud, tu profesión o matrimonio. Tienes dentro un potencial increíble, ¡mucho más de lo que puedas imaginar siquiera! A Dios no lo limitan las fuerzas de la naturaleza. Él puede hacer lo que los seres humanos no podemos. La clave está en quitar la mirada de nuestros problemas y ponerla en Dios.

Cuando Dios pone en tu corazón un sueño puede parecer imposible en el plano natural. Todas las voces te dirán que no será posible: «Jamás romperás con esa adicción. Nunca podrás concretar tus sueños. Nunca podrás ser feliz». Pero si crees y permaneces en la fe, y esperas lo bueno, podrás derribar los obstáculos.

Hablé con un famoso equilibrista que proviene de una familia donde han existido siete generaciones de artistas de circo. Y le pregunté: «¿Cuál es la clave para caminar sobre la cuerda floja? Haces que parezca fácil».

Me dijo: «Joel, el secreto está en mantener la mirada fija en el punto hacia donde estás yendo. Jamás mires hacia abajo. Donde vaya tu cabeza, allí irá tu cuerpo. Si miras hacia abajo, lo más probable es que caigas. Así que siempre tienes que mirar al lugar donde quieres llegar».

El mismo principio aplica en la vida. Hay gente que siempre mira el pasado, y se concentra en sus problemas y dolores. Otros miran hacia abajo y viven en la autocompasión, quejándose porque la vida no es justa. La clave para subir, sin embargo, está en mirar hacia donde quieres llegar. ¡Sueña en grande! No te concentres en el lugar que ocupas hoy. Mantén una visión positiva y te verás logrando tus objetivos, cumpliendo tu destino.

De pequeño, Pete jugaba al béisbol todo el tiempo. Era su pasión. Pero cuando intentó entrar en el equipo el entrenador no le dio ninguna oportunidad. Le dijo: «Lo siento, hijo. Eres muy pequeño. Nunca podrás jugar en este equipo».

Pete quedó devastado. Su sueño era jugar al béisbol. Su madre fue a buscarlo a la salida de la escuela, y él y su mejor amigo se sentaron en el asiento de atrás. El pobre Pete hacía grandes esfuerzos por no llorar y mantener la compostura, pero luego su amiguito, que era mucho más grande en tamaño, le dijo: «Oye, ¿le dijiste a tu mamá que no lograste entrar en el equipo porque eres demasiado menudo?»

Esas palabras le perforaron el corazón. Detestaba ser pequeño. Fue a casa sintiéndose rechazado, un nada. Esa semana, sin embargo, hubo un anuncio en la escuela: «Como hubo tantos que intentaron entrar en el equipo vamos a crear un segundo equipo, un equipo B».

Pete se presentó y logró entrar en el equipo B.

Esa temporada, los dos equipos terminaron jugando como adversarios para el campeonato, y el segundo equipo — el B — , venció al equipo A. ¿Adivina quién fue el lanzador que logró la victoria?

Adivinaste: El equipo B ganó el campeonato gracias a la habilidad de Pete como lanzador.

Ahora, piensa en esto. ¿Cuánto potencial tenía Pete cuando no lo aceptaron en el equipo A? ¿Había cambiado este potencial cuando empezó a lanzar para el equipo B?

***

Los demás no pueden determinar cuál es tu potencial.

***

El punto es el siguiente: los demás no pueden determinar cuál es tu potencial. Lo que digan o lo que piensen de ti no cambia lo que Dios puso en tu interior. No permitas que las palabras o actitudes negativas echen raíces y te impidan seguir adelante. Dios quizá te esté preguntando hoy: «¿Quién te dijo que eres demasiado pequeño? ¿Quién te dijo que no eres inteligente? ¿Quién te dijo que no tienes el talento que hace falta?»

Dios no habría puesto ese sueño en tu corazón si no te hubiese dado ya todo lo que te hace falta para lograrlo. Esto significa que, si tengo un sueño o un deseo y sé que viene de Dios, no tengo que preocuparme de si tengo o no lo que se requiere para concretarlo. Sé que Dios no se equivoca. No nos llama a hacer algo sin darnos la capacidad o la habilidad para poder cumplirlo.

Usted tiene que darse cuenta que Dios lo ha puesto en el mundo que le corresponde. En otras palabras, a pesar de que a veces pueda que no le parezca que usted sea capaz de lograr sus sueños, tiene que superar esos sentimientos, y saber muy dentro de sí mismo que tengo la semilla del Dios Todopoderoso en mí. Comprenda, Dios nunca va a poner un sueño en su corazón sin primero prepararlo con todo lo que usted necesita para lograrlo. Si usted siente que no tiene la sabiduría, talento, habilidad, o recursos necesarios, simplemente acuérdese que Dios me ha puesto en el mundo que me corresponde. Él ya ha puesto en mí lo que necesito.

Un ministro una vez le dio a un hombre un billete de 20 dólares y le pidió que lo escondiera secretamente en la Biblia de su esposa. «Asegúrate que no te vea haciéndolo», enfatizó él.

Posteriormente, durante el sermón, el ministro le pidió a la mujer que se pusiera de pie. «¿Confía usted en mí, señora?», preguntó.

«Sí, por supuesto», replicó ella.

«¿Sería tan amable de hacer lo que le pida?»

«Sí, claro que sí», respondió ella.

«Muy bien, entonces por favor abra su Biblia, y déme el billete de veinte dólares que está adentro».

La mujer se ruborizó y dijo: «Oh, lo siento. No tengo un billete de veinte dólares».

«¿Creí que me había dicho que confiaba en mí?», preguntó el ministro con incredulidad fingida.

«Sí, por supuesto», replicó la mujer.

«Entonces, por favor, abra su Biblia y déme el billete de veinte dólares».

La mujer abrió su Biblia con no muy poco recelo, y para su gran sorpresa, descubrió un billete de veinte dólares entre las páginas. Sus ojos resplandecían mientras miró al ministro y preguntó: «¿Pero cómo se metió eso allí?»

«Yo se lo di», dijo el ministro con una sonrisa, «y ahora estoy simplemente pidiéndole que saque el regalo que ya le he dado, y use los veinte dólares para algo bueno».

De manera parecida, Dios nunca le va a pedir que haga algo sin primero depositarlo dentro de usted. Si usted se atreve a dar un paso de fe, descubrirá dones dentro de sí mismo que usted nunca antes se había dado cuenta que estaban allí.

Algunas personas casi se pierden de las cosas grandiosas que Dios quiere hacer dentro y a través de ellas porque no creen que hay cosas mejores. En el Antiguo Testamento, cuando Dios le pide a Moisés que confronte al faraón, el gobernador de Egipto, y le ordene que libere al pueblo de Dios que había estado viviendo en la esclavitud, Moisés se mostró reacio. «Dios, no puedo hacer eso», dijo Moisés. «Yo tartamudeo y balbuceo. No soy un buen orador».

Me encanta cómo Dios contestó las protestas y excusas de Moisés. Dios preguntó: «Moisés, ¿quién hizo tu lengua? ¿Quién hizo tu voz?»

Con estas preguntas conmovedoras, Dios le estaba recordando a su hombre: «Moisés, ya he puesto en ti exactamente lo que necesitas. Ahora, saca lo que te he dado, y úsalo para mi honra, para el bien de tu familia y amigos, y el tuyo».

Dios le dijo algo parecido a Gedeón, otro héroe del Antiguo Testamento. Dios le dijo a Gedeón que él iba a librar al pueblo hebreo de la opresión. Dios incluso llamó a Gedeón un poderoso hombre de valor.

No obstante, Gedeón se encogió de miedo e inseguridad. «No, yo no, Dios», dijo inquietamente. «Soy el que menos vale en mi familia. Todos los que están a mi alrededor son más talentosos que yo».

Sin embargo, Dios le dio a Gedeón exactamente lo que necesitaba para hacer lo que Él le había pedido que hiciera.

No deje que el tamaño de su sueño o la grandiosidad del llamado de Dios en su vida lo intimide. Es más, no deje que los negativistas que se encuentren en su camino le impidan que siga hacia delante. Cuando la gente intentó desanimar al apóstol Pablo, tratando de convencerlo de dejar sus sueños, diciéndole lo que él no podía hacer, Pablo respondió: «¿Y qué si ellos no creen? ¿Causará su incredulidad que la promesa de Dios no tenga efecto en mi vida?»

Pablo estaba diciendo: «Si otra gente no quiere creer en Dios para lograr cosas mejores en sus vidas, está bien; pero eso no me va a impedir que yo crea. Sé que las promesas de Dios están en mí».

Esa es la actitud que también necesitamos tener. ¿Y qué si otra gente dice que no puedo tener éxito? ¿Y qué si alguien trata de derribarme; y qué si una persona no cree? Yo no voy a permitir que sus acciones, actitudes, o comentarios causen que abandone los sueños que Dios me ha dado. No voy a permitir que su incredulidad influya en mi fe.

No dejes que el rechazo te aplaste

Muchas veces cuando nos rechazan o sentimos desilusión, el desaliento hace que nos detengamos, justo allí donde estamos. «Supongo que no tenía que ser», tratamos de razonar. O, «Pensé que podía salir con esa persona tan atractiva, pero se ve que yo no luzco muy bien». O, «Creí que me ascenderían y lo intenté, sin lograrlo. Tal vez me falte talento. No funcionó».

Cuando la desilusión o el rechazo te peguen y caigas al suelo, levántate y sigue. Abandonamos la lucha con demasiada facilidad, renunciando a los sueños. Tenemos que entender que así como Dios abre puertas de manera sobrenatural, también de la misma forma las puede cerrar. Y cuando Dios cierra una puerta, siempre es porque hay algo mejor esperándonos más adelante. Así que, si llegaste a un callejón sin salida, no es tiempo de renunciar. Encuentra una ruta diferente y sigue esforzándote, avanzando.

A veces, de nuestro más grande rechazo surge nuestro camino más importante. Cuando llegues a una puerta cerrada, o algo no funcione en tu vida, en lugar de verlo como el final piensa que Dios está señalándote una dirección mejor. Sí, puede ser incómodo en ciertas ocasiones. Y a veces no nos gustará para nada. Pero no podemos cometer el error de sentarnos y conformarnos con el lugar donde nos encontramos.

***

A veces, de nuestro más grande rechazo surge nuestro camino más importante.

***

En 1959 mi padre era pastor de una exitosa iglesia, con una congregación próspera. Habían construido un santuario nuevo y mi padre tenía un futuro brillante. Pero en esa época nació mi hermana Lisa, con algo parecido a la parálisis cerebral. Hambriento de una nueva señal de Dios, papá se alejó un tiempo para estar a solas con Él. Estudió las Escrituras desde otra perspectiva. Y empezó a ver que Dios era un Dios bueno, un Dios sanador que podía seguir obrando milagros aun hoy. Papá volvió a su iglesia y predicó con una nueva pasión y un entusiasmo renovado. Pensó que todos sentirían su misma pasión, pero la reacción de la congregación fue todo lo contrario. No les gustó este nuevo mensaje. No encajaba con su tradición. Luego de sufrir mucha persecución, tristeza y dolor, papá supo que lo mejor que podía hacer era alejarse de esa iglesia.

Claro que sintió desilusión. No entendía por qué podía pasar algo así. Pero recuerda que del rechazo surge la dirección. Cuando una puerta se cierra, Dios está por abrir una mejor, más grande.

Papá caminó al final de la calle hasta un galpón abandonado. Allí, él y otras noventa personas formaron la Iglesia Lakewood el Día de la Madre de 1959. Los críticos decían que no duraría pero hoy, casi cincuenta años más tarde, la Iglesia Lakewood es una de las más grandes de Norteamérica, y sigue creciendo.

No creo que papá pudiera haber disfrutado de ese primer ministerio, ni que podría haber llegado a ser todo lo que Dios quería que fuera si se hubiera quedado en un entorno tan limitado. La clave es la siguiente: el sueño que hay en tu corazón puede ser más grande que el entorno en el que estás. A veces, hay que dejar ese ambiente para poder ver que tu sueño se hace realidad.

***

El sueño que hay en tu corazón puede ser más grande que el entorno en el que estás.

***

Piensa en el roble. Si la planta está en una maceta, su crecimiento se verá limitado. Cuando las raíces llenen la maceta ya no podrá seguir creciendo. El problema, sin embargo, no está en el árbol sino en su entorno. Este impide su crecimiento. Quizá en tu corazón haya cosas más grandes de las que tu entorno pueda permitir. Por eso a veces Dios te hará salir de tu comodidad. Cuando pases por persecuciones o rechazos, no siempre será porque alguien te detesta. A veces, es la forma en que Dios nos dirige para hacer su voluntad. Está tratando de que te extiendas al siguiente nivel. Y sabe que no lo harás sin un empujón, así que te incomoda para que no permanezcas en ese lugar donde estás hoy. El error que cometemos muchas veces es que nos amargamos, vemos lo negativo y nos concentramos en el hecho de que no funcionó. Cuando hacemos eso, impedimos que se abran las puertas nuevas.

Hace años la Iglesia Lakewood intentaba comprar un terreno donde pudiéramos construir un nuevo santuario. Durante meses habíamos buscado y por fin encontramos un terreno maravilloso, de cuatro hectáreas. Estábamos muy entusiasmados. Pero el día asignado para la firma del contrato, los dueños le vendieron las tierras a otro comprador.

Mi desilusión fue terrible, y tuve que repetirme: «Joel, Dios ha cerrado esta puerta por una buena razón. Tiene algo mejor reservado para la iglesia». Claro que estaba triste y admito que sentí desaliento. Pero tuve que sacudirme todo eso y decir: «No. No voy a quedarme donde estoy. Voy a seguir adelante y haré el esfuerzo de avanzar».

Unos meses después encontramos otro lindo terreno. También habría servido. Pero sucedió algo parecido y el dueño se negó a vendérnoslo. Otra desilusión. No podía entenderlo, pero dije: «Dios, confío en ti. Sé que tus caminos no son los míos. Esto no parece bueno. No parece justo. Pero seguiré con una actitud de fe, esperando cosas buenas».

No pasó mucho tiempo hasta que se abrió la puerta al Centro Compaq, un estadio deportivo con dieciséis mil asientos, en el centro de Houston, en el corazón de uno de los sectores más importantes de la ciudad. Entonces vi con claridad por qué Dios había cerrado las otras puertas. Si hubiésemos comprado cualquiera de los otros dos terrenos, la decisión nos habría impedido conseguir lo que Dios tenía reservado para nosotros.

A lo largo de la vida no siempre vamos a entender todo lo que sucede. Pero sí tenemos que aprender a confiar en Dios. Tenemos que creer que Él nos lleva en la palma de su mano, que nos está guiando y liderando, que siempre tiene en su corazón lo mejor para nosotros.

Conozco gente que ha pasado por experiencias de rechazo en sus relaciones personales. Matrimonios que no funcionaron, aun cuando invirtieron años de esfuerzo. Se sienten heridos, rechazados, derrotados y no esperan nada bueno.

No creo que el divorcio sea lo que Dios tiene reservado para nosotros. Desafortunadamente a veces es inevitable. Si te has divorciado, entiende que Dios sigue teniendo un plan para tu vida. Sólo porque alguien te rechazó o te abandonó y te hirió, no significa que tengas que esconderte en un rincón, conformándote con el lugar en que estás. Ese rechazo no cambió lo que Dios puso en tu interior. No significa que ya no puedas ser feliz. Cuando una puerta se cierra, si mantienes la actitud correcta, Dios abrirá otra. Lo que tienes que hacer es poner de ti y avanzar, seguir adelante. Mucha gente se amarga, se enoja y culpa a Dios. En cambio, debieran dejar ese dolor atrás. Quizá no lo entiendas, pero tienes que confiar en Dios y seguir adelante con tu vida. No lo veas como el final. Míralo como un nuevo comienzo. Alguien te rechazó, pero puedes mantener la cabeza en alto sabiendo esto: Dios te acepta. Dios te da su aprobación y tiene algo mejor para ti.

Amigo, no mueras con el tesoro desperdiciado dentro de ti. Sigue esforzándote. Sigue extendiéndote hacia lugares más altos. Deja que nazca lo que Dios puso en tu corazón. No permitas que la gente te convenza de que abandones tus sueños. Escucha lo que Dios dice de ti, no lo que dicen las voces negativas. Cuando enfrentes el rechazo o la desilusión, no te quedes allí. Recuerda que Dios tiene otro plan. Esa puerta cerrada significa sencillamente que Dios tiene algo mejor, más adelante. No lo habrás visto antes, pero hoy es un nuevo día. No has visto, oído ni imaginado las cosas maravillosas que Dios tiene reservadas para ti. Sigue adelante y no dejes que te agobien las distracciones y desilusiones de la vida. Sigue extendiéndote hacia el siguiente nivel, buscando tu más alto potencial. Si lo haces, puedo decirte con toda confianza que te esperan tus mejores días. Dios va a mostrarte más de su bendición y favor, y llegarás a ser lo mejor de ti, mejor de lo que jamás hayas creído posible.

Copyright © 2007 por Joel Osteen

From the B&N Reads Blog

Customer Reviews