La politica alemana
Efectivamente, después de leída esa primera parte no sorprende ya ni extraña a nadie, no sólo el estallido de la primera guerra mundial, y las razones geopolíticas que desataron la Segunda Guerra Mundial, pero ni aun la actitud de las naciones combatientes ni de las no combatientes: la intervención de Inglaterra, la del Japón, la de Turquía y del Islam, la neutralidad de Italia...
¡Libro raro y excelente, donde el autor, con una gran clarividencia de las cosas, aun inflamado por un amor patrio, con un orgullo de ser alemán que trasciende por entre las palabras, habla con una gran serenidad y con una ecuanimidad realmente admirables y con entera justicia del enemigo de siempre y del de ahora y del probable adversario! Pocas veces cita a nuestra España, mas por estas pocas le debemos gratitud.
No es el hombre superior y orgulloso, a la manera de Salisbury, que azota con el calificativo despectivo, sino el hombre realmente superior y, por lo tanto, magnánimo, que más bien ve el lado bueno de las cosas, y cuya palabra, en vez de azotar, levanta.
Pero no es este punto de la política exterior de Alemania el único que nos ha movido a publicar en nuestro idioma el libro del excanciller alemán. A la política exterior sigue otra parte dedicada a la política interior que en nada desmerece de la primera y que para los españoles es quizás de mucha mayor importancia y de más permanente y hondo interés.
La introducción, los capítulos dedicados a la política nacional y los partidos, a la economía política y sobre todo la magistral conclusión con que termina el libro, son otros tantos cursos que podríamos llamar de política moderna, en los cuales gobernantes y pueblo, políticos profesionales y políticos de afición, y más que nadie los llamados neutros, tienen mucho que aprender, sin que eximamos de estas lecciones a los que ocupan los sitios más altos. La política alemana—y más que la nacional la de los partidos—guarda muchos puntos de semejanza con la nuestra y más aún con la que debería ser la nuestra.
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La politica alemana
Efectivamente, después de leída esa primera parte no sorprende ya ni extraña a nadie, no sólo el estallido de la primera guerra mundial, y las razones geopolíticas que desataron la Segunda Guerra Mundial, pero ni aun la actitud de las naciones combatientes ni de las no combatientes: la intervención de Inglaterra, la del Japón, la de Turquía y del Islam, la neutralidad de Italia...
¡Libro raro y excelente, donde el autor, con una gran clarividencia de las cosas, aun inflamado por un amor patrio, con un orgullo de ser alemán que trasciende por entre las palabras, habla con una gran serenidad y con una ecuanimidad realmente admirables y con entera justicia del enemigo de siempre y del de ahora y del probable adversario! Pocas veces cita a nuestra España, mas por estas pocas le debemos gratitud.
No es el hombre superior y orgulloso, a la manera de Salisbury, que azota con el calificativo despectivo, sino el hombre realmente superior y, por lo tanto, magnánimo, que más bien ve el lado bueno de las cosas, y cuya palabra, en vez de azotar, levanta.
Pero no es este punto de la política exterior de Alemania el único que nos ha movido a publicar en nuestro idioma el libro del excanciller alemán. A la política exterior sigue otra parte dedicada a la política interior que en nada desmerece de la primera y que para los españoles es quizás de mucha mayor importancia y de más permanente y hondo interés.
La introducción, los capítulos dedicados a la política nacional y los partidos, a la economía política y sobre todo la magistral conclusión con que termina el libro, son otros tantos cursos que podríamos llamar de política moderna, en los cuales gobernantes y pueblo, políticos profesionales y políticos de afición, y más que nadie los llamados neutros, tienen mucho que aprender, sin que eximamos de estas lecciones a los que ocupan los sitios más altos. La política alemana—y más que la nacional la de los partidos—guarda muchos puntos de semejanza con la nuestra y más aún con la que debería ser la nuestra.
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Efectivamente, después de leída esa primera parte no sorprende ya ni extraña a nadie, no sólo el estallido de la primera guerra mundial, y las razones geopolíticas que desataron la Segunda Guerra Mundial, pero ni aun la actitud de las naciones combatientes ni de las no combatientes: la intervención de Inglaterra, la del Japón, la de Turquía y del Islam, la neutralidad de Italia...
¡Libro raro y excelente, donde el autor, con una gran clarividencia de las cosas, aun inflamado por un amor patrio, con un orgullo de ser alemán que trasciende por entre las palabras, habla con una gran serenidad y con una ecuanimidad realmente admirables y con entera justicia del enemigo de siempre y del de ahora y del probable adversario! Pocas veces cita a nuestra España, mas por estas pocas le debemos gratitud.
No es el hombre superior y orgulloso, a la manera de Salisbury, que azota con el calificativo despectivo, sino el hombre realmente superior y, por lo tanto, magnánimo, que más bien ve el lado bueno de las cosas, y cuya palabra, en vez de azotar, levanta.
Pero no es este punto de la política exterior de Alemania el único que nos ha movido a publicar en nuestro idioma el libro del excanciller alemán. A la política exterior sigue otra parte dedicada a la política interior que en nada desmerece de la primera y que para los españoles es quizás de mucha mayor importancia y de más permanente y hondo interés.
La introducción, los capítulos dedicados a la política nacional y los partidos, a la economía política y sobre todo la magistral conclusión con que termina el libro, son otros tantos cursos que podríamos llamar de política moderna, en los cuales gobernantes y pueblo, políticos profesionales y políticos de afición, y más que nadie los llamados neutros, tienen mucho que aprender, sin que eximamos de estas lecciones a los que ocupan los sitios más altos. La política alemana—y más que la nacional la de los partidos—guarda muchos puntos de semejanza con la nuestra y más aún con la que debería ser la nuestra.

Product Details

BN ID: 2940162942245
Publisher: Ediciones LAVP
Publication date: 01/24/2020
Sold by: Barnes & Noble
Format: eBook
File size: 1 MB
Language: Spanish

About the Author

El príncipe Bernhard Heinrich Karl Martin von Bülow nacido el 3 de mayo de 1849 y fallecido el 28 de octubre de 1929) fue un estadista alemán, sucesor del príncipe Clodoveo de Hohenlohe-Schillingsfürst como canciller del Imperio alemán desde 1900 hasta 1909.
Su mandato se caracterizó por la obsesión de crear una flota de poder equivalente a la del Reino Unido que hiciese de Alemania una potencia mundial. Durante todo su mandato, el emperador Guillermo II no le dio, en absoluto, libertad de movimientos.
Tras el despido de Hohenlohe en 1900, Guillermo designó canciller al hombre a quien llamaba «su propio Bismarck», el príncipe Bernhard von Bülow. Guillermo esperaba encontrar en Bülow un hombre que combinara la habilidad del Canciller de Hierro con el respeto a los deseos del káiser, lo que le permitiría gobernar el imperio a su albedrío. Guillermo ya había notado el enorme potencial de Bülow y muchos historiadores piensan que su designación como canciller no fue más que la conclusión de un largo periodo de «arreglos». Sin embargo, durante la década siguiente, Guillermo se desilusionó de su decisión, y en vista de la oposición de Bülow sobre el «Asunto del Daily Telegraph» de 1908 y otros más, el káiser despidió a Bülow y designó en su lugar a Theobald von Bethmann-Hollweg en 1909.
Se le atribuye la famosa frase: «a los idealismos franceses sin significado: Libertad, Igualdad y Fraternidad, les oponemos las tres realidades alemanas: Infantería, Caballería y Artillería»
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