Cartas

«Estas cartas fueron escritas por un hombre extraordinario, y lo extraordinario de mi padre no fueron su crueldad ni sus fracasos. Lo extraordinario era su alegría y el talento que tenía para regalarla a los que le rodeaban.»
Benjamin Cheever

John Cheever trazó en sus cartas, durante años y sin saberlo apenas, un autorretrato tan revelador como el que esconden sus cuentos y sus novelas. Prolífico en su correspondencia privada, podía llegar a escribir una treintena de veces semanalmente a amigos, a otros escritores como Philip Roth, John Updike o Saul Bellow, así como a familiares y amantes. A todos ellos les pedía que se deshicieran de unos textos que consideraba pasajeros: «Guardar cartas es como intentar preservar un beso». Sin embargo, sus destinatarios quisieron conservar unas misivas que, editadas y anotadas por su hijo Benjamin, forman una historia tan vívida y humana como cualquiera de sus personajes.

Torturado por su alcoholismo y por una bisexualidad reprimida, Cheever siempre fue un extraño para los que tenía más cerca. Aunque la publicación póstuma de sus diarios hizo patente hasta qué punto el dolor inundaba su vida, sus cartas se convierten en una suerte de ventana que él nunca advirtió, una mirada privilegiada a la fragilidad de sus emociones y a la honestidad con que recibía sus derrotas. Una rendija al universo más íntimo de un buen hombre que reveló en estos textos el vínculo terrible entre su genialidad y sus demonios.

Críticas:
«El maestro de los relatos cortos también fue el maestro de las cartas cortas.»
The Sunday Times

«Al final, la suya fue una historia de éxito. Pero sus Cartas te hacen incómodamente consciente del precio que pagó por alcanzarlo.»
The New York Times

«John Cheever jamás escribióuna mala carta. Cuando me escribía siempre era como si caminase por la cuerda floja.»
William Maxwell, editor del autor en The New Yorker

«Fascinante [...] las cartas de John Cheever irradian amor y luz. [...] Ante entregas de tal cantidad e intensidad, de nada sirven las categorías convencionales.»
New York Magazine

«Un placer único que ni una biografía podría ofrecer: observar cómo un artista descubre y redefine su mundo mes a mes. Sus cartas nos convencen de que estamos ante un gran escritor y un buen hombre.»
Chicago Tribune

«Los episodios más relevantes de su vida, los felices y los traumáticos, encontraron eco en las cartas. "Escribió entre diez y treinta a la semana, y las escribió en todo tipo de circunstancias", aclara su hijo en la introducción. "Lo suyo no era el teléfono", y aquello que tenía que decir "estaba en el correo".»
Juan Tallón, Revista de Libros

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Cartas

«Estas cartas fueron escritas por un hombre extraordinario, y lo extraordinario de mi padre no fueron su crueldad ni sus fracasos. Lo extraordinario era su alegría y el talento que tenía para regalarla a los que le rodeaban.»
Benjamin Cheever

John Cheever trazó en sus cartas, durante años y sin saberlo apenas, un autorretrato tan revelador como el que esconden sus cuentos y sus novelas. Prolífico en su correspondencia privada, podía llegar a escribir una treintena de veces semanalmente a amigos, a otros escritores como Philip Roth, John Updike o Saul Bellow, así como a familiares y amantes. A todos ellos les pedía que se deshicieran de unos textos que consideraba pasajeros: «Guardar cartas es como intentar preservar un beso». Sin embargo, sus destinatarios quisieron conservar unas misivas que, editadas y anotadas por su hijo Benjamin, forman una historia tan vívida y humana como cualquiera de sus personajes.

Torturado por su alcoholismo y por una bisexualidad reprimida, Cheever siempre fue un extraño para los que tenía más cerca. Aunque la publicación póstuma de sus diarios hizo patente hasta qué punto el dolor inundaba su vida, sus cartas se convierten en una suerte de ventana que él nunca advirtió, una mirada privilegiada a la fragilidad de sus emociones y a la honestidad con que recibía sus derrotas. Una rendija al universo más íntimo de un buen hombre que reveló en estos textos el vínculo terrible entre su genialidad y sus demonios.

Críticas:
«El maestro de los relatos cortos también fue el maestro de las cartas cortas.»
The Sunday Times

«Al final, la suya fue una historia de éxito. Pero sus Cartas te hacen incómodamente consciente del precio que pagó por alcanzarlo.»
The New York Times

«John Cheever jamás escribióuna mala carta. Cuando me escribía siempre era como si caminase por la cuerda floja.»
William Maxwell, editor del autor en The New Yorker

«Fascinante [...] las cartas de John Cheever irradian amor y luz. [...] Ante entregas de tal cantidad e intensidad, de nada sirven las categorías convencionales.»
New York Magazine

«Un placer único que ni una biografía podría ofrecer: observar cómo un artista descubre y redefine su mundo mes a mes. Sus cartas nos convencen de que estamos ante un gran escritor y un buen hombre.»
Chicago Tribune

«Los episodios más relevantes de su vida, los felices y los traumáticos, encontraron eco en las cartas. "Escribió entre diez y treinta a la semana, y las escribió en todo tipo de circunstancias", aclara su hijo en la introducción. "Lo suyo no era el teléfono", y aquello que tenía que decir "estaba en el correo".»
Juan Tallón, Revista de Libros

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by John Cheever
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«Estas cartas fueron escritas por un hombre extraordinario, y lo extraordinario de mi padre no fueron su crueldad ni sus fracasos. Lo extraordinario era su alegría y el talento que tenía para regalarla a los que le rodeaban.»
Benjamin Cheever

John Cheever trazó en sus cartas, durante años y sin saberlo apenas, un autorretrato tan revelador como el que esconden sus cuentos y sus novelas. Prolífico en su correspondencia privada, podía llegar a escribir una treintena de veces semanalmente a amigos, a otros escritores como Philip Roth, John Updike o Saul Bellow, así como a familiares y amantes. A todos ellos les pedía que se deshicieran de unos textos que consideraba pasajeros: «Guardar cartas es como intentar preservar un beso». Sin embargo, sus destinatarios quisieron conservar unas misivas que, editadas y anotadas por su hijo Benjamin, forman una historia tan vívida y humana como cualquiera de sus personajes.

Torturado por su alcoholismo y por una bisexualidad reprimida, Cheever siempre fue un extraño para los que tenía más cerca. Aunque la publicación póstuma de sus diarios hizo patente hasta qué punto el dolor inundaba su vida, sus cartas se convierten en una suerte de ventana que él nunca advirtió, una mirada privilegiada a la fragilidad de sus emociones y a la honestidad con que recibía sus derrotas. Una rendija al universo más íntimo de un buen hombre que reveló en estos textos el vínculo terrible entre su genialidad y sus demonios.

Críticas:
«El maestro de los relatos cortos también fue el maestro de las cartas cortas.»
The Sunday Times

«Al final, la suya fue una historia de éxito. Pero sus Cartas te hacen incómodamente consciente del precio que pagó por alcanzarlo.»
The New York Times

«John Cheever jamás escribióuna mala carta. Cuando me escribía siempre era como si caminase por la cuerda floja.»
William Maxwell, editor del autor en The New Yorker

«Fascinante [...] las cartas de John Cheever irradian amor y luz. [...] Ante entregas de tal cantidad e intensidad, de nada sirven las categorías convencionales.»
New York Magazine

«Un placer único que ni una biografía podría ofrecer: observar cómo un artista descubre y redefine su mundo mes a mes. Sus cartas nos convencen de que estamos ante un gran escritor y un buen hombre.»
Chicago Tribune

«Los episodios más relevantes de su vida, los felices y los traumáticos, encontraron eco en las cartas. "Escribió entre diez y treinta a la semana, y las escribió en todo tipo de circunstancias", aclara su hijo en la introducción. "Lo suyo no era el teléfono", y aquello que tenía que decir "estaba en el correo".»
Juan Tallón, Revista de Libros


Product Details

ISBN-13: 9788439733973
Publisher: RANDOM HOUSE
Publication date: 01/18/2018
Sold by: PENGUIN RANDOM HOUSE GRUPO EDITORIAL
Format: eBook
Pages: 432
File size: 1 MB
Language: Spanish

About the Author

About The Author

John Cheever (Quincy, Massachussets, 1912 - Nueva York, 1982) es uno de los escritores norteamericanos más destacados del siglo XX. Con apenas veinte años empezó a escribir relatos en The New Yorker con un éxito inmediato que le llevó a ser conocido como «el Chejov de los suburbios» por la maestría con la que retrató el espejismo del sueño americano, buscando siempre algo de luz entre el caos y el desencanto y la melancolía. Autor también de una sólida obra novelística, destacan La crónica de los Wapshot (National Book Award, 1958), El escándalo de los Wapshot (publicados por DeBolsillo en el ómnibus Los Wapshot), Bullet Park, Falconer y ¡Oh, esto parece el paraíso!. Sus Dietarios y sus Cartas forman parte también de una obra monumental que le mereció el Premio Pulitzer en 1979 y la Medalla Nacional de Literatura en 1982, poco después de su muerte.


John Cheever (Quincy, Massachussets, 1912 - Nueva York, 1982) es uno de los escritores norteamericanos más destacados del siglo XX. Con apenas veinte años empezó a escribir relatos en The New Yorker con un éxito inmediato que le llevó a ser conocido como «el Chejov de los suburbios» por la maestría con la que retrató el espejismo del sueño americano, buscando siempre algo de luz entre el caos y el desencanto y la melancolía. Autor también de una sólida obra novelística, destacan La crónica de los Wapshot (National Book Award, 1958), El escándalo de los Wapshot (publicados por DeBolsillo en el ómnibus Los Wapshot), Bullet Park, Falconer y ¡Oh, esto parece el paraíso!. Sus Dietarios y sus Cartas forman parte también de una obra monumental que le mereció el Premio Pulitzer en 1979 y la Medalla Nacional de Literatura en 1982, poco después de su muerte.

Date of Birth:

May 27, 1912

Date of Death:

June 18, 1982

Place of Birth:

Quincy, Massachusetts

Place of Death:

Ossining, New York

Education:

Thayer Academy
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