El Reto de mis Recuerdos: Relatos y vivencias de un viajero

El Reto de mis Recuerdos: Relatos y vivencias de un viajero

by David Galdamez
El Reto de mis Recuerdos: Relatos y vivencias de un viajero

El Reto de mis Recuerdos: Relatos y vivencias de un viajero

by David Galdamez

eBook

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Overview

El autor se ha dado a la tarea de satisfacer la curiosidad de los lectores que al leer su primer libro, echaron de menos la historia de su vida temprana en Colombia.

Con candidez y espontaneidad nos está contando los hechos y los secretos de algunos de sus antepasados, así como de su propia niñez y adolescencia en un país enmarañado en conflictos políticos y religiosos, a veces mezquinos y muy perjudiciales. El azar juega un papel preponderante en este reto personal del autor y lo que nos cuenta de su llegada a Londres hasta el año de 1972, quedará por mucho tiempo en la memoria del lector.


Product Details

ISBN-13: 9781475958027
Publisher: iUniverse, Incorporated
Publication date: 11/21/2012
Sold by: Barnes & Noble
Format: eBook
Pages: 238
File size: 4 MB
Language: Spanish

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El Reto de mis Recuerdos

Relatos y vivencias de un viajero
By David Galdamez

iUniverse, Inc.

Copyright © 2012 David Galdamez
All right reserved.

ISBN: 978-1-4759-5804-1


Chapter One

Mis Antepasados

El conocimiento de mis antepasados por línea materna lo obtuve por partes y de forma furtiva pues era casi siempre prohibido preguntarlo. Mi bisabuela María Ignacia Mantilla fue, según los recuerdos de historias fidedignas que había oído mi madre, una dama de alta alcurnia natural de Pamplona en Santander del Norte. En la segunda mitad del siglo diecinueve esta distinguida mujer cometió un desliz imperdonable, al despojarse de forma repentina y con impavidez de su pesada falda decimonónica. Tamaña desmesura dio inicio a unas relaciones íntimas con su señoría el cura párroco de esa localidad, quedando ipso facto embarazada, y, el párvulo de aquel fogoso "incesto espiritual" fue mi abuelo Nehemías Patiño. Por lo visto aquel niño no fue reconocido por la intrépida pero avergonzada María Ignacia, y el apellido Patiño lo tomó del oportunista clérigo.

La última huella de María Ignacia Mantilla permanece en una carta fechada 29 de Junio de 1899, enviada desde Piedecuesta a su vieja amiga Casilda Carvajal residente en Málaga, donde envía saludos a Nehemías. Para esa época, según se desprende de la carta, María Ignacia era ya una dama en visible decadencia física y económica.

Todo lo que se de don Nehemías Patiño fue lo que mi madre logró comunicarme con el corazón quebrantado. Yo era muy joven y no certaba a cuestionarla por más detalles de su pasado. Era enfermero también partero y por un tiempo mantuvo una droguería. Al parecer tocaba guitarra y cantaba, es decir, hombre siete oficios, lo cual, era algo normal en el medio social de aquellos días.

Se casó con Rosalía Carvajal y a sus siete oficios añadió uno más: una aventura amorosa con su cuñada Casilda Carvajal. De esa inusitada aventura nació Hercilia Carvajal, mi madre. No logré conocerlo pues antes de mi llegada a este mundo fue asesinado en un camino hacia Miranda. Hercilia me contaba con lágrimas en los ojos que había sido a sangre fría, para robarlo, pero que el destino no mucho tiempo después, había hecho recaer sobre sus asesinos muertes violentas. Mi madre había nacido en Málaga, Santander, el 20 de Julio de 1900 y vivió sus primeros veinte años en esa población. Parte de ese tiempo lo vivió en el hogar de los esposos Eulogio Porras y Casilda Carvajal, quien era mi abuela, a quien tampoco llegué a conocer. La otra parte de ese tiempo vivió con Nehemías y Rosalía Carvajal. Al parecer, Rosalía no era una mujer rencorosa con el destino y dotada de un pensamiento libre de prejuicios, aceptó las infidelidades de su esposo Nehemías y de su hermana Casilda. Tal vez en esto influyó el hecho de que la niña, fruto de las dos infidelidades, había nacido en una fecha tan memorable en la historia del país. Por su parte, parece Hercilia nunca manifestó sentirse afectada para bien o para mal por su coincidencia natal con aquella fecha histórica. Era muy amante de la música de cuerdas y suspiraba al escuchar bambucos y pasillos porque en su entorno familiar había escuchado esta música en vivo tocada por virtuosos y maestros. Nombraba mucho a un tal Victoriano Ordoñez compositor y director de orquesta oriundo de Málaga. También solía contarme con respeto y cierto temor de su antigua maestra de primaria, la señora Victoriana, cuyas reglas de conducta y disciplina eran en verdad un ejemplo de su época. Las recordaba más o menos así: "¿Qué es urbanidad? Es el conjunto de reglas que tenemos que observar para expresar dignidad, decoro y elegancia a todas nuestras acciones y palabras que nos son debidas, y, para manifestar la benevolencia y respeto a todos los que nos rodean. Y, ¿Qué es benevolencia? Es aquella disposición habitual a tratar bien a todos según su clase, serles útiles en lo posible y disimular sus faltas."

Con el correr del tiempo comprobé que la cita pertenece a un libro de la Urbanidad de Carreño. Sin duda se trata de una prescripción con un cierto grado de sabiduría con el objeto de garantizar el buen funcionamiento de las relaciones humanas, pero, también podría verse como la síntesis de una sabiduría convencional, clasista y destinada a preservar el estatus quo. En todo caso, durante toda su vida, Hercilia velaría por la praxis de aquella dócil urbanidad decimonónica.

De pronto aquella felicidad de su primera juventud se vio turbada por el factor inesperado. Un día cualquiera de 1919 recibió el flechazo de Cupido cuando se atravesó en su camino el poeta y tinterillo Elías Vásquez. Actuó siempre con una espontaneidad rayando en la inocencia y siguiendo los dictados del corazón. Sin embargo, el amor que llevaba en su corazón no encontró asidero en la realidad descarnada de su tiempo, y, cuando creyó escuchar voces amables, descubrió asombrada ecos de fantasmas embistiendo contra su propia soledad.

Había una directa oposición en la solvente familia Carvajal-Porras ante los sentimientos de Hercilia por aquel hombre con vaticinios de poeta trágico puesto que contrariaba las mejores expectativas de Eulogio, a la sazón, su padre putativo. Sin embargo, ella se sentía heredera de un destino duro y hasta de una inexplicable premonición fatalista. Elías solía escribirle unas cartas mustias preñadas de un pausado lirismo en las que le anunciaba su propia muerte antes de que ella pudiera siquiera intentar controlar los acontecimientos. En sus ratos libres las recitaba de memoria. Había en esas cartas una frase fría y premonitoria que le anunciaba: "porque los sufrimientos que sobre ti caminan a paso de gigante no tienen fin."

De modo que asediada por la oposición y las advertencias inquebrantables de su entorno familiar tomó una decisión irrevocable: huyó con su prometido hacia la población de Enciso y allí contrajo matrimonio en 1920. Según el recuento de Hercilia, siete años exactos duró su plenitud y dicha matrimonial, hasta que una mañana sintiendo el llamado de Las Parcas, Elías regresó de su taller de trabajo de forma intempestiva anunciando encontrarse enfermo. Acto seguido, se acostó y nunca más volvió a levantarse. Durante un mes lo cuidó sin apenas despegarse de su lecho. Creo fue en aquel momento cuando se resignó a perder el uso del apellido Carvajal y adoptó de forma libre el apellido Patiño de su progenitor.

Al enviudar había quedado sin lugar a dudas desheredada por la familia Carvajal-Porras y además con tres hijos pequeños: Amanda, Blanca y Arturo, mis medios hermanos, pero además, sin ninguna seguridad material y financiera, sin logros académicos ni garantías laborales.

En mi país, desde siempre, muchas viudas desamparadas ni siquiera se imaginaban que un gobierno soberbio y centralizado pudiera por medio de sus representantes locales auxiliar sus desventajas en alguna forma. Estas sofisticaciones gubernamentales si existieron en aquella época como legislación, jamás estuvieron al alcance de cualquiera. La realidad tenía que afrontarse desde el azar y la iniciativa personal: "Esa vasta clase económica miserable, que no lee, que no escribe, que no se calza, que apenas come, que permanece al margen de la vida nacional ..." según decía Alfonso López Pumarejo, Presidente por aquella época, en uno de sus retóricos discursos tratando de enfocar la primera "Revolución en Marcha" (1934-1938). Sus reformas y su fascinante habilidad de "prestidigitador" como lo llamara un escritor extranjero, no llegaron al fondo del problema. Neutralizó las mejores esperanzas de los trabajadores y dio oportunos puestos burocráticos a los revolucionarios comunistas para acallarlos. Sin embargo, el poder político y económico continuaba extendiendo su trato preferencial a las clases poseedoras de todos los privilegios, obtenidos ha mucho tiempo, con artimañas jurídicas por los abogados de la colonia, durante el vergonzoso período histórico llamado la "Patria Boba".

Los lastres políticos, económicos y religiosos habían sido arrastrados como pesados fardos desde la Conquista, con todas las inequidades sociales y económicas, y soslayados de una u otra forma por nosotros mismos. Colombia ha sido llamada con justificación el país de las grandes contradicciones. Una de ellas es la llamada invulnerabilidad de la ley, el mito del "fundamentalismo legalista" según un contemporáneo analista santandereano.

En estas coordenadas de tiempo y espacio, el destino situó a mi madre nadando contra la corriente y tratando de equilibrar con su frágil estructura de mujer solitaria, los movimientos telúricos y sociales de una sociedad fragmentada. Peregrinó incansable una docena de años acometiendo oficios con los que apenas subsistía y entretanto buscando a su progenitor, entreteniendo la vana esperanza de poder solventar su precaria situación material y humana. Al parecer Nehemías no estaba en condiciones de brindarle el apoyo que necesitaba.

Regresó de aquellos arduos periplos por la soberbia región de García Rovira y aledaños de Santander a todas luces convertida a un naciente Protestantismo, y, sosteniendo una pequeña fábrica de dulces producidos a base de vainilla, cáscara de limón y azúcar blanco. Pero además, complicando su situación había una niña adicional en su vida. Su nombre Graciela y no se podía ocultar en medio de las tormentas. Una madrastra con un carácter de hiena se hizo cargo de ella. En la bruma del tiempo recuerdo a Graciela masticando odios, aquejada por la desilusión, víctima de un resentimiento perpetuo.

Ahora, hacerse Protestante por los años treinta, cuando la Iglesia Católica mantenía un inmenso poder sobre los hilos de la política, así como sobre la educación, el matrimonio y la conciencia de la gran mayoría de los colombianos, era en verdad una acción temeraria y desorbitada.

Las sectas Protestantes como se las llamaba, fueron iniciadas por misioneros de los Estados Unidos apoyados por otros misioneros centroamericanos. La Iglesia Católica en mi país, las veía como la reencarnación de los herejes-mensajeros de una llamada "pseudo- reforma", iniciada por Martin Lutero en el siglo XVI. En realidad, la enquistada corrupción, el clero simoníaco, sus poderosos cardenales sin moralidad y sin fe, hicieron posible que este genial y desconocido teólogo agustino, hijo de un minero tosco, lograra la escisión del cristianismo europeo.

Con aquel tráfico vergonzoso de las indulgencias Roma era una cloaca abominable y el joven agustino lo había visto durante su visita a finales de 1.510 durante el reinado del Papa Julio II. El cristianismo se había convertido en una atroz miseria moral, una farsa gigantesca, y, era posible con mofa e ironía, comparar todo aquello con la imagen absurda de un burro tocando el arpa.

De haber sido una estrella fija, Lutero se convirtió en un planeta errante que a la larga sería atraído y absorbido por otras órbitas de una nueva interpretación de la fe, con su hábil traducción del Nuevo Testamento a la lengua vernácula alemana. Roma se había equivocado excomulgándolo y tratando de juzgarlo como hereje en algún tribunal católico inquisidor. El arzobispo de Maguncia Alberto de Brandeburgo era un mal conocedor de los seres humanos y con torpeza se apresuró a denunciar al desconocido pero indestructible monje. Para los campesinos y la ya poderosa burguesía alemana, Lutero se había convertido en un cometa brillante con una órbita definitiva.

En cuanto al Nuevo Mundo, no hay que olvidar que nuestro acontecer histórico es contradictorio. A nuestro país llegó primero la Contrarreforma con su "Santa Inquisición" y sólo siglos después la Reforma. Es cierto que luego de la presidencia cautelosa de Enrique Olaya Herrera había llegado al poder el liberal Alfonso López Pumarejo, quien inició el desmonte del Estado Teocrático con la Reforma Constitucional de 1936. Aquella iniciativa enfadó a la jerarquía católica cuando su reforma tocó los privilegios eclesiásticos e impuso un impuesto a los seminarios católicos. Durante ese período de hegemonía Liberal se le dio cierta legitimidad al movimiento sindical pero aún hoy en día no existe una fuerza laboral organizada en Colombia. Muchos de los líderes sindicales se dedicaron a la búsqueda vergonzosa del lucro personal y las prebendas. Hoy en día, según algunos entendidos, el capital monopolista extranjero viene al país porque aquí no pagan regalías, no contribuye a mejorar la infraestructura y porque además aquí matan a los sindicalistas.

El gobierno Santos busca hoy la "tercera vía" de Tony Blair para sacar al sindicalismo de los extremos del blanco y negro, y poder por fin brindar a los trabajadores un trato merecido y humano. Así pues, muchas leyes sociales comenzaron con la administración de López Pumarejo, pero, como siempre, había un verdadero abismo entre sus disposiciones jurídicas y su cumplimiento. En nuestro maltratado país fueron burladas y pisoteadas por los empresarios y por los mismos políticos. Este ha sido el suceder inevitable de las mayores iniciativas en la llamada "Colombia de papel."

En una de sus cláusulas la Reforma Constitucional de 1936 garantizaba la libertad de conciencia para los colombianos y la libertad de cultos para aquellos que quisieran abrazar un culto que no fuera contrario a la moral cristiana. Sin embargo, existía un Concordato con la Santa Sede en Roma desde 1887 y el Nuncio del Papá visitaba Colombia enarbolando unos poderes de Príncipe superior que luego, los Obispos debían supervisar. Éstos constataban que la enseñanza católica fuera absoluta en las escuelas y colegios repitiendo hasta la saciedad la frase fundamentalista: "La iglesia católica es una, católica y apostólica y es la única religión verdadera". Uno de los biógrafos de Lutero se refirió alguna vez a: "... la casta sacerdotal que se arroga el derecho sacrílego e irrisorio de transmitir la gracia de Dios a los fieles ..."

A pesar del nuevo clima de apertura y supuesta tolerancia, la filosofía de la ilustración francesa y el evolucionismo darwiniano eran tratados como anatemas. En la realidad el poder de facto era un Estado Confesional como representación dominante.

A los trece años de haber quedado viuda Hercilia daría a luz un niño en la población de Duitama (Boyacá), pasados ya los cuarenta años de edad, una edad en la que se supone un ser humano ha conquistado la madurez, y, la experiencia le ha enseñado un cúmulo de cosas necesarias para evitar cometer los mismos errores. La realidad la atropellaba y no habría allí concordancia armónica a corto o mediano plazo ni el apoyo oportuno del entorno humano para vislumbrar un desenlace equilibrado. El apoyo del entorno humano es más factible hoy en día, donde según las estadísticas del Instituto Familiar, un 23% de los niños que nacen en Colombia en un año son no deseados.

Hacia el final de los años treinta en la población de Soata en la provincia de Boyacá, Hercilia conoció al itinerante conferencista luterano Juan Vicente Galdámes natural de Jalapa Guatemala y egresado, con distinción en los estudios sagrados, del Seminario Bíblico de Costa Rica. Juan Vicente creyó toda su vida ser un fiel seguidor de Pablo de Tarso y en una de sus extenuantes correrías evangelizadoras, imitando a su célebre mentor espiritual, llegó al pueblo remoto de Soatá situado en una de las provincias más pobres de Colombia. Era un predicador convertido hasta la médula con un don particular y convincente para exaltar los textos de los Evangelios canónicos, al mismo tiempo que mezclaba con dosis oportunas, anécdotas de personajes insólitos que había conocido o incorporado a las huestes de Cristo.

Durante aquellos enaltecedores momentos sus grandes ojos azul marino se contraían en dos delgados hilos aterciopelados y pardos, de los cuales parecían brotar resplandores de oro. Una especie de metamorfosis ocular recordada por aquellos que lo vieron predicar en la época de su mayor éxito para convertir de inmediato, simpatizantes y aguas tibias que acudían a conocer al notorio evangelista.

Además se trataba de un hombre bien parecido, robusto, de piel blanca con unos dientes perfectos y una distintiva nariz maya. Vestía impecable, de paño inglés, cruzado y medias de seda. Usaba varios pares de zapatos elegantes de cuero fino y los cargaba en sus maletas con las debidas hormas para mantenerles el molde exacto de fabricación. Tan sólo un misionero luterano de talla internacional, manejando con destreza y premeditación una serie de sermones y figuras de la pasión evangélica, podía exhibir sin causar escándalo, una falsa modestia y afectar el excesivo acicalamiento en el vestir. El ritual de asear su cuerpo era para él un mandamiento inquebrantable. Tenía un humor sano y cuando manifestaba sus frases naturales con un doble sentido, a veces tonto, soltaba una sonora carcajada que contagiaba a los demás. Cantaba bien, tocaba guitarra y piano; escribía historietas sencillas que narraban con una profunda convicción las experiencias de su Ministerio; también escribía poesías rimadas con cierta sonoridad, con un estilo algo anticuado y exaltado por visiones místicas. Más allá de estos logros sentía a diario, que la elegancia personal demostraba talento y era una fuente de distinción mental.

(Continues...)



Excerpted from El Reto de mis Recuerdos by David Galdamez Copyright © 2012 by David Galdamez. Excerpted by permission of iUniverse, Inc.. All rights reserved. No part of this excerpt may be reproduced or reprinted without permission in writing from the publisher.
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Table of Contents

Contents

Agradecimientos....................v
Una Nota Del Autor....................vii
1. Mis Antepasados....................1
2. Memorias De Infancia....................21
3. El Cocuy En Los Límites De Mi Universo Infantil....................33
4. Sogamoso....................43
5. Corrales....................57
6. Luney....................61
7. Arcelia....................69
8. La Influencia De Amanda....................73
9. Logros Y Fallas....................81
10. Encuentros Humanos. Preámbulo De Un Viaje Definitivo....................113
11. El Churruca....................139
12. Barcelona - Madrid, A Vuelo De Pájaro....................143
13. Estación Victoria....................147
14. National Hospital....................151
15. La "Cuestiòn Del Oriente," Un Primer Contacto....................183
16. Más Allá Del National Hospital. Días Turbulentos....................193
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