Saúl, rebelde y entonado en un asomo de soberbia que iría acrecentándose con el tiempo, sucumbe ante la impaciencia del pueblo de quienes temía aparecer como un incompetente. ¡Cómo vemos hoy casos semejantes en que hombres que se auto titulan representantes de Dios gastan miles y miles de dólares solo para promover sus sobrevestidas imágenes a través de la prensa y la televisión por temor a parecer incompetentes, dejando las cosas más importantes!
La humillación recibida por Senaquerib (hijo del emperador Sargón), y ahora él mismo cabeza del Imperio al frente del ejército Asirio que no tenía contrincantes suficientemente fuertes en el mundo de entonces (año 701 a.C), se debió más que nada a su afrenta idolátrica (Is 37:36-38) y a su intento de dividir a Israel y Jerusalém. Una vez vuelto a su tierra fue posteriormente asesinado por dos de sus hijos.
El rey Salomón y Saulo de Tarso (Pablo) tuvieron que experimentar la humillación y rebeldía ante Dios para comprender el sentido de sus vidas.
Tanto el rey Salomón como el apóstol san Pablo fueron hábiles oradores que no cesaron en indicarnos sobre el juicio final que—ahora ya cercano—un dia los humanos tendrían que padecer, en su encuentro inevitable e histórico con el Creador de los cielos y la tierra.
CONTENIDO:
-Introducción.
-El rey Saúl: probado y desechado en su desobediencia.
-La humillación de Senaquerib.
-Entre vanidades: prosigue al blanco final.
-Bienaventurados todos los que en él confían.
-Acerca del autor.
