Sopa de Pollo para el Alma de la Mujer: Relatos que conmueven el corazón y ponen fuego en el espíritu de las mujeres
There are many ways to define a woman: daughter, mother, wife, professional, friend, student… We are each special and unique, yet we share a common connection. What bonds all women are our mutual experiences of loving and learning: feeling the tenderness of love; forging lifelong friendships; pursuing a chosen career; giving birth to new life; juggling the responsibilities of job and family, and more.

This shining collection brings you inspiration and comfort in special chapters on marriage, motherhood, aging, bridging the generations, attitude, self-esteem and higher wisdom. Stories honor the strength and reveal the beauty of the feminine spirit. Included are incredible stories from Oprah Winfrey, Leo Buscaglia, Linda Ellerbee, Robert Fulghum, Kathie Lee Gifford and many others.

Whether you are a career woman or a stay-at-home mom, a teenager or a senior, a young woman just starting out or a woman of the world, this delightful book will be a treasured companion for many years to come.
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Sopa de Pollo para el Alma de la Mujer: Relatos que conmueven el corazón y ponen fuego en el espíritu de las mujeres
There are many ways to define a woman: daughter, mother, wife, professional, friend, student… We are each special and unique, yet we share a common connection. What bonds all women are our mutual experiences of loving and learning: feeling the tenderness of love; forging lifelong friendships; pursuing a chosen career; giving birth to new life; juggling the responsibilities of job and family, and more.

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Overview

There are many ways to define a woman: daughter, mother, wife, professional, friend, student… We are each special and unique, yet we share a common connection. What bonds all women are our mutual experiences of loving and learning: feeling the tenderness of love; forging lifelong friendships; pursuing a chosen career; giving birth to new life; juggling the responsibilities of job and family, and more.

This shining collection brings you inspiration and comfort in special chapters on marriage, motherhood, aging, bridging the generations, attitude, self-esteem and higher wisdom. Stories honor the strength and reveal the beauty of the feminine spirit. Included are incredible stories from Oprah Winfrey, Leo Buscaglia, Linda Ellerbee, Robert Fulghum, Kathie Lee Gifford and many others.

Whether you are a career woman or a stay-at-home mom, a teenager or a senior, a young woman just starting out or a woman of the world, this delightful book will be a treasured companion for many years to come.

Product Details

ISBN-13: 9781453280515
Publisher: Chicken Soup for the Soul
Publication date: 05/20/2014
Series: Sopa de Pollo para el Alma
Sold by: SIMON & SCHUSTER
Format: eBook
Pages: 305
File size: 1 MB
Language: Spanish

About the Author

Jack Canfield is cocreator of the Chicken Soup for the Soul® series, which includes forty New York Times bestsellers, and coauthor of The Success Principles: How to Get from Where You Are to Where You Want to Be. He is a leader in the field of personal transformation and peak performance and is currently CEO of the Canfield Training Group and Founder and Chairman of the Board of The Foundation for Self-Esteem. An internationally renowned corporate trainer and keynote speaker, he lives in Santa Barbara, California.
Jack Canfield is co-creator of the Chicken Soup for the Soul® series, which includes forty New York Times bestsellers, and coauthor of The Success Principles: How to Get from Where You Are to Where You Want to Be. He is a leader in the field of personal transformation and peak performance and is currently CEO of the Canfield Training Group and Founder and Chairman of the Board of The Foundation for Self-Esteem. An internationally renowned corporate trainer and keynote speaker, he lives in Santa Barbara, California.
 Mark Victor Hansen is a co-founder of Chicken Soup for the Soul.

Hometown:

Santa Barbara, California

Date of Birth:

August 19, 1944

Place of Birth:

Fort Worth, Texas

Education:

B.A. in History, Harvard University, 1966; M.A.T. Program, University of Chicago, 1968; M.Ed., U. of Massachusetts, 1973

Read an Excerpt

Sopa de Pollo para el Alma de la Mujer

Relatos que conmueven el corazón y ponen fuego en el espíritu de las mujeres


By Jack Canfield, Mark Victor Hansen, Jennifer Read Hawthorne, Marci Shimoff

Chicken Soup for the Soul Publishing

Copyright © 2014 Chicken Soup for the Soul Publishing, LLC, Jennifer Read Hawthorne y Marci Shimoff
All rights reserved.
ISBN: 978-1-4532-8051-5



CHAPTER 1

SOBRE EL AMOR

Las mejores cosas y las más bellas del mundo no pueden ser vistas, ni siquiera tocadas. Deben sentirse con el corazón.

Helen Keller


La gardenia blanca


Todos los años, desde que tuve doce, alguien me enviaba anónimamente una gardenia blanca a casa en el día de mi cumpleaños. Nunca venía acompañada de una tarjeta o nota, y las llamadas a la florería resultaban inútiles porque la adquisición siempre era en efectivo. Después de un tiempo, renuncié a tratar de descubrir la identidad del desconocido. Sólo me deleitaba con la belleza y el fuerte perfume de aquella flor mágica, blanca y perfecta, anidada en los pliegues de un suave papel de seda rosado.

Pero nunca dejé de imaginar quién podría ser el remitente. Pasaba algunos de mis momentos más felices soñando despierta con alguien maravilloso y emocionante, pero demasiado tímido o excéntrico como para revelar su identidad. Durante mi adolescencia, me divertía especulando con que podría ser un muchacho del que estaba enamorada, o incluso alguien a quien no conocía y que se había fijado en mí.

Mi madre a menudo participaba en esas especulaciones. Me preguntaba si había alguien con quien hubiera tenido una bondad especial, que me quisiera manifestar anónimamente su gratitud. Me recordaba las ocasiones en que yo paseaba en mi bicicleta y la vecina llegaba con el auto lleno de comestibles y de niños: siempre la ayudaba a descargar las cosas y me aseguraba de que los niños no corrieran hacia la calle. O, quizás, el misterioso remitente era el anciano que vivía al otro lado de la calle, ya que a menudo solía llevarle su correo para que no tuviera que aventurarse a bajar los escalones cubiertos de hielo.

Mi madre se esforzaba por estimular mi imaginación a propósito de la gardenia. Deseaba que sus hijos fuesen creativos. Y también que nos sintiéramos apreciados y amados, no sólo por ella, sino por todo el mundo.

Cuando tuve diecisiete años, un muchacho rompió mi corazón. La noche en que me llamó por última vez, me dormí llorando. A la mañana siguiente, había un mensaje sobre el espejo, borroneado con lápiz de labios rojo: "Debes saber que cuando los semidioses parten, llegan los dioses". Pensé en esta cita de Emerson durante largo tiempo, y la dejé en el sitio donde la había escrito mi madre hasta que mi corazón sanó. Cuando finalmente limpié el espejo, mi madre supo que todo estaba bien otra vez.

Pero había heridas que ella no podía sanar. Un mes antes de terminar la escuela secundaria, mi padre murió súbitamente de un infarto. Mis sentimientos oscilaban entre el dolor y la carencia, el temor, la desconfianza y una inmensa ira porque mi padre estaría ausente en algunos de los acontecimientos más importantes de mi vida. Perdí todo interés en la graduación que se aproximaba, en la obra de teatro de los estudiantes de último año y en la fiesta de despedida, acontecimientos todos ellos en los que había trabajado y que esperaba con ilusión. Incluso consideré la posibilidad de quedarme en casa en lugar de ir a la universidad en otra ciudad, porque allí me sentía más segura.

Mi madre, en medio de su propia pena, no quería oír hablar de que me dejaría todas estas cosas. El día antes de la muerte de mi padre, ella y yo fuimos a comprar un vestido para la fiesta, y encontramos el más espectacular: metros y metros de velo suizo en rojo, azul y blanco. Usarlo me hacía sentir como Scarlett O'Hara. Pero no era de mi talle y, al morir mi padre al día siguiente, me olvidé de él.

Mi madre no lo olvidó. La víspera de la fiesta de graduación, encontré el vestido—del talle correcto—esperándome sobre el sofá de la sala, majestuosamente envuelto y presentado de una manera artística y amorosa. Quizás a mí no me interesara tener un vestido nuevo, pero a mi madre sí.

Le importaba cómo nos sentíamos acerca de nosotros mismos. Nos infundió un sentido mágico del mundo y nos dio la capacidad de apreciar la belleza incluso ante la adversidad.

Deseaba que sus hijos fueran como la gardenia: bellos, fuertes, perfectos, con un aura de magia y quizás algo de misterio.

Mi madre murió cuando yo tenía veintidós años, sólo diez días después de mi boda. Aquel año dejaron de llegar las gardenias.

Marsha Arons


Palabras del corazón


Las lágrimas más amargas derramadas sobre las tumbas son por las palabras que no se dijeron y las obras que no se realizaron.

Harriet Beecher Stowe


La mayoría de la gente necesita escuchar aquellas "tres palabritas" de la canción. En ocasiones, las escuchan justo a tiempo.

Conocí a Connie cuando la internaron en el hospital donde yo trabajaba como voluntaria. Su esposo, Bill, andaba nervioso de un lado a otro mientras ella era trasladada de la camilla a la cama. Aun cuando Connie se encontraba en las últimas etapas de su lucha contra el cáncer, se la veía vivaz y alegre. Procedimos a instalarla. Escribí su nombre en todo el material suministrado por el hospital, y luego le pregunté si necesitaba algo.

—Oh, sí —dijo—. ¿Podría mostrarme cómo se usa el televisor? Me agradan mucho las telenovelas y no deseo perderme nada de lo que pasa.

Connie era una romántica. Le fascinaban las novelas románticas y las películas de amor. Cuando nos conocimos mejor, me confió cuán frustrante era haber estado casada durante treinta y dos años con un hombre que a menudo se refería a ella como "una tonta".

—Sé que Bill me ama —me manifestó una vez—, pero nunca me lo dice ni me envía tarjetas—. Suspiró y miró por la ventana los árboles del patio. —Daría cualquier cosa porque me dijera "Te amo", pero eso sencillamente no está en su manera de ser.

Bill visitaba a Connie todos los días. Al comienzo se sentaba al lado de la cama mientras ella veía las telenovelas. Luego, cuando empezó a dormir más, se paseaba de arriba abajo por el pasillo, afuera de la habitación. Poco después, cuando Connie ya no miraba televisión y permanecía poco tiempo despierta, comencé a pasar más tiempo con Bill.

Me contó que había trabajado como carpintero y que le agradaba ir de pesca. Él y Connie no tenían hijos, pero habían disfrutado de su retiro viajando, hasta que Connie se enfermó. Bill no podía expresar lo que sentía acerca de la muerte inminente de su esposa.

Un día, mientras tomábamos un café, lo llevé al tema de las mujeres y de cómo necesitamos tener romance en nuestra vida; cómo nos agrada recibir tarjetas sentimentales y cartas de amor.

— ¿Usted le dice a Connie que la ama? —le pregunté, conociendo la respuesta. Me miró como si estuviera loca.

—No es necesario —respondió—. ¡Ella sabe que la amo!

—Estoy segura de que lo sabe —le confirmé inclinándome y tocando sus manos toscas de carpintero, que se aferraban a la taza como si fuese lo único a lo que podía asirse—, pero ella necesita e scucharlo , Bill. Necesita escuchar qué ha significado para usted durante todos estos años. Por favor, piénselo.

Regresamos a la habitación. Bill entró y yo me marché a visitar a otro paciente. Más tarde, vi a Bill sentado al lado de la cama, sosteniendo la mano de Connie mientras ella dormía. Era el 12 de febrero.

Dos días después, al recorrer el pasillo del hospital al mediodía, vi a Bill reclinado contra la pared, mirando fijamente el suelo. Ya me había enterado por la enfermera de que Connie había muerto a las once de la mañana. Cuando Bill me vio, permitió que le diera un largo abrazo. Su rostro estaba húmedo por las lágrimas y temblaba. Por último, se apoyó contra la pared y suspiró profundamente.

—Tengo algo que comentarle —musitó—. Tengo que comentarle lo bien que me sentí de habérselo dicho. —Se interrumpió para sonarse.—Pensé mucho acerca de lo que hablamos y esta mañana le dije cuánto la amaba… y cuán feliz me sentía de ser su esposo. ¡Si hubiera visto su sonrisa!

Entré a la habitación para despedirme de Connie. Sobre la mesita de luz había una enorme tarjeta de amor enviadapor Bill. De aquellas tarjetas sentimentales donde se lee: "A mi maravillosa esposa… Te amo".

Bobbie Lippman

Regalos del corazón


El amor que damos es el único que conservamos.

Elbert Hubbard


En este agitado mundo en que vivimos, es mucho más sencillo cargar algo a una tarjeta de crédito que dar regalos del corazón. Y los regalos del corazón son especialmente necesarios durante las festividades.

Pocos años atrás comencé a preparar a mis hijos para que supieran que la celebración de la Navidad sería aquel año bastante modesta. "Seguro, mamá, ¡ya hemos escuchado eso antes!", me dijeron. Había perdido mi credibilidad: les había anunciado lo mismoel año anterior, porque estaba en proceso de divorciarme, pero luego había salido y gastado todo el dinero disponible en mis tarjetas de crédito. Incluso descubrí algunas técnicas financieras creativas para pagar sus regalos. Este año sería decididamente diferente, pero ellos no me creían.

Una semana antes de Navidad, me pregunté: ¿Qué tengo para hacer de esta Navidad algo especial? En todas las casas en las que habíamos vivido antes del divorcio, siempre había encontrado tiempo para decorarlas. Había aprendido a pegar papel de colgadura, a instalar pisos de madera o cerámica, a reformar sábanas para hacer cortinas, y mucho más. Pero en esta casa alquilada tenía poco tiempo para decorar, y mucho menos dinero. Por lo demás, me enfadaba este lugar desagradable, con sus alfombras rojas y naranjas y las paredes verdes y turquesas. Me rehusaba a invertir dinero en ella. Dentro de mí, una voz interior de orgullo herido exclamaba: ¡No permaneceremos aquí mucho tiempo!

La casa no parecía molestarle a nadie más, con excepción de mi hija Lisa, quien siempre había tratado de hacer de su habitación un lugar especial.

Era el momento de expresar mi talento. Llamé a mi ex marido y le pedí que comprara un cobertor específico para Lisa. Yo le compré las sábanas que hacían juego.

La víspera de Navidad, gasté quince dólares en pintura. También compré la papelería más linda que había visto en mi vida. Mi objetivo era sencillo: pintaría y cosería hasta la mañana de Navidad, a fin de no tener tiempo para sentir compasión por mí misma en una fiesta familiar tan especial.

Aquella noche les entregué a cada uno de mis hijos tres de las tarjetas que había comprado, con sus respectivos sobres. En la parte de arriba de cada una escribí: "Lo que me encanta de mi hermana Mia", "Lo que me encanta de mi hermano Kris", "Lo que me encanta de mi hermana Lisa" y "Lo que me encanta de mi hermano Erik". Los niños tenían dieciséis, catorce, diez y ocho años, y me dio cierto trabajo persuadirlos de que al menos podrían encontrar en sus hermanos una cosa que les agradara. Mientras escribían en privado, fui a mi habitación y envolví los pocos regalos que les había comprado.

Cuando regresé a la cocina, habían terminado de escribir sus cartas. Cada nombre estaba escrito en el sobre. Intercambiamos abrazos y besos de buenas noches, y se apresuraron a irse a la cama. Lisa obtuvo un permiso especial para dormir en la mía, si prometía no mirar los regalos hasta la mañana siguiente.

Entonces comencé. A la madrugada de la mañana de Navidad terminé de coser las cortinas y de pintar las paredes, y me detuve a admirar mi obra de arte. ¿Por qué no decorar las paredes —pensé— con arco iris y nubes que concordaran con las sábanas? Saqué entonces los pinceles y esponjas de mi maquillaje, y cerca de las cinco estaba todo listo. Demasiado exhausta para pensar que éramos un "hogar quebrado" por falta de dinero, como dicen las estadísticas, me dirigí a mi habitación y encontré a Lisa totalmente extendida en la cama. Decidí que no podía dormir con sus brazos y piernas sobre mí, así que la levanté con cuidado y la llevé a su habitación. Cuando colocaba su cabeza en la almohada, me preguntó:

—Mamita, ¿ya es de día?.

—No, cariño, cierra los ojos hasta que venga Papá Noel. Aquella mañana me desperté con un alegre susurro en mi oído: "Mami, ¡es precioso!".

Más tarde, cuando todos se levantaron, nos sentamos alrededor del árbol para abrir esos pocos regalos. Después, cada niño recibió sus sobres. Leímos las tarjetas con ojos llorosos y narices enrojecidas. Llegamos a las notas dedicadas al "bebé de la familia", Erik, quien no esperaba escuchar nada agradable. Su hermano mayor le había escrito: "Lo que me encanta de Erik es que no le teme a nada". Mia puso: "Lo que me encanta de mi hermano Erik es que sabe mantener una conversación con cualquiera". Lisa había escrito: "Lo que me encanta de Erik es que puede trepar a los árboles más alto que nadie".

Sentí que me tiraban de la manga, y luego la pequeña mano de Erik alrededor de mi oreja, para susurrarme en secreto: "Oye, mamá, ¡ni siquiera sabía que les gustaba!".

En los peores momentos, la creatividad y el ingenio nos han hecho pasar los instantes más felices. Ya me he recuperado financieramente y hemos tenido "grandes" Navidades, con muchísimos regalos debajo del árbol… pero cuando nos preguntan cuál fue nuestra Navidad preferida, siempre recordamos aquélla.

Sheryl Nicholson


La otra mujer


Después de veintiún años de matrimonio, descubrí una nueva manera de mantener viva la chispa del amor y de la intimidad en mi relación con mi esposa.

Desde hace poco, había comenzado a salir con otra mujer. En realidad, había sido idea de mi esposa.

—Tú sabes que la amas —me dijo un día, tomándome por sorpresa—. La vida es demasiado corta. Debes dedicar tiempo a la gente que amas.

—Pero yo te amo a ti —protesté.

—Lo sé. Pero también la amas a ella. Es probable que no me creas, pero pienso que si ustedes dos pasanmás tiempo juntos, esto nos unirá más a nosotros.

Como de costumbre, Peggy estaba en lo cierto.

La otra mujer, a quien mi esposa quería que yo visitara, era mi madre.


(Continues...)

Excerpted from Sopa de Pollo para el Alma de la Mujer by Jack Canfield, Mark Victor Hansen, Jennifer Read Hawthorne, Marci Shimoff. Copyright © 2014 Chicken Soup for the Soul Publishing, LLC, Jennifer Read Hawthorne y Marci Shimoff. Excerpted by permission of Chicken Soup for the Soul Publishing.
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Table of Contents

Contents

Introducción,
1. SOBRE EL AMOR,
La gardenia blanca Marsha Arons,
Palabras del corazón Bobbie Lippman,
Regalos del corazón Sheryl Nicholson,
La otra mujer David Farrell,
El toque de Ramona Betty Aboussie Ellis,
Las velas eléctricas Marsha Arons,
Más que una beca Stephanie Bullock,
No puede hacer daño Sandy Ezrine,
Un beso de buenas noches Phyllis Volkens,
Regalos Page Lambert,
1.716 cartas Louise Shimoff,
El ingrediente secreto de Marta Reminisce,
2. SOBRE LA ACTITUD Y LA AUTOESTIMA,
Historia en dos ciudades The Best of Bits & Pieces,
El pirata Marjorie Wallé,
Entonces … ¿qué cultivas? Philip Chard,
La abuela Ruby Lynn Robertson,
¿Problema o solución? Edgar Bledsoe,
Sólo di que sí Fran Capo,
Yo era el espantapájaros de sexto grado Linda Jessup,
3. SUPERANDO OBSTÁCULOS,
Hemos recorrido un largo camino Pat Bonney Shepherd,
Y se hizo justicia The Best of Bits & Pieces,
Día sin cabello Alison Lambert con Jennifer Rosenfeld,
Igual a ti Carol Price,
Pequeños vagones rojos Patricia Lorenz,
Cobrar vuelo Laurie Waldron,
Lágrimas de felicidad Joan Fountain con Carol Kline,
4. SOBRE EL MATRIMONIO,
En casa para siempre Jean Bole,
Un puñado de esmeraldas Rebecca Christian,
Perdido y hallado Elinor Daily Hall,
La novia del abuelo Elaine Reese,
Todos los días de mi vida Jeanne Marie Laskas,
5. SOBRE LA MATERNIDAD,
Cambiará tu vida Dale Hanson Bourke,
Mientras te miro dormir Diane Loomans,
Escapar Lois Krueger,
Tomando un descanso The Best of Bits & Pieces,
Día de graduación Mary Ann Detzler,
Dar el don de la vida Patty Hansen,
El Día de la Madre Sharon Nicola Cramer,
6. MOMENTOS ESPECIALES,
Apurada Gina Barrett Schlesinger,
Un gran acto de bondad Donna Wick,
El último frasco de mermelada Andy Skidmore,
Un cuento de Navidad Beverly M. Bartlett,
¿Quién ganó? Dan Clark,
Las zapatillas de los Bush Christine Harris-Amos,
Leve como una pluma Melody Arnett,
365 días Rosemarie Giessinger,
Manchas de diferente color Grazina Smith,
7. VIVE TU SUEÑO,
El viento bajo sus alas Carol Kline con Jean Harper,
¿Qué quieres ser? Rev. Teri Johnson,
Extender las alas Sue Augustine,
La abuela Moses y yo Liah KraftKristaine,
"Todos estamos aquí para aprender" Charles Slack,
Un cuarto propio Liah Kraft-Kristaine,
Encuentro con Betty Furness Barbara Haines Howett,
8. ENVEJECER,
Las abuelas bailarinas Beverly Gemigniani con Carol Kline,
Un romance de los de noventa para los de setenta Lilian Darr,
9. SABIDURÍA SUPERIOR,
La piedra de la mujer sabia The Best of Bits & Pieces,
Que así sea K. Lynn Towse con Mary L. Towse,
No estamos solos Mary L. Miller,
Milagro en Toronto Sue West,
Un relato de guerra Maureen Read,
Conexión Susan B. Wilson,
Amor superior Suzanne Thomas Lawlor,
Me pregunto por qué las cosas son como son Christy Carter Koski,
10. A TRAVÉS DE LAS GENERACIONES,
Sobre dar a luz Kay Cordell Whitaker,
Una muñeca para la bisabuela Jacqueline Hickey,
Acompañándonos a casa Rita Bresnahan,
Cómo se hace una mujer Doni Tamblyn,
Tributo a papá Debra Halperin Poneman,
Recuerdos de infancia Sasha Williams,
Hilos que atan Ann Seely,
Alabanza a las mujeres que hubo en mi camino Rev. Melissa M. Bowers,
¿Quién es Jack Canfield?,
¿Quién es Mark Victor Hansen?,
¿Quién es Jennifer Read Hawthorne?,
¿Quién es Marci Shimoff?,
Colaboradores,
Autorizaciones,

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