Winston Churchill su liderazgo: Las lecciones y el legado de uno de los hombres más influyentes en la historia

Winston Churchill su liderazgo: Las lecciones y el legado de uno de los hombres más influyentes en la historia

by Mario Escobar
Winston Churchill su liderazgo: Las lecciones y el legado de uno de los hombres más influyentes en la historia

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by Mario Escobar

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Overview

Churchill nos enseña con su liderazgo que nunca debemos tirar la toalla, que el triunfo siempre llega para el que persevera, que la sinceridad y la honradez puede llevarnos más lejos que la mentira y la hipocresía. Su vida asumió esta constante de firmeza, desde su papel de aventurero y corresponsal en el  The Daily Graphic, cubriendo las guerras de Cuba, los Bóers y Sudán, hasta su primer cargo como Primer Lord del Almirantazgo, como soldado en el Cuarto de Húsares o parlamentario conservador en el Parlamento, como primer ministro o escritor. En definitiva un hombre capaz de triunfar en todo lo que se proponía.


Product Details

ISBN-13: 9781602556508
Publisher: HarperEnfoque
Publication date: 04/02/2012
Sold by: HarperCollins Publishing
Format: eBook
Pages: 240
File size: 954 KB
Language: Spanish

Read an Excerpt

WINSTON S. CHURCHILL SU LIDERAZGO

LAS LECCIONES Y EL LEGADO DE UNO DE LOS HOMBRES MÁS INFLUYENTES EN LA HISTORIA
By Mario Escobar

Thomas Nelson

Copyright © 2012 Mario Escobar
All right reserved.

ISBN: 978-1-60255-649-2


Chapter One

UN PRIVILEGIADO MARGINADO

Los inicios no siempre tienen que ser buenos

El año 1874 fue relativamente tranquilo. Cuatro años antes habían terminado las guerras en el continente, se había culminado el proceso de la unificación de Italia y Alemania y, en Gran Bretaña, las revoluciones sociales parecían apaciguarse mientras Europa entraba en un largo periodo de estabilidad.

Benjamín Disraeli acababa de comenzar su segundo mandato como primer ministro y el Imperio Británico seguía extendiéndose por el mundo entero. La Época Victoriana estaba en pleno apogeo. Fue un periodo caracterizado por un estilo de vida particular y una concepción del hombre y del mundo, que iba a desaparecer por completo en el siglo XX.

El propio Winston Churchill, en su libro Mi juventud, definió muy bien los cambios que se iban a producir en el mundo en el último cuarto del siglo XIX:

Cuando analizo este libro como un todo, me doy cuenta de que he descrito una época que ya ha desaparecido. El carácter de la sociedad, los fundamentos políticos, las tácticas de guerra, la actitud de los jóvenes, la escala de valores, todo ha cambiado, y lo ha hecho hasta un punto que nunca hubiera imaginado que pudiera producirse en tan breve periodo de tiempo sin una revolución social violenta. Y no creo que todo haya cambiado para mejor. Yo fui un niño de la época victoriana, cuando los cimientos de nuestro país parecían estar sólidamente asentados ...

¿Cómo era el mundo en el que nació Winston Churchill? ¿Cuáles fueron los principios básicos de su educación? ¿Qué oportunidades le ofrecía la vida?

Noble cuna

Si analizamos superficialmente su vida, podríamos pensar que el nieto de George Spencer-Churchill, duque de Marlborough, el hijo de Lord Randolph Churchill, varias veces ministro y presidente de la Cámara de los Comunes, iba a tener una vida fácil y llena de comodidades. Nada más lejos de la realidad.

Sir Winston Leonard Spencer-Churchill, ciertamente nació el 30 de noviembre de 1874 en el Palacio de Bleheim, Woodstock, Oxfordshire, la suntuosa casa familiar, aunque sus primeros años los pasó en Irlanda. Su padre era el secretario personal de su abuelo, recién nombrado Lord Gobernador de la isla, pero fue un niño solitario, apartado del afecto de sus padres.

Su madre, Lady Randolph Churchill, norteamericana, hija de un rico hombre de negocios y una de las damas más distinguidas de la sociedad, pasaba más tiempo organizando fiestas, montando a caballo o viviendo aventuras con sus numerosos amantes, en compañía de su hijo Winston. Por eso, una de las personas que más le influyó en aquellos años fue su niñera, la señora Everest. Esta humilde mujer marcó algunos de los rasgos más característicos de Churchill. Él mismo lo declara en su autobiografía: «Mi confidente era mi niñera Everest. La señora Everest me cuidaba y entendía todas mis necesidades».

La niñera, una mujer de fe sencilla, le instruyó en sus primeros pasos cristianos. La señora Everest era simpatizante de la Baja Iglesia Anglicana, muy próxima a las ideas de los no conformistas, por ello Churchill siempre mantuvo una fría relación con la Alta Iglesia Anglicana, mucho más ceremoniosa y ritualista.

Winston Churchill pasa casi de puntillas a la hora de relatar su infancia en su autobiografía, pero sin duda sus relaciones con sus padres no eran buenas.

La madre de Churchill pasó muy poco tiempo con él, aunque en su etapa juvenil le apoyó en algunos proyectos profesionales y le mandó fielmente la asignación que le correspondía. De ella diría Churchill que era como un lucero vespertino, a la vez distante y anhelado.

En su etapa adolescente, su trato epistolar era cercano, aunque en la época castrense de Churchill, cuando el dinero de la familia comenzó a escasear, surgió cierta tensión entre ambos.

La relación de Churchill con su padre fue prácticamente nula. Lord Randolph era un hombre extremadamente ocupado, que dedicaba más tiempo a su vida pública y su carrera política que a la familia. En los últimos años, Lord Randolph estuvo enfermo, lo que le mantuvo deprimido y alejado de la gente que le rodeaba. A pesar de la poca relación paterno-filial, Churchill imitó a su padre en muchos aspectos. De él heredó su carácter difícil y su ambición política, también su sencilla pero contundente oratoria.

La única charla en la que Winston Churchill sintió por primera vez que se conectaba con su padre fue en Chartwell, cuando su progenitor charló con él después de haber tomado unas copas de más. El joven Winston comentó acerca de aquella velada: «Esta noche hemos hablado más de lo que jamás conversé con mi padre en toda su vida».

Churchill admiraba profundamente a su progenitor, como lo pone de manifiesto en su autobiografía al reconocerle como un gran hombre de Estado. La opinión de sus contemporáneos hacia su padre no era tan favorable. A pesar de que la mayoría reconocía las habilidades oratorias de Lord Randolph, tenía el don de la insolencia, era desmedidamente ambicioso y podía llegar a ser cruel. Su humor ácido, su encanto personal y la fama de su apellido, le convirtieron en uno de los políticos más populares del momento.

Lord Randolph logró ser ministro en varias ocasiones y era uno de los miembros más destacados del partido conservador. El padre de Churchill era independiente y no dudó en criticar a su propio partido cuando pensó que lo merecía. Sus ideas eran conservadoras, pero con algunos matices progresistas, hasta cierto punto en la línea que Winston Churchill iba a desarrollar durante su carrera política.

Los padres de Churchill no eran muy religiosos y su moral dejaba mucho que desear. Ambos cónyuges habían sido infieles el uno al otro en varias ocasiones, una actitud que repudió Churchill toda su vida, al considerarla hipócrita e inmoral.

Tras la muerte de su marido Lady Randolph volvió a casarse en dos ocasiones, primero con George Cornwallis-West y más tarde con Montague Phippen Porche, un joven tres años menor que su hijo Winston. Entre sus numerosos amantes se cree que se encontraba el rey Eduardo VII.

Su hermano, John Spencer Churchill, era seis años menor que Winston. Churchill no habla mucho de él en sus memorias, tal vez porque permanecieron gran parte de su vida separados por colegios y academias. El único periodo que pasaron juntos fue en la Guerra de los Boers, en Sudáfrica. John era oficial del ejército y Winston ejercía como corresponsal de guerra en aquel momento.

Un mal estudiante

La educación de Churchill no fue sencilla. Después de vivir los primeros años como un niño mimado, sin muchas obligaciones, la llegada de una institutriz a la casa y la obligación de aprender a leer y escribir en unos meses le traumatizaron. Su niñera le había enseñado algunos rudimentos, pero tuvo que aprender rápidamente a leer, para ingresar en uno de los colegios privados en los que se criaba la élite del país.

Winston dice acerca de esta experiencia:

Cuando llegó la fatídica hora de la incorporación de la institutriz, en modo alguno había completado mi preparación. Hice lo que han hecho muchas personas oprimidas en situaciones parecidas: hui al bosque [...] Transcurrieron varias horas antes que dieran conmigo y me entregasen a la institutriz.

La indisciplina y rebeldía del pequeño Churchill era manifiesta y se agravó más tras su llegada a la escuela. A los siete años fue enviado a Saint James, uno de los centros más modernos de la época. En las aulas apenas había diez alumnos y estaban dotadas de modernidades como piscinas y luz eléctrica.

Winston Churchill tuvo su primer choque a los pocos minutos de llegar a la escuela. Un profesor le sentó enfrente y le pidió que declinara un verbo en latín. Cuando el niño le dijo que no entendía para que servía todo aquello, el profesor le amenazó con castigarle por insolente.

El niño tuvo que enfrentarse a un mundo hostil, muy alejado de las comodidades y cuidados de su niñera. Además, su tartamudez no le proporcionaba mucha seguridad en un ambiente tan opresivo y disciplinado.

Muchos de los profesores y sus propios padres pensaron que su atraso se debía a algún tipo de disfunción o incapacidad intelectual, aunque, con toda probabilidad, Churchill era un niño superdotado, que no encontraba en el rígido sistema de educación victoriano el apoyo necesario.

Churchill aprovechó su estancia en la escuela para leer todo lo que caía en sus manos. Su aversión a las lenguas clásicas fue algo que le persiguió de por vida. Él mismo cuenta que, en los doce años que estuvo en la escuela, no aprendió nada de latín.

Tras una grave enfermedad, Churchill logró salir del colegio St. James. En 1883 fue trasladado a un nuevo colegio en Brighton. El centro era más humilde, pero su adaptación fue mucho mejor. Allí aprendió francés, historia, literatura, podía montar a caballo y nadar. El único inconveniente de la nueva escuela era su rechazo al ritualismo de la Alta Iglesia Anglicana y su formalismo.

En los primeros años de la vida de Winston Churchill vemos algunos rasgos de su carácter, pero también algunas de las pautas básicas que se han dado a lo largo de la historia en muchos líderes.

La primera condición para la formación del carácter de líder son las dificultades y cómo se enfrenta a ellas. En el caso de Churchill logró superar muchos de esos obstáculos como: su tartamudeo, sus traumas personales y su falta de adaptación a los modelos autoritarios.

El mismo Churchill dice de esta etapa de su vida:

Fue muy ingeniosa la delicada forma en que aquellas dos señoras trataron mis escrúpulos. Los resultados correspondieron a sus atenciones. Nunca jamás he vuelto a causar problemas o a sentirme turbado hasta tal extremo. Como no había violencia ni malos tratos, poco a poco fui adoptando una actitud tolerante y una mentalidad amplia.

La segunda condición es tener una opinión propia de las cosas aunque esta entre en conflicto con la de la mayoría.

La tercera condición es el amor al conocimiento. Churchill nunca aborreció el aprendizaje, pero sí que nadie se molestara en enseñarle las utilidades de las materias que tenía que estudiar.

La cuarta de las condiciones que formaron el carácter de líder de este niño solitario fue la fidelidad a sus convicciones, sobre todo a las adquiridas a través de la señora Everest.

Por último, la quinta condición fue el tener un modelo a seguir y una vocación. El modelo era su padre que, a pesar de ser distante, constituía para Churchill un ejemplo del hombre en el que quería convertirse. La vocación fue la carrera militar.

Winston Churchill fue un niño difícil, solitario y lleno de complejos, pero supo transformar todo eso positivamente, reforzar su personalidad, reaccionar favorablemente cuando intuía que la gente quería ayudarle y convertir sus ideas rígidas en otras más tolerantes. En definitiva, había aprendido a negociar. La vida se compone de muchos acuerdos, en los que unas veces salimos mejor peor parados unos y otras veces otros. Winston Churchill jamás olvidó este principio y se convirtió en uno de los mejores negociadores de la historia.

Mientras cruzaba la verja de su nuevo centro de enseñanza, Harrow, ya no era el mismo niño asustado al que le había costado separarse de las faldas de su niñera, ahora era un adolescente que empezaba poco a poco a confiar en sí mismo.

Chapter Two

UN MILITAR QUE APRENDIÓ LA DISCIPLINA

El valor del respeto a la autoridad y a las reglas

Mientras sentía cómo el pulso le temblaba y el corazón le latía a mil por hora, miró de nuevo la hoja en blanco y sintió una especie de estremecimiento. Era la primera vez que Winston Churchill se enfrentaba a un examen de ingreso y ahora se daba cuenta que la vida iba en serio. Su pequeño mundo infantil, en el que había pasado muchas y agradables horas, se resquebrajaba. La realidad era dura y difícil. Tenía doce años, un expediente académico pésimo y serias dificultades para adaptarse. Sus exámenes no fueron muy buenos, ya que Churchill se negaba a aprender aquellas materias que no le gustaban. Ante su fracaso escolar, sus padres decidieron enviarle a una escuela militar, no confiaban en su capacidad intelectual y pensaban que era mucho mejor destinar a su hijo al oficio de las armas que gastar tiempo y esfuerzo en proporcionarle una carrera universitaria. Si su primogénito hubiera mostrado mayores dotes, hubieran insistido para que estudiara derecho en alguna de las prestigiosas universidades del país, como paso previo a su entrada en política.

La escuela elegida fue la de Harrow. El centro no tenía un gran nivel académico, pero facilitaba un adiestramiento militar, que podía ayudar a Winston a pulir algunos defectos de su carácter y facilitarle su acceso al ejército.

El mal estudiante

Los exámenes de ingreso en la escuela de Harrow no fueron muy buenos. Aunque el recibimiento del director, el señor Welldon, fue más cálido que en Saint James. El director supo ver en Winston algunas de sus cualidades. Aun así, el joven Churchill fue colocado en la última clase, la de los más atrasados. Al parecer, los continuos fracasos comenzaron a hacer mella en el adolescente, que siempre se veía como el último de la clase. Lo que si entusiasmó al joven fue que, mientras los mejores alumnos estudiaban latín y las asignaturas que él odiaba, su grupo se dedicaba al estudio del inglés.

Churchill conoció en aquella época a un profesor que le marcó, el señor Somervell. El profesor logró sacar todo el potencial de Churchill e interesarle por el estudio de la gramática. La formación lingüística le serviría años después para convertirse en un escritor de éxito.

En Harrow también desarrolló Winston su afición por el deporte y la competición. Churchill logró ganar un premio en su escuela, a pesar de ser uno de los alumnos más atrasados. Consiguió recitar un largo poema de mil doscientos versos. Al poco tiempo aprobó uno de los exámenes para entrar en el ejército. Él mismo nos narra en su autobiografía que aquello le animó a seguir adelante. El joven Churchill había aprendido que el esfuerzo termina por dar su recompensa.

El examen de acceso al ejército consistía en dibujar detalladamente un país del Imperio Británico al azar, a Churchill le tocó dibujar justo el mapa de Nueva Zelanda, que había estudiado la noche anterior.

A Winston le agradaba la vida militar, tal vez porque en su soledad había desarrollado una gran afición a las batallas con sus soldados de plomo. En una de las ocasiones en las que Churchill y su hermano habían colocado sus ejércitos para jugar, Sir Henry Drummond Wolff, un amigo de su padre, se quedó impresionado por la aptitud del joven Churchill para la organización. A los pocos días, su padre se pasó por la sala de juegos y unos instantes después le preguntó si quería entrar en el ejército.

Tras cuatro años y medio en Harrow, de los cuales tres fueron en la clase de adiestramiento militar, Churchill tenía que abandonar la escuela e intentar ingresar en Sandhurts o en Woolwich. Lo triste era que en esta etapa de su vida apenas había aprendido poco más que las asignaturas formales, lo que le limitaría en el futuro.

El ingreso en Sandhurts no fue sencillo, el joven Churchill tenía cinco materias, de las que inglés, latín y matemáticas eran obligatorias. Las otras dos eran francés y química. Sus conocimiento en latín, francés y matemáticas eran muy limitados, si no dominaba al menos tres de las cinco materias, nunca pasaría la prueba. Churchill se centró en una de ellas, las matemáticas, comprendiendo el principio de que es mejor centrarse en un solo objetivo y acertar, que en varios objetivos y no alcanzar ninguno. Winston se dedicó a las matemáticas en cuerpo y alma. Tenía un objetivo, entrar en la academia militar y convertirse en soldado, para ello estaba dispuesto a dedicar todo el tiempo que fuera necesario. Después de seis meses, al menos dominaba la materia en parte. Se presentó al primer examen y suspendió. De los dos mil quinientos puntos de la asignatura, únicamente consiguió obtener quinientos.

Los padres de Churchill pusieron a un profesor llamado C. H. P. Mayo para que le ayudara con la asignatura. El profesor consiguió, además de que la aprobara, que Churchill comenzara a entender y apreciar la materia.

Tras dos nuevos intentos, Churchill consiguió aprobar el examen.

Winston estaba muy contento, pero sobre todo entendía que por una vez en su vida había conseguido algo por su esfuerzo, aunque en parte intuyera que algo sobrenatural guiaba sus pasos. Él mismo lo narró en su autobiografía con estas palabras:

Lo que me llevó a establecer una conclusión sobre el libre albedrío y la predestinación: a saber —y que me corrija el lector si me equivoco— que son idénticos.

Churchill recibió además la ayuda de un preparador, el capitán James, pero poco antes del ingreso en la academia militar sufrió un accidente que estuvo a punto de matarle o dejarle sentado en una silla de ruedas de por vida. El incidente se produjo mientras pasaba unas vacaciones en la casa de su tía lady Wimborne, en un juego con su hermano y su primo, se arrojó al vacío desde un puente. El susto le costó tres días de inconsciencia y casi tres meses en cama.

Esta época coincidió con la del deterioro político y físico de su padre, Churchill tenía dieciocho años y empezaba a ser consciente de los problemas económicos y sentimentales que atravesaba la familia.

Aquel año fue cuando Churchill tuvo una conversación sincera con su padre. Él mismo la describe en su autobiografía. Al parecer, después de una pequeña discusión, su padre le confesó que a veces los adultos eran demasiado crueles con los jóvenes. Los adultos vivían en su propio mundo y desahogaban su ira sobre sus hijos, al no poder solucionar las frustraciones de la existencia. Después hablaron de su vida en el colegio, de la idea de hacer carrera en el ejército y de cómo serían las cosas cuando Churchill fuera adulto. Winston nos confiesa que aquella noche escuchaba embelesado a su progenitor, atraído por la repentina elocuencia de su padre y su cercanía.

(Continues...)



Excerpted from WINSTON S. CHURCHILL SU LIDERAZGO by Mario Escobar Copyright © 2012 by Mario Escobar. Excerpted by permission of Thomas Nelson. All rights reserved. No part of this excerpt may be reproduced or reprinted without permission in writing from the publisher.
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Table of Contents

Contents

Introducción....................vii
I. Un privilegiado marginado....................1
Los inicios no siempre tienen que ser buenos....................2
II. Un militar que aprendió la disciplina....................9
El valor del respeto a la autoridad y a las reglas....................10
III. Un periodista comprometido....................41
Las dificultades pueden enseñarnos más que las facilidades....................42
IV. Un gran orador....................55
Saber comunicar es fundamental para dirigir a otros hacia la meta....................56
V. Afrontar nuevos retos y una dolorosa derrota....................79
Las vidas no son rectilíneas, a veces hay que volver a empezar....................80
VI. Sin miedo a cambiar....................107
Necesitamos tiempo para pensar y reordenar nuestras prioridades....................108
VII. La conciencia de un país....................121
Ver por encima de la mediocridad....................122
VIII. Enfrentarse a los problemas....................147
¿Quién dijo que ser un líder fuera fácil?....................148
IX. Organizar el futuro....................197
Nadie conoce su destino, pero cada uno debe vivir como si lo supiera....................198
X. Seguir hasta el final....................213
El verdadero liderazgo se termina con la vida....................214
Cronología....................217
Bibliografía....................219
Notas....................221
Acerca del autor....................227
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