El gozo del amor comprometido: Tomo 1

Este manual de instrucciones para los hombres deja claras las distinciones entre los sexos y da una perspectiva refrescante sobre cómo construir un matrimonio más fuerte.

Gary Smalley explica las necesidades más profundas de la mujer, le muestra al hombre cómo satisfacerlas, y provee diez pasos simples para fortalecer cualquier matrimonio. Ayuda a los hombres a entender cómo responder a las emociones de la mujer tanto como hacerla sentir importante. Smalley emplea ilustraciones chistosas a la vez que conmovedoras de su propia vida, además de estudios de caso y ejemplos bíblicos, para diseñar un plano para un mejor matrimonio.
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El gozo del amor comprometido: Tomo 1

Este manual de instrucciones para los hombres deja claras las distinciones entre los sexos y da una perspectiva refrescante sobre cómo construir un matrimonio más fuerte.

Gary Smalley explica las necesidades más profundas de la mujer, le muestra al hombre cómo satisfacerlas, y provee diez pasos simples para fortalecer cualquier matrimonio. Ayuda a los hombres a entender cómo responder a las emociones de la mujer tanto como hacerla sentir importante. Smalley emplea ilustraciones chistosas a la vez que conmovedoras de su propia vida, además de estudios de caso y ejemplos bíblicos, para diseñar un plano para un mejor matrimonio.
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Overview

Este manual de instrucciones para los hombres deja claras las distinciones entre los sexos y da una perspectiva refrescante sobre cómo construir un matrimonio más fuerte.

Gary Smalley explica las necesidades más profundas de la mujer, le muestra al hombre cómo satisfacerlas, y provee diez pasos simples para fortalecer cualquier matrimonio. Ayuda a los hombres a entender cómo responder a las emociones de la mujer tanto como hacerla sentir importante. Smalley emplea ilustraciones chistosas a la vez que conmovedoras de su propia vida, además de estudios de caso y ejemplos bíblicos, para diseñar un plano para un mejor matrimonio.

Product Details

ISBN-13: 9780718023935
Publisher: Grupo Nelson
Publication date: 04/08/2014
Sold by: HarperCollins Publishing
Format: eBook
Pages: 160
File size: 1 MB
Language: Spanish

About the Author

Gary Smalley es presidente y fundador de Smalley Relationship Center. Realiza congresos en todo el país y ofrece recursos para familias e iglesias familiares. Se han vendido más de seis millones de copias de sus libros en todo el país. La Bendición y Las dos caras del amor han sido ganadores del premio «Angel» por: Mejor contribución a la vida familiar.

Read an Excerpt

El Gozo del Amor Comprometido Tomo I


By Gary Smalley

Grupo Nelson

Copyright © 1986 Editorial Caribe
All rights reserved.
ISBN: 978-0-7180-2393-5



CHAPTER 1

Cómo alejar a tu esposa sin siquiera intentarlo


"Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente" (1 Pedro 3:7).

Al otro lado de la línea telefónica, una voz temblorosa dijo: —Tiene que ayudarme. Ella ha planteado una demanda judicial contra mí—. Jorge estaba recurriendo a mí para que le ayudara después de que su relación conyugal se encontraba ya hecha pedamos. —Llevamos casados más de veinte años, y ni siquiera me deja volver a casa. No acierto a creer que me trate de esta manera después de todo lo que he hecho por ella. ¿Puede usted ayudarnos a arreglar nuestra relación?

Antes de contestar a su pregunta, yo quería hablar con su esposa.

—No hay forma de que pueda hablar con Bárbara —dijo—. Ella no conversaría con usted. En cuanto diga que me representa de alguna manera, colgaría el teléfono.

—Hasta ahora ninguna esposa ha rehusado hablar conmigo —le ase" guré—. No hay rasón para que no viéramos si habría de ser ésta la primera vez. ¿Podría darme su número de teléfono?

Para ser sincero, con lo sombrías que parecían las cosas, me pregum taba de veras si no sería la primera esposa que no estaría dispuesta a hablarme acerca de su conflicto matrimonial. Pero mis dudas eran infundadas: estaba más que deseosa de discutir sus problemas.

—¿Qué sería necesario para que estuviera usted dispuesta a permitir que su esposo volviera a su vida? ¿Qué tendría que suceder antes de que intentara reconstruir una relación matrimonial con él? —esas eran las mismas preguntas que había hecho a otras muchas esposas las cuales pretendían que no querían'que sus esposos volvieran.

Su respuesta fue típica.

—Me resulta imposible contestar a esa pregunta. Es el peor esposo del mundo; así que no pensaría en recibirle de nuevo. Ya no soporto más su personalidad ni sus hábitos insultantes —y añadió que el mandato judicial se haría cargo de él; terminando con un: "¡Sólo manténgale ale" jado de mí!"

Le pregunté amablemente si me podía decir qué cosas había hecho él que la hubieran ofendido. Cuando oí su respuesta, expresé: —Parece que no ha sido un esposo muy sensible ni muy tierno, ¿no es cierto?

De nuevo le pedí que hiciera un esfuerzo de imaginación y pensara acerca de los cambios que serían necesarios para que pudiera recibirle otra vez.

La mujer me dijo que había mucho que se podía mejorar. En primer lugar, el hombre era muy mandón y crítico con ella. Segundo: Intentaba con una garra posesiva controlar cada uno de sus movimentos. Tercero: Pisoteaba su sentido de dignidad propia ridiculizándola constantemente. Y cuarto: Aunque él siempre tenía tiempo para los negocios y otros intereses, pocas veces dedicaba ratos a escucharla. Además, por si esto no fuera bastante, la espiaba y no le dejaba ninguna libertad.

—Sin embargo, no se haga ilusiones —me dijo al final de nuestra conversación—; porque, pase lo que pase, seguiré adelante con el divorció.

Cuando transmití aquellas quejas a Jorge, supe que había tocado algunos puntos sensibles. Entonces, el hombre se defendió acusándola a ella. Le dejé despotricar por un rato, y luego le pregunté: —¿Quiere que su esposa vuelva?

—Sí —contestó—; haría cualquier cosa para que así fuera.

—Magnífico. Yo siempre estoy dispuesto a trabajar con alguien que se halla preparado para reajustar su vida. Pero si no es usted totalmente serio, déjemelo saber ahora. No me gusta jugar. De nuevo volvió a comprometerse a cambiar; pero su compromiso no duró más allá de mi siguíente declaración.

—Vamos a tener que trabajar en su naturaleza dominante y posesiva, la cual muestra que usted no quiere verdaderamente a su esposa.

Jorge se irritó tanto y habló tan incansablemente, se defendió y luchó con tanto ahínco, que empecé a preguntarme si realmente se compro" metería a hacer los cambios necesarios.

—¡En toda mi vida nunca he conocido hombre más belicoso y terco! —exclamé.

Apaciguado de repente, Jorge contestó: —Esa no es mi naturaleza; por lo general soy más bien sumiso interiormente. Quizás esté poniendo una fachada, ya que realmente no soy una persona agresiva. Tengo la impresión de que todo el mundo me pisotea.

—No me parece que usted y yo estemos hablando de la misma persona —le respondí—. Si yo fuera su esposa no estoy seguro de que pudiera aguantar emocionalmente bajo su personalidad dominante.

Eso le detuvo lo bastante para que meditara con alguna seriedad sobre nuestra conversación. Después de hablar con sus amigos, e incluso de rogar a Dios que le ayudara a comprender, volvió a mi oficina capaz de confesar sus faltas y dispuesto a cambiar.

—Si usted realmente quiere amar a su esposa tiene que comenzar ahora mismo, en la vista del divorcio —expresé. Al hablar del asunto, mencionó que necesitaba conseguir un abogado, ya que ella tenía uno.

—No —le advertí—; si quiere lograr que vuelva, ha de olvidarse del abogado en este momento (no siempre recomiendo esto, pero en vista de sus antecedentes personales, yo sentía que Jorge tendría una mayor po" sibilidad de volver a conseguir el amor de su esposa sin asesor legal).

—¡Está usted loco! —dijo él— ¡Me sacará hasta el último centavo!

No obstante, sintiéndose en cierto modo indefenso, accedió de mala gana a quedarse sin abogado.

Dos de sus amigos y yo esperamos en el Palacio de Justicia a que terminara la sesión a puerta cerrada. Jorge salió corriendo de la sala del tribunal, gritando: —¡Quiere el veinte por ciento de mi retiro ... el veinte por ciento! ¡De ningún modo pienso hacerlo!Una vez más le pregunté: —¿Quiere que su esposa vuelva? —de nuevo asintió con la cabeza. Entonces déle el veinticinco por ciento.

Le recordé que ahora era el momento de respetarla y de tratarla con delicadeza. Más tarde salió de la sala de justicia como un hombre divorciado; pero no por mucho tiempo ...

Varios meses después me topé con él en la tienda de comestibles, y me dijo triunfalmente: —Mi esposa y yo nos hemos vuelto a casar. La primera vez que usted me dijo las cosas que debía hacer por ella, pensé que estaba loco ... no había manera de que fuera jamás capaz de llevarlas a cabo. Al principio requirió pura fuerza de voluntad; y lo hice única' mente porque usted dijo que Dios recompensa a aquellos que le buscan y siguen sus caminos. ¿Pero sabe una cosa? Es realmente asombroso: después de ponerlas en práctica durante tres meses en realidad disfruto de ellas.

Y continuó dándome ejemplos de las nuevas maneras en las que estaba tratando a su esposa: como la vez en que ella partió a un viaje de negocios, y él le escribió una nota diciéndole cuánto deseaba poder estar en su compañía —metido en la nota había dinero extra e indicaciones de cómo llegar a su destino.

Jorge ha comprendido finalmente que su esposa es una persona especial la cual necesita un trato delicado —casi como si en su frente estuvieran impresas las palabras: 44¡Muy importante! ¡Trátese con cuidado!"

Ese esposo ha descubierto el secreto para renovar cualquier relación tirante: honrar al otro. En el capítulo tres hablaremos de esto más ampliamente; pero antes de que tratemos de la reconstrucción de un matrimonio decadente, vamos a examinar dos de las rabones principales por las cuales los matrimonios fracasan.


Dos razones por las cuales los matrimonios fracasan

Tanto los hombres como las mujeres comienzan su vida de casados con expectaciones de libro de cuentos y con una preparación limitada.

En cierta ocasión pregunté a una chica universitaria con qué tipo de hombre le gustaría casarse. Ella me respondió: —Quisiera que fuera capaz, de contar chistes, de cantar y bailar, y de quedarse en casa por la noche.

—Tú no quieres un esposo —le dije—; lo que quieres es un aparato de televisión.

Sus fantasías acerca de un esposo revelan una de las rabones más corrientes por las cuales los matrimonios fracasan. Nos casamos con expectaciones poco realistas y con pocas habilidades solícitas. De hecho, la mayoría de nosotros no tenemos las ideas muy claras en lo referente a las necesidades reales de nuestra pareja.

¿No resulta irónico el que una licencia de plomero requiera algunos años de preparación, mientras que para obtener la de matrimonio no se necesitan más que dos cuerpos dispuestos y algunas veces una prueba sanguínea? Ya que la mayor parte de nosotros rebotamos por los pasillos educativos sin recibir ningún curso de comunicación básica, muchos hombres se casan sin tener conocimiento en absoluto acerca de cómo construir una relación significativa. En pocas palabras: La mayoría de los hombres no tienen ni idea de cómo amar a sus mujeres en una forma que les haga felices a ambos.

Hace poco les pregunté a cinco mujeres divorciadas por separado: "¿Recibiría de nuevo a su esposo si él empegara a tratarla de una manera amorosa consistente?"

Cada una de ellas respondió: "Desde luego que sí" —pero, desgraciadamente, ninguna tenía la esperanza de que su esposo sería nunca de esa manera. Ya que yo conocía a uno de los hombres personalmente, tuve que convenir con la desesperanza de su esposa. Si estuviera dispuesto a intentarlo, podría conseguir que la mujer volviera; pero por desgracia no estaba interesado en aprender.

"Lo que él no comprende" —me explicaba cierta mujer—, "es que muchas mujeres son tan sensibles como los perritos. Si volviera y me tratara con ternura, delicadeza y comprensión, le recibiría de nuevo mañaña mismo".

¡Qué triste es que los hombres no sepamos cómo volver a ganar a nuestras esposas, o ni siquiera cómo evitar el perderlas! ¿De qué manera podemos conseguir su afecto, respeto, amor y cooperación, cuando no sabemos ni por dónde comenzar? En vez de intentar aprender lo que se necesita para reparar un matrimonio agrietado, la mayoría de nosotros preferimos hacer nuestra la causa triunfante del divorcio.

Violamos las leyes de la relación inherentes al matrimonio, y luego nos preguntamos por qué todo se pone agrio; sin embargo, no nos extrañaríamos si la ley de la aerodinámica enviara al suelo un avión al que le faltara alguna de sus alas.

Imagínate que eres un ingeniero aeroespacial y que trabajas para la NASA. Tu trabajo consiste en hacer que varios hombres lleguen a la luna; pero algo va mal en la mitad del viaje. Ni siquiera soñarías con abandonar todo el proyecto porque alguna cosa no funciona como es debido. En vez de eso, tú mismo y los demás ingenieros intercambiarían ideas, introducirían información en la computadora, y ... ¡ya está! Descubrirían el problema y harían todos los ajustes necesarios para conseguir que la nave espacial volviera a su rumbo. Aunque todo el proyecto fracasara, no lo abandonarías; sino que simplemente harías modificaciones para evitar problemas parecidos en el futuro.

Al igual que una nave espacial, tu matrimonio está sujeto a leyes que determinan su éxito o su fracaso. Cuando se violan algunas de esas leyes, tú y tu esposa quedan dando vueltas y destinados a estrellarse. No obstante, si mientras dura la relación matrimonial descubres la ley o el principio que estás violando, y haces los ajustes necesarios, tu matrimonio permanecerá en el rumbo debido.


Tanto a los hombres como a las mujeres les falta entendimiento en cuanto a las diferencias generales que existen entre los sexos.

Me aventuraría a decir que la mayor parte de las dificultades conyugales giran en torno a un hecho: los hombres y las mujeres son TOTALMENTE diferentes. Las diferencias que existen entre ellos (emocional, mental y física) son tan extremas, que sin un esfuerzo concentrado por comprenderlas, es casi imposible tener un matrimonio feliz. Un siquiatra famoso dijo en cierta ocasión: "Después de treinta años de estudiar a las mujeres, me pregunto a mí mismo: ¿Qué es lo que quieren realmente?". Si esta fue su conclusión, imagínese lo poco que conocemos acerca de nuestras esposas.

Quizás ya estés consciente de algunas de esas diferencias; sin embargo, muchas de ellas te supondrán una sorpresa completa. ¿Sabes, por ejemplo, que prácticamente todas las células del cuerpo de un hombre tienen una estructura cromosómica totalmente diferente de aquellas de las mujeres? ¿Y qué me dices de ésta?: El doctor James Dobson expresa que hay pruebas muy convincentes de que el "asiento" de las emociones en el cerebro de un hombre está instalado de una forma diferente que en el de la mujer. En virtud de estas dos disparidades, los hombres y las mujeres se encuentran a kilómetros de distancia entre sí emocional y físicamente. Examinemos algunas de las diferencias entre hombres y mujeres.


Diferencias mentales/emocionales

1. Las mujeres tienden a ser más personales que los hombres —tienen un interés más profundo en la gente y en los sentimientos (en construir relaciones)—; mientras que éstos propenden a estar más preocupados con asuntos prácticos que se pueden comprender mediante deducción lógica. Los varones suelen tener una mayor orientación hacia el desafío y la conquista —a competir para obtener la supremacía—; de aquí su marcado interés por deportes como el fútbol y el boxeo.

¿Por qué estaría menos interesada una mujer en un combate de boxeo? ¡Porque por lo general, en el cuadrilátero no se desarrollan relaciones íntimas y tiernas! Fíjese asimismo en lo que sucede durante muchas vacaciones familiares. El se siente desafiado por el objetivo de conducir 650 kilómetros diarios; mientras que ella quiere parar de ves en cuando para tomar café, relajarse y relacionarse con otras personas —su esposo piensa que eso es una pérdida de tiempo ya que interferiría con su objetivo.

Los hombres tienden a mostrarse menos deseosos y a ser menos entendidos en cuanto a construir relaciones íntimas tanto con Dios como con otros. Un ejemplo de ello es que por lo general son las mujeres quienes compran libros acerca del matrimonio. También suelen ser ellas las que desarrollan el interés inicial por conocer a Dios e ir a la iglesia. Cuando un hombre se da cuenta de que su esposa se siente motivada de una manera más natural a fomentar lasos, puede descansar y aceptar tales tendencias, escogiendo desarrollar un mejor matrimonio y mejores relaciones con sus hijos.

¿Comprendes que la habilidad natural de tu esposa para desarrollar relaciones puede ayudarle a cumplir los dos mandamientos mayores enseñados por Cristo: amar a Dios y amar a otros (Mateo 22:36–40)? Jesús dijo que si obedecemos esos dos mandamientos, estaremos obedeciendo todos los demás. ¡Piénsalo! Tu esposa tiene el instinto y la habilidad dados por Dios para auxiliarte en la construcción de relaciones significativas en ambas áreas. Dios sabía que tú necesitabas una asistencia especial, ya que declaró: "No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea [y un complemento] para él" (Génesis 2:18). Si se lo permites, tu esposa puede hacer accesible todo un mundo nuevo y completo de comunicaciones y de relaciones más profundas.

2. En su libro The Art of Understanding Tour Mate (El arte de comprender a tu cónyuge) el doctor Cecil Osborne dice que las mujeres llegan a ser una parte íntima de la gente que conocen y de las cosas que las rodean —entran en una especie de unidad con su ambiente. Aunque un hombre también se relaciona con la gente y las situaciones, por lo general no permite que su identidad se entreteja con ellas. De algún modo, los hombres permanecen aparte. Por esta ratón una mujer que considera su casa como una extensión de su propia persona puede sentirse herida cuando otros la critican.

Las mujeres tienden a encontrar su identidad en las relaciones íntimas; mientras que los hombres la consiguen mediante sus vocaciones.

3. A causa de la identidad emocional de la mujer con la gente y los lugares que la rodean, ella necesita más tiempo para adaptarse a cualquier cambio que pueda afectar a sus relaciones. Un hombre puede deducir lógicamente los beneficios de cierto cambio y en minutos quedar mentalmente satisfecho en cuanto al mismo. Sin embargo, no es así con las mujeres, ya que éstas se concentran, por ejemplo, en las consecuencias inmediatas del establecerse de nuevo en un lugar diferente, y por ello precisan tiempo para superar el ajuste inicial antes de entusiasmarse con las posibles ventajas.

4. Los hombres tienden a expresar su hostilidad por medio de la violencia física, mientras que las mujeres suelen ser más verbalmente expresivas.


(Continues...)

Excerpted from El Gozo del Amor Comprometido Tomo I by Gary Smalley. Copyright © 1986 Editorial Caribe. Excerpted by permission of Grupo Nelson.
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Table of Contents

Contents

1. Cómo alejar a tu esposa sin siquiera intentarlo, 11,
2. ¿Adonde han ido todos los sentimientos?, 27,
3. Si tu esposa no alcanza el primer puesto, ¡pierdes!, 40,
4. Tu esposa necesita tu hombro, no tu lengua, 54,
5. Saliendo del más profundo pozo del matrimonio, 66,
6. Lo que ninguna mujer puede resistir, 90,
7. Lo que las mujeres admiran más en los hombres, 99,
8. Si tu esposa no está protegida, te verás descuidado, 106,
9. Disputas: hay una forma mejor, 117,
10. El éxito en el matrimonio: Algo más fácil de lo que piensas, 128,
11. ¡Conque quieres una esposa perfecta ...!, 139,
12. ¡Cuidado! Puede sucederte a ti, 151,

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