La consejería: Cómo aconsejar bíblicamente

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by John MacArthur
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Overview

Si está tratando de condensar el ministerio de consejería en un volumen, ¡aquí lo tiene!
Se presentan sólidos fundamentos teológicos de la consejería bíblica a diferencia de las teorías humanistas y seculares de la consejería psicológica. Un libro práctico, proactivo y relevante para estudiantes, líderes de iglesia y laicos. Esta colección de escritores representa a algunos de los maestros y consejeros bíblicos más destacados de Estados Unidos.

Otros colaboradores incluyen a: Ken L. Sarles, David Powlinson, Douglas Bookman, David Maddox, Robert Smith, William W. Goode y Dennis Swanson.


Product Details

ISBN-13: 9781418581565
Publisher: Grupo Nelson
Publication date: 09/27/2009
Sold by: HarperCollins Publishing
Format: eBook
Pages: 400
File size: 664 KB
Language: Spanish

About the Author

Dr. John MacArthur es un reconocido líder cristiano a nivel internacional. Es pastor y maestro de Grace Community Church en Sun Valley, California. Siguiendo los pasos de su padre, el doctor Jack MacArthur, John representa cinco generaciones consecutivas de pastores en su familia. El doctor MacArthur también es presidente de The Master’s College and Seminary y se le escucha diariamente en «Gracia a Vosotros», una transmisión radial distribuida a nivel internacional. Él ha escrito y editado muchos libros, incluyendo el ganador del premio Medallón de Oro, La Biblia de Estudio MacArthur. Una de sus obras recientes es Jesús al descubierto.

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La Consejería

Cómo Aconsejar Bíblicamente
By John MacArthur

Grupo Nelson

Copyright © 2009 Grupo Nelson
All right reserved.

ISBN: 978-1-4185-8156-5


Chapter One

Renacer de la consejería bíblica

John MacArthur

Desde los tiempos apostólicos, la consejería se ha realizado en la Iglesia como una función natural de la vida espiritual del cuerpo de Cristo. Después de todo, el Nuevo Testamento manda a los creyentes: «Amonestaros los unos a los otros» (Ro 15.14); «Exhortaos los unos a los otros» (He 3.13); «Alentaos los unos a los otros» (1 Ts 4.18); «Animaos unos a otros, y edificaos unos a otros» (1 Ts 5.11); «Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados» (Stg 5.16).

El apóstol Pablo escribió: «Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos» (Ro 15.1). Y: «Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo» (Gá 6.1-2).

Cualquier miembro de la iglesia puede usar estas instrucciones, pues no son exclusivas para alguna casta sacerdotal de expertos. La consejería, en particular la que emplea y aplica con eficacia la Palabra de Dios, es un deber necesario en la vida y compañerismo cristianos. Es también el resultado que se espera de la verdadera madurez espiritual: «La Palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales» (Col 3.16).

En años recientes, sin embargo, ha habido un fuerte e influyente movimiento dentro de la iglesia intentando reemplazar la consejería bíblica con «psicología cristiana»: técnicas y sabiduría extraídas de las terapias seculares y que, sobre todo, realizan profesionales a sueldo. Quienes defienden este movimiento, con frecuencia suenan vagamente bíblicos; es decir, citan Escrituras y, a menudo mezclan ideas teológicas con las enseñanzas de Freud, Rogers, Jung o de cualquier escuela de psicología secular que siguen. Pero no cabe dudas de que el movimiento en sí no lleva a la Iglesia en una dirección bíblica. Ha condicionado a los creyentes a pensar en la consejería como algo que es mejor dejar en manos de expertos preparados. Esto ha abierto la puerta a una línea completa de teorías y terapias extrabíblicas. En verdad, ha dejado a muchos con el sentimiento de que la Palabra de Dios es incompleta, insuficiente, sencilla e incapaz de ayudar a personas con profundos problemas emocionales y espirituales. Ha llevado a millones de cristianos a buscar ayuda espiritual lejos de sus pastores y hermanos creyentes, en clínicas de psicología. Ha dejado en muchos la impresión de que adaptar métodos seculares de recuperación, como el de los doce pasos que emplea Alcohólicos Anónimos, puede ser de mayor ayuda que los medios espirituales para apartar a las personas de sus pecados. En síntesis, ha menguado la confianza de la Iglesia en las Escrituras, la oración, la comunión y predicación como medios mediante los cuales el Espíritu de Dios obra en la transformación de vidas.

Si las presuposiciones que hay detrás de este movimiento fueran sanas, cabría esperar que la de hoy fuera la generación de cristianos mejor ajustados y mentalmente sanos que jamás haya vivido. Después de todo, ha tenido el beneficio de varias generaciones de expertos en psicología que dicen ser capaces de combinar tal conocimiento con las Escrituras y hacerlo «cristiano».

Pero, claramente, este no es el caso. Un gran número de personas anda en busca de tratamiento psicológico. Más cristianos que nunca antes esperan su turno junto a las puertas de clínicas y consejeros profesionales. A diario se escuchan a psicólogos cristianos que ofrecen consejería «en vivo y en directo» en miles de estaciones radiales alrededor del país. En la última década y media, la psicología cristiana ha llegado a ser una industria que mueve miles de millones de dólares. Parece que millones de cristianos evangélicos son adictos a la terapia.

En contraste con esas tendencias, sin embargo, otro movimiento ha estado ganando fuerza entre los evangélicos. Voces claras que comienzan a instar a la Iglesia a que vuelva a las Escrituras como fuente suficiente de ayuda para los problemas espirituales de la gente. Hay un creciente movimiento de apoyo al regreso a la consejería bíblica en la iglesia. Cada semana oigo de pastores y líderes de la iglesia que redescubren la importancia de la consejería bíblica. Comprenden lo que en realidad creyeron siempre: Que la Escritura es superior a la sabiduría humana (1 Co 3.19); que la Palabra de Dios discierne mejor el corazón humano que cualquier otro medio terrenal (He 4.12); que el Espíritu de Dios es el único agente eficaz para la recuperación y la regeneración (Ef 5.18-19) y que en Cristo Jesús se hallan todos los tesoros de sabiduría y conocimiento (Col 2.3).

Tales verdades son tan básicas para la fe cristiana que no nos debe asombrar que las ataquen desde dentro de la iglesia misma. Pero, por supuesto, esto es precisamente lo que ha ocurrido una vez tras otra en la historia de la Iglesia. Ocurre incluso hoy mismo, cuando empujan a la psicología dentro de la iglesia como una solución necesaria, y aun superior, para los problemas espirituales.

En 1980, me pusieron en la línea del frente en la batalla entre la psicología y la consejería bíblica, cuando nuestra iglesia sufrió por vez primera un juicio por «mala práctica eclesiástica». Los cargos que presentaron en el litigio eran que nuestros pastores habían sido negligentes porque tratamos de ayudar a un joven suicida, miembro de nuestra iglesia, dándole verdades bíblicas. Este tipo de demanda fue el primer caso jamás oído en el sistema judicial de los Estados Unidos. Los medios de comunicación se deleitaron, ya que el asunto duró años. Aun algunas fuentes nacionales de noticias dijeron que nuestra iglesia había instado al joven a matarse, enseñándole que el suicidio era una vía segura al cielo. Esto, por supuesto, era falso. Le mostramos con las Escrituras que el suicidio era incorrecto. Le instamos a permitir que la Palabra de Dios lo llevara a un íntimo conocimiento y apropiación de los recursos disponibles en Aquel que deseaba sanar su mente perturbada. Trágicamente rechazó nuestro consejo y se quitó la vida.

El caso suscitó la duda acerca de si las iglesias tenían o no el derecho legal a aconsejar a personas en problemas utilizando sólo la Biblia. Los demandantes argumentaron que aconsejar a una persona deprimida o suicida basándose en las Escrituras era una técnica simplista e irresponsable. Hicieron comparecer a varios «expertos» que testificaron que la consejería espiritual no es apropiada para personas con problemas reales. Declararon que las víctimas de depresión crónica, tendencias suicidas y problemas emocionales o mentales similares, deberían remitirse a un psicólogo experto. Los litigantes demandaban que se requiriera a los pastores y consejeros de iglesias que enviaran a tales personas a profesionales de salud mental. Su cargo básico era que intentar aconsejar en base a la Biblia a personas con problemas equivale a temeridad y negligencia por las cuales los consejeros de la iglesia debían considerarse moral y legalmente culpables. Si hubieran ganado el caso, cualquier iglesia que practicara consejería bíblica estaría corriendo un enorme riesgo de responsabilidad civil.

Las cadenas de noticias dieron escasa o ninguna divulgación a las verdades del caso que se ventilaron en la corte. Los testimonios demostraron que el joven estaba bajo atención de psiquiatras profesionales. Además de la instrucción bíblica que recibió de nuestros pastores, buscó tratamiento psiquiátrico, Asimismo, nuestros pastores, en vista de que lo habían examinado varios médicos, desecharon causas orgánicas o químicas en su depresión. El muchacho había venido recibiendo todo tipo de terapia disponible pero, de todos modos, eligió poner fin a su vida. Hicimos cuanto pudimos por ayudarle; rechazó nuestro consejo y volvió sus espaldas a la suficiencia espiritual que tenía en Cristo.

Tres cortes diferentes escucharon las evidencias del caso y las tres dictaminaron a favor de la iglesia. Dos veces derribaron esas decisiones debido a apelaciones a raíz de aspectos técnicos, pero todas las cortes que trataron el caso coincidieron en el veredicto que absolvió a la iglesia de toda culpabilidad. Por último, llevaron el caso a la Corte Suprema de los Estados Unidos. Esta rehusó oírlo y de este modo dejó en pie el dictamen de la Corte Suprema del Estado de California que, finalmente, vindicó a la iglesia.

En las tres audiencias del caso, se dictó un fallo y los jueces expresaron también su opinión de que la iglesia no faltó a su responsabilidad de brindar un cuidado adecuado. Su juicio fue que nuestros pastores hicieron más que cumplir sus obligaciones legales y morales debido a que intentaron ayudar a ese joven que buscó nuestro consejo. Pero aún más importante, las cortes confirmaron los derechos constitucionales de cada iglesia a aconsejar en base a la Biblia. El caso estableció un precedente legal sosteniendo un importante derecho, sancionado por la constitución de nuestro país, concerniente a la libertad religiosa. El dictamen de la corte significa que las cortes seculares no tienen derecho a inmiscuirse en el área de consejería en la iglesia.

Psicologizar la iglesia

Aquel juicio por malas prácticas eclesiásticas me colocó en medio del debate acerca de la psicología y la consejería bíblica. Antes de eso, había notado que los psicólogos cristianos, una vez desconocidos, cada vez se hacían más comunes y francos. Lamentablemente, presté poca atención a la moda y no escuchaba cómo comerciaban con la psicología en la iglesia.

Pero durante el juicio se llamó a un sorprendente número de «expertos », que eran consejeros cristianos profesionales, para argumentar contra la consejería bíblica. Me quedé pasmado y sin aliento al escuchar a hombres que se habían identificado como evangélicos, testificando que la Biblia por sí sola no contiene ayuda suficiente para satisfacer las más profundas necesidades emocionales y personales de las personas. ¡Tales testigos argumentaban delante de una corte secular que la Palabra de Dios no es un recurso adecuado para tratar los problemas espirituales de la gente! Lo que es realmente aterrador es el número de evangélicos dispuestos a aceptar como verídicas las opiniones de tales profesionales.

Es innegable que en los últimos veinticinco años la psicología ha hecho increíbles incursiones dentro de la cultura evangélica. Su influencia se refleja en la clase de sermones que se predica en los púlpitos evangélicos, en la clase de consejería que se ofrece desde las estaciones radiales, en la proliferación de psicólogos que abastecen en primer lugar a cristianos evangélicos yen los libros que publican muchas editoriales evangélicas.

Alrededor de la última década ha surgido un sinnúmero de clínicas evangélicas de psicología. Aunque casi todas dicen ofrecer consejería bíblica, la mayoría brinda psicología secular disfrazada con términos espirituales. Esto puede verse con claridad en la literatura que prolifera del movimiento. Como Jay Adams observa: «Casi todos los libros de consejería recientes destinados a los ministros, aun los conservadores, están escritos desde la perspectiva de Freud, en el sentido de que se apoyan en esencia las presuposiciones de la ética de Freud de no responsabilidad».

El surgimiento de clínicas de consejería implica otro problema para la iglesia: La tendencia ha quitado el ministerio de consejería de su propio terreno en el cuerpo de la Iglesia y llevado a la mayoría de los cristianos a la idea de que son incompetentes para aconsejar. Muchos pastores, sintiéndose incapaces y quizás temerosos de la posibilidad de un litigio por malas prácticas, están por completo dispuestos a dejar que «profesionales, tomen a su cargo lo que por lo general se ha visto como una vital responsabilidad pastoral. Demasiados han comprado la mentira de que existe un reino crucial de sabiduría espiritual fuera de las Escrituras y que alguna idea o técnica de ese reino extrabíblico mantiene la verdadera llave para ayudar a la gente en sus profundos problemas.

¿Qué tiene de malo la psicología?

La palabra psicología significa literalmente «el estudio del alma». Un verdadero estudio del alma no lo pueden hacer los incrédulos. Después de todo, sólo los cristianos cuentan con los recursos para comprender la naturaleza del alma y cómo se puede transformar. La disciplina secular de la psicología está basada en suposiciones ateas y fundamentos evolucionistas y es capaz de tratar con la gente sólo superficialmente y a nivel temporal. Sigmund Freud, padre de la psicología moderna, fue un humanista incrédulo que urdió la psicología como sustituto de la religión.

Antes de Freud, el estudio del alma se consideró como una disciplina espiritual. En otras palabras, se asoció intrínsecamente con la religión. La magna contribución de Freud fue definir el alma y el estudio de la conducta humana en términos seculares. Divorció del todo la antropología (estudio de los seres humanos) del reino espiritual y así abrió el camino a las teorías ateas, humanistas y racionalistas acerca de la conducta humana.

Esas teorías fundamentalmente antibíblicas llegaron a ser las bases de toda la psicología moderna. Por supuesto, los psicólogos de hoy utilizan centenares de modelos y técnicas basadas en una miríada de teorías conflictivas; de este modo es imposible hablar de psicoterapia como si esta fuera una ciencia unida y lógica5. Pero las bases de la psicología moderna se pueden condensar en algunas ideas, comúnmente sostenidas, que tienen sus raíces en el humanismo de Freud. Estas son una copia exacta de las mismas ideas que muchos cristianos procuran con celo combinar con la verdad bíblica:

• La naturaleza humana es básicamente buena.

• Las personas tienen la respuesta a sus problemas dentro de sí mismas.

• La clave para entender y corregir las actitudes y acciones de una persona yace en alguna parte de su pasado.

• Los problemas de los individuos son el resultado de lo que alguien les ha hecho.

• Los problemas humanos pueden ser puramente psicológicos en su naturaleza, sin relación con ninguna condición espiritual o física.

• Los problemas profundamente arraigados sólo los puede resolver un profesional mediante el uso de terapia.

• Las Escrituras, la oración y el Espíritu Santo son recursos inadecuados y simplistas para solucionar ciertos problemas.

Esas y otras teorías ateas por el estilo, que han surgido del potaje de la olla llamada psicología, se han infiltrado en la Iglesia y tienen un efecto profundo y perturbador en su manera de ayudar a la gente. Muchos cristianos sinceros están seriamente despistados en su concepto de lo que es aconsejar y lo que esto, al parecer, debe lograr.

Algunos recordatorios básicos pueden ser de ayuda. Por ejemplo, la Escritura es el único manual confiable para un verdadero estudio del alma. Son bien comprensibles en el diagnóstico y tratamiento de cualquier problema espiritual que, reforzado por la presencia del Espíritu Santo en el creyente, nos conducen a ser como Cristo Jesús. Este es el proceso de la santificación y la meta de la consejería bíblica.

Los puritanos se referían al ministerio de aconsejar como «trabajo del alma». Hablaban de la responsabilidad del ministro como «la cura de almas». Entendían que la única ayuda digna de confianza era la infalible verdad de las Escrituras aplicadas por el Espíritu de Dios. Sabían que la única cura genuina, efectiva o permanente para las enfermedades del alma era la transformación que la gracia de Dios efectúa en el corazón de un creyente.

¿Son siempre recomendables las técnicas psicológicas?

¿Significa esto que las ciencias modernas sobre la conducta no ofre-cen algo de valor en el tratamiento de problemas emocionales o de con-ducta? ¿No son de ayuda en ciertos casos la medicación, los electrocho-ques, la terapia de grupos y otras técnicas? ¿No son las enfermedades del alma problemas médicos que deben tratar hábiles psiquiatras?

Ciertamente es razonable que las personas busquen ayuda médica para problemas médicos. Nosotros enviaríamos al médico a alguien con una pierna rota, con problemas de riñones u otros males físicos. Es verdad que ciertos tipos de depresión obedecen a causas físicas que requieren tratamiento médico. El Dr. D. Martyn Lloyd-Jones, mejor conocido por su poderoso ministerio en la predicación expositiva antes de entrar al ministerio, recibió preparación como médico. Señaló que a menudo la depresión y algunas enfermedades mentales son más bien causas físicas que espirituales. Sugiere que la anemia perniciosa, arteriosclerosis, y aun la gota, son ejemplos de desórdenes físicos que pueden causar demencia o depresión. Es muy apropiado y aun recomendable para el consejero que le sugiera al aconsejado que padece tales síntomas, que busque consejo médico o que se someta a un examen físico para descartar esas causas.

También es sensato para alguien que es alcohólico, drogadicto, con problemas de aprendizaje, traumatizado por violación o incesto o severas golpizas, buscar ayuda tratando de vencer su trauma. Algunos tipos de terapia o tratamiento médico pueden servir para reducir traumas o dependencia. En situaciones extremas se puede necesitar medicación para estabilizar a una persona peligrosa.

Debe notarse que estos son problemas poco comunes; sin embargo, no deberían usarse como ejemplos para justificar el uso indiscriminado de técnicas psicológicas seculares en problemas de orden esencialmente espiritual. Tratar por esos medios los problemas psicológicos y emocionales de la vida no es santificación. Por eso tales técnicas son también efectivas en transformar la conducta, tanto en los cristianos como en los no cristianos.

(Continues...)



Excerpted from La Consejería by John MacArthur Copyright © 2009 by Grupo Nelson. Excerpted by permission of Grupo Nelson. All rights reserved. No part of this excerpt may be reproduced or reprinted without permission in writing from the publisher.
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Table of Contents

Contents

Prefacio....................ix
Introducción....................xiii
1. Renacer de la consejería bíblica John MacArthur (hijo)....................21
2. Los puritanos ingleses: Un paradigma histórico de la consejería bíblica Ken N. Sarles....................41
3. Consejería bíblica en el siglo veinte David Powlison....................65
4. Las Escrituras y la consejería bíblica Douglas Bookman....................87
5. La consejería y la pecaminosidad humana John MacArthur....................125
6. La unión con Cristo: Sus implicaciones para la consejería bíblica David B. Maddox....................144
7. La obra del Espíritu y la consejería bíblica John MacArthur....................161
8. La disciplina espiritual y el consejero bíblico Robert Smith....................172
9. El enfoque hacia Dios de la consejería bíblica Douglas Bookman....................184
10. Cómo desarrollar una relación adecuada con los aconsejados Wayne A. Mack....................203
11. Infundir esperanza en el aconsejado Wayne A. Mack....................219
12. Cómo llevar un inventario del aconsejado: recolección de datos Wayne A. Mack....................241
13. Interpretar los datos del aconsejado Wayne A. Mack....................263
14. Instrucción mediante la consejería bíblica Wayne A. Mack....................283
15. Consejería bíblica e inducción Wayne A. Mack....................302
16. Implementación de la instrucción bíblica Wayne A. Mack....................319
17. Consejería bíblica y la iglesia local William W. Goode....................337
18. Los dones espirituales y la consejería bíblica John MacArthur....................348
19. La predicación y la consejería bíblica John MacArthur....................360
20. Preguntas frecuentes acerca de la consejería bíblica Compiladas y editadas por Dennis M. Swanson....................371
Apéndice....................397
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